viernes, 30 de mayo de 2014

JUSTICIA NADA EJEMPLLAR



Andan reprochando a los triunfantes Podemos y a su portavoz, Pablo Iglesias, que hablen sin parar de la casta y, sin embargo, parece que lo que les molesta a diputados "de toda la vida", ministros y también jueces no es comportarse como tal casta, sino ser acusados de serlo. Estoy hablando, naturalmente de la más que "peculiar" sentencia por la que la Audiencia Nacional libra del oprobio y la incomodidad de pasar por la cárcel a quienes, mientras estuvieron al frente de Caja Penedès, se comportaron como "il capitano" del Costa Concordia que, no conformándose con hundir su barco, fue el primero en ponerse a salvo, dejando a sus impositores  empleados en medio de las aguas heladas de la crisis.
Estos cuatro señores de los que os hablo se proveyeron a espaldas de la entidad por la que tenían que velar de escandalosas pólizas que sumaban entre las cuatro treinta millones de euros, mientras ocultaban al Banco Mare Nostrum, que cargó con Caja Penedès, el verdadero estado de cuentas que dejaban tras de sí. Y fue precisamente ese banco, junto con la fundación en que quedó la Caja, quien llevó ante la justicia a estos cuatro trúhanes de cuello blanco, para los que pidió penas de cárcel que, ahora que han sido condenados y porque nada hay más cierto en esta vida que aquello de que "perro no come perro", han rebajado, con la escandalosa aquiescencia del fiscal, a las imprescindibles para que no tengan que saber qué hay más allá de los barrotes.
Estos cuatro banqueros, los primeros juzgados y condenados desde que arrancó esta crisis que tantos miles de millones nos ha costado, reconocieron haber cometido los delitos de por los que fueron juzgados y se avinieron a devolver,  si no todo, gran parte de lo irregularmente cobrado. Y la cosa funcionó, porque, como si de un confesor de parroquia se tratara, la pena física, pisar la cárcel, dejo de ensombrecer su futuro de hombres de pro. Ver para creer, en un país en el que se envía tres años a la cárcel a quienes integran un piquete o se obliga a ingresar en prisión, después de llevar años reinsertado, de tener un trabajo y de haber fundado una familia a quien apenas paso de trapichear en las calles.
No sé de qué me extraño, porque no hay más que ver el trato discriminatorio que está recibiendo Esperanza Aguirre tras su aventura perseguida por el "machismo" de unos agentes que no quisieron entender que ella es muy suya y,  además, condesa. Una aventura que quedará en nada, apenas una multa, porque el juez al que le ha tocado el caso, ha decidido considerar tan poco ejemplar comportamiento como falta y no delito, con lo que el posible juicio y la pena se quedan en apenas un trámite administrativo.
Estoy cansado de oír que una de las funciones de la justicia es ejemplarizar con determinadas condenas para evitar que otros emulen a los condenados. También la de la principal función del castigo es el de reinsertar al condenado, pero, por lo visto, los banqueros y a condesa vienen reinsertados de casa. Si no, no se explica que se vayan de rositas tras cometer sus tropelías, porque parece que quieran decir llévatelo o huya, porque si no te pillan, eso que ganas y, si te pillan, lo devuelves o pides perdón y basta.
Todo un escándalo que, desde luego, no ayuda a que confiemos en eso de que la justicia es igual para todos ni a que algunos, como yo, mantengamos la esperanza de ver a un banquero o una condesa entre rejas. Un juez que lo intentó ya ha perdido su carrera y otro está a punto de perderla y, con lecciones de derecho como ésta lo único que podemos sacar en claro es que nuestra justicia no es nada ejemplar.


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jueves, 29 de mayo de 2014

LA HORA DE LOS FANTASMAS


Lo ha conseguido. Felipe González, el político al que, no sólo he admirado, como, con sus luces y sus sombras, he admirado a Adolfo Suárez, sino que le di mi voto muchas veces, me ha cabreado como nunca imaginé que podría hacerlo.
Convertido en ese jarrón chino en que, como el mismo dijo, se convierten los ex presidentes, se deja querer y sale de gira de foro en foro, de televisión en televisión, diciéndonos a los pobrecitos españoles, incapaces, al parecer, de saber por nosotros mismos lo que está bien y lo que está mal, lo que nos conviene y lo que no nos conviene. Y Felipe, dado como siempre a la charla y a hacer de su experiencia, cada vez más lejana y limitada, categoría, se permite, por ejemplo, calificar de "aventura bolivariana" la experiencia electoral más ilusionante y gratificante que hemos vivido los españoles en los últimos veinte años de democracia.
Se olvida González, como bien me recuerda Carlos Mianimal, amigo de Facebook, de que también él tuvo un pasado "bolivariano" hace ya casi cuarenta años. Se olvida de que las sociedades, cuando se ahogan en tiranía o corrupción, cuando ven que sus representantes se alejan de sus promesas y de la gente que les ha dado sus votos, cuando ven que los partidos se convierten en agendas de colocación o gestorías para los negocios propios o ajenos, ciegos y sordos al dolor y el malestar de la calle, las sociedades cambian y, de paso, cambian de líderes.
No seré yo quien niegue a Felipe González el mérito que tuvo y no seré quien diga que su partido ha sido siempre así. Pero no puedo callar que ni él ni su partido son aquellos que me ilusionaron, nos ilusionaron, hace ya más de treinta años, Ahora, Felipe y su partido están más cerca de las empresas y los empresarios que lo estaban entonces y me pregunto si quien, no se lo niego, transformó este país hace tantos años sería capaz de vivir, ahora que tiene sillón en el consejo de administración de Gas Natural, en aquel piso del madrileño barrio del Niño Jesús.
Son demasiados años, demasiadas sobremesas, demasiadas manos estrechadas, cada vez menos sucias y callosas, aunque benditas por el trabajo, demasiadas adulaciones, demasiadas comodidades, como para volver a pensar en la gente. Estar con la gente no es salir a la mar con un amigo pescador o disfrutar de una velada de flamenco con el desaparecido Chano Lobato y un público tan selecto como él mismo. A Felipe González que nos trajo la ilusión después de tantos años se le ha olvidado qué necesita la gente. No hay más que ver cómo su propio partido ha ido cambiando con él, como su partido, que ahora se coloca enfrente, fue quien puso la llave para el proceso que está llevando al deterioro de la enseñanza y a sanidad públicas.
Felipe González, sin saberlo o, por el contrario, con conciencia de hacerlo está tomando partido por el aparato mediático que buscaba y busca la consagración del bipartidismo. A Felipe González le preocupa que "la aventura bolivariana" de Podemos nos lleve a la catástrofe y lo dice desde su cómoda posición en la catástrofe que él mismo contribuyó, a veces con el silencio, a veces con sus comentarios fuera de lugar ha ayudado a traer o asentar.
Felipe González ¡qué pena! se ha sumado al coro de agoreros que agitan los fantasmas de la catástrofe y el caos, simplemente, porque no los pueden controlar. Lo que ha sucedido el domingo es la prueba evidente de que todo tiene un límite, también la capacidad de sufrimiento y resignación de los españoles y para, mi desgracia, estoy seguro de que en los próximos días vamos a asistir a un bombardeo de insidias, éstas sí, dosieres, infundios y acciones desconcertantes, como la del desalojo de Can Vies en Barcelona, que buscan el desprestigio de quienes consiguieron, sin apenas medios, carca de un millón trescientos mil votos que están dispuestos a sumar a quienes realmente quieran acabar el nefasto bipartidismo que nos ha traído hasta aquí.
Ha llegado la hora de los fantasmas, ya los agitan ante nuestras narices y, os lo aseguro, nos vamos a cansar de verlos.


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miércoles, 28 de mayo de 2014

EN PIE, FAMÉLICA LEGIÓN


Menos mal que el Gobierno que  tiene todos los datos, encuestas y estadísticas, por adelantado se guardó la última encuesta del INE. La encuesta que describe un panorama dramático en el que ya son más de uno de cada cinco los españoles que aparecen en riesgo de pobreza. Españoles que no tienen para calentar su casa en invierno, si es que la tienen, que no pueden comer carne o pescado dos veces por semana, que, pese a tener uno de esos empleos de los que tanto presume el gobierno no llegan a fin de mes y no levantan cabeza, que no pueden hacer frente a  gastos imprevistos como una enfermedad, una avería en un electrodoméstico o una simple gotera, que no pueden pagar la luz o el agua o que, cuando lo tienen y físicamente es posible, van o vienen al trabajo caminando. Españoles que han tenido que dejar la universidad para tiempos mejores, españoles que visten chándal y deportivas, no por estética, sino por necesidad, españoles que veranean en un parque o, a lo sumo, en el pueblo y que no recuerdan la última vez que fueron al cine.
Nos dejamos deslumbrar por las cifras apabullantes de la final de la Champions League en Lisboa, por ese centenar largo de españoles, casi todos madrileños, que peregrinaron con o sin hotel, con o sin entrada, a la capital portuguesa. Pero esa no es la España real, esa es la España televisada que prefieren enseñarnos los de arriba, que ya no sé si son los gobernantes con la ayuda de los grupos mediáticos o los grupos mediáticos con la ayuda de los gobiernos.
Lo peor, lo más demoledor, de la encuesta del INE que, insisto, se  ha guardado en un cajón hasta después de las elecciones es que la mitad de todos esos pobres en potencia tiene trabajo, uno de esos trabajos que resultan de dividir en dos, en tres o en cuatro los auténticos, esos puestos de trabajo que la crisis se llevó por delante mientras los ricos, ese uno por ciento que controla y acumula más del noventa por ciento de la riqueza, se frotaba las manos. Por eso nos la ocultaron, porque esos datos certificados por el mismo gobierno que nos cuenta que lo peor ha pasado y que ya estamos saliendo de la crisis, en manos de sus adversarios hubiesen sido pura dinamita.
Y, mientras el gobierno de España, muy a su pesar, hace públicos estos datos, la bruja malvada que ocupa la dirección del Fondo Monetario Internacional, la sucesora de Rato y Strauss Kahn, la que empieza a sonar para usurpar, a espaldas de la democracia, la presidencia de la Comisión Europea que debería ocupar el vencedor de las elecciones del domingo, ese mismo personaje, recomienda a Rajoy que suba más el IVA, y que se autorice a las empresas recortar más los salarios.
No sé si las cabezas pensantes de este fascismo económico que parece haberse instalado en esta parte del mundo son conscientes de a dónde nos están llevando, no sé si son conscientes de que cualquier material, por resistente que parezca, si se tensa demasiado, acaba por romperse, no sé si conocen, aunque sea de pasada, la historia, paro, de vez en cuando, deberían volver la mirada hacia ella, tal y como fue, no como la están recontando, para extraer de ella las lecciones que encierra.
Están despojándonos de todo, están dejándonos sin nada y cuando no se tienen nada, no hay nada que defender, porque no hay nada que perder, salvo la dignidad. Cuando hace tres años los desencantados mutaron en indignados y ocuparon las plazas de España, prefirieron ignorarles, pensaron, porque les convenía, que aquello sería flor de un día, pero la flor sobrevivió y se transformó en un fruto cuyas semillas han prendido en muchos ciudadanos. Y, ahora que hay nuevas flores en los balcones, va a ser muy difícil impedir que en adelante sigan apareciendo. 
Todos, salvo quizá el lúcido Llamazares, prefieren ignorar lo que ha pasado. Prefieren no enterarse de que, por fin, los jóvenes, los que dieron el voto a Zapatero contra la Guerra, hoy sin trabajo y sin futuro se han convertido en la famélica legión que el domingo encontró su voz y se está poniendo en pie.


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martes, 27 de mayo de 2014

COSAS DISTINTAS


¡Pobre Rubalcaba! Es una verdadera lástima que uno de los más hábiles políticos que ha tenido este país, artífice, entre otras cosas, del fin de ETA, acabe su carrera política atrapado en su propio laberinto, tras ir dando tumbos, de fracaso en fracaso, durante estos últimos años. No ha sido una excepción, le ha ocurrido lo que les viene ocurriendo hasta ahora a todos los políticos españoles que se empeñan, como en el juego infantil, en alcanzar a cima para convertirse en "el rey de la montaña" y, una vez en ella, se dan cuenta de que el ansiado reinado consiste en resistir mientras pueda los continuos embates de quienes aspiran a sucederle. Y que conste que no le compadezco, porque ha sido el quien lo ha buscado y porque lo que ahora padece no es otra cosa que lo que le causó previamente, pero ge de reconocer que una mente tan privilegiada como la suya se haya, la hayamos, perdido en un juego tan miserable como ese.
No sé qué es lo que les ocurre a estos personajes para acabar tan alejados de la realidad. Todos habíamos intuido lo que al final acabó pasando y que ellos, el propio PSOE y el PP, no fueron capaces de ver. Y creo que lo que les pasa es consecuencia de que se desayunan con la prensa en su despacho, en lugar de hacerlo en la barra de una cafetería, pegando la oreja a las conversaciones de la gente normal y corriente. Lo que les pasa es que perciben una realidad filtrada y acomodada a sus deseos, en lugar de bajar al suelo y toparse con la que vive esa gente normal con vidas normales, para la que dicen trabajar.
Alfredo Pérez Rubalcaba tomó ayer la decisión más dura de su vida, porque, salvo sorpresa que más que sorpresa sería un chiste de mal gusto, el hombre que ha estado en todos los parlamentos de la democracia y en todos los gobiernos socialistas pondrá fin a su carrera política. Y fue sin duda una decisión difícil, porque, no sé si por egoísmo, por soberbia o por creerse imprescindibles para el servicio de los demás, lo que no deja de ser también una forma soberbia, se resisten a dejar su sitio a otros, incluso cuando ya es evidente que causan más problemas que los que solucionan.
Rubalcaba se va, pero deja más que embrollado el futuro de su partido, con unas primarias abiertas a los simpatizantes, interceptadas ahora por un congreso extraordinario que habrá de elegir a la nueva dirección del partido y resulta curioso que quienes no fueron capaces de prever el vuelco de las urnas del pasado domingo, los mismos que no prestaron atención a los indignados del 15-M hasta que la ocupación de Sol era un clamor, que son los mismos que no mentaron la bicha de las preferentes o hablaron de desahucios mientras que en la calle no se hablaba de otra cosa... esos mismos andan ahora aconsejando sus galgos o sus podencos a lo que queda del PSOE, apostando por un congreso aparatista que refuerce la estructura del partido o unas primarias abiertas que descubran a un nuevo zapatero que devuelva la ilusión a los votantes.
Son dos cosas distintas, muy distintas y ni en una ni en la otra está la solución que esperan los ciudadanos.
Haría mal el PSOE creyendo que estas elecciones las ha perdido en la campaña o por el programa que llevó a las urnas, hará mal pensando que eligió a la candidata equivocada. El PSOE perdió estas elecciones en el minuto uno de esta legislatura, cuando trató de revestirse del tan ajado traje de la responsabilidad, de la capa de superhéroes salvadores del Estado, mientras a millones de ciudadanos, muchos de ellos entre sus propios votantes, se les venía el mundo encima, sin que nadie ene se partido que se dice obrero se ocupase de ellos.
Convocar ese congreso extraordinario, como hizo ayer Rubalcaba desde las ruinas del partido, permitiría a los militantes redefinir su partido, desalojar de Ferraz a quienes, más que un instrumento para transformar la sociedad, ven en el partido una oficina, un puesto de trabajo o un salario, para salir a la calle y aprender del malestar ciudadano el camino para recuperar la confianza de la sociedad. Este congreso no debería ser un simple "quítate tú para ponerme yo", sino que debería cambiar las reglas y los fines de un partido  que en apenas cinco años ha dinamitado su patrimonio y su prestigio.
En cuanto a las primarias, sé que mediáticamente serían mucho más atractivas, con minicampañas y todo, y, sobre todo, pondrían cara a un candidato que, si tuviese que esperar a la posterior bendición del congreso, podría salir tan trasquilado o más que el propio Borrell. El PSOE, lleno de rostros quemados, repleto de hojas de servicio más que amortizadas y sembrado de ambiciones, necesita otras caras, otros nombres, pero, sobre todo, necesita ideas, necesita proyectos y necesita una nueva actitud que le reconecte con la sociedad, pensando más en solucionar sus problemas que en conseguir sus votos. Dos cosas distintas de las que depende su futuro o, incluso, seguir teniéndolo.


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lunes, 26 de mayo de 2014

SE PUEDE


Me encantan ¡genio y figura! Me encuentro ante la página en blanco y, cuando voy a pulsar la primera tecla, escucho decir al número dos de la candidatura del PP, el jesuítico Esteban González Pons, que "los ciudadanos no han entendido", lo que evidencia que los que no han entendido son ellos, porque siguen sin darse cuenta de que casi tres millones de sus votantes les han retirado la confianza o bien, si son conscientes de ello, siguen creyendo que mintiendo y disimulando ante los ciudadanos van a lograr pasar el mal trago, a la espera de tiempos mejores.
Los resultados de las elecciones de ayer tienen muchas lecturas, en clave nacional y en clave continental y es a esta última clave continental a la que se agarra el PP cuando se proclama el único partido de gobierno que después de haber llevado a cabo reformas ganó las elecciones ayer. Se olvida de que el fin último de todo análisis electoral debería ser el de determinar quién puede o podría  formar gobierno o, en todo caso, el de obtener una proyección de los resultados en ese sentido. En ese sentido, está claro que ni la delirante gran coalición entre PP y PSOE que tanto interesa a los empresarios y de la que tanto hablan algunos, incluido el trasnochado Felipe González, tratando de justificar lo injustificable, a día de hoy no podría gobernar España, porque, sin contar con las deserciones que provocaría en las filas socialistas, una hipotética alianza entre PP y PSOE no conseguiría la mayoría necesaria para formar gobierno.
¿Qué ha ocurrido entonces? Mi opinión, fundada ante todo en mi propia experiencia, es que, por fin, hemos sido muchos los ciudadanos que, desde la izquierda, hemos abierto los ojos a la realidad al tiempo que henos cerrado nuestros oídos a los cantos de sirena que, desde Ferraz, nos hacía llegar un PSOE ensimismado y a la defensiva, con un mensaje tan poco claro como su futuro.
Al final, los ciudadanos se han mirado a sí mismos y se han visto como lo que son y nunca debieron dejar de ver que son: trabajadores asalariados, y eso en el mejor de los casos, porque una gran parte de ellos están en paro, y no esos nuevos ricos que nos hicieron creer que éramos, mientras les servíamos y hasta que nos han sacado todo el jugo y nos han arrojado a las tinieblas.
Por razones más sentimentales que otra cosa me he resistido una y otra vez a dejar de creer en quienes una vez, hace ya muchos años, emprendieron la transformación de este país. Os aseguro que, pese a que ya no me reconocía en sus líderes, siempre quise creer que se trataba de una mala racha, de una estrategia para recuperar el resuello a la espera de tiempos mejores. Pero verles poco menos que justificando, cuando no apoyando las duras medidas de Rajoy, haciendo oídos sordos a la tragedia de los desahucios, lamiéndose las heridas en su rincón, mientras la gente que decían representar era arrojada a las tinieblas. Sin embargo. "la realidad -como dice Maitena- es un efecto secundario de la falta de cariño" y el PSOE se ha empeñado en que dejemos de quererle y hemos acabado viéndole como lo que es.
Populares y socialistas, con la ayuda de los medios, con la de las televisiones chillonas y aberrantes que nos aturden en nuestras casas, se han empeñado en hacernos creer que no había vida más allá de sus siglas, que votar lo que no fueran sus siglas era tirar el voto. Lo han hecho, lo ha hecho el mismo Rajoy al que, a estas horas, aquellas palabras le deben volver como un reflujo. 
Pero esta vez la gente se ha atrevido. La gente ha recordado sus orígenes o ha recordado la ilusión de aquel 15-M que los dos grandes creían haber conjurado con aquellas municipales que apuntalaron un sistema que comenzó  tambalearse. Ayer, el espíritu de aquellos días volvió y volvió materializado en votos, votos que, a estas horas, revolotean en los sanedrines de PP y PSOE, votos con los que en adelante habrá que contar, porque, si en sólo cuatro meses una fuerza como PODEMOS, sin medios pero con todo ese entusiasmo, ha podido hacerse presente como lo ha hecho en las urnas, con medios y tiempo pueden poner patas arriba, por ejemplo, el Ayuntamiento y la Asamblea y de Madrid, que podrían volver a la izquierda, que nunca debió perderlos.
Las elecciones de ayer demostraron que todo tiene un límite, que el bipartidismo no es una maldición eterna, aunque sí una maldición y, sobre todo, que SE PUEDE.


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viernes, 23 de mayo de 2014

EL VOTO Y LAS CAMPAÑAS


A quienes vivimos la dictadura y ansiamos durante tanto poder votar se nos hace extraño que haya quien, por desengaño, por cabreo o por comodidad prefiera quedarse en casa, pero más nos extraña que quienes concurren a ellas parezcan empeñados en dilapidar esfuerzo y dinero en campañas que, más que animar al voto, parecen alejar a los ciudadanos de las urnas. Pero, atención, este análisis parece lícito, pero me temo que errado.
Alguien puede creer que un partido con los recursos del PP puede poner al frente de su campaña a un tipo tan negado como Carlos Floriano. Yo me inclino a pensar que lo que está buscando es otra cosa, que lo que en realidad persigue es aburrir definitivamente a los ciudadanos, conseguir que aflore en su conciencia el sarpullido democrático que le ate al sofá, mientras sus fieles, sus votantes fijos, las monjas y pensionistas cuyo voto por correo gestionan "desinteresadamente", sus estómagos agradecidos, sus cerebros asustados, dejan sus papeletas, escasas, aunque suficientes para su apuntalado futuro.
En ello, ha sido su cómplice el PSOE que, durante años ha contribuido a reducir su presencia en el hogar de los votantes a esos breves segundos de telediario en los que se martillea su cerebro con esa "idea fuerza" que a la postre no es más que un eslogan ideado por un publicista o, como mucho, consensuado por un político y un publicista de confianza. Frases, ideas fuerza, disparadas ante las cámaras a una señal de alguien de confianza que avisa del momento en el que "entran" en el telediario en directo.
Son muy pocos, por no decir ninguno, los partidos que exponen en campaña sus ideas a los ciudadanos. De hecho, los mítines se llenan con militantes, movilizando agrupaciones y autobuses y calculando aforos y tiros de cámara para que no haya huecos y para que quienes lo ven desde casa no se enfrenten a la inquietante sensación de ver a todo un presidente de gobierno o a un secretario general hablando entusiasmado ante un grupo de sillas vacías. 
Los partidos, especialmente los grandes, se han puesto en manos de los especialistas que han reforzado su mensaje, como esos jardineros que podan y repodan los rosales a la búsqueda de las mejores rosas y se olvida del resto del jardín que, a la larga, acabará rodeando los planteles y asfixiando su belleza. No han hecho en eso más que clonar su actitud de todos los días, alejándose de la sociedad real y echándose en brazos de vendedores de las "chispas de la vida" y de encantadores de serpientes que acaban robándoles el alma y lo poco que les queda de humanos.
Dónde están aquellos mítines de hace casi cuarenta años, a los que íbamos a "enterarnos" de lo que cada partido podía darnos, dónde está esa ilusión casi festiva que ha dejado paso a "ceremonias" coreografiadas al milímetro, en las que el mismo líder entran en los mismos pabellones en distintas ciudades con los mismos gestos, los mismos besos y abrazos, los mismos niños en ofrenda desde los brazos de sus padres. Mítines muy "a la americana" en los que el candidato se olvida de la realidad de la calle y se refuerza en su mensaje y en un programa que, de antemano, sabe que jamás cumplirá.
Los echo de menos, como echo de menos esos partidos con más ilusión que maquinaria electoral, capaces de ganarnos con la fuerza de sus ideas y sus acciones. Me gustaría, para qué negarlo, un partido que fuese lo que ha sido la Plataforma Anti Desahucios todos estos meses, un partido capaz de dejarnos claro qué nos estamos jugando y qué es lo que hay que cambiar, un partido cercano, de todos los días.
Pero me temo que tendré que resignarme, entre otras cosas, porque el que más se le parece está aquejado ya del virus del personalismo. No obstante, no me pienso desanimar y llevaré mi voto al mismo lugar en que estaba en aquellas elecciones tan ilusionantes, ya tan lejanas. No dejéis que os fumiguen estas campañas tan castrantes, Pensad sólo en la fuerza de vuestro voto que nunca pondréis a prueba si os quedáis en casa. Está claro que si realmente queréis que los que están arriba cambien, no vale esperar a que lo hagan. Hay que cambiarlos y hay que cambiarlos ya.


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jueves, 22 de mayo de 2014

LA CULPA ES DE RAJOY


No sé qué pasará el domingo. No sé cuánta gente se abstendrá, dicen que unos 50.000 lo harán porque entre las urnas y la final de Lisboa optaron por el fútbol. No sé cuántos electores votarán en blanco. Sí sé que el hartazgo está generalizado y que, si, en lugar de optar por una papeleta, se permitiese al votante clavar uno o más alfileres en el muñeco vudú de quien consideran responsables de los males que le aquejan y aquejan a España, la afluencia sería masiva y la gente acudiría contenta y no resignada y avergonzada, como parece que lo hará en esta ocasión.
No sé si muchos de los que voten lo harán por Cañete. Parece que serán muchos menos que los que lo hicieron por Rajoy, incluso proporcionalmente, y, sin embargo, el que realmente se la jugaba y, a la vista de la campaña y el candidato elegido está, es Mariano Rajoy. Porque no hay que olvidar que la elección del candidato ha sido una decisión personal de Rajoy, adornada, eso sí, con los intereses personales y egoístas del propio candidato, que busca en estas elecciones el "pase" que le permitiría llegar a la comisión. Por eso, por más que lo traten de diluir ahora, quien más se juega este domingo en que lo que se juega es mucho es el propio Rajoy. Más, incluso, que Cañete que ya se cargó sus expectativas de ser comisario, hoy hace una semana, escupiendo su machismo hacia el cielo.
Si este proceso electoral ha tenido una virtud, ésta ha sido la de haberse convertido en una especie de maqueta de lo que hoy es la política española y, sobre todo, la de ser la primera oportunidad que tienen los españoles de "ajustar" cuantas con aquellos a quienes consideran responsables de la laminación que, desde hace cuatro años, está sufriendo las clases humildes españolas y, en gran medida, la propia clase media. No lo hicieron en aquellas municipales tras la victoria de Rajoy, probablemente porque quizá aún le creían y es más que probable que lo hagan el domingo.
Un exquisito diría que eso no es bueno que votar contra un partido y ajustar cuentas con él no es lo mejor.
Sobre el papel, la exquisitez sería razonable, pero en un país en el que en los programas electorales se miente a los votantes por sistema y, a veces, como en las últimas generales, al ciento por ciento, es perfectamente justificable que los ciudadanos acudan a su colegio electoral con el cuchillo entre los dientes.
La designación de Cañete ha sido, de todos los cometidos, el error más evidente de Rajoy. Y no digamos la política de comunicación que le ha seguido, pretendiendo, muy al estilo Rajoy, que el tiempo y el silencio se encargasen de desactivar la bomba que el mismo Cañete se puso en el pecho. Rajoy, sus Florianos y sus Arriolas se han equivocado de medio a medio. La burrada del candidato había pisado demasiados callos y Europa no es Jerez, ni mucho menos España. Allí, los ademanes cavernícolas del Santa Claus glotón y borrachín, no tienen buena prensa, como nunca los tuvieron los de Boris Yeltsin. Por eso, se dio un último volantazo, sacando de nuevo al candidato, físicamente desagradable como pocos, a la palestra, cruzando los dedos, porque, si él mismo, cómo dijo, se teme, no digamos cuánto le temen sus padrinos.
Rajoy creyó que estas elecciones serán un asunto menor que podía controlar con su legión de editorialistas y su coro de tertulianos, pero, una vez más, no contó con la fuerza del demonio de las redes sociales, capaz de devolver cualquier debate a su origen por más dinero que se ponga para engrasar periódicos, radios y televisiones. Rajoy, sin pretenderlo, se lo ha jugado todo a la carta del peor candidato y no me extrañaría que el suelo electoral del PP comenzase a agrietarse. La elección del candidato, el peor de los posibles, fue sólo de Rajoy y la culpa de lo que ocurra el domingo, y ojalá se lo hagan pagar, será sólo suya.


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miércoles, 21 de mayo de 2014

¡QUÉ PENA!


¡Qué pena! Porque no produce sino una tremenda que lo único que ha sido capaz la respiración asistida de esta campaña electoral con un golpe de tos del que aún no se ha recuperado haya sido el atávico machismo que, tan natural como parece ser en él, aún le ha llevado a la conclusión de que este país es otro, en el que no conviene hacer chistes con determinadas cosas y que, por tanto, debería pedir perdón por tan poco afortunada boutade.
Sí, es una lástima que, en un país en el que decenas de miles de ciudadanos han perdido el año pasado, tal cosa apenas merezca unos segundos en los debates y mítines. Es una pena que en un país en el que se han dilapidado miles de millones de euros en adjudicaciones y obras que se contrataron, previo paso por la Caja B de los partidos, la corrupción no merezca una línea en el programa de los dos partidos mayoritarios y que, además, se lo reprochen mutuamente.
Es una pena que a nadie parezca importarle, más allá de para colocarlo en un gráfico para lanzar a la cresta del rival la cifra de españoles que, a los treinta y cinco, no han tenido nunca un contrato o la de los mayores de cincuenta que nunca volverán a tenerlo. Es una lástima que en este país se dé por sentado que contratar a una mujer, con sus embarazos, sus síndromes premenstruales y sus niños enfermos, es contratar una fuente de problemas.
Es una lástima que en este país nos perdamos en la espuma de las anécdotas y pasemos por encima de las categorías. Es una lástima, y acabo de escucharlo, que, cuando se es implacable con las madres de niños lactantes, se exima a un ciudadano de sus obligaciones para con sus conciudadanos en una mesa electoral, porque sufre unas circunstancias tan excepcionales como tener entradas para asistir en Lisboa a la final de Champions League, entre el Real Madrid y el Atlético. Es una lástima que, en plena jornada electoral la Junta Electoral autorice las celebraciones del equipo ganador, ocupando las calles de Madrid, estando aún abiertos los colegios electorales. Es una pena, y una vergüenza, que se dé por inevitable que dicho partido reste, al parecer, cincuenta mil votos en las urnas el próximo domingo.
Y no me extraña que en un país en el que millares de mujeres esperan asustadas en sus hogares la llegada de esos seres superiores que las insultan, las desprecian, las golpean y a veces, demasiadas veces, las matan, el candidato Cañete pretenda hacer un chistes con lo que dijo que no era otra cosa que una mala excusa para su torpeza manifiesta.
Es una lástima que desde el Gobierno se pretenda utilizar como indicador económico la alegría que, hasta en los hogares más pobres, trae la primavera. Es una lástima, porque parece olvidar que en muchos hogares este invierno no se ha encendido la calefacción y que demasiados niños salen a la calle sin nada caliente en el estómago. Es una lástima que los medios anden preocupados en Madrid por el desastre que supone que se amontonen en los sótanos de la Facultad de Medicina de la Complutense los restos ya utilizados y por tanto inservibles para practiquen la disección los estudiantes, y, sin embargo, no muestren la misma preocupación por los vivos.
En fin, es una pena que en España andemos más preocupados por el estado de ánimo de Messi o por las lesiones de Cristiano Ronaldo o Diego Costa, que porque nuestros pensionistas estén teniendo que dejar parte de su medicación por no poder pagarla. Es una lástima y sería una lástima que Cañete se estrellase en las urnas sólo por esa torpeza, sería una verdadera lástima, pero sería una pena que yo, no lo dudéis, celebraría.

martes, 20 de mayo de 2014

EL BUEN PAÑO, EN EL ARCA SE VENDE



Vaya por delante que ni el PSOE ni mucho menos Elena Valenciano son mi opción para las elecciones del domingo. Lo que ocurre es que, después del "selfie" que el viernes se hizo el candidato Arias Cañete, con el tedioso debate a dos como fondo, resaltando todo lo rancio que es su pensamiento y la carcunda que le rodea, todos en el PP se han puesto a bucear en las redes para "chivarse" de cualquier desliz que la candidata haya podido tener en ellas. De momento, ya han encontrado y exhiben como un despojo del  enemigo conseguido en la batalla el tuit de Valenciano preguntándose y preguntando si hay alguien más feo que el magnífico delantero francés Ribery que, desde luego, es cualquier cosa menos guapo.
Lo exhibió Esteban González Pons, ese señor que tanto me recuerda a Manolín, el niño pelota que había en todas las aulas siempre dispuesto a vigilar y denunciar a sus compañeros cuando el profesor se ausentaba, en el debate a seis que la preocupación por mi salud mental me aconsejó no ver anoche, y hoy, cuando he visto la foto en la prensa, lo primero que he hecho es preguntarme que a qué viene el cartoncito. Está claro que subrayar los defectos de los otros no está bien y que hacer escarnio de la fealdad del futbolista con la cara cruzada por una fea cicatriz no es nada edificante. Pero, de ahí a tratar de equiparar la desafortunada broma de Valenciano con el exabrupto machista, repetido hasta tres veces, con el que dejaba claro que, para él y por definición, las mujeres son intelectualmente inferiores a los hombres o, al menos, a él mismo.
Si el personaje de Vargas Llosa preguntaba en su "Conversación en la catedral" en qué momento se jodió el Perú, ni el Partido Popular ni mucho menos Cañete tiene que preguntarse en qué momento se jodió su campaña. Está claro que fue el viernes 16 en un plató de Antena 3, con todo a favor y ante centenares de miles de espectadores.
Desde entonces, el Partido Popular anda empeñado en salvar los muebles y en poner a salvo el escaso prestigio que aún le queda, apelando a datos tan inverosímiles como infumables. Ha sacado de nuevo al "manolín" del que os hablaba, hoy número dos de la lista y, ahora, según parece, única voz autorizada de la candidatura, el mismo Esteban González Pons que, antes de las generales, dijo, sin agarrarse al atril y sin caerse, que se proponían crear tres millones de puestos de trabajo, cuando en realidad a mitad de legislatura, el número de parados ha crecido en cerca de millón y medio. Ha vuelto "Manolín" González Pons y lo ha hecho para decirnos que a España ya la llaman "la Alemania del sur" por lo que crece. Y yo no hago más que asustarme, porque su capacidad para predecir el futuro al revés es de proporciones bíblicas.
También Rajoy, ante el descontrol de su candidato, ha tenido que bajar a la arena de la campaña. Y lo ha hecho para advertirnos que votar a los partidos pequeños es "tirar" el voto, como si haber votado durante tanto tiempo a su partido y a su franquicia para muchas cosas, el PSOE, no lo hubiese sido.
Una y otra cosa, los castillos de fuegos artificiales alimentados con la pólvora de unas estadísticas más que increíbles, los sofisticados chivatazos sobre el hooliganismo de Elena Valenciano, las apelaciones al voto útil de la derecha y la igualdad entre PP y PSOE que revelan, por más que las cocinen, las encuestas, no son más que un alarmante síntoma de que se están deslizando por la pendiente.
Por todo eso, el Partido Popular se empeña en esconder a su candidato, del que sospechan que puede volver a "cagarla" en cualquier momento. Sólo le dejan intervenir en mítines y con papelitos delante, conscientes y temerosos, más que él mismo, de que "como sea el mismo" volvería a liarla. Rajoy que con su escandalosa pachorra justificó la demora en designarle como candidato, diciendo que lo mejor, como el postre, se deja para el final, será capaz de decirnos ahora, con ese "mejor" candidato vilipendiado y con la campaña arruinada que "el buen paño, en el arca se vende, pero no hay que olvidar que esta "pieza" tiene ya un heremoso lamparón. Allá él.


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lunes, 19 de mayo de 2014

OS MATÉ PORQUE ÉRAIS MÍOS



Que la derecha siempre ha tenido un sentido patrimonial del mundo y de la vida está claro. Un cacique como el candidato Cañete que, no debemos olvidarlo, es un Domeq consorte, tiene claro que todo lo que es capaz de divisar, a pie o a caballo y pobre caballo entonces, le pertenece. Y, si no a él, al vecino que, antes o después, mezclará su sangre con la suya, la de sus hijos, para engrandecer sus horizontes.
Por eso no debe extrañarnos que quienes, desde décadas, si no desde siglos, han dispuesto de las tierras, de los bienes de producción y de las vidas y haciendas de quienes están por debajo de su pedestal o de su cuna pretendan seguir haciéndolo por muchos años, por si mismos o por sus hijos.
Con esta crisis, consecuencia de la codicia de quienes quisieron ampliar su negocio vendiendo sueños a los que no podían pagárselos y que, desgraciadamente, perdieron el sueño y lo poco que tenían, incluido el trabajo, la derecha, además de aumentar su riqueza -no conozco a ninguno de ellos que sea hoy más pobre que hace seis años- se ha esforzado y cómo en hacer los reajustes necesarios para abaratar los costes de todo lo que sostiene su riqueza. 
Así ha hecho las reformas oportunas para que despedir en España salga casi gratis y poder así despedir a trabajadores que se han dejado su vida en las oficinas, los mostradores, los almacenas, las cadenas de montaje o los bancos de los talleres, sin esperanzas de volver a encontrar un empleo, en medio del desierto que conduce a la jubilación, para, trampeando la ley, por más que ya les fuese favorable, sustituirlos por otros trabajadores más jóvenes, mejor preparados o no, pero con sus salarios y sus derechos claramente disminuidos.
La derecha nos ha mirado siempre desde su castillo, arando su finca, y, por eso, cuando la cosecha es mala o no cumple sus expectativas, nos mandan a sus capataces,  sus comisarios o sus recaudadores, para sacar de nuestra piel la diferencia. A la derecha no le interesa o no le ha interesado nunca la gente que no es de lo que Rajoy llama "la buena estirpe". Miento, de vez en cuando le interesa. Le interesa cuando necesita sus votos para encaramarse al poder, ahora que vivimos en una democracia formal. Le interesa para que le den el poder que le permita recortar esos derechos y esos servicios conquistados tras años de dolor y lucha. Le interesa que, cargado con la carnada del egoísmo, lo cambien por una bajada de impuestos que, para ellos, los imbéciles que pican, son migajas y, para ellos, un festín.
Lo tienen tan claro y tienen tan claro que la alternativa socialdemócrata es apenas una franquicia de lo suyo que se permiten, como acaba de hacer el candidato de la derecha, Juncker, reconocer que se han pasado en austeridad y que han causado mucho dolor, pero, eso sí, sin rectificar ni reparar todo el daño causado. Con sus trajes caros, sus gafas de diseño, sus corbatas de seda y sus modales, pretenden engatusarnos, pero son los mismos. Son los del caballo y la fusta, los del derecho de pernada establecido o asumido. Los que, como Cañete, no se sienten culpables de esa forma de racismo que es el machismo, porque lo han mamado en casa, lo han comulgado en misa y se lo han reído en las sobremesas. No tienen respeto por nadie ni por nada y por eso dicen que se han equivocado en la dosis de austeridad como dirían que se han pasado con la sal en la paella.
No tienen remordimientos, porque nos consideran suyos, llorarían más por un perro o un caballo, y nos matan, poco a poco, desde Bruselas o desde Madrid, pero nos matan, porque, como en la copla, están convencidos de que somos suyos.



domingo, 18 de mayo de 2014

SÍ, SE PUEDE


Ayer, pasados los primeros momentos que fueron de pena y de rabia por haber asistido una vez más al triste espectáculo de ver como "mi" equipo, que no hace tanto era el mejor del mundo, se dejaba arrebatar la última oportunidad, quizá inmerecida, de ganar otra vez esta liga desigual e injusta por un equipo "menos" grande y menos poderoso económicamente, me puse a pensar en que el azar había colocado en mitad de la campaña electoral la metáfora perfecta de lo que ha sido y debe dejar de ser la política en España.
Más allá de pensar en las directivas, que en el fútbol que sirve como excusa para todo se parecen todas, me puse a pensar en que lo hermoso del logro del equipo de mi barrio, porque vivo muy cerca de su estadio, es precisamente haber demostrado que con razón y con esfuerzo es posible destronar a cualquiera de los dos partidos que, abotargados y viciados, llevan décadas asentados en lo más alto de la clasificación sin merecerlo.
Y, si me atrevo a decir con tanta rotundidad ese "sin merecerlo", es porque tango claro que, en igualdad de condiciones, sin la potente máquina electoral que a base de dinero, no siempre lícito, ponen en marcha unos y otros, sin ese bipartidismo viciado que supone que en el reparto de los dineros de los derechos televisivos del fútbol se dé por sentado que la parte del león son para el Madrid y el Barça, sin la tendenciosidad y el favoritismo que a diario manifiestan los medios, ignorando prácticamente al resto, sin todo ese dopaje, hace ya tiempo que la liga española, la política española, no serían ya cosa de dos.
Por eso ahora, disipada ya la subjetividad a que arrastra la intensidad, me siento un poco más atlético que ayer, como cuando, de niño, lo era, un poco por ser del barrio, un poco dejándome llevar por los influjos del padre y un poco por reacción al madridista talibán con el que compartí pupitre durante el bachillerato. Un poco más atlético y un poco más esperanzado, porque hoy tengo razones para creer que no siempre el dinero y el poder se llevan el gato, pobre gato, al agua.
Hoy tengo derecho a pensar que la gente, como yo mismo, va a ser un poco más sensata de lo que lo ha sido hasta ahora, a pensar que, libres de los prejuicios que le llevan a pensar que el fútbol sólo puede ser blanco o azulgrana ahora se abren nuevas posibilidades, a pensar que, si es cosa de tres, de cuatro o de cinco, la liga, como la política, van a ser más interesantes. Hoy tengo derecho a pensar que, esta vez, sí se puede.
Y os aseguro que me gustaría no estar equivocado, que me encantaría que, al igual que ayer la mayor parte de los socios del Barça que habían llenado el Nou Camp con la esperanza de ver ganar a su equipo se quedaron en las gradas para homenajear con los aplausos que guardaban para su Barça al justo ganador, hoy habrá ciudadanos que empiecen a pensar en dar su voto a quien realmente lo merezca, después de tantas y tantas legislaturas de verse decepcionados por quienes visten sus colores.
Sí. Hoy me siento feliz porque el esfuerzo y la inteligencia pasaron por encima de la indolencia y los millones y porque el Atlético de Madrid nos demostró que SÍ, SE PUEDE.


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sábado, 17 de mayo de 2014

EL PP ES CAÑETE

Andamos ocupados en las últimas horas en denostar el machismo simplón, vulgar y altamente ofensivo y eso, con tenerlo merecido y mucho el ex ministro no debe desviarnos de una verdad incontestable. Cañete es el candidato del Partido Popular a las próximas elecciones europeas y, dicen, futuro comisario europeo y, si lo es,  no hay que buscar otra razón más que la de que el PP es exactamente igual a Cañete. No hay que darle vueltas, porque fue el propio Rajoy, supongo que ahora avergonzado, quien explicó la exasperante demora en designar al candidato Cañete, en que ere el mejor y lo mejor se deja para el postre.
Mucho bicarbonato van a necesitar Rajoy y todos sus asesores para poder todas las barbaridades machistas racistas y clasistas de este personaje que, pese a haber nacido en Madrid, ha sabido sumergirse como nadie y por vía matrimonial en lo peor de la cultura del señorito andaluz, dispuesto siempre a hacer bromas y chascarrillos a costa de camareros rumanos, trabajadores africanos o mujeres de todo tipo y condición, que, por más que se esfuercen siempre quedarán por debajo  siempre por debajo de su "acreditada" -basta con ver la foto que ilustra esta entrada- capacidad intelectual.
No hay que darle vueltas, Cañete es machista, porque el PPes racista, Cañete es clasista, porque el PP es clasista y Cañete es racista porque el PP también lo es. Nadie con tantos años de militancia en un partido como los que lleva Cañete en el PP o en Alianza Popular puede ser muy distinto de su partido y los que, como ocurriera con el hoy ministro del aborto, Gallardón, se esfuerzan en parecer versos sueltos es porque, simplemente, disimulan.
Cañete es un tipo capaz de decir con la mayor naturalidad del mundo, no una sino tres veces, que no quiso acorralar desde su superioridad intelectual a una mujer como Elena Valenciano, para no ser acusado de machista. Y, si lo dijo y lo dijo tres veces en menos de dos minutos es porque, sencillamente, lo cree. Y que no me vengan ahora con que el PP tiene tantas o más mujeres que cualquier otro partido en  sus cuadros dirigentes, porque lo que realmente importa son las políticas en favor de la mujer y de igualdad, no cuántas ministras haya en el gobierno o cuántas mujeres haya en la dirección del partido.
Un partido que promueve la segregación de niños y niñas en las escuelas, un partido que convierte a las embarazadas en rehenes del sistema, negándoles cualquier capacidad de decisión sobre su cuerpo, un partido que consagra, y no es el único, la desigualdad laboral y salarial entre hombres y mujeres, se pinte como se pinte es un partido machista. Basta con detenerse en el mensaje que sin que nadie se lo pidiese hizo colgar Rajoy en la web de La Moncloa, un mensaje aparentemente cursi y rancio, en el que, sin embargo, se apostaba por la indivisibilidad de la familia en un país que tiene reconocido el divorcio por ley desde hace tres décadas, en un país en el que hay monstruos que viven agazapados en miles de hogares haciendo sufrir a su esposa y sus hijos, a veces hasta la muerte, y que no necesita otra cosa que que desde el gobierno se refuerce esa idea enfermiza de que la familia, de la que se cree amo, no se rompe.
Cañete, como Rajoy y el PP, desprecia todo lo que desconoce porque no se ha parado a pensar en ello o porque, sencillamente, no es útil o, mejor dicho, utilizable para sus fines, Por eso, ayer, casi al tiempo en que él mismo se revolcaba en su machismo, el grupo municipal del Partido Popular en Toledo, con su presidente, Arturo García Tizón, presidente de la Diputación, como la difunta Isabel Carrión, a la cabeza, abandonó, con una única excepción, elpleno municipal, para no escuchar a la madre de un niño enfermo de cáncer, como representante de decenas de padres y madres de otros tantos niños enfermos de cáncer, que, simplemente, quería pedir ayuda para mejorar las condiciones de hospitalización de sus hijos. García Tizón, al que su dios conserve muchos años, despreció la información que otros padres le brindaban por escrito, porque, simplemente, "no le interesaba".
Que no se nos olvide, ese tipo incapaz de conmoverse ante las lágrimas de un padre desesperado, y el mismo Cañete son el mismo Partido Popular, que se presenta dentro de ocho días a las elecciones. Allá nosotros si le votamos.


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viernes, 16 de mayo de 2014

DEBATE ENTRE TORPES: UNO MÁS QUE OTRA


Ya lo dejé escrito anoche en Facebook y espero que Fernández Díaz no me lo tome en cuenta: el esperado debate entre los candidatos Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano me dejó una sensación cercana al vómito. Estaba todo tan pactado, tan estudiado que, sí a uno y otra le hubiesen permitido soltar cada uno de sus "rollitos" ante su correspondiente cámara, en las sedes de sus partidos y luego para después alternarlos en la emisión, el resultado hubiese tenido más ritmo y, quizá, la moderadora no hubiese resultado tan inútil como resulté en el formato, tan repactado, que paralizaba cualquier atisbo de espontaneidad.
Fue tal el afán en proteger a los candidatos que, prácticamente, no les dejaron ser ellos mismos, condenándolo a ser poco más que dos pesados y torpes "Bibendum", la mascota de Michelin, corriendo ridículamente una carrera de obstáculos por una pista de atletismo. Movimientos torpes, esa sensación de ir "a piñón fijo", para no decir ni más ni menos que lo que ellos o sus asesores querían que se dijese, tiempos tan estrictos, encorsetados y breves que a uno le dieron para papagayear sus fichas y sus montañas de datos tan falseados como indigeribles y a la otra para estar más pendiente del reloj que de la soltura y autonomía que se espera de alguien con sus experiencia.
Fue tal el afán de autoprotección, fueron tantos los neumáticos que echaron sobre sus cuerpos para evitar los golpes que resultaron irreconocibles y sus movimientos tan iguales que, salvo por el tamaño y las barbas resultaba difícil distinguir a San Antonio de la Purísima. Me estaba resultando tan aburrido y tan insultante para seres inteligentes que dejé de verlo en la tele y lo deje de fondo en la radio, mientras hacía otras cosas en el PC. Y creo que, por lo escuchado, no me perdí nada al privarme de su imagen, porque la presencia de los candidatos resultó tan tediosa y poco edificante como pensaba y el resto del debate careció de la más mínima tensión.
De lo inútil del debate da idea el hecho de que uno de los asuntos que más preocupan a los ciudadanos y más debieran preocupar a gobierno y oposición, la corrupción, no entró más que de refilón y apenas en una insinuación a los viajes de dirigentes del PP a Suiza. Quizá porque ese asunto preocupa demasiado y más que a los ciudadanos a ambos partidos, tanto que la cárcel figura ya en el horizonte de alguno de sus dirigentes. Evidentemente eso pasó porque así debió quedar pactado, porque no hay que olvidar que muy probablemente la corrupción alcance a los fondos europeos que durante años han llegado a nuestro país. Tampoco apareció Cataluña. Evidentemente, porque, pese a lo crítico de la situación, el mensaje de una y otra formación, al menos el que sale de Madrid respecto a las legítimas aspiraciones de los catalanes es tan intransigente como parecido.
Tenía pocas dudas de que mi voto fuese a parar a ninguna de ambas formaciones, apenas las tenía y os aseguro que se disiparon del todo. No obstante, no sería justo dejar de decir que, pese a todo, Elena Valenciano, la primera candidata, o candidato, socialista que no recibirá mi voto en treinta y dos años, estuvo mejor porque, pasados los primeros titubeos, las primeras inseguridades, pareció creerse más lo que decía que un señor que pierde mucho cuando no tiene delante un plato de jamón de bellota y una copa de buen vino.
Sí los debates que son capaces de organizar y pactar estos partidos, mejor que no los haya. Lo de ayer fue una razón más para negarles el voto, Quizá, así, la próxima vez quienes tengan que pactar las condiciones no sean estos partidos y quizá haya más de uno y en más de una televisión.
En resumidas cuentas, después de la tortura catódica, o  como quiera sea ahora, de ayer, lo único que he sacado en claro es que ambos candidatos son torpes, aunque uno más que la otra y que, difícilmente, los que lo vierion habrán cambiado el sentido de su voto.
Y, ahora, mientras escribo esto, escucho a Cañete defenderse de su fracaso, justificándolose, atención, enq ue no queiso aparecer intelectualmente superior ante una mujer para que nadie le acusaran de machista ¡Manda huevos! que diría su colega shakespeariano"


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miércoles, 14 de mayo de 2014

LE VIENE GRANDE...



Les ha costado, pero lo han logrado. 
El Partido Popular, tan acostumbrado a rentabilizar el victimismo, ha tardado pero ya está en la vía de rentabilizar mediáticamente contra alguien el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Les ha costado, porque ninguna de las circunstancias que lo rodean se ajusta al modelo que tan trabajado tenían.
No estamos ante un asesinato con motivaciones políticas, los sospechosos detenidos están en el entorno de la víctima, puesto que pertenecían también al PP y, ni siquiera, como pretenden algunos, tiene que ver con la situación social del país, salvo porque hay un despido de por medio.
Pero, como dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos, ha salido algún que otro descerebrado para dar al ministro de la porra la coartada que precisaba para llevar el crimen al terreno en que les resulta aprovechable y, de paso, proseguir con su política de recortes que, ya que no se dirigen a las fuerzas de orden público, tan necesaria para defender lo indefendible, van encaminados todos a recortar los derechos de los ciudadanos, materializada en las últimas horas en la persecución de quienes desbarran en las redes sociales, insultando a la víctima e, incluso, justificando lo sucedido.
Me pregunto el porqué del interés del ministro en rastrear la red a la búsqueda de estos cibergamberros o, cuando menos, ciberbocazas. Me lo pregunto y la única respuesta que se me ocurre es la de que alguna de las agencias de inteligencia norteamericanas hayan vendido "de segunda mano" uno de esos sofisticados softwares que rastrean la redo "oliendo" palabras clave hasta dar con los twits o los comentarios en FB buscados. Algo así como lo que pasó en otros tiempos, los de la dictadura, en que los viejos reactores phantom cedidos por el tío Sam volaban a todas horas, mientras aquel viejo cascarón que fue el Dédalo, superviviente de varias guerras, aparecía en todos los nodos, aquellos noticiarios, pura propaganda, que se pasaban en los cines antes de pasar las películas.
Me imagino pues a policías y guardias civiles rastreando la red y encontrando detrás de todos esos desbarres a jovenzuelos enardecidos, funcionarios aburridos, parados sin consuelo, jubilados y alguna que otra ama, o amo de casa, que se evaden de sus monótonas vidas asomándose al mundo armados de un teclado. Y la verdad es que creo que poco o nada interesante para la seguridad del país, que es de lo que deberían preocuparse, van a encontrar lanzando sus redes de arrastre en el proceloso mar de los bits.
Haría mejor en controlar las armas o vigilando el abuso de las drogas en el medio rural y, sobre todo, controlando a quienes cada día, desde las tribunas del TDT Party, los púlpitos, las columnas de los periódicos o los atriles de esos "festivos" mítines de campaña o precampaña electoral, incendian el ambiente predisponiendo a sus fieles, que los tienen, contra los fieles de otros.
Creo que el ministro haría mucho mejor en reforzar la seguridad ciudadana, la de todos los ciudadanos y en perseguir delitos que, como la corrupción, cabrean y desmoralizan a todos los ciudadanos. Haría mucho mejor limpiando sus organigramas de policías corruptos, en lugar de cambiar una y otra vez al responsable de la unidad encargada de investigar los oscuros números de su partido, a la búsqueda de un primo o un cuñado que siga sus directrices como un perrito.
Lo que hace el ministro es dar palos de ciego y matar moscas a cañonazos, buscando más la propaganda o el efecto disuasorio de estas operaciones ampliamente publicitadas, en lugar de librarnos de los verdaderos delincuentes. Hay veces que me imagino al ministro, jugando con policías y guardias civiles, como en otros tiempos jugaban los niños con soldaditos o indios, después de volver de misa,
Sin duda, a este ministro, el cargo le viene grande.


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martes, 13 de mayo de 2014

CRUZAR LA LÍNEA

Vaya por delante que en modo alguno trato de justificar lo sucedido ayer en León, ni mucho menos, porque nunca habrá nada que justifique la muerte de un ser humano indefenso a manos de otro ser humano. Lo que pretendo es, nada más y nada menos, que explicarme tamaña barbaridad, y más ahora que, por fortuna, parece que quienes nos representan, están a salvo de las acciones terroristas organizadas. De hecho, desde que supe ayer del asesinato, no he hecho otra cosa que darle vueltas a lo sucedido a la búsqueda de algo que le diese un sentido, por más que éste fuese equivocado.
Descartada ETA, me puse a pensar en ese oscuro grupo terrorista, más una secta que una banda, que son los GRAPO, con raíces en Galicia y León, sobre todo por su carácter incontrolado, pero la contundencia con que la Policía descartaba desde el principio el móvil terrorista, daba a entender que ya sabían, si no el móvil del asesinato, sí que éste no era en absoluto el terrorismo. Por qué entonces. Repasando la biografía de Isabel Carrasco que facilitaban los medios, reparé en que había sido consejera de Caja España. Por eso, yo que he vivido la angustia felizmente solucionada de haber visto atrapados gran parte de mis ahorros en preferentes por otra caja, Caja Madrid, pensé en algún ciudadano, desesperado y sin futuro, que hubiese decidido concentrar su furia en la presidenta de la Diputación y tomarse lo que ella entendería por justicia por su mano.
Llegué a comentar esa hipótesis con amigos y, la verdad, no se extrañaron mucho de que hubiese podido ser esa la causa, pero, cuando, al salir de un acto en el que tuve que desconectar el móvil, busqué información en la red, supe que no era esa la causa, pero que, de alguna manera, podía ir en paralelo con la causa que yo imaginaba, porque, de confirmarse la hipótesis que barajan los investigadores, el móvil de la mujer que disparó contra Carrasco -aún no está claro si la autora material del crimen fue la madre o la hija- hay que buscarlo en una decisión de la víctima que ambas consideraron injusta: el despido de la hija, primero, y el posterior incumplimiento de la indemnización correspondiente por parte de la Diputación.
Todo se complica al saber que las detenidas y la víctima, todas militantes del PP leonés, se conocían, del mismo modo que el hecho de que las detenidas fuesen la esposa y la hija del inspector jefe de la Policía en Astorga. Aunque este último dato daría cuenta de la facilidad con que accedieron a la pistola con que fue asesinada Carrasco. Más desconcertante resulta que dos mujeres adultas coincidan en llevar a cabo una acción tan absurda e inútil como la que acometieron. Tan desconcertante y tan determinante que hará inútil cualquier intento de alegar un arrebato momentáneo para justificar el crimen.
Antes de seguir adelante os he de confesar que he imaginado muchas veces lo ocurrido, que he visto la rabia, el dolor y el miedo al futuro en tantos y tantos jubilados, despojados de lo que habían ahorrado con tanto esfuerzo para, después de tantos años, descansar al fin. Lo difícil era encajar la frialdad con la que, al parecer, se cometió el crimen y, sobre todo, el acceso al arma, porque, afortunadamente, éste no es un país en el que abunden las armas y, si las hay, son las escandalosas armas de caza que proliferan en el medio rural.
En fin, nada justifica lo que pasó ayer, aunque la sensación, aunque sea irreal, de haber sido víctima de una injusticia, en algunas circunstancias podrían, con esfuerzo, explicarlo. En estos terribles años de cenizas, estos años en que se nos ha ido despojando de todo lo que nos habían dicho que teníamos que poseer y merecíamos... de la casa, de los ahorros, de la felicidad. hay cosas injustificables que encuentran explicación. Todo ello me llevó a pensar ayer que alguien arrojado a las tinieblas por alguna fría decisión había cruzado la línea. Esa línea que separa la lojusto de lo legal, la felicidad de la desgracia o la esperanza en el futuro, de un horrendo presente sin mañana.


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lunes, 12 de mayo de 2014

EL VIEJECITO FRANKENSTEIN



De todo lo que he escuchado a lo largo de mis años en el periodismo activo, me quedo con una frase del que fuera secretario general de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez, a propósito de algunas opiniones que su predecesor en el cargo, Marcelino Camacho, vertía en sus últimos años, algunas desde su tribuna en ABC. Dijo Gutiérrez, y he hecho de ella una de mis frases favoritas, que "no se puede pretender tener razón por haberla tenido", una frase que coloco junto a un sabio consejo que hoy de uno de esos hombres sabios, sin fama y sin estudios, trabajador manual, que regalaba sus reflexiones a quien quisiera oírlas y que en una ocasión me dijo "Javier, teme a los viejos, porque no tienen futuro".
Una y otra frase me vinieron ayer al pensamiento cuando, en una entrevista que no llegó a interesarme del todo, más por la entrevistadora que por el entrevistado, tuve que dar por dicho que Felipe González apoya una hipotética coalición, ente PP y PSOE, para gobernar España, aunque la entrevistadora, una vez que obtuvo el titular, nos privó de conocer las justificaciones y matices que perecía querer introducir González.
Esa manera de entrevistar, atosigando al entrevistado, no es sino una especie de híbrido entre la entrevista propiamente dicha y la tertulia, sin apenas tiempo para la reflexión y el matiz, a mayor gloria de quien juega en casa y es, a la vez juez, parte y administrador de los tiempos. He de añadir en este punto que yo, que he respetado y admirado a Felipe González, le estoy perdiendo el respeto y, en gran parte, la admiración que le he tenido porque está claro que hace tiempo que no pisa la calle, porque hace tiempo que no se mide con la gente de verdad, hace tiempo que ya no alimenta su pensamiento más allá de hacerlo en selectas sobremesas o sesudos debates organizados por fundaciones de aquí y de allá, patrocinados por grandes empresas, a ser posible poderosas multinacionales, desconectadas de la realidad que vive la gente.
Que Felipe González se muestre predispuesto a esa coalición, en absoluto grande como la han bautizado, porque grande sería si fuese algo más que el club de defensa del bipartidismo que nos ha traído a donde estamos, pero ni lo es ni lo será si se constituye sólo con los dos grandes partidos y más ahora que ven en peligro su hegemonía, que, dentro de su mundo teórico, vea en ella una resurrección, tan hipotética como su mundo, de aquel consenso que una vez sirvió para este país no me extraña. Sin embargo, me indigna que, ahora que, desterrado el comunismo y el socialismo de la faz de la Tierra, han resucitado a los parias que los justificaban, Felipe González y no sé cuántos opinadores más pretendan envolvernos en un enorme pañal de falso consenso para que, a la sociedad, no se le escapen las caquitas.
Felipe González no sabe, mejor dicho, lo sabe, pero no le importa, porque lo dijo, que no se den comidas en los colegios. Felipe González no sabe o no quiere saber que la mitad de los jóvenes que nacieron bajo sus gobiernos no encuentran trabajo y que, a los que trabajan, el salario que reciben no les permite tener proyecto de vida alguno. Por eso se atreve a justificar -anoche no nos dejaron saber en qué circunstancias por qué- esa monstruosa coalición que acabaría alejando a los ciudadanos definitivamente de las urnas.
Felipe González, en la soberbia de su torre de marfil, no parece darse cuenta de que para su partido, que espero que aún sea el PSOE, después de un engendro como ese, no existe el futuro, entre otras cosas, porque sería la confirmación de eso que muchos, entre ellos yo, nos negábamos a admitir: que PSOE y PP son lo mismo.

No me imagino con qué cara y, sobre todo, con qué mensaje podría un candidato del PSOE volver a pedir el voto a los ciudadanos. Felipe González, como el jovencito Dr. Frankenstein de la película de Mel Brooks, pretende crear un ser perfecto a base de desechos de probados delincuentes, que es lo que parece quedar en uno y otro partido y difícilmente lo va a conseguir, por más que los grandes empresarios, su Igor de andar ppor casa, estén deseando que ese monstruo cobre vida, en un entorno de imposible paz social. Y es que el viejecito Frankenstein no sabe que, encerrado en su castillo, está jugando a ser dios y no parece darse cuenta de que la principal víctima de su delirio va a ser, y os aseguro que ya no me importa, su propio partido que, como el Pasok griego, pasará a mejor vida.  Lo único bueno del experimento es que, a la vista del desprecio para los ciudadanos que supondría, quizá resucitaría la izquierda, la verdadera izquierda. De momento, a Rubalcaba ya le han pitado los oídos


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viernes, 9 de mayo de 2014

A QUIÉN NO VOTAR


Qué cosas. Por primera vez en mucho tiempo lo único que tengo claro a la hora de unas elecciones, las europeas del domingo 25, es a quién no debo votar, a quién no voy a votar. Yo, que tan seguro he estado otras veces de mi voto, no tengo claro para quién será esta vez. Sólo tengo claro que no será para quienes reformaron sin consulta la, al parecer tan difícil de reformar, Constitución, para convertir en obligación el pago de ña deuda a bancos y especuladores, por delante de atender correctamente a enfermos, ancianos, niños y dependientes, por encima de que nuestros niños tengan al menos una comida decente, la del colegio, al día, por encima de que cualquier español, por humilde que sea su familia pueda estudiar, sin tener que trabajar o pasar penurias, mientras lo merezca, por encima de dar viviendas dignas a quienes han perdido la suya engañados por la banca con hipotecas abusivas, por encima, en fin, de cumplir el único sagrado deber de cualquier gobernante, que es el de cuidar de los ciudadanos.
Ahora, como decía mi abuela, pueden decir misa, pueden prometernos el oro y el moro, pueden tratar de engatusarnos, haciendo danzar serpientes ante nuestros ojos, y van a tratar de hacerlo, no lo dudéis. Pero son los mismos. Exactamente los mismos que para lo único que siempre tienen dinero es para las porras y las pelotas de goma de los antidisturbios, para las cuchillas de las fronteras con que pretenden aislarnos de quienes, huyendo de la pobreza, buscan una vida mejor, o para todo ese sofisticado armamento que nunca he sabido si necesitamos.
Son los mismos que se lo han llevado a manos llenas, entre otras cosas, para distinguirse de esos partidos pequeños que, para su mal, están más cerca de la gente y, por tanto, se parecen más a la gente. Son los mismos, en la izquierda y la derecha, han vivido todos estos años más preocupados de decir y prometer que de hacer, de sus sueldos o el color de los muebles de sus despachos que de que funcione el material de los hospitales y que quienes lo manejan estén pagados con dignidad. 
Sé que generalizar no es bueno, me lo dicen a menudo mis amigos, lo sé y yo mismo lo digo a cada instante.
Pero también sé que los partidos son saturnos, máquinas infernales que devoran a todo aquel que llega a ellos con buenas intenciones, sé que son como destiladoras que sólo dejan llegar al serpentín a quienes son iguales a quienes los dirigen o parecen dispuestos a serles fieles, dejando en la retorta cualquier atisbo de cambio. Y sé que, por eso, han convertido los foros de representación de los ciudadanos, los parlamentos, en un caldo uniforme e insípido, sin nutrientes, en el que sólo de vez en cuando aparecen "tropezones" con algo de verdad, capaz de ilusionar.
No, en esta ocasión no sé aún a quién votaré. Lo único que tengo claro es que votaré, porque aún conservo la esperanza de que el sistema funcione, de que la sociedad, ese gigante dormido, maniatado y amordazado en plena digestión, despierte y se libere de las ataduras, porque sé que cuando las ovejas se organizan, hasta el perro se asusta y porque también sé que esto no puede durar, salvo que lo que pretendamos sea acabar en el fascismo o en una revolución incontrolada.
Aún no sé a quién votaré, pero lo que sé es que no será a PSOE y PP, que han hecho lo posible para que este país esté como está y para que sus ciudadanos estén padeciendo lo que no merecen.

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jueves, 8 de mayo de 2014

DIGUEM NO


Escuchando la radio, nunca podré dejar ese vicio, me entero  de que Raimon, el cantante valenciano que en los sesenta y junto a otros jóvenes cantautores catalanes, vascos, gallegos y castellanos alzó su voz contra la dictadura que asfixiaba a toda España, está siendo objeto de recelos, cuando no de abierta hostilidad por haber dicho ante los micrófonos de Catalunya Radio algo tan sensato como esto "Yo no soy independentista. Está claro que lo que ha habido hasta ahora no ha funcionado, pero puede haber otras formas de estructurarse como país. Lo que es importante es hacer uso de las libertades posibles y poder votar, respetando a las minorías". Tal parece que hay quien no está dispuesto a conceder libertad de pensamiento y de expresión a quien, al igual que otros muchos, luchó por conseguir que la hubiera para todos.
Por mi trabajo, tuve en varias ocasiones la oportunidad de charlar con el cantante valenciano frente al micrófono y sin él y os aseguro que es un ser afable, tranquilo y reflexivo, enamorado de la música y la poesía y, cómo no, de la libertad y de la gente. Por eso me parece especialmente injusto que se haga el vacío o se ponga en duda su derecho a decir lo que piensa.
Curiosamente, a Raimon no le fue mejor con las libertades y la autonomía en Cataluña. Siempre existió un cierto recelo y, quien durante la dictadura fue un referente en la defensa de las libertades, apenas apareció en la televisión catalana. El mundo de la cultura catalana tampoco se dio prisa en reconocer el valor de su poesía y no fue hasta el pasado mes de marzo cuando la oficiosa Omnium Cultural le otorgó el Premi d'Honor de les lletres catalanes, casi medio siglo después de aquellos duros comienzos en que se cantar en catalán o en valenciano algo más que folclore suponía un serio riesgo.
Como muchos otros españoles,  aprendí mis primeras palabras en catalán o en valenciano, apenas hay más que una diferente pronunciación, esforzándome en comprender los textos de lo que ·de aquella manera" cantaba Raimon, Como muchos otros españoles, aprendí de memoria algunas estrofas de aquellas canciones, "Al vent", "Jo vinc d'un silenci", "El País Basc" o ese "Diguem no" que he tomado prestado para titular esta entrada. También he disfrutado y disfruto de la evolución de su voz, su música y su filosofía, expresada en sus últimos trabajos y, especialmente, en ese "Soliloqui solipsista". Y detrás de todas ellas, las de entonces y las de ahora, siempre he me encontrado con un hombre que buscaba la libertad, la paz y la belleza.
Por eso me duele enterarme hoy de que, quizá, los conciertos que ofrecerá estos días en el Palau de la Música, escenario totémico de la canción en catalán, van a ser víctimas de un cierto resquemor hacia quien se ha limitado a dar su opinión sobre un proceso que no considera la única alternativa para canalizar los sin duda insatisfechos deseos de plena realización de los catalanes. Me duele tanto que si estuviese en esa ciudad que tanto amo no faltaría, no lo dudéis, a la cita en el Palau, para arroparle.
Si me permitís una última reflexión, creo que a Raimon nunca se le ha perdonado la independencia personal de la que siempre ha hecho bandera, también que su origen valenciano y su amor por su tierra, cantado una y mil veces, ha despertado recelos suficientes como para no considerarle un "pata negra" del catalanismo.
Es muy injusto que ocurra esto, porque la libertad si no es para todos, no es libertad, es otra cosa.
Sería deseable que el amor a una tierra, una lengua o una bandera no nos cegase. Y sería bueno también que no se construyese la libertad de unos sobre el silencio de otros. Por todo eso, ahora y siempre, diguem no.


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