Si realmente fuesen honrados, que no lo son, el mayor pecado
de los gobiernos de este país y de casi todos los países es el confundir
-intencionadamente, por cierto- votantes con gente, porque, para su
desgracia, votantes y gente no son la misma cosa. Los confunden y acaban
gobernando a la gente en nombre de sus votantes. Pero en el pecado llevan
la penitencia, porque, al final, a la gente, que a veces, cada cuatro años, es
votante y no siempre del mismo partido, acaba por cansarse de soportar
recortes, subidas y abusos y se convierte en marea, activa o de fondo, que en
el mejor de los casos aguarda con impaciencia una nueva convocatoria electoral,
para dejar claro al gobernante que, cuando le votó, también era gente -ilusa,
confundida o como queráis- y no solo un votante al que esgrimir para justificar
arbitrariedades.
Eso es lo que le está pasando últimamente, y de golpe, a los
populares en el gobierno de la nación y en el de algunas autonomías. Así, la
reforma de la legislación del aborto, defendida por Alberto Ruiz Gallardón como
un gallito pedante y díscolo, puede que se haya diseñado atendiendo a un
programa y a unas alianzas ideológicas diseñadas para una fecha concreta, el 20
de noviembre de 2012, al que, es verdad, dieron su voto varios millones de votantes,
las más de las veces, como en los contratos con los bancos, sin haber
leído la letra pequeña. Y vete tú ahora desde tu burbuja de cristal blindado a
decirle a una mujer, con trabajo o sin él, atravesando dificultades
económicas o no, que tiene que dar a luz un niño que viene con
malformaciones, porque eso es lo que quieren la iglesia católica, que tanto
colaboró en el acoso a Zapatero y ahora quiere su parte. Os aseguro que, salvo
excepciones, esa mujer no comparte la mística cruel del ministro de Justicia.
Otro tanto ocurre con la educación. Porque pocos o ninguno
de los votantes del PP contaban con los recortes en educación que han
expulsado, o casi, a sus hijos de las universidades y que, con el agravamiento
de la crisis, les están empujando también hacia una escuela
pública sistemáticamente deteriorada por gobiernos como el madrileño. Y
qué decir del descomunal rechazo que ha cosechado el ministro Wert en
todos los charcos que ha pisado, la huelga y las marchas de los últimos
días lo dejan bien claro.
Y qué decir de la Sanidad, recortada, encarecida y
privatizada o privatizable allá donde está en manos del PP. Aquí en Madrid y en
menos de una semana, alrededor de un millón de personas han dejado por escrito
y con su nombre su apoyo al sistema público que los gobiernos populares
están empeñados en desmantelar. Porque está claro que quieren tocar lo que
funciona para entregárselo a sus amigos mediante un trile de cifras que nunca
son claras o ciertas.
Y así podríamos seguir citando la reforma laboral que ha
llevado al desmido a miles de trabajadores, también votantes del PP algunos, o
la reforma del las pensiones y lo que te rondaré morena, que diría un castizo.
Todo en nombre de los votantes, pero sin pensar en la gente. Y hacen mal en
gobernar así, porque votantes puede haber millones -un mal día lo tiene
cualquiera- pero, para días, los que tiene una legislatura y la gente,
que es mucha más que todos los votantes de todos los partidos, también
cuenta y estamos viendo cómo. De momento, ninguna de las leyes estrella del
programa de Rajoy ha visto la luz y, por más que digan lo contrario o pongan
excusas, ha sido por la presión y el malestar de la gente.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
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