miércoles, 31 de octubre de 2012

MUERTOS VIVIENTES

 

Muchos ciudadanos asumen ya, con un sentimiento que yo definiría como resignación depresiva, que este gobierno se ha propuesto y está consiguiendo devolvernos a las España de hace cuarenta años: la de las interminables colas del paro, la de los autobuses viejos y sucios, la del metro abarrotado, la de los coches de segunda mano, aquellos que se caían a pedazos pero andaban, entre humos, pero andaban, la de los pisos abarrotados, con abuelos hijos, padres y tíos todos revueltos, la del cacho de pan y poco más para comer, la de los aprendices, la mili y las adolescentes preñadas y malcasadas, la de la televisión una, grande y libre, la de las basuras por las calles, la de las calles oscuras, la de las drogas, y la calle, la del Vaquilla, los atracos, los coches robados y los tirones. En resumen, la España que creíamos perdida en la noche de los tiempos y, sin embargo, está ahí, esperándonos, a la vuelta de un recorte más, de un presupuesto más o de una nueva intransigencia de la todopoderosa Merkel.

Se han propuesto devolvernos a esa España y lo están consiguiendo. Lo están consiguiendo desde despachos en los que cabrían dos pisos de esos que le quitan a la gente por no poder pagar la hipoteca, desde coches oficiales, todos alemanes y todos con cuatro aros en la calandra, desde teléfonos listos, de esos con internet, 3G y vistas al mar, desde lujosos restaurantes o butacas del AVE en clase preferente o desde remotos hoteles de cinco estrellas, después de algún que otro viaje comercial rematado con una interesante visita turística.

Están recortando el Estado y, de los retales que quedan en sus manos tras el paso de las tijeras, están haciendo montones. En unos, para llevar directamente a la basura, están los derechos conseguidos a lo largo de años de lucha y del pago de cotizaciones e impuestos. Esos derechos que, dicen, son ya insostenibles. En otros montones, que, como en los mercados callejeros, se saldan al mejor postor, están los transportes públicos, algunos servicios sanitarios imprescindibles, la educación de nuestros hijos y el bienestar de nuestros ancianos. Todo en montones bien clasificados, limpios de lo que en su opinión no es rentable -y para ellos ni la salud ni el trabajo como bien social- para que algunos amigos, dispuestos a hacer donaciones, anónimas pero no ciegas, tengan su pequeña oportunidad de negocio, a costa del deterioro de lo que era y es nuestro.

Parece que, al final, su intención es recortar el Estado hasta dejarlo en sus despachos y sus sueldos. Un ejemplo. en Madrid se ha retirado la subvención -imprescindible para su funcionamiento- a las ONG que mantienen abiertos los centros para la atención de drogodependientes, también toda o casi toda la infraestructura que permitía a los yonquis acceder a su dosis de metadona o "picarse" con una cierta higiene y garantía. Hablan de cambio de hábitos de consumo, de rentabilidad, de lo de siempre, y están dispuestos a convertir nuestros barrios, llenos de jóvenes sin trabajo ni esperanza de conseguirlo en infiernos de "muertos vivientes". Se creen a salvo de esa plaga y se equivocan, porque el ir y venir de esos muertos en vida, acabará llegando también a sus barrios y sus familias.

Entonces, ya será tarde.

 
 

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martes, 30 de octubre de 2012

TRANQUILO, JOSÉ IGNACIO, YO TE CUBRO

Como en las malas películas de acción, cuando arrecia el tiroteo contra el más "echao p'alante" de la banda, siempre hay alguien que se ofrece para cubrirle mientras avanza o se retira, distrayendo a los de enfrente, la ministra de Trabajo, la inefable Fátima Báñez, se descolgaba ayer con una especie de José Ignacio yo te cubro, llevándose la atención de la prensa en el día en el que el ministro más odiado del gobierno se enfrenta al trámite de la moción de reprobación en el Congreso.
La ministra, quizá sin pretenderlo, porque no la creo tan avispada, se las arregló para cubrir a su colega en una de esas comparecencias ante humillados periodistas sin derecho a preguntar que los políticos se permiten llamar ruedas de prensa, entre otras cosas porque esos mismos periodistas o sus medios se lo permiten. El truco, la fórmula mágica capaz de levantar la cortina de humo que esconda las machadas de Wert fue decir, sin encomendarse a dios, al diablo o a su virgen del Rocío, que "España está saliendo de la crisis" y que lo suyo "no es optimismo vacío". Como no estaban permitidas las preguntas y no dio ningún dato más, tenemos derecho a pensar que, una de dos, o la ministra miente descaradamente, inventándose la realidad, o que Fátima Báñez tiene poderes que le permiten leer el futuro o, cuando menos, transformarlo en su cabeza.
Lo que dijo la intrépida ministra lo dijo después de que todos los indicadores económicos, uno detrás de otro pintasen un panorama espantoso para nuestra economía y, lo que es peor, para nosotros mismos. El paro, la actividad comercial, los datos del presupuesto nacional, los índices de pobreza en España, en fin, todos los indicadores. Todos salvo dos que se acaban de conocer: el del crecimiento de nuestra economía, que vuelve a ser negativo en tres décimas y el del IPC que ha vuelto a subir una décima en octubre, se supone que ya con el incremento del IVA asumido, y que deja la inflación interanual en el 3,5%.
De dónde ha sacado la ministra su optimismo, en qué basa sus afirmaciones. Debería decirlo, De momento consigue que hasta sus propios compañeros, como el presidente gallego, la desmientan. Núñez Feijóo quien por cierto ha desmentido a la ministra pisando otro charco, porque ha dicho, textualmente, que no hay que hacer caso a lo que digan los políticos, sino a lo que dicen los datos de los indicadores económicos.
No sé cuánto podremos aguantar a esta pandilla que se siente satisfecha porque nuestra caída, quizá la mayor de Europa, es uniforme, como dijo Guindos, o es capaz, no sé si de creerse, pero sí de decir, lo hizo Montoro en sede parlamentaria, que los presupuestos que presentan para el año que viene son "los más sociales" de la democracia, o que Arabia Saudí, a la que queremos vender carros de combate, no es una democracia pero puede llegar a a serlo, o cualquiera de las paparruchadas neo conservadoras y fascistoides del ministro Wert, o, por fin, este último delirio de la ministra de Trabajo. A la vista de toso esto y desde luego, lo dicho hoy por Feijóo es indignante, pero cierto, absolutamente cierto, porque los políticos mienten y parecen hacerlo sistemáticamente.
Por cierto, conviene saberlo, porque explica muchas cosas, Báñez, la ministra, nunca ha trabajado para nadie que no sea su partido o un gobierno presidido por su partido. No me extraña que personajes así crean en dios, la virgen o todos los santos. A ellos les va  así de bien.
 
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lunes, 29 de octubre de 2012

PARA NO HABLAR DE LO IMPORTANTE

 
 
No seré yo quien niegue a los pueblos, sean los que sean, su derecho a sentirse y quererse distintos. Es más, quizá como reacción al franquismo que perseguía y castigaba ese sentimiento, sentí, como muchos españoles con deseos de enterrar al dictador y con él la dictadura, una cierta simpatía hacia esas otras formas de estar en España que afloraban.

Como en tantas otras cosas, el sueño resultó más confortable que la realidad de lo soñado, porque, cuando las aspiraciones de los nacionalistas comenzaron a plasmarse en los estatutos todo se hizo más incómodo y prosaico, en perjuicio de la generosa solidaridad con que, al menos la izquierda, había acogido esas aspiraciones.

Han pasado más de tres décadas desde que perdimos la inocencia y nos vimos enredados en esas disputas cotidianas por un quítame allá esas competencias y alguno menos desde que, tras la debacle de UCD, la derecha española decidió unir sus intereses y agruparse en un partido, el PP, en el que aglutinó desde la derecha económica y la acostumbrada al control de la Administración, con el ultra catolicismo y la ultraderecha más montaraz.

Este partido aglutinador de todas esas derechas descubrió pronto que la mejor bandera que podía agitar ante el electorado para ganarse sus favores estaba en ese doble juego del patriotismo que unas veces se muestra como víctima de los excesos "separatistas" y otras como irredento vengador de esos excesos a base de amenazas y campañas de boicot, más efectista que otra cosa, a determinados productos, especialmente y más que los producidos en Cataluña, los que, siguiendo los tópicos, son los más fáciles de identificar.

Ahora, de manera precipitada, asistimos al enconamiento de esos sentimientos nacionalistas en Cataluña, más como sublimación de la frustración que producen las consecuencias de la crisis en los catalanes que como salida práctica a la misma. Tengo amigos y familiares catalanes y entiendo perfectamente lo que están sintiendo. Tanto, que, a veces, echo de menos tener un "Madrid" al que culpar de todos mis males, un Madrid del que independizarme para ver si, con esa independencia, las cosas van mejor. Pero no. Los madrileños, querámoslo o no estamos condenados a padecer los rigores del gobierno de la nación y a llevar el sambenito de encarnarlos.

Mi impresión es que unos y otros, CiU -no sé si toda- y PP, agitan la bandera del nacionalismo, para distraer a catalanes y "españoles" de las consecuencias sus verdaderos problemas, de esos que unos y otros, Mas y Rajoy, son incapaces de solucionar.

Los telediarios duran lo que duran y los periódicos tienen las páginas que tienen. Por eso, cada titular, cada portada y cada línea que se dedican a esta diatriba que no parece tener solución a corto plazo, son un titular, una portada y una línea que no hablan de lo importante, del paro, de los recortes, de la crisis que parece haberse comido la democracia de un bocado, mientras discutimos si son galgos o son podencos.

El adelanto de elecciones por parte de Mas ha sido tramposo y, o mucho me equivoco, o acabará pagándolo, porque su planteamiento, que no buscaba otra cosa que cerrar el cuaderno de la crisis sin haber hecho la tarea para abrir el tebeo de los sueños no demasiado realistas, puede llevar a sus votantes a la frustración de que detrás de tanto sueño y tanto símbolo no hay más que estrategia electoral y ese deseo insensato de mantener se en el poder a toda costa. No buscaba otra cosa que pillar a la oposición con el pie cambiado y obligarla a hablar del tebeo en lugar de hacerlo de los deberes.

Para concluir me vais a permitir la pequeña frivolidad de señalar que en Euskadi, con un parlamento absolutamente "soberanista", que se parece más al Euskadi real que el de la pasada legislatura, y eso pese a que el pacto PP-PSE cumpliese su objetivo de normalización, en un parlamento como ese, la soberanía, la autodeterminación, la independencia o como quiera que se le quiera llamar, no es un objetivo prioritario. Y me atrevo a vaticinar que, una vez pasadas las elecciones, tampoco Mas va a insistir en él.

No quisiera equivocarme, pero siempre he pensado y pienso que un catalán lo primero que quiere es ser feliz y sentirse seguro y después ser catalán, como un español, o un madrileño, lo primero que quiere es sentirse seguro y ser feliz, antes que sentirse español o madrileño. Si no es así, que se lo hagan mirar.
 
 

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domingo, 28 de octubre de 2012

MALDICIONES

 
A veces maldigo, qué contradicción, haber tenido una cierta formación científica y haber sido un ateo temprano, porque una y otra cosa me impiden recurrir como a veces quisiera al "bendito" recurso de la maldición y la blasfemia. Y eso, porque, he de confesarlo, tengo la impresión de que cualquiera de las dos cosas debe ser un buen consuelo, cuando se vienen abajo las esperanzas, la fe en el futuro y la fe en el ser humano.
Esas ganas las he sentido esta mañana, cuando ha abierto la edición digital de EL PAÍS y me he dado de bruces con la foto y la historia de Milagros, que ha perdido su casa por no haber podido hacer frente al pago de un crédito de 6.000 euros -un millón de pesetas- sobre el que había ofrecido su piso como garantía. Al conocer la historia de Milagros, su marido y sus hijos que comienzan a pasar frío, porque ni mantas tienen, siento ganas de maldecir a los prestamistas que les engañaron, a quienes acaben por comprar su piso que debe ser ahora tan frío y desasosegante como la ropa de un muerto, a los policías que dieron cobertura a la ejecución de la sentencia, al juez que la dicó, aplicando una ley que sabía injusta, y al funcionario que se justificó diciendo que hoy estaba en ese lado, pero mañana podía ser el desahuciado.
Me gustaría maldecirles, a sabiendas de que mis desesperados deseos pudiesen cumplirse. Me gustaría decirles aquello que una vez escuché a una gitana, eso de "así te dé un mal que cuanto más corras más te duela y cuando te pares te mueras". Me gustaría poder llenar de basura el panteón de los santos, pero no creo en ellos y, así, sólo podría ofender a quienes lo hacen, sin obtener ningún consuelo en ello, aunque a veces pienso que no está mal escandalizar a tanto hipócrita y pacato como se da entre ellos.
De todos modos, pienso que no estaría mal disponer de tres deseos que, como en los cuentos de las mil y una noches, pudiesen cumplirse. Y no pediría el bien para mí ni para nadie, porque la experiencia me dice que todo bien implica en sí mismo una maldición. Pediría directamente el mal para todos aquellos, cobardes, reglamentistas e hipócritas que utilizan o hacen cumplir las leyes a sabiendas de que son terriblemente injustas. Pediría por ejemplo que se viesen obligados a vivir la vida de aquellos a los que más hubiesen perjudicado con sus acciones o sus inacciones.
Y, si fuese posible, me gustaría disponer de una especie de súper poder para, cerrando los ojos, poder cambiar el membrete y los rótulos de todos los documentos y las dependencias del ministerio que ocupa Gallardón. Cambiarlos por los de "Ministerio de las Leyes", porque está claro que de Justicia no es.
 
 
 
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sábado, 27 de octubre de 2012

EL ABUELO REY

 
 

Acabo de descubrir, y espero que lo entendáis, que, más allá de la caza de elefantes, los urgangarines y otras caídas, el rey cumple un papel que, aunque vierto es que lo tenía muy abandonado, quizá justifique su presencia en el imaginario popular. Ese papel, imprevisible, e incómodo para el gobierno, éste o el que sea, es el de salirse del guión cuando menos se espera.

A la vista de pasados errores, uno no sebe si debe pensar que estas confidencias fuera de guión del rey son premeditadas o, si por el contrario, son hijas de ese campechanismo un tanto irresponsable que tan apartado le tiene últimamente de los españoles.

Ayer mencionaba aquí mismo lo contradictorio de los dos discursos leídos por el rey en Bombay, uno ante empresarios indios, cantando a los brotes verdes de la economía española y otro ante españoles residentes en India en el que no dudó en aludir a las dificultades que hoy se viven en nuestro país. Ambos discursos contaron, sin duda, con el visto bueno del gobierno, algo que, estoy seguro que no ocurrió con las últimas confidencias del monarca a los periodistas que le acompañaban, antes de su regreso a España.

En esas palabras dichas “off the record” ante los enviados especiales de los medios españoles Juan Carlos habló de lo dados que somos los españoles a vernos peor de lo que nos ven desde fuera, quizá porque, optimista con motivos como es, ve, como su hijo, ve en los mendigos que extienden la mano para pedir, gente con ganas de saludarle. En cualquier caso y, más allá de esa autocrítica que busca el auto consuelo, admitió que España se ve mejor desde fuera que desde dentro, donde dan ganas de llorar, porque todo son penas. Tampoco ahorró el rey críticas a las agencias de calificación de riesgo, de las que dijo que siempre nos dan en la cabeza ni se guardó la que, a su juicio, es la fórmula para salir de la crisis: con el cuchillo en la boca -supongo que quiso decir entre los dientes, porque llevarlo de otro modo sería peligroso- y con una sonrisa.

Ese es el papel que siempre ha cumplido mejor el rey, el de soltar de vez en cuando alguna inconveniencia , aunque sea sincera y acertada, pero no por ello menos inconveniente, en esta ocasión para el gobierno y su juego a dos barajas. Ya lo hizo con aquel "por qué no te callas" tan celebrado y, sin embargo, tan arriesgado a la vez.

Quizá ese sea el papel del rey, el que asumen algunos abuelos que se sienten libres de responsabilidad sobre lo que hacen o lo que dicen. Quizá sea bueno que alguien se atreva a decirnos lo que tratan de ocultarnos pese a que sea evidente. Lo cierto es que Juan Carlos ha conseguido hacerse con todas las portadas, los boletines y los telediarios del fin de semana con una sola frase, ese "desde dentro (de España) dan ganas de llorar" que nadie, salvo quizá Cristóbal Montoro y sus colegas del Gobierno, se atreverá a contestar.

 
 

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viernes, 26 de octubre de 2012

¿CUÁNTOS SON SUYOS, SEÑOR RAJOY?

 
 
Los seis millones de parados ya no son, por desgracia, una pesadilla lejana. Están la vuelta de la esquina. La última cifra de la Encuesta de Población Activa lo ha dejado bien claro, estamos a menos de un cuarto de millón de vidas rotas para alcanzar la tragedia de que uno de cada ocho españoles, incluidos niños y ancianos, no puede ni podrá trabajar en mucho tiempo, o, lo que es aún peor, uno de cada cuatro españoles en disposición de trabajar no puede hacerlo.
Lo terrible, siendo de por sí terrible la cifra, es que, en gran medida, el crecimiento de esta cifra se debe en gran parta a las acciones o inacciones del Gobierno. Ese mismo gobierno que le escribe discursos contradictorios al rey, en función del escenario: España está saliendo de la crisis, si es para leerlo delante de empresarios indios, o todos sabéis lo difícil de la situación, si el auditorio está formado por españoles residentes en India y, lógicamente, mejor informados de lo que ocurre en su país.
El mareo de perdiz al que está, nos está, sometiendo Rajoy a Europa y a los españoles, a propósito del rescate, virtual o no, es de proporciones bíblicas. Y en ese mareo que bloquea el acceso al crédito de España está el origen del parón en seco del consumo, público o privado, y, con él, el de cualquier actividad económica.
Eso por un lado. Por otro, el regalo de bodas que Rajoy les hizo a los empresarios, con esa reforma laboral a la carta que les permite aligerar sus nóminas "barato, barato", ha puesto en la calle a cientos de miles de trabajadores, especialmente de más de cincuenta años, para los que la experiencia y la antigüedad han pasado con esta ley, de ser una garantía a ser un riesgo.
No hay que ser un lince, basta con tener memoria o con consultar las estadísticas, para ver que en poco más de un año el número de empleos destruidos ha crecido en casi ochocientos mil y el de parados en algo más de ochocientos treinta y cinco mil. Resulta fácil y toda una tentación atribuir estas cifras a la dichosa "herencia socialista", pero, hacerlo, sería practicar demagogia y de la barata, porque, como digo, basta con mirar las estadísticas para comprobar que la línea que une las cifras se empina escandalosamente desde que el Rajoy llegó a la presidencia y muy especialmente desde que, al poco de hacerlo, se aprobó la Reforma Laboral, una de las primeras medidas del gobierno de los presupuestos más sociales.
No sé qué hubiese sido de estas cifras con otro gobierno. Pero el que hay es éste y las cifras son éstas y yo tengo derecho a pensar que la incertidumbre en la que nos hace vivir Rajoy, que tan buenos resultados le ha dado en la piscina de pirañas que es su partido, nos está llevando a la ruina más absoluta y que cada minuto que pasa sin aclarar sus intenciones se convierte en más meses que necesitaremos para salir de la crisis.
Rajoy sabe que el rescate es irremediable, pero no lo pide porque sabe que el siguiente paso que debería dar sería el de presentar la dimisión, y no quiere. Y así nos tiene agotando la reserva del depósito de nuestros ahorros y nuestra paciencia por su tozudez en no repostar, a pesar de que el chivato de alarma lleva meses encendido.
Cuántos de esos seis millones de parados lo son por culpa de Rajoy. No losé, como tampoco sé cómo este señor puede dormir cada noche sabiendo que está llevando a miles de ciudadanos a la miseria y a algunos, como José Miguel, en Granada, al último y desesperado acto de dignidad que le quedaba.
 
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jueves, 25 de octubre de 2012

LA POLICÍA LLEGÓ TARDE

 

Por una vez, se ha incumplido esa especie de código ético y tácito, según el cual en los medios no se informa de esos suicidios, demasiados, que quedan en el anonimato, apelando, con o sin razón, a la conveniencia de evitar ese efecto "espejo" o llamada que, especialmente en lo que atañe a los adolescentes en épocas de exámenes o estacionalmente, podría conducir a verdaderas epidemias.

No sé si la medida es apropiada, supongo que en determinados casos sí lo es. Lo que sí sé es que, amparándose en ella, se nos viene privando de una terrible y preocupante realidad que, día tras día, va tomando cuerpo en nuestra sociedad de un tiempo a esta parte. La tan espantosa realidad no es otra que la de que a demasiados ciudadanos se les está dejando sin salida alguna para sus vidas y, por ello, optan por borrarse de ella cuando la asfixia es ya insoportable.

Hoy, horas después de comprobar en el caso de un familiar hasta que punto esta sociedad, mejor dicho este Estado que mantenemos y pagamos con nuestros impuestos, se vuelve sordo, ciego y perezoso a la hora de buscar soluciones para algunas situaciones que están en el límite de lo aceptable, he escuchado en un boletín informativo, creo recordar que pasaban dos minutos del mediodía, una de esas historias cada vez más inquietantes, fundamentalmente porque cada vez son más posibles.

Era la historia de José Miguel, que esta mañana iba a ser desahuciado de la que había sido la casa y la sede del negocio familiar durante toda su vida. A la hora prevista, una unidad de intervención de los antidisturbios llegó a la calle del Arzobispo Guerrero del granadino barrio de la Chana. Sin embargo, n fueron los primeros en llegar, porque allí estaban ya, no los servicios sociales del ayuntamiento para facilitarle una vivienda en la que alojarse, ni uno de esos equipos de psicólogos para ayudarle a pasar el mal trago por el que estaba atravesando, decaído como estaba, según los vecinos, desde el fallecimiento de su madre.

No. No se les habían adelantado los psicólogos, ni los funcionarios municipales. Quienes habían madrugado más que los antidisturbios, adelantándose a su llegada, fueron los funcionaros del juzgado de guardia, para practicar el levantamiento del cadáver de Domingo que, desesperado o quién sabe si reconfortado por haber encontrado una salida, hacía unas horas se había quitado la vida colgándose en el patio interior de la vivienda.
 
Probablemente nunca como hasta esta mañana, José Miguel no había recibido tanta atención de las autoridades. La Polcía, los funcionarios encargados del desahucio y el juez que tuvo que levantar su cadáver llevaban escrita su dirección y muy probablemente su nombre. Pero llegaron tarde. Si el Estado le hubiese lanzado otros cabos, si se hubiese ocupado antes de él, probablemente, hoy, no sólo no hubiesen llagado tarde, si no que jueces y policías no hubiesen sido necesarios.

Aunque habitualmente no se informa de estos hechos, sé, y es relativamente lógico que así sea, que hechos como éste son más habituales de lo deseable. De hecho, en una ocasión escuche comentar en la radio a un secretario judicial comentar que en más de una ocasión se encontraban con casos parecidos al acceder a una vivienda para su desahucio.

Estoy seguro de que la historia de José Miguel no abrirá telediarios, como lo hicieron el suicidio del jubilado ateniense que se quemó a lo bonzo para no tener que buscar comida en los contenedores o la del joven informático tunecino que con la llama que prendió su cuerpo rociado en gasolina encendió la primavera árabe. Estas historias, no por más oscuras, menos heroicas, no tienen sitio en la portada de los telediarios, pero estoy seguro de que los juzgados están llenos de ellas.
 
 

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miércoles, 24 de octubre de 2012

NO TIENEN VERGÜENZA

 
Ayer, de creer al presidente madrileño, Ignacio González, o a la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, cuyo marido sigue dando el esquinazo a la Justicia, deberíamos a ver asistido a un Pleno de Presupuestos con el gobierno acogotado y cohibido por el chantaje y la violencia de las masas anti sistema que rodeaban, cuando no trataban de asaltar el Parlamento, como se asaltan los palacios de invierno s se toman prisiones absolutistas como La Bastilla.
Sin embargo, ni las caras, ni las risas, ni siquiera el descaro del ministro Montoro, trilero donde los haya, denotaban la más mínima inquietud. Más bien al contrario, mintió los presupuestos con una suficiencia, una capacidad de fabulación y un desprecio a las terribles condiciones en que ya están viviendo millones de españoles, dignos de mejores propósitos, como, por ejemplo, defender a este pobre país de la voraz severidad germana.
En la calle no hubo violencia y, si no la hubo, fue porque no la puso la Policía ni sus amigos, los tan sospechosos encapuchados. Varios miles de ciudadanos se mantuvieron al otro lado de la "jaula" con que Interior "protege" a nuestros representantes, pacífica y dignamente durante cinco horas, gritando consignas y colgando sus pancartas en las vallas donde el 25-S comenzaron las agresiones policiales.
De modo que no hubo chantaje no coacción, tampoco el 25-S los hubo, y sus señorías tuvieron total libertad para expresarse, pudieron entrar y salir del salón de plenos y del mismo edificio y pudieron seguir con la boca abierta, primero, y con indignación, después, la exposición del bonito cuento de la lechera que tuvo a bien el ministro Montoro contarle.
En primer lugar, presentar unos presupuestos basados en cifras que sólo el Gobierno conoce no es decente. Es de una deslealtad de proporciones bíblicas, porque cualquier réplica sería imposible. Ahora bien, les importan tan poco la dignidad y la decencia que "pasan" olímpicamente de cifras y previsiones que tuerzan su discurso, las hagan el Banco de España, el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. Ayer Montoro me recordaba a esos periodistas que tienen como consigna esa de "no dejes que la realidad te estropee un buen reportaje". A pesar de que todos sabemos, incluso Rajoy, que, al final, la realidad acaba por imponerse hasta el punto de impedirle cumplir su tramposo programa.
Ese es el problema, que, como las gallinas y los pavos, los populares son aves de vuelo corto a las que esa realidad acaba por echar a tierra. Pero, mientras sus periódicos y sus espléndidamente pagados contertulios puedan mantener en el paladar de los más crédulos la dulzura de sus fábulas, todo se da por bueno, pero al final los pavos y las gallinas acaban correteando y arrastrando el peso de sus fabulaciones y encerrados, no caerá esa breva, en el corral.
Quien tiene el descaro de calificar, no sólo de sociales, sino de "los más sociales" de la democracia los presupuestos de ayer, y más, sabiendo que lo exiguo de las partidas sociales va a ser aún más exiguo cuando la ciega rigidez de Bruselas, forzada por la injusta intransigencia de Berlín, obliguen a nuevos tijeretazos... quien tiene el cuajo de representar un papel tan indigno en el lugar en que reside la soberanía no tiene vergüenza o, lo viene a ser lo mismo, es un sinvergüenza. Así de claro.
 
 
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martes, 23 de octubre de 2012

LA POLÍTICA COMO PROFESIÓN

 
 

Habrá sin duda a quienes les parezca una cuestión menor, una chorrada, y sin embargo creo que en ese detalle, fundamental a mi modo de ver, tiene sus raíces la tremenda crisis de confianza que sufren los partidos políticos españoles, fundamentalmente los que acoplados, como el solomillo al espinazo, al aparentemente inamovible bipartidismo. Me refiero a una característica fundamental, forzada por las circunstancias, claro está, que tenían los candidatos en aquellas primeras elecciones libres de 1977 y que ya no tienen. Salvo los grandes dirigentes y la mayoría de los candidatos de la UCD, todos eran "aficionados", trabajadores y profesionales que vivían de su trabajo o sus negocios y vivían mucho más pegado al terreno de lo que un diputado de hoy pude llegar a soñar o quién sabe si a temer.

Hoy no. Hoy, salvo excepciones y para la foto del arranque de campaña, sería impensable una escena parecida a la que recoge la imagen que ilustra esta entrada. Hoy, sustentadas en la normativa, las empresas especializadas en "vender" detergentes, automóviles, o golosinas son las que se encargan de las campañas de los partidos, sustituyendo a los militantes y simpatizantes que antes pegaban los carteles. Y, eso, no es cosa menor, porque, eso, ha llevado a que sean posibles los partidos sin militancia, los partidos a los que apañas les basta con unos cuantos candidatos para llenar sus listas.

Creo que esa es la gran lección de las elecciones celebradas el domingo, la lección de que la práctica totalidad de los partidos han perdido apoyo de los ciudadanos -lo de los escaños es un espejismo- en tanto que algunos, Bildu y la EU-Anova de Beiras, han crecido como la espuma, apoyándose en la fuerza de la personalidad de sus líderes, en sus mensajes y en sus militantes. En el otro lado, las ejecutivas de los partidos, como los consejos de administración de las empresas en crisis, "visten el muñeco", aplazan el debate y tratan de poner a salvo sus cargos que no son otra cosa que sus sueldos.

Esa es la tragedia. Apenas queda grandeza en la política española. La política se ha convertido en una profesión más y las concejalías, los escaños en los parlamentos, las portavocías y toso lo demás no son sino puestos de trabajo que se defienden con uñas y dientes, tenga o no tenga buenos resultados la empresa.

Raro es el candidato que se va a casa tras una derrota. Lo normal es quedarse deprimido, cuando no cabreado, conspirando y atomizando la poca fuerza que podía quedarle al partido-empresa. Tenemos ejemplos suficientes para elaborar una teoría al respecto. Por lógica natural quedan ya pocos líderes de aquellos primeros años de la Transición, aunque alguno queda y alguno, como Xosé Manuel Beiras se marcharon y han vuelto con más fuerza. Pero lo normal es que una nueva generación de profesionales de la política, acostumbrados a vivir de ella desde la veintena, haya copado el "aparato" de los partidos. Y, amigos, eso sí que es grave, porque la mayor parte de ellos no concibe su vida fuera de ella. Por eso se atrincheran, por eso se resisten al desalojo y por eso, desgraciadamente, se parecen tanto unos a otros. Por eso, en fin, dede el aparato son tan poco críticos con los errores de los líderes, hasta que viene el batacazo y, entonces, las cañas se tornan lanzas.

Amintore Fanfani, primer ministro italiano que fue, dijo aquello de "manca finezza" que más tarde recogió Felipe González. Parafraseándoles yo me atrevería a decir que lo que falta es grandeza.

 
 

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lunes, 22 de octubre de 2012

EL PSOE, COMO SUÁREZ

 
 
Vaya por delante que siento mucho tener que escribir lo que sigue, pero me veo en la obligación moral de hacerlo, porque durante mucho tiempo he pensado que, con sus luces y sus sombras, el papel del PSOE, de los socialistas, ha sido fundamental para la tranquilidad y el bienestar de este país. Pero llegan momentos, situaciones en las que los partidos y sus líderes deben mostrar a la sociedad la responsabilidad que, como el valor a los reclutas, se les supone, asumiendo con generosidad y grandeza los errores del pasado y dejando libre el camino a las soluciones, sean cuales sean, si son en libertad y en democracia.

El PSOE, que tan fundamental fue para el progreso de este país y para su estabilidad se ha quemado en el camino. Es más, diría que en los últimos meses se ha quedado en las cenizas de lo que fue. No sé si ha faltado grandeza, no sé si hay algún peligro que nos acecha y no nos quieren decir, muy grave tendría que ser para superar lo que estamos viviendo, no sé sí es la vergüenza por sus últimos meses de gestión y no sé si, al final, son poco más que víctimas de un chantaje del PP que conoce sus trapos sucios y tiene los instrumentos para, aireándolos, hacerles insufrible la existencia. No lo sé. Lo que sí sé es que, a quienes tantas veces les hemos votado y durante tanto tiempo les consideramos el contrapeso imprescindible para proteger a los humildes y para defender el estado de bienestar que ellos mismos nos trajeron, nos tienen tan decepcionados como desconcertados.

No puede ser que el segundo partido de este país, el que debería liderar la oposición al PP, por muy absoluta que sea la mayoría conseguida por Rajoy, no tiene líderes. Al PSOE le falta un líder que, como Xosé Manuel Beiras, sea capaz de incendiar una campaña electoral con propuestas capaces de despertar de su sopor a los votantes. Con él en el parlamento gallego, recuperaremos la vida que desde hace tanto tiempo parece haber abandonado los hemiciclos. Quienes le han votado ayer en Galicia saben muy bien que no tienen nada que ver con Feijóo y los suyos y yo les envidio. Les envidio, porque creo que otros partidos, abducidos por el marketing, dicen cosas parecidas y, por desgracia, a veces, también, hacen cosas parecidas.

Ese es el mayor de los males de la ya artrítica democracia que ya no sé si disfrutamos, los votantes carecen de identidad porque ya nadie se la reclama. Los candidatos se dirigen a ellos en mítines y vallas como lo haría el Corte Inglés, porque les han enseñado que su mensaje debe ser polivalente y todo lo polivalente acaba siendo neutro.

Cuando empezaba en la Radio me enseñaron y me lo enseñaron grandes maestros que hablamos y trabajamos para los oyentes y que, para hacerlo eficazmente, debemos elegir un oyente imaginario que encarne a todos los oyentes, porque no nos dirigimos a un polideportivo abarrotado, sino para ciudadanos tomados uno a uno a los que debemos esforzarnos en poner cara y en inventar una vida para ellos que, en nuestro caso, deberíamos hacer más interesante y, en el de los políticos, más justa y confortable.

Eso es lo que tiene que trabajar el PSOE en los próximos meses. Debe esforzarse en definir muy a las claras a qué ciudadano quiere dirigirse, ponerle cara y vida y esforzarse en atenderle y en colmar sus esperanzas. De paso, no le vendría mal celebrar un congreso a pecho descubierto en el que pesen más las ideas que los pactos, porque, al final, los pactos no son sino hipotecas y las hipotecas, Tamayo y Sáez lo saben muy bien, al final se pagan.

En cuanto a Alfredo que tan importante ha sido para ese partido y este país, haría muy bien en tomarse un descanso, para poder ocuparse de lo que ahora más le debe importar. No tengo la menor duda de que el PSOE recuperará algún día la fuerza y la solvencia que tuvo, pero para eso tiene que hacer la travesía del desierto que Adolfo Suárez emprendió un día. Si no, no habrá redención posible.

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domingo, 21 de octubre de 2012

LA CRISIS COMO COARTADA

Lo primero, y siguiendo el ejemplo de mi querido José Martí Gómez, es referirme a este terrible y dañino ejecutivo que preside Mariano Rajoy como desgobierno, desgobierno de la Nación, que, sin que parezca posible evitarlo, está acabando con lo poco que los españoles disponíamos para evitar que la cuna pesase sobre nosotros como un estigma que nos condena a vivir y morir pobres, si así hemos nacido, y nos bendice con privilegios y una vía muelle si nuestra cuna está en los barrios altos de la sociedad.
Dijo una vez Alfonso Guerra que a este país, tras el paso de los socialistas por el Gobierno, no iba a conocerlo ni la madre que lo parió. Exageraba como sólo él sabe hacerlo y ejercía la mayor de sus virtudes: la demagogia. Sin embargo, algo de razón llevaba, porque la sanidad y la enseñanza se hicieron universales y gratuitas, las pensiones más bajas se hicieron aproximadamente dignas y se revalorizaron por ley año tras año. Y así un largo etcétera de pequeñas grandes conquistas que, poco a poco, nos hicieron un poquito, sólo un poquito, más iguales.
La derecha española no tiene, al menos en el desgobierno, a nadie que sea ni la mitad de brillante de lo que era Guerra en aquellos tiempos. Demagogos sí, pero no tan brillantes. Y no lo necesitan, porque es bien sabido que le sobran corifeos que bendigan sus decisiones, incluso más allá de lo prudente, y tienen, también, otros que les "atizan" desde la parte de más allá de su misma derecha, para que, al final, sus acciones de desgobierno queden en eso que se llama equidistancia, que tan perniciosa resulta y que tan poco responde a la realidad. La derecha no tiene una voz solista tan brillante como Guerra, no hay más que escuchar a Cospedal para comprobar que no hay comparación posible, pero, sin embargo, están consiguiendo que a este país no lo conozca ni la madre que lo parió o, al menos, una gran parte de ese bienintencionado sector de la población indecisa que, al final y desgraciadamente, les votó.
Y, todo, porque no están actuando contra la crisis, sino porque están usando la crisis como excusa para desmantelar todos los puentes que permitían a los hijos más brillantes y esforzados de las clases humildes llegar a la universidad, a puestos directivos o, incluso, al gobierno. Pero, con ser mucho, con esto no está todo dicho, porque, en realidad, lo que consiguen con sus acciones de desgobierno es desmantelar toda una serie de servicios necesarios y caros, pero perfectamente asumibles por una sociedad en la que cada ciudadano paga impuestos en proporción a su riqueza, para sustituir por lo que era de todos y va a ser desmantelado por algo peor, tanto o más caro, subcontratado a generosas multinacionales o a aquellos amiguetes, con o sin correa, con o sin bigote, que han sabido ver, con la impagable -o no- ayuda de sus amigos del desgobierno, las claras oportunidades de negocio que este les brinda.
Cómo es posible, si no existe esa estrategia, que en gobierno, el valenciano, se disponga a prescindir de uno de cada dos de sus servidores públicos ¿Cómo van a funcionar ahora sus hospitales, cómo sus colegios y universidades? No es posible. Por eso, inmediatamente comenzarán a florecer todas esas empresas con o sin experiencia, para hacerse cargo de esa parte de los servicios que, a ellos, les es rentable prestar, cobrándola más cara de lo que le costaba el equivalente público al ciudadano o mermando considerablemente la calidad del servicio prestado.
Eso es lo que está pasando. Estos señores del Desgobierno están aprovechando la excusa de la crisis para desmantelar el piso, modesto pero con vistas al futuro, en el que nos habíamos instalado, por un cuartucho estrecho húmedo y sin ventanas en el que malviviremos como ratas si no somos capaces de subir al "principal" y echar abajo la puerta.
 
 
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sábado, 20 de octubre de 2012

PERPLEJIDAD

 

Hoy seré tan breve como simple. Me voy a limitar a señalar mi perplejidad ante alguna de las noticias que puedo encontrar en la prensa.

La primera de ellas, cualquiera de las que hacen referencia a la llamada "Operación Emperador", la de los chinos. Centenares de millones de euros en billetes de 500, evadidos al fisco por la venta de toneladas de productos procedentes de China que nunca pagaron aranceles a su entrada en España, por no hablar de otras procedencias como la prostitución, el juego o las drogas. En este caso, mi perplejidad no es muy distinta de la de mi padre de ochenta y nueve años y cliente de algún que otro "chino" que, desde que supo de la irrupción de la Policía en el Polígono Cobo Calleja, no hace otra cosa que repetir "se veía venir, se veía venir".

No menos perplejidad me causa la noticia que a estas horas abre el digital de EL PAÍS y que da cuenta de un sesudo estudio del Banco Central Europeo, según el cual las agencias de calificaci´ñon de riesgos, las malditas Moody's, Standard & Poors o Fitch favorecen por sistema a sus mejores clientes ¿Tanto han tardado en darse cuenta? ¿No les bastaba con el ejemplo del tratamiento recibido por Lehman Brothers, causa original de esta catástrofe, con una nómina de directivos tan brillantes y decentes como nuestro ministro Luis de Guindos, de esas agencias? ¿No les bastaba con comprobar que hasta el último minuto estaban dando la más alta calificación ese banco pirata? No sé lo que ha costado el estudio, pero podía haberlo hecho un pastor desde el monte, pegado a su transistor, o en su tiempo libre.

Y qué me decís de nuestro ocurrente presidente que se descuelga ayer con una afirmación rayana en el insulto. Porque qué otra cosa es decir, después de que Europa le diese con la puerta del no en las narices del crédito virtual, que al fin y al cabo "40.000 millones de euros no son tan importantes" ¡Hace falta ser mentecato! Atreverse a decir eso cuando preside un país en el que no se pagan los sueldos en colegios y hospitales, en el que se recortan salarios, servicios y derechos. Y en el que, por no ir más lejos, una comunidad autónoma, la más escandalosamente derrochona y de cuentas más oscuras, Valencia, se dispone a poner en la calle al 40% de sus funcionarios. A veces, cuando escucho a Rajoy, me pregunto en qué país estará haciéndose el chalé para cuando deje o le hagan dejar el gobierno, porque dudo que pueda hacerlo en España.

En fin, hay días en que es mejor no abrir el periódico para no sentirse completamente gilipollas.
 

 
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viernes, 19 de octubre de 2012

ESCONDER LA REALIDAD

 

Nuestro presidente, que por desgracia lo es, habla poco, pero, cuando lo hace, sus palabras podrían fundirse en bronce. Qué frases, qué pensamientos tan profundos. Lástima que el motor que mueve su verbo suba con dificultad las cuestas y no esté pensado para circular por el espeso y pegajoso tráfico de las ruedas de prensa y los "canutazos" improvisados. En ellos, renquea, a veces se cala y, en ocasiones tiene que llevárselo al garaje la grúa de la escolta. Pero cuando se arranca a hablar, como digo, nos suele regalar pensamientos profundos.

Recordáis, por ejemplo, de aquella su primera entrevista en nueve meses de gobierno, la sublime frase que lo explicaba todo, aquella que rezaba "la realidad me ha impedido cumplir mi programa electoral". Quién puede negarle la razón. Quién puede decirle que no desde el convencimiento que tal cosa ocurre porque su programa era irreal. Quién desde quienes le apoyan y aún se fían -y cada vez son menos- de su buena voluntad. Quién, desde la indiferencia, puede no calibrar el peso, tremendo, de la realidad.

Por eso, Rajoy y su gobierno han llegado a la conclusión de que el enemigo no es la crisis, qué va, el verdadero enemigo, lo que puede poner en peligro su continuidad en ese poder que tanto les ha costado alcanzar, es la realidad. Y, si el enemigo a combatir es la realidad y la realidad es tan tozuda y tan evidente, lo mejor es esconderla. Ocultarla bajo las alfombras, en lo más profundo de los telediarios, tras las portadas y los titulares de los periódicos o en las tertulias grandilocuentes y mentirosas de las radios.

Estos señores de la derecha no son más que el instrumento del poder que impera que estos tiempos, ese poder económico que tiene por el mango la sartén en que nos freímos los demás y el cucharón dispuesto para devolver al fuego a quien pretenda escapar de él. No hay más que ver el resultado de todo lo que han hecho hasta ahora, resultado que puede resumirse y así lo resumen las agencias internacionales que se pronuncian, en "ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres y más numerosos". Por eso, los sesudos propagandistas del Gobierno ya no se esfuerzan en manipular la información, en maquillar la verdad. Sería una tarea inútil, porque nadie mejor que los parados, los desahuciados, los padres de alumnos, los que han perdido sus ahorros por culpa de la codiciosa ludopatía de los bancos, para saber lo que está pasando sin matices ni maquillaje. Por eso en lo que consumen su esfuerzo es en ocultar esa odiosa realidad, para que quienes se quedan en casa, quienes no ven más que los telediarios de orden, quienes, si leen prensa, la leen en el mejor de los casos con grapa, y quienes escuchan la radio prefieren los cuentos de terror al sentido común, no sufran, para que crean que lo de la realidad es algo pasajero y para otros, sigan confiando en la buena voluntad del presidente.

Pero, todo el mundo lo sabe, la realidad es muy tozuda y acaba por imponerse. Rajoy y sus palmeros se han pasado dos días, vendiéndonos la importancia y lo crucial de la cumbre de la pasada noche en Bruselas, hablando de ella como la gran esperanza, todo bien aderezado con la intervención de Rajoy en Bucarest, para que, al final, todo sea otra vez decepcionante y Rajoy no haya pasado de ser en la cumbre más que un convidado de piedra.

Pero, ellos, erre que erre. Negando la evidencia de que, ayer, la mayoría de las aulas se quedaron casi vacías y de que muchos de los padres que mandaron a sus hijos al cole lo hicieron porque, trabajando los dos, no tenían con quién dejarlos. Negando también lo concurrido de las manifestaciones, así como la diversidad de quienes defendían en ellas la enseñanza pública. Ellos tienen el poder, el sueldo, el coche oficial, la escolta, los gabinetes de prensa y un futuro asegurado, al igual que Nacho Vidal, en alguna tertulia o algún "reality show".

Ellos a lo suyo, a ocultar la realidad que, como todo el mundo sabe, es perniciosa. Por eso y porque nada hay más peligroso para el honor y la carrera de un policía que verle actuar en determinadas y recientes circunstancias, el ministro más de la porra que hemos tenido desde que Fraga lo fue en los tiempos de la matanza de Vitoria, auxiliado por su director general de la Policía, que se como el marrón de proponerlo, quiere prohibir, bajo penas quién sabe si de prisión, que se tomen y difundan imágenes de policías en plena acción.

Parece que, como quienes, conscientes de su fealdad y de sus malas intenciones, apagan la luz, quieren jodernos, pero a oscuras.
 
 
 

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jueves, 18 de octubre de 2012

ADELSON Y RAJOY

 
Acabo de escuchar que Rajoy se vio con Adelson, supongo que en Madrid y supongo que antes del viaje del presidente a la cumbre de los populares europeos en Bucarest. Tengo que suponerlo, porque el encuentro, incluso la propia presencia del magnate del juego, se mantuvo en secreto hasta última hora ¿Dónde se vieron, en Barajas, como una pareja de amantes furtivos, en casa de él, en un hotel discreto, en un apartamento? No lo sé, porque no nos lo han dicho, pero me preocupa y me preocupa mucho.
Me preocupa, porque el presidente que no tiene tiempo para verse con algunos presidentes de las comunidades autónomas, ni para recibir con la asiduidad que sería preciso a los sindicatos, ni, mucho menos, para rendir explicaciones en el Congreso de los Diputados en el que están representados todos los españoles, los que le votan y los que no, los que protestan en las calles y los que se quedan en casa para no salir en los telediarios ni en las portadas, ese presidente huidizo y guadiana haya tenido el tiempo que necesitaba el sospechoso Adelson para explicarle su proyecto y chantajearle con sus exigencias, hoy por hoy más allá de las leyes que rigen en España.
Casi al tiempo y también casi por sorpresa me entero de que la Comunidad de Madrid, que aún no sabe dónde se ubicarán los casinos y los burdeles de Adelson, ni sabe de dónde van a salir los miles de millones necesarios para cubrir la apuesta de tan siniestro personaje, sacará a concurso el proyecto, como se sacan a concurso las obres públicas o los hospitales, y tiene el descaro de asegurar que tal concurso no se convocará a la medida de Adelson y que, si se plantea, es para que quede claro que el proyecto no es fruto de una asignación a dedo. Pensarán que aún queda alguien en este país dispuesto a creerles.
Espero que el presidente Rajoy demuestre un poco de esa dignidad que parece faltarle para casi todo, no es lo mismo el mal genio que la dignidad, y no consienta que tan peculiar personaje se haga un traje a medida con nuestras leyes. Ha costado mucho y ha sido muy beneficioso para el país concienciarse de que no se debe fumar en espacios públicos cerrados y que es bueno no hacerlo. Ha costado mucho, también, mucha sangre y sacrificios, incluso, contar con una legislación laboral que proteja, menos ahora que antes, a los trabajadores. Ha costado mucho, en un país en el que los niños bebían cerveza y vino con sus padres y se sentaban en los tendidos de las plazas de toros, prohibir su acceso a determinados recintos y espectáculos y eso es lo que Adelson quiere cambiar en Eurovegas. Lo malo es que o bien el complejo se convierte en una reserva india en el páramo castellano o, a no tardar, el Tribunal Constitucional se verá anegado con reclamaciones de hoteles, bares y restaurantes para, invocando la igualdad ante la ley, disfrutar de las mismas prebendas que Adelson.
Y, mientras se exime de pagar impuestos a una actividad tan puramente mercantil como esa, quienes han apostado por hacer del espectáculo y la cultura su medio de vida ven como, poco a poco, se hunde el sector, un sector que ha dado dinero y prestigio a España, con esa perversa subida del IVA que está dejando vacíos, teatros y salas de cine conciertos.
Como estoy convencido que ni el gobierno madrileño ni el de la nación se creen las fabulosas cifras de Adelson y como creo que nada se hace por nada, me gustaría saber qué correa o que bigotes se esconden tras el proyecto. Hay hay tarea para esa prensa de excelencia de que tan escasos andamos ahora.
 
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miércoles, 17 de octubre de 2012

CADA VEZ SON MÁS

 
 

No os descubro nada, ni lo pretendo, si os digo que cada vez es más la gente, gente corriente, que se atreve a manifestar descontento en público. Basta con sacar a relucir el tema en cualquier sala de espera, en cualquier lugar público o, como yo ayer, en la antesala de un quirófano, para comprobar que toda esa gente es cada vez más consciente del estropicio que está organizando este gobierno en sus vidas y cada vez se "corta" menos a la hora de analizar las causas de lo que les está pasando y de quejarse por ello.

Quienes me conocen saben que soy muy dado a "montar" el mitin allá donde voy. Y más si me toca oír cosas que no son ciertas, porque no me importa decir lo que pienso a quien sea y donde sea. Ayer, el donde sea fue en la antesala del quirófano donde tenían que inyectarme en uno de mis castigados ojos, Coincidimos en ella cinco o seis personas, vestidas con esas horribles batas verdes que alguien parece empeñarse en repartir con saña asignando tallas equivocadas, y los consabidos gorro y "patucos" de quirófano. El primero en entrar fue un "caballero" ya maduro, empeñado en que nos enterásemos de que acababa de regresar de un viaje a Turquía, donde había comido muy mal en hoteles de cuatro y cinco estrellas, circunstancia que aprovechó para contarnos en cuántos hoteles de cuatro y cinco estrellas de cuántos países le había ocurrido. Era, o al menos lo parecía, uno de esos ciudadanos que, con todo su derecho, recurre a la sanidad pública para todo aquello que resulta más delicado. Con todo su derecho, aunque a mí siempre me quede la duda de que, si pudiese, limitaría el acceso a esos servicios a otros ciudadanos.

En fin, este caballero se marchó, entró otro en su lugar y los que quedamos comenzamos a hablar, primero de lo doloroso de los pinchazos, porque todos estábamos allí para algo parecido, y sobre la duración del efecto de lo que nos inyectaban. Pero, al cabo de un rato, la conversación derivó, no podía ser de otra forma, hacia los recortes, la subida de todos los recibos y la cesta de la compra y lo que se avecina para quienes dependen de una pensión.

Os aseguro que, en esta ocasión, no fui yo el que sacó el tema, aunque me encantó que saliese y no hubiese sido raro si lo hubiese hecho. Quien más se quejaba y lo hacía, más con pena y resignación que con rabia, fue un jubilado de sesenta y siete años, con más de cincuenta trabajados, al que la pensión le llegaba duras penas para ayudar a su hijo de treinta y tantos años, parado desde hacía dos y sin ningún ingreso. El pobre hombre daba gracias a dios por haber podido ayudar a su hija a "sacar" la carrera que le permitía ahora vivir mal que bien de "vicaria", así me lo dijo, en una empresa donde le pagaban poco, pero le pagaban.

Para mi sorpresa, este hombre, humilde y con una cierta conciencia de lo que está pasando, con el sentimiento claro de que este gobierno ayuda sólo a los bancos que son quienes han provocado la crisis y los que están dejando que las pequeñas y medianas empresas se hundan al negarles el crédito que necesitan, para mi sorpresa, repito, me confesó que en las pasadas elecciones, cansado de los otros, había votado a Rajoy, porque parecía que iba a arreglar la situación.

Lo peor es que este trabajador, cansado y derrotado ante el panorama que les espera a sus hijos, me dijo también que, esa, había sido la última vez que votaba, porque "todos son iguales" y a nadie le interesa lo que les pase a los de abajo.

Os aseguro que me produjo una enorme tristeza escucharle y que traté de convencerle para que, fuese a quien fuese, volviese a votar en las próximas, porque no hacerlo es favorecer a quienes ganan y, por poder, capacidad de engaño y medios de comunicación a su servicio, si no nos empeñamos en evitarlo, volverán a ser los mismos. Creo que, de una u otra manera, nuestro deber es participar en la búsqueda de la salida de este desastre y que a Rajoy, ya lo ha dicho, lo que le gustaría es que nos quedásemos en casa.

De otro modo nos pasaría de nuevo lo que nos está pasando y lo que está sucediendo en Europa que el voto de unos pocos nos lleva al desastre a los demás. Así que, hala, a explicarle a todo el mundo lo que nos pasa y por qué nos pasa y a convencerles de que la solución, por más derrotados que se sientan, está en sus manos.


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martes, 16 de octubre de 2012

LOS ANTI SISTEMA

 
Qué buen ministro de Educación y Ciencia se perdió Franco en José Ignacio Wert, porque no tiene nada que envidiar a aquellos Julio Rodríguez, Crus Martínez Esteruelas o José Luis Villar Palasí, Nadie como él ha conseguido aunar en su contra a todos los sectores de la enseñanza, incluidos los padres , en su contra. Nadie como él se ha propuesto-y lo ha conseguido- faltar a unos y otros con tanta chulería. Estoy seguro de que el pobre Wert -tenemos que esforzarnos en entenderle- echa de menos aquella brigada político social, aquellos grises con abrigo y cascos de moto o aquellos otros que, a caballo, entraban en el sagrado recinto de las universidades.
Si el locuaz ministro no tuviese capacidad y deseos de sobra para devolver a este país varias décadas atrás, al más oscuro de los pasados del subdesarrollo y la dictadura, si fuésemos capaces de escuchar sus palabras como quien oye llover, creyendo que lo que dice es pura ironía, podríamos decir también eso de qué buen monologuista se ha perdido el Club de la Comedia.
Pero no nos hagamos ilusiones, el ministro es real y lo es aquí y ahora. Acostumbrado a lenguaje de las tertulias, el pobre José Ignacio no es consciente de que una tertulia es un submundo, una viñeta que, toso lo más, exagera la realidad y sirve para ganarse unas palmaditas en la espalda, algún que otro insulto en la red y, eso lo compensa todo, unos cuantos billetes cobrados aplicando la tarifa de una prostituta de lujo.
Al fin y al cabo, en las tertulias se practica una especie de onanismo verbal que, de no ser porque lo que se dice acaba por tener consecuencias, sería hasta una buena práctica para echar fuera fantasmas. Lo malo es que ser ministro es algo más que tener despacho, coche oficial y escolta. Lo malo es que un ministro no es un señor "fichado" por una cadena de radio o televisión, por sugerencia de un partido, para representar una determinada "sensibilidad". Lo malo es que, cuando se es ministro, se es ministro de todos los españoles, incluidos los catalanes, con todas sus circunstancias. Y eso, Wert, no ha sido capaz de entenderlo todavía.
Anoche, el ministro se sentó a la misma mesa con el presidente catalán que quiere un estado propio para Cataluña y un editor catalanoparlante que no ve su empresa, que tiene la mayor parte de su mercado editorial en lengua española, en la cena en que se premiaba una novela de Lorenzo Silva, seguro que excelente, como todas las suyas, en la que guardias civiles y mossos d'esquadra colaboran para investigar un crimen, algo que debería bastarle al ministro para dejar de meter palos en el avispero hipersensibilizado de la identidad catalana.
Pero no. El ministro que se sabía ayer bajo los focos de la cena, ya se encargo de dejar en Madrid material suficiente para asegurarse la atención de los medios. Y lo hizo como sólo él sabe hacerlo, llamando anti sistema y radicales de izquierda a los padres que, privados de las ayudas para que sus hijos puedan cumplir su sueño de recibir la formación que a ellos les faltó. Les llamó anti sistema por oponerse al desmantelamiento del sistema que permite al hijo de un obrero o de un inmigrante que paga sus impuestos llegar a la Universidad. Les llamó radicales de izquierda porque luchan por lo suyo y no agachan la cabeza, quedándose en casa callados, como tanto desearía el presidente de los hilillos del Prestige.
Otros colegas del gobierno, más sutiles o más tontos que él, que ya es difícil, lo de tonto, claro, como Luis de Guindos, insultan nuestra inteligencia, "vendiéndonos" como una buena noticia que nuestra economía se ha estabilizado en la recesión y la tendencia a la baja. Lo más parecido a lo dicho por el ministro de Economía que se me ocurre sería un médico que tuviese el descaro de describir la muerte como la definitiva estabilización a la baja de las constantes vitales.
¿Quiénes son los anti sistema? Sin duda, ellos.
 
 
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