martes, 17 de diciembre de 2019

CÓMO ME ABURREN


Me encontré el domingo, mientras "cañeaba” con amigos, entre ellos un viejo y querido compañero, con una pareja de periodistas que viven por la zona y huían de los "llenos", a veces agobiantes, de los bares del centro. Paramos un momento en plena calle y, amén de comentar ese agobio que invade el barrio por estas fechas, hablamos del aburrimiento que acaba por causar una actualidad que se repite una y otra vez sin que se vea la más mínima salida a la situación de interinidad en que se ha instalado la gobernabilidad de este país.
Les comenté, especialmente a él, columnista, el tedio que me invade cada vez que me siento ante una página en blanco de este blog, obligado a escribir sobre algo que es siempre lo mismo, a comentar una y otra vez la misma jugada, con los mismos protagonistas, con sus mismos tics, sus manoseados argumentos, sus gastadas frases hechas para no decir nada y mantener el bloqueo, convirtiendo su frustración por no haber ganado las elecciones con caridad en la nuestra por no verles negociando de verdad un gobierno que nos saque de este bucle temporal que va ya para tres años y amenaza con hacerse eterno.
Me aburren y supongo que, como consecuencia de ellos, lo que escribo resulta aburrido, que es lo peor que puede ser un escrito, el trabajo de alguien que pretende seguir siendo periodista, así que acabo sufriendo y me veo hoy, como aquel personaje que escribía novelas sobre la imposibilidad de escribir novelas, escribiendo sobre la imposibilidad de escribir algo medianamente atractivo. Quizá por ello, le doy vueltas a la idea, lo comente con mi interlocutor del domingo, de que la culpa de casi todo lo que nos pasa la tienen el nacionalismo y el populismo, combinados o cada uno por su cuenta, nacionalismo, como forma de egoísmo que no quiere compartir lo que cree, casi siempre equivocado, que es exclusivamente suyo, o populismo que ofrece soluciones tan fáciles como imposibles a las miserias urgentes de los votantes.
Digo lo anterior porque nacionalismo y populismo están presentes en casi todas las consultas que se han producido en nuestro entorno en los últimos meses, por ejemplo, en Reino Unido, de momento diría yo, donde, a propósito de la salida de la Unión Europea, en las últimas elecciones ganaron los nacionalismos: el nacionalismo populista de Boris Johnson, el nacionalismo escocés o el nacionalismo galés, que también ha subido en los últimos comicios.
Aquí nos pasa otro tanto y lo que nos pasa se ve agravado por el hecho de que nadie trabaja con los mimbres que le da el resultado de las elecciones, sino recolocándose con ese resultado, para acometer las siguientes, autonómicas o municipales, que, para mi gusto y desafortunadamente, en este país se convocan demasiado próximas, con lo que la actividad política acaba convirtiéndose en una eterna campaña electoral que todo lo relativiza y lo aplaza, haciéndonos confundir hechos con promesas y, sobre todo, aburriéndonos y frustrándonos a partes iguales.
Por decirlo de una manera más gráfica, nuestros líderes acaban siendo los participantes en el famoso "Humor amarillo", en el que, para llegar a la otra orilla, van saltando de piedra en piedra, hundiendo unas, tomando impulso en otras, pero siempre salpicando y, en su caso, aburriéndome y cómo.

lunes, 16 de diciembre de 2019

CRECED Y MULTIPLICAOS


Poco a poco, gota a gota, como en el suplicio chino, Vox va dejando su impronta en los gobiernos que apoya, en esos gobiernos de centro derecha extrema que ayudó a conformar en Andalucía, Madrid o Murcia, sin ir más lejos, en los que los ciudadanos, pero, especialmente, ellas, las ciudadanas están siendo privadas del respeto y de los derechos de los que se habían hecho merecedoras, tras años de tenaz y dura lucha.
Son pequeñas medidas, apenas unos párrafos en leyes y decretos, declaraciones a favor o en contra de resoluciones que hasta hace meses se alcanzaban por consenso, como no podía se r de otro modo en ejecutivos que se dicen y se tienen por democráticos y homologables con el mundo al que creemos pertenecer, que, por complacer al socio incómodo, acaban por no adoptarse. Es la política de gestos que, como digo, va tiñendo con un barniz amarillento y rancio sus acciones.
La penúltima, seguro que ya habrá otra, porque los torpes descansan menos que los malos, ha sido la recuperación por parte de la Junta de Andalucía de una iniciativa tan ranciamente franquista, envuelta en el olor a naftalina de los armarios que no se han abierto en décadas, como la reinstauración de los premios anuales de natalidad, que sólo soy capaz de imaginar en las tinieblas de una sala de cine, en uno de esos nodos de obligado cumplimiento, con la rimbombante voz del locutor de turno.
Imágenes del dictador junto a familias inimaginables hoy, de hasta quince hijos o más, que se ponían como ejemplo para el resto de la población, ocupara entonces en sobrevivir a duras penas con dos o más empleos, familias en las que unos buenos "reyes" podían ser una unas cuantas naranjas o una muda nueva. Imágenes en las que "el caudillo" paseaba su barriguita entre niños de todos los tamaños peinados y vestidos casi todos igual, familias en las que la madre, madre esclava, sólo podía pensar en guisar limpiar, lavar y planchar, con la esperanza de "reclutar" cuanto antes a alguna de las niñas, nunca los varones, para atender al resto de la prole.
Cabía también la esperanza de que alguno de los niños recibiese "la llamada" y el seminario restase alguna boca que alimentar a la familia, o que alguno de los chavales entrase de aprendiz en la SEAT, la Pegaso o la Barreiros, para aprender un oficio con el que llevar otro sueldo, por pequeño que fuera, a casa. Estudiar era otra cosa, porque en esas familias, si eran humildes, el coste de los estudios era doble, porque a las matrículas y el precio de los colegios y el material, había que sumar la pérdida de esos pequeños sueldos que no llegarían a casa.
La de los premios era la política del estado generoso anteponiéndose al estado justo. El premio, por delante de la justicia social, por delante de las ayudas regladas por cada uno de los hijos, claro está, en una España sin anticonceptivos ni condones, en la que el aborto, clandestino y peligroso, sólo cabía en la mente de esas mujeres que dependían de un trabajo incompatible con el embarazo o con la crianza de un bebé.
Hoy la mujer tiene, al menos de momento, instrumentos para ser libres, incluido el derecho a decidir sobre su cuerpo, instrumentos que algunos, especialmente ese ultra centro derecha, quieren quitarles, porque una mujer que decide si quiere ser madre o no y cuándo, es más difícil, cuando no imposible, de dominar y porque las mujeres, más solidarias entre sí que los varones, acabarán por transformar la sociedad haciéndola más justa y más "habitable".
Por todo ello hay que evitar los premios que trata de reimplantar la Junta de Andalucía, premios que parecen señalar una senda a seguir, una senda que lleva hacia la quimérica gran familia de Chencho y el abuelo Isbert, en la que todos los papeles estaban adjudicados, pero que sólo era posible gracias a los sablazos que, día sí y día no, daban al "padrino" López Vázquez.
Hay que tener los hijos que se puedan criar con dignidad y, sobre todo, los que se puedan querer y, si la tasa de natalidad está bajo mínimos, hagamos españoles de pleno derecho a quienes quieren vivir y trabajar en España, demos a sus hijos las escuelas que merecen, porque su esfuerzo, hay ejemplos de ello, serán un estímulo para los nuestros. Por todo ello, premios no, justicia, porque si dios existe y dijo aquello de "creced y multiplicaos", lo que no dijo es cómo y la solidaridad en libertad es una manera tan buena o mejor que otras de hacerlo.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

GRETA


Sé que pisaré algún que otro callo por esto que escribo, pero me creo en la obligación de hacerlo, pero llevamos meses pendientes del árbol Greta Thunberg, sin que éste nos deje ver el bosque del abismo en el que nos `precipitamos desde hace años. Sé que lo fácil sería sumarse a la "gretamanía", hacerse fan de esta adolescente sueca que hace tres años decidió dejar sus clases los viernes para "plantarse", primero en solitario, acompañada por otros estudiantes en viernes siguientes, frente al parlamento sueco pidiendo acciones más eficaces contra la emergencia climática.
Es muy fácil y, a cierto punto eficaz poner el foco sobre esta joven a la que enseguida siguieron, priemero centenares, luego miles, de jobees y no tan jóvenes hasta convertir sus "viernes para el futuro en un movimiento seguido por centenares de miles de estudiantes en todo el mundo, que organiza manifestaciones y protestas en las principales capitales de los cinco continentes.
Todas esas manifestaciones, la peculiar manera de expresarse de Greta y su historia vienen ocupado minutos y minutos de telediarios, páginas y páginas, titulares y titulares en la prensa y en las redes que, lamentablemente, a menudo eclipsan los problemas que denuncia. Greta se ha entregado en cuerpo y alma a su causa y en apenas dos años se ha convertido en uno de los símbolos o, por qué no decirlo. en el símbolo de la lucha mundial en defensa del planeta.
Es positivo que una joven, representante de las generaciones que heredaran la Tierra sea tan visible, pero creo que quizá hemos echado demasiada responsabilidad sobre sus hombros, más en un mundo al que le encanta crear héroes para, a continuación, hundirlos. Demasiada responsabilidad para una joven a la que se ha convertido en interlocutor mediático sobre este grave peliagudo en el que los enemigos y las trampas están a la orden del día. Un interlocutor con una personalidad especial, casi patológica que le lleva a confundir la tenacidad con la obsesión y a imponerse metas imposibles a veces.
Os estoy hablando de su empeño en no contribuir al consumo de combustibles fósiles, que en el caso del transporte aéreo es evidente y todos, especialmente los turistas de fin de semana, deberíamos tomar ejemplo de ella. Sin embargo, cuando las cosas se llevan al extremo, corremos el peligro de convertir una causa justa y urgente en una comedia bufa. Todo, porque las apuestas de Greta llevan en su imposibilidad de cumplimiento la base de las críticas de quienes están deseando que fracase para, sobre su fracaso, proclamar el de toda la causa que defiende.
El cambio de sede de la cumbre del clima, prevista en Santiago de Chile, a Madrid le pillo en el continente americano, a miles de millas náuticas de España. Pidió ayuda para atravesar el Atlántico a vela y la consiguió de una pareja que se ofreció a llevarla a Lisboa en su precioso catamarán, pero la mala mar retrasó su llegada hasta ayer y, ahora, se enfrenta a su reto siguiente: llegar a Madrid en un medio de transporte sin huella de carbón, algo tan imposible como venir montada en el unicornio azul que cantaba Milanés y que en realidad eran unos pantalones vaqueros, imposibles en aquella Cuba, que, hoy lo sabemos, consumen miles y miles de litros de agua en su fabricación.
Así que, para cubrir los centenares de kilómetros que separan Lisboa de Madrid pidió también ayuda. Y la tuvo, porque el gobierno extremeño le ofreció dos coches eléctricos para llegar a la cumbre de Madrid. Pero Greta los rechazó por que usan baterías de litio, también contaminante y optó por el tren, quizá sin saber que un tren que una Lisboa con Madrid, rápido y limpio, es tan imposible como el unicornio, porque las líneas que comunican Extremadura con el resto del mundo están hechas de recortes y reliquias que, antes o después, o se averían o consumen gasoil. Eso, en el caso de que seamos tan inocentes como para creer que la electricidad que mueve los trenes no consume carbón o gas en su generación.
Finalmente, Greta estará en Madrid y, seguro, se dirigirá a los participantes en la marcha por el clima prevista para el viernes, en la que, de nuevo será la estrella, y más de uno, al menos yo, se preguntará cuánto han contaminado su viaje y el seguimiento mediático que se ha hecho de él. Sinceramente, creo que la odisea de Greta es en realidad un espejismo, aunque siempre servirá para que meditemos sobre los gramos de catástrofe que, con cada uno de nuestros gestos, vamos sumando hasta hacer de este mundo un lugar inhabitable.
Bienvenida sea pues Greta, como símbolo, nunca como agente o interlocutor en el debate, porque, para ello, aún le queda.

martes, 3 de diciembre de 2019

DESFACHATEZ O ESTULTICIA


La verdad es que no sé qué carta quedarme con el alcalde que nos ha tocado en suerte, mala suerte, a los madrileños. Uno podría pensar que lo suyo es maldad, maldad para impulsarse en el trampolín del egoísmo de unos cuantos, los que no son capaces de coger el metro o el autobús para ir a comprar un libro o un abrigo al centro, aunque implique horas de cola en la entrada de un parking, aunque con ello contribuya con esmero al envenene amiento del aire que es de todos, maldad para, con ese apoyo que ignora conscientemente el futuro de los niños a los que condena a vivir en una cámara de gas que mata poco a poco, pero mata, el resto de su vida, arrancar los votos de aquellos que sólo piensan en sí mismos y en el instante en que viven, para acabar con el gobierno municipal que, con sus luces y sus sombras, inició la transformación más radical de la ciudad que han visto los madrileños.
Fue una maldad recompensada, porque, a la estrategia de ese candidato, hoy alcalde, que pretendió hacernos creer que con su scooter de pijo podía quedarse atrapado en un atasco, mientras alguno de sus colaboradores grababa en vídeo sus lamentos, sumó la imprudente osadía de recurrir a Vox para sumar con ciudadanos los votos necesarios para desalojar a Manuela Carmena de la alcaldía. Maldad para dejarse agarrar por los cataplines por quienes no creen en la igualdad de los seres humanos, sin que importe de dónde vengan ni qué color tengan, no creer en la violencia machista que ha matado a más de mil mujeres desde que se lleva a cuenta, apara no creer en los derechos del niño, para no creer en la Constitución, ni en todos esos tratados internacionales que nos obligan a hacerlo.
Almeida, como un Fausto vulgar de este siglo, pactó con Vox, le vendió su alma a cambió de la vara y el sillón de alcalde, sin darse cuenta de que, desde ese momento, el ultraderechista Ortega Smith, el socio que eligió para llegar a un cargo que, a él, tan chiquitín y no sólo en estatura, le queda grande, muy grande, es el dueño, si no de sus pensamientos y discursos, sí de sus actos, marcándole el camino a seguir, so pena de que la vara de alcalde y todo el boato que conlleva y tanto e gusta, acabe desvaneciéndose en una moción de censura.
El alcalde chiquitín debe creer que no nos damos cuenta de que el grandullón de la clase, Ortega, le tiene acogotado. Cómo interpretar si no que pretenda haceros creer que envolver el belén que luce en el ayuntamiento responde, no a una presión de Vox, sino a una "tradición familiar" que ni yo, a mis casi sesenta y cinco años, ni ninguno de aquellos a quienes he preguntado, un hijo de guardia civil incluido recuerda. tampoco el ayuntamiento de Madrid, como la Casa del Correo, la sede de la Comunidad han tenido nunca banderacas tan enormes como las que, redundantes, lucen en sus fachadas en ese pique con los balcones catalanes, tan inútil como el de "pocas" luces entre el mismo Almeida y el alcalde de Vigo.
Creo que esos comportamientos son propios de un insensato y que la desfachatez del alcalde, en éste y otros casos que ya ha habido y habrá sin duda, no tiene límites. Porque qué otra cosa es intentar, ayer, hacerse pasar por ecologista en la cumbre del clima, cuando todos sabemos que sólo los jueces han impedido que el alcaldillo valiente desmantelase "Madrid Central" como había prometido en la campaña electoral y pretendió hacer al día siguiente se su investidura. Sí, es desfachatez, sin duda, pero es también estulticia, porque parece ignorar que las hemerotecas y nuestras retinas y oídos están rebosantes de imágenes y sonidos que a cualquiera con un poco de decencia o, al menos, dos dedos de frente le harían salir los colores, pero, desgraciadamente, no es el caso y, si Madrid ha visto descender significativamente sus niveles e contaminación no ha sido gracias a su gestión sino a la ordenanza de Carmena y a que, afortunadamente, vivimos en un estado de derecho en el que los jueces velan por que el último en llegar no eche abajo el esfuerzo de toda una legislatura, aunque no haya sido la suya.

jueves, 28 de noviembre de 2019

UNA OPORTUNIDAD PARA EL PP



No hace mucho Ronaldo Nazario, el futbolista brasileño que triunfó en el Barça y el real Madrid, se permitió dar un aconsejar a su maestro Pelé, cuando, ante las protestas por la subida de los precios del trasporte durante el último mundial celebrado en Brasil, el mítico jugador, demasiado entregado a la causa FIFA, se permitió criticar a quienes secundaban las protestas. Ronaldo, progresista él, mandó un contundente recado a su viejo y acomodado ídolo, "callado eres más sabio" dijo. Qué gran verdad, si el destinatario habla de más y olvida su lugar en el mundo.
Una frase que tengo presente siempre que alguien, sacando los pies del tiesto, habla por no callar o lo hace tratando de parecerse a su rival, como queriendo arrebatarle su discurso y, con él y en el caso de los políticos, sus votantes, algo que, junto a otras misteriosa causas, a Albert Rivera le costó el puesto y, a sus mentores, el partido.
Alguien ha debido decirle a Pablo Casado que en el silencio crece, porque lleva tiempo guardando silencio, poniendo por delante a su escudero Teodoro García Egea, quien, para desbarrar y teñir de zafiedad y facherío el discurso "pepero", se basta y se sobra. El silencio y la barba, dicho sea de paso, han ayudado a mejorar la imagen del siempre cambiante líder del PP, ultraconservador a veces y casi tolerante en otras. Callado es sabio y siempre le queda la posibilidad de renegar de Egea, su secretario general, si éste se columpia demasiado.
Sin embargo, hay momentos en los que el silencio no basta y estamos en uno de esos momentos. No basta con que Egea dé aquí y allá ni seguir callado mientras el amojamado Aznar coloca sus mensajes apocalípticos con su voz de ultratumba y su aspecto de conde transilvánico sorprendido por el sol. No basta, porque resulta evidente que a Vox no se le combate con sus mismas armas y porque los líderes de Vox, más torpes de lo que cabía esperar, se revuelcan en sus mentiras y sus tópicos sin el menor sentido de la realidad, poniendo en evidencia, también, a sus socios.
Acaba de ocurrir en el ayuntamiento de Madrid y no sólo en él, a propósito del boicot de los ultras a las declaraciones institucionales contra la violencia machista y, especialmente, ante el espectáculo tan lamentable dado por el aguerrido Ortega Smith, bloqueado ante la dignidad y el coraje de una víctima, como ella misma dijo, inmigrante, musulmana y feminista. El bochorno fue tal que el alcalde elegido con los votos de Ciudadanos y Vox, tuvo que "regañar" al botarate de Ortega, pero, a la hora de la reprobación propuesta por el PSOE, prefirió cerrar filas con la ultraderecha, quedándose sólo con ellos, frente al resto de grupos municipales.
Uno se pregunta, con todo el derecho, a qué viene la esquizofrenia del PP que un día compadrea con los energúmenos y otro les regaña, que, por la mañana, sostiene un discurso casi perfecto y, ya por la tarde, le salva el fino pellejo democrático que les cubre. Probablemente Casado piensa que basta con su silencio, que ya se apaciguarán los ánimos, y que, mientras tanto, ya le va bien mantenerse en el poder en los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas que perdió en las elecciones y que, sólo jugado la carta de coaligarse con Ciudadanos y blanquear el discurso y los votos de Vox, arrebató a los vencedores en aquellos comicios. 
Ayer, Ciudadanos se sumó a la reprobación de Ortega Smith, quizá porque viene caro que está lejos de su discurso y sus votantes también. Cosa distinta le ocurre al PP, que aún se cree propietario de la mayor parte de los votos recibidos por VOX. De lo que no es consciente es de que, con su silencio y su negativa a la condena, está alimentando al monstruo que, quién sabe, acabe comiéndose al PP en el futuro. De momento, ayer perdió su mejor oportunidad de alinearse con esa derecha europea que lleva años aislando a ese populismo nostálgico de tiempos peores que no es otra cosa que el embrión del fascismo. Ayer el PP perdió la oportunidad de borrarse de la foro de Colón que el mismo Casado propuso

martes, 26 de noviembre de 2019

LA TRACA DE VOX


Cualquiera que haya asistido en cualquier fiesta, y en este país hay muchas, al lanzamiento de fuegos artificiales sabe que comienzan con unos pocos cohetes, para, después, estallar en una apoteosis de fuego, ruido y humo, tras la que, poco a poco, todo se apaga y sólo nos quedan el olor a azufre de la pólvora quemada y el zumbido de los oídos. Luego, cada uno a su casa, a descansar o no, porque a la mañana siguiente, todo tiene que volver a funcionar.
Quiero creer que eso que tenemos tan interiorizado es lo que va a ocurrir con la cohetería de Vox que ayer, con la osadía mal calculada de Ortega Smith, comenzó a vivir el  final de su odiosa apoteosis o, al menos, eso es lo que deseo, con el "numerito" montado por el "aguerrido" concejal Ortega Smith que, acostumbrado a hablar para sus convencidos, se presentó ante un auditorio de concejales en el que estaban todos los partidos, no sólo sus socios, y, sobre todo, estaban quienes luchan contra la violencia machista que ellos niegan las víctimas de esa lacra social que Ortega y sus compinches se empeñan en negar.
No sé qué reacción esperaba el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid después de acusar a los presentes, víctimas y quienes las defienden, de vivir de "chiringuitos", pero tuvo la que merecía: el pataleo que puso sordina a su osadía pero cobarde discurso y la reacción valiente de Nadia Osmany, una mujer musulmana, inmigrante, feminista y víctima de la violencia machista, sentada en una silla de ruedas desde que su cuñado le "metió" tres tiros cuando trataba de salvar la vida de su hermana, a la que él estaba agrediendo.
Está claro que Ortega Smith no contaba con que, en territorio amigo o lo que él creía territorio amigo, le iban a sacar los colores delante de las cámaras y los micrófonos que grabaron el reproche a gritos que esta valiente mujer que ya una vez se interpuso entre las balas de su cuñado y su hermana, a su ya manoseado discurso de que todo es inventado, que todo es una exageración para quedarse con el dinero de las subvenciones, para montar esos chiringuitos, de los que viven las "feminazis" que tanto odian.
Ortega Smith, Vox, esperaba que "orinando" el acto en el que cada año se recuerda a las víctimas y se premia a quienes las defienden, extendería su territorio "machirulo" como viene haciendo cada vez que hay una convocatoria similar, arrancando o tapando con sus ofensivas pegatinas cualquier cartel con el que no comulguen, pequeñas victorias, al menos eso piensan contra lo que odian. Eso es Vox, una colección de resentimientos que, por excesivos, por fuera de lugar, por retrógrados, no caben en el mensaje del PP, aunque, está claro, sí en sus objetivos.
Llegados a este punto, creo que los votantes de Vox son una cosa, desde hooligans de la política, casi siempre de derechas, pro no sólo, a nostálgicos de un franquismo que, muchos de ellos, ni siquiera conocieron. Del mismo modo también creo que sus dirigentes son esa casta acomodada gracias a los privilegios de pertenecer a una clase, los Espinosa de los Monteros-Monasterio, ricos herederos de fortunas conseguidas vete a saber cómo a los que estorban todas las leyes, más las que persiguen la justicia social y la igualdad de oportunidades a la que la redistribución de la renta a través de los impuestos nos acerca.
Una descripción, la anterior, que bien podría encajarles a algunos dirigentes del PP, como también les encajaría, ahí está Ruiz Gallardón, el machismo paternalista que quiere acabar con la ley del aborto o la educación que ciudadana, porque no quieren la igualdad de derechos de las mujeres ni, mucho menos, la de los pobres. Ahí están los Quicos, los legionarios de Cristo, el Opus Dei y todas las sectas de misa dominical o diaria donde lavarse la conciencia y visitas al banco o el agente de bolsa, donde reside el verdadero objeto de su adoración.
Lo que ocurre es que, como dijo el sabio, se puede engañar a unos pocos todo el tiempo o alguna vez a todos, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Vox ha sido muy imprudente creyendo que su discurso lleno de falsedades iba a convencer a todos. Creyó que el crecimiento fulgurante de las últimas elecciones, ayudado por la homologación, interesada, pero homologación al fin ya la cabo, que PP y Ciudadanos le dieron en Andalucía, era algo más que una alianza circunstancial. Pero no se paró a pensar que su discurso tizna, que su discurso lo emponzoña todo y salpica a sus socios.
El descaro insolente y cruel con que ayer se dirigió ayer Ortega al auditorio se volvió indefendible, incluso para e alcalde del PP. Hoy el PSOE busca su reprobación en el pleno y espero que cada uno se retrate, colocándose junto a Ortega o frente a él.
Esperemos que en la traca de ayer Vox haya quemado la mayor parte de su pólvora y que, de aquí en adelante, todo el mundo sea consciente de lo que son capaces y obren en consecuencia

lunes, 25 de noviembre de 2019

LA "CARA B" DEL PP


Hoy lunes conmemoramos el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer y, ya a estas horas, hay en España una nueva víctima para sumar a la insoportable suma de mujeres asesinadas por algún hombre por el mero hecho de ser mujer y no aceptar que la sometan, la maltraten o la entierren en vida por él. Desgraciadamente esta nueva víctima, asesinada de madrugada en la isla de Tenerife, se llevará gran parte de los titulares de hoy, como la semana pasada se los llevó la actitud arrogante y obstruccionista de la marca no blanca sino negra del PP, empeñada allá donde se lo consienten en reventar unanimidades y consensos sólo para pastorear los votos de todos esos enfermos sociales que siempre se opondrán a lo que todos reconocen porque, quizá, es lo único que tiene para ofrecerles.
Recuerdo que en el mercado que hay frente a mi casa, un carnicero negaba tozudamente a quien quisiera escucharle la llegada del hombre a la Luna, sin otro beneficio que el de estar en boca de todos. Exactamente lo mismo que hacen quienes se empeñan en no reconocer la violencia contra las mujeres como problema o en atribuir todos los delitos que se cometen en España a los extranjeros, más si son menores.
Nos empeñamos en tratar de explicar el ascenso de la extrema derecha en España, en Europa y en el resto del mundo y encontramos explicaciones que son, a veces, bastante peregrinas. De ningún modo pongo en duda que el desequilibrio social consecuencia, no ya de la crisis, sino por la falsa e injusta salida que se le está dando, pero no me quedo con esa única causa. Está también la trivialización a la que se somete la información en nuestros días, a la falta de profesionalidad de quienes deciden qué se da y cómo se da en los medios, pensando más en "hacer caja" -todo al final es dinero, las audiencias también- y vendiendo el alma de la decencia profesional al más estridente, porque es el que asegura más caja.
Así crecieron los Jesús Gil y Berlusconi de hace años y así están creciendo los Salvini que aparecen por doquier en el mudo y también, qué nos habíamos creído, aquí en España. Pero no nos engañemos, toda esa gente ya estaba ahí, las más de las veces emboscada en otros partidos, tomando la sopa boba en algún escaño, en alguna fundación inexplicable o sentando plaza de "asesor" de alguno de esos líderes que, con ellos, con esos puestos o sueldos "ad hoc", crían y entrenan a sus sucesores, como un criador de perros selecciona y alimenta sus ejemplares. 
Pero, al final, como en el famoso éxito de Celia Cruz, "no hay cama pa' tanta gente" y los más listos se pasan con armas y pertrechos a lugares, espacios electorales, donde caliente más el sol y aparecen, como por encanto, no ya las sucursales, sino las "caras B" de los partidos, que recogen a los votantes desencantados del original, la izquierda y a la derecha que, negando lo evidente, sea la redondez de la Tierra o la lacra de la violencia contra las mujeres, para hacerse con esa parte del electorado que toman prestada de la casa madre, dispuestos a volver a sumarla cuando sea preciso, pero dejando claro que, al ser el complemento indispensable de la victoria, las condiciones, las reglas del juego, las imponen ellos.
Como habréis notado, no he nombrado lo innombrable, porque es evidente que no hace falta alumbrar más determinados anuncios, pero ¡cuidado! porque, a veces, las caras B acaban teniendo más éxito que las caras A.

viernes, 22 de noviembre de 2019

¡QUE VIENEN LOS RUSOS!


Ni la foto de EFE que ilustra esta entrada no está tomada en las calles de Cataluña ni su protagonista es un viejo independentista catalán. La imagen se tomó frente al consulado español en Moscú y quien aparece en ella no es otro que Vladimir Zhirinovsky, un líder ultranacionalista ruso -un Abascal ruso, para entendernos- sumándose a una manifestación a favor de la independencia en Cataluña, y esto, pue podría quedar en poco más que una anécdota, cobra importancia ahora que sabemos que la Audiencia Nacional investiga la presencia de "espías" rusos en Cataluña durante los días más crispados del Procés, al tiempo que sigue la pista de oscuras transferencias de bancos rusos que habrían acabado en el entorno del movimiento independentista.
Esto, que parece sacado de una novela de Le Carré, no sería del todo descartable, puesto que Rusia, una vez desaparecida la Unión Soviética y su influencia, con la caída del llamado "telón de acero", se quedó sin el poder que, durante la "guerra fría", le confería ser uno de los dos elementos del binomio Estados Unidos-URSS. 
Ahora, Moscú trata de recuperar esa influencia perdida en favor de China y su flamante imperio  económico tejiendo alianzas inexplicables y, sobre todo, desestabilizando países como el nuestro, echando mano de lo mejor que, al parecer, conserva de la herencia soviética, el KGB renovado, del que tanto sabe Vladimir Putin, una red de espionaje que, como la CIA, lo mismo acaba con quien Putin considera una amenaza, sea periodista, científico o ex espía, que "malmete" en los asuntos internos de algunos países, todo ello financiado por los bancos y las mafias rusas que con tanta eficacia han penetrado en Occidente, incluida España, sin olvidar la poderosa red de hackers rusos con connivencias o no con el estado ruso que lo mismo interfieren y secuestran los servidores de cualquier empresa que emponzoñan campañas electorales "troleando" a candidatos y difundiendo informaciones falsas o, como en el caso de Hillary Clinton, "robando" sus correos electrónicos para ponernos en manos de sus rivales.
Ese es su mejor caballo de batalla y, con él, consigue desequilibrar el poder en países que duermen en los laureles de su seguridad, como los Estados Unidos, llevando a la presidencia a un personaje tan imprevisible e inestable como Trump, al que ha convertido en su rehén, puesto que la información que tiene de él y sus chanchullos le han puesto a sus pies. Sabiendo esto, es fácil imaginar qué es lo que pretende Rusia en Cataluña. De sobra saben que una Cataluña independiente y al margen de la Unión Europea estaría dispuesta a caer en los brazos de alguien a quien debería tantos favores y que algunos dirigentes del procés, Torra y Puigdemont, por ejemplo, han dado síntomas, ambos, de ser tan inestables e imprevisibles como el propio Trump. Personajes que serían títeres en la estrategia rusa para recuperar la influencia perdida en el Mediterráneo.
Aquel "¡Que vienen los rusos!", una cursi comedia hollywoodiense, en la que, una vez superado lo peor de la guerra fría, se trataba de humanizar al enemigo ruso, nada tienen que ver con este "¡Que vienen los rusas!" de ahora, en el que, en lugar de un submarino en apuros, lo que nos llega es lo peor de la peor mafia y la inseguridad de que nada de lo que escribimos o leemos está a salvo de las manos y la mirada de los rusos.

jueves, 21 de noviembre de 2019

¿DEMOCRACIA?


Me recuerdo, con apenas veinte años, charlando con otros compañeros en la cafetería de la Facultad de Veterinaria, en los estertores de Franco y su dictadura, sobre algo que entonces apenas era una quimera que tocábamos casi con la punta de los dedos, pero quimera al fin. Hablábamos en largas conversaciones, frente a un pincho de tortilla, un botellín o un refresco, de democracia. Manejábamos panfletos imaginativos, generalmente de grupos anarquistas o afines que planteaban el sueño de una democracia "perfecta", en la que las decisiones se tomasen entre todos, mediante consultas a distancia, supongo que telefónicas, porque Internet, el instrumento que lo haría posible, sólo era un experimento compartido por tres universidades californianas.
Soñábamos con ello sin conocer su existencia, sin conocer, siquiera, la democracia, de la que apenas sabíamos nada, más allá de la rudimentaria con que nos manejábamos torpemente en las asambleas de facultad tan fáciles de manipular, al menos en aquella Facultad de Veterinaria, en la que las cosas inmediatas, la de cada día, enmascaraban los asuntos verdaderamente importantes.
Viene esta disquisición a cuento de la facilidad con que, ahora, en pleno siglo XXI, cuando gozamos de una democracia más o menos homologable, se recurre con demasiada frecuencia, para primarias o para pactos. se recurre con demasiada facilidad a las bases, con resultados que casi nunca difieren de los deseos de la dirección convocante.
Siempre que se introduce la informática sin garantías judiciales y, a veces, hasta con ellas, la limpieza de la consulta acaba siempre en entredicho, porque nada más manipulable o, simplemente, vulnerable que un ordenador o una red de ordenadores, que, para nosotros los profanos es apenas una caja llena de lucecitas, de la que siempre sospecharemos, mucho más, desde luego que del voto emitido en un papel y entregado a una persona de carne y hueso. Soñar con esa democracia perfecta, inmediata y universal en la España de 1975 era tan lícito como hacerlo con la de las urnas y las Juntas Electorales, pero hoy, casi medio siglo después, tengo experiencia en una y otra y tengo derecho a dudar de la primera.
Parémonos a pensar, tenemos experiencia en ello, en que el exceso de consultas acaba matando a la democracia, como al amor, de tanto usarla. Lo digo, porque estas consultas se convierten mucho más de lo debido en plebiscitos en los que el que pregunta sólo persigue que le den la razón o domar a los oponentes y estas consultas, a celebrar en más de un día, algunas, sirven -ocurrió en las primarias de Ciudadanos en Castilla León- para llenar de votos telemáticos fraudulentos la "urna" del candidato más afín al que controla el sistema.
Pensemos también en Suiza, país en el que difícilmente hay un fin de semana en el que, en alguna ciudad o algún cantón, no se consulte a los ciudadanos sobre cualquier cosa. Democracia perfecta, pensaríamos, y, sin embargo, La Confederación Helvética es un mastodonte burocrático en el que no hace tanto las mujeres no tenían derecho al voto y en el que la democracia se usa a veces para que unos vecinos se impongan a otros, a veces por verdaderas nimiedades.
Viene todo esto a la facilidad con que algunos partidos, tradicionalmente Podemos, ponen el dedo en el gatillo de la consulta, lo mismo para preguntar por un chalé que para hacerlo por un pacto, y que no siempre apacigua las almas, más bien al contrario, sino que impide el diálogo y el consenso que fortalecería el partido, y vuelvo a poner el ejemplo de Podemos, en el que aquel Vista Alegre II, más que unirlo, acabó partiendo el partido casi mitad por mitad y dando lugar a los sucesivos abandonos de los líderes perdedores y a la posterior aparición de escisiones rivales.
Quiero decir que quien convoca, sea Galapagar o sea un pacto de gobierno el asunto de la consulta se las arregla para no perder la razón en ella, por lo que quiere no es saber qué es lo mejor para el partido, sino recabar el respaldo de los militantes para lo que ya ha decidido hacer, prefieren, dándole un tinte democrático a lo que muchas veces no lo tiene.
Ahora es Esquerra (ERC) quien, por pura táctica, quiere someter a la consulta a las bases su posible apoyo al gobierno de coalición que proponen PSOE y Podemos, consulta a las bases, que no a los votantes, para saber qué hacer con esos votos, consulta con la que ERC pretende lavarse la cara frente a la apisonadora del PDCat y curarse de la mala conciencia que le produciría impedir por tercera o cuarta vez que un gobierno de progresista se ponga al frente de este país.
En fin, la democracia no siempre es buena, porque no siempre viene de frente y abusando de ella se corre el peligro, ya lo he dicho, de matarla, como al amor, de tanto usarla.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

"PEROS" RAZONABLES



Han pasado apenas unas horas desde que, ayer, se hizo pública la sentencia de los ERE andaluces y uno, yo al menos, se siente como varado en tierra de nadie, en medio de un fuego cruzado y violento entre el PP y el PSOE, los nuevos y los viejos gestores de Andalucía y España, un fuego cruzado, en el que el PP, especialmente el irreflexivo y faltón Teodoro García Egea, hacen una lectura política de la sentencia de la Audiencia de Sevilla, con otra sentencia, la del caso Gürtel que causó la caída y dimisión de Mariano Rajoy en las manos.
Según Egea, quién, curiosamente, no pone su cargo a disposición del partido, Pedro Sánchez, tan alejado del ayer condenado desvío de fondos del paro andaluz, como el mismo García Egea lo está de los tejemanejes de Correa y Bárcena en el caso Gürtel, el presidente en funciones y secretario general del PSOE no debe tardar ni un minuto en dejar el cargo en el partido y la presidencia del gobierno de España como, se sobreentiende, hizo Rajoy.
Del mismo modo, los corifeos a sueldo de Génova se empeñan en repetir una y otra vez en las radios, televisiones y periódicos en los que sientan plaza gracias a sus simpatías por los populares, que el PSOE ha sido condenado por financiación ilegal, cuando saben de sobra que ni el PSOE se sentó en ese juicio ni en él se investigaba una presunta financiación ilegal del partido. Es algo evidente, basta con leer, no ya la sentencia, sino únicamente el fallo, para ver que todos los condenados lo son a título personal y que Griñán y Chaves, las piezas de caza mayor que trata de cobrarse el "nuevo" PP se llevaron un sólo euro de los fondos malversados con su activa o pasiva colaboración. 
Es lo que probablemente ocurrirá con Esperanza Aguirre si, finalmente, se sienta en el banquillo por asuntos tan turbios como los que estudian los sumarios de las operaciones Púnica o Lezo o, incluso, la misma operación Gürtel, porque, aparentemente, Aguirre no se llevó un céntimo de aquello, pero si ganó no una sino varias elecciones al frente de un PP sobrealimentado con dinero público que, de una u otra manera, salió de las arcas públicas, no como fondos desviados, sino como sobrecostes rembolsados al PP en contratos y obras adjudicadas a empresas "amigas" del partido.
En el asunto de los ERE, lo mismo que en los de la Comunidad de Madrid hay drogas y putas de por medio, putas que en Andalucía buscaba, sólo uno de los condenados, el más zafio, a un "puticlub"o que se prometían en Madrid en volquete, medida usual entre quienes andan metidos en el negocio de la construcción. 
Se dice también que el fin de los condenados era el de crear una red clientelar con los ERE, algo así como crear bolsas de beneficiarios de sus ayudas que en un momento dado diesen su voto al partido que los propició. Seguro que ese, amén de suavizar despidos masivos y traumáticos en determinadas empresas, era el fin de las operaciones, pero me pregunto y me creo con derecho a ello, si prometer la gratuidad insostenible del abono-transporte a los mayores de sesenta y cinco años en la Comunidad de Madrid no persigue también una red clientelar, promesa insuficiente, por cierto, porque, para arrebatar el gobierno a la izquierda. necesitaron del concurso del inestable Ciudadanos y de la ultraderecha de Vox, una red clientelar, como todas las demás creadas a base de prometer rebajas de impuestos, tejida con la merma de ingresos y de impuestos que los ciudadanos, poco avispados y ambiciosos, acaban pagando en servicios indispensables como la Sanidad o la Dependencia por citar sólo dos.
Me preguntaba también ayer qué diría el independentismo de estas condenas, más de 68 años en total, frente a las de los responsables del "Procés", cien años por delitos flagrantes, delios son según el Código Penal, cometidos con luz, taquígrafos y letrados que les avisaron de la gravedad de su desprecio a las leyes o, por qué no, la palmaria corrupción de los Pujol y CiU ¿Es también fascismo la sentencia de ayer?
Como veis son muchos "peros", creo que razonables, pero la sentencia, espero, habrá sido respetuosa en sus "hechos probados" y sus "razonamientos". Si es así, sólo queda para los acusados el recurso a las instancias superiores y, en su caso, reconocer sus culpas y asumir el castigo que esas instancias determinen.

lunes, 18 de noviembre de 2019

EL INDEPENDENTISMO EN FASE ANAL


La teoría es más vieja que la república catalana, la elaboró Sigmund Freud y hace referencia al placer que experimentan los niños aprendiendo a controlar sus esfínteres, que el inventor del psicoanálisis sitúa en torno a los dos primeros años de la infancia. El niño, la niña, descubre la caca y el pis y aprende a controlarlo y es feliz cuando aprende a usar el orinal. Sin embargo, ocurre también que el niño, en ocasiones, llega a jugar con sus heces tal cual y, en años posteriores, comienza a sentir entre vergüenza y jolgorio con las referencias a la caca y al pis ¿Quién no ha escuchado el "caca, pis, culo, pilila" como himno de rebeldía infantil? 
Lo anterior, que mueve a la sonrisa cuando se refiere a los pequeños de la casa, llega a preocupar si quien alude a pedos y eructos es todo un presidente de un gobierno autonómico haciendo sorna de su comparecencia ante el tribunal que desde hoy le juzgar por haber desobedecido a la Junta Electoral Central cuando le conminó a retirar de los centros oficiales, incluido el Palau de la Generalitat, para respetar la neutralidad obligada ante los comicios.
Joaquim Torra -Quim es cariñoso y yo, cariño, no le tengo ninguno- aludió a la digestión de un plato de judías con butifarra que había comido fue preguntado por su comparecencia ante el juez, dando a entender que la respuesta podría a darla con el esfínter anal, lo que es una terrible falta de respeto al tribunal y, lo que es peor, a los ciudadanos catalanes le hayan votado o no. O sea, el "caca, pis, culo, pilila", pero con despacho y mando en plaza a los casi cincuenta y siete años que cumplirá, ironías de la vida, el próximo día de los inocentes. 
La fase anal de Torra no es más que el paradigma del peligroso infantilismo que parece instalado en el independentismo catalán, un paradigma, si se quiere, hasta "gracioso". Lo que ya no tuvo gracia fue la intervención de Nuria Martín, la representante de Arran, las juventudes de la CUP, la misma, creo recordar, que balbuceó como un niño a la puerta bloqueada de una facultad de la Pompeu Fabra, la negación del derecho a asistir a clase de los alumnos y que ayer, en TV3, tildó casi de egoístas a quienes protestan por barricadas y bloqueos, porque, según ella, son más importante la aspiraciones de libertad de  quienes cortan autopistas y vías de tren o cierran facultades que quienes quieren ir o volver al trabajo, ir al médico, llegar a casa para descansar o asistir a clase.
No conforme con ello esta portavoz de las juventudes del partido más radical del bloque que se ha hecho con el parlamento y el gobierno catalanes, el ariete del independentismo se dedicó a dar y quitar razones y derechos a los demás, porque la razón la tienen ella y los suyos y la razón se impone.
Estalinismo puro y duro, convenientemente mezclado con el infantilismo y la simpleza de quien no se ha plateado jamás que la razón y los derechos son también de los otros, tanto que negó el respeto a los derechos individuales, en el más puro estilo de la Unión Soviética o Corea del Norte, sin que nadie, salvo mi viejo compañero Rodolfo Irago, pusiese la más mínima pega al peligroso discurso de la "jovencita".
Hace tiempo que la causa del independentismo catalán se echó en brazos del activismo y si por algo se caracterizan los activistas es por su falta de reflexión y por su evidente rechazo al diálogo. A veces me pregunto que hubiera sido del "procés" si Artur Mas y los suyos, pillados con las manos en la caja y con un gobierno en quiebra, acuciado por el paro y los recortes, no hubiesen emprendido la huida hacia adelante por la vía del independentismo, qué hubiere pasado si, cuando vieron que los votos de CiU y ERC no bastaban para avanzar por él no hubiesen recurrido al radicalismo de la CUP.
Quizá estaríamos hablando de otra cosa o quizá de esto mismo, pero de otra manera, desde luego sin alusiones a la caca y a los pedos y sin que una joven sin experiencia alguna de casi nada pretenda cagarse de un plumazo décadas de nuestra historia y la del mundo y, de paso, las reglas con las que la convivencia se ha regido hasta ahora. Si esto es lo que nos ofrece el procés, la escatología de Torra y la simpleza, por ser generoso, porque estulticia sería más apropiado, de Nuria Martín, evidentemente el independentismo sigue en la fase anal.

jueves, 14 de noviembre de 2019

INDEPENDENCIA O BARBARIE


Hay dilemas y dilemas. Los hay razonables, como el que tuvo que vivir el genial Guillermo Cabrera Infante en su habanera infancia de infante difunto, en el que había que escoger entre la dosis proteica de una sardina o aprender a vivir en la oscuridad de una sala de cine. Está claro que Cabrera Infante optó por el cine frente a la sardina y, todos, debemos dar gracias por ello, porque, así, ese cubano de rostro achinado pudo aprender soñando, para, después, compartir su sabiduría y sus sueños con todos nosotros.
Otros dilemas, como el tan repetido y jocoso "susto o muerte", resultan infames, porque es evidente que nadie en su sano juicio escoge la muerte para evitar un susto, dilemas como el que se impone al torturado que, para evitar el daño y quién sabe si la muerte, debe "confesar", admitiendo delitos que quizá no tiene o delatando a compañeros que alimentarían el placer sádico e inútil del torturador, un dilema infame que nunca debiera plantearse, como nunca debiera plantearse el que proponían ayer los llamados Comités de Defensa de la República, con siglas compartidas con los siniestros Comités de Defensa de la Revolución, de los que supo Cabrera Infante, "Independencia o barbarie", como si una no cupiese dentro de la otra y como si la nueva arma de la "gen de pau" fuese ahora el  chantaje. 
Resulta doloroso comprobar como los activistas, la gente de acción, se han apoderado del alma y de los sueños de muchos de esos catalanes que aspiraban y siguen aspirando a hacer realidad sus ansias de independencia, arrinconando la razón y sembrando los caminos del diálogo con los mismos clavos y barricadas con que, desde el lunes y antes, vienen sembrando los caminos y las autopistas por los que miles de catalanes y no catalanes, van a trabajar, al médico, a ver a la familia o, simplemente, a descansar.
Hacerlo es fácil. Bastan unas decenas, a lo sumo centenares, de fanáticos, algunos bien entrenados para cortar una autopista y colapsar una frontera o, quién lo sabe, una región o un país entero. Es muy fácil, demasiado fácil, porque ellos saben lo que van a hacer y el resto confiamos en que nadie esté tan loco como para causar tanto daño a tanta gente ajena a su "guerra". Pero lo están y más aún quienes les dejan hacer y les alientan, los partidarios del "cuanto peor mejor", que esperan que, ante la violencia, la inseguridad y el desastre de los caminos cortados y las fábricas y facultades cerradas, el Estado, éste que para ellos y sólo para ellos encarna el mal, va a hincarse de rodillas, cediendo a lo que no puede ceder, porque representa a millones de ciudadanos de dentro y fuera de Cataluña que no soportarían la tiranía de unos pocos, por más que sean gente de acción escondida tras ese disfraz de la gente de paz, gente que levanta las manos ante las fuerzas del orden, oliendo todavía a la gasolina de alguna barricada o sucias del cemento de algún cascote.
El Estado no puede ceder ante la violencia, no lo hizo ante la sangre y el dolor de las víctimas de ETA y no lo va a hacer ahora. Es más fácil que los mismos catalanes se cansen de tanta barricada y tanto humo, de tanta huelga, de tanto bloqueo y de tanta mentira, es más fácil que la violencia, la barbarie, acabe volviéndose contra los que la producen y la consienten y, entonces, el dilema con que los CDR nos amenazan se resuelva él mismo sin aceptar ninguna de las premisas, porque nadie está dispuesto a admitir la una para conseguir la otra y porque, por ese camino, es más fácil llegar a la barbarie que a la independencia.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

PODER ERA QUERER


Sí, poder era querer. Poder formar un gobierno progresista en España consistía sólo en querer hacerlo. después de hacer el canelo durante meses, seis, para ser exactos, después de ver las orejas verdes al lobo del desencanto asilvestrado que cabalgan Abascal y sus amigos, han bastado veinticuatro horas para alcanzar un acuerdo que ha llenado de esperanza y alivio a más de la mitad de los españoles en edad de votar. No era tan difícil. Bastaba con ponerse a hablar sin vetos, pero también sin exigencias. Bastaba con pensar más en la gente que les necesita que en ellos mismos.
Para darse cuenta de que era lo que había que hacer, bastaba con ver y oír al casi siempre comedido Alberto Núñez Feijoo hablando del acuerdo en un receso de la reunión de la directiva del PP enfermo de sorpresa y desorientación, diciendo cosas que difícilmente diría sin arriesgar su fama de político sensato y equilibrado. Estaba claro que el "abrazo del comedor" había roto sus sueños, los del PP, de hurgar en el PSOE, como en otros tiempos, para dividirlo, para volver a desconectarlo de sus bases, convenciendo a González, en ausencia de Rubalcaba, de que lo mejor para el país sería la fusión de PP y PSOE, con los restos de Ciudadanos como palanganero, en la gran coalición que sueña el IBEX par amasar más beneficios aún, a costa del bienestar de la gente, agrandando la brecha ya de por sí
enorme que divide en dos mitades demasiado desiguales entre los que tienen más de lo que merecen y los que no tienen ni esperanza.
Bastaba también con ver el gesto sombrío de Pablo Casado, al que sucesivas carambolas han vestido de éxito sus fracasos electorales, desencajado al comparecer tras la reunión con los suyos, encarnando como nadie el papel de aquellos chuchos, por los que Don Quijote dijo aquellos de "ladran, Sancho, luego cabalgamos. Y es que Casado no tiene nada que ofrecer a los suyos, porque no llega ni de lejos a los resultados de Rajoy y porque ahora tiene a Vox, los cachorros asilvestrados que Aznar crío a sus pechos y que Esperanza Aguirre mantuvo a base de mamandurrias, a una treintena de escaños de sus resultados.
A mí me bastó con ver el alivio con que recibieron el acuerdo quienes tienen sobre sus espaldas un alquiler caro que puede serlo más, hasta que el sistema reviente y las calles se vuelvan tan inhóspitas como las de Barcelona y el chollo de los turistas de un par de días se acabe, el alivio con que quienes están en manos de banqueros sin escrúpulos, quienes ven a sus hijos expuestos a calles repletas de timbas electrónicas, quienes están enfermos o acabarán estándolo, a los que siempre les irá mejor en una sanidad pública que en manos de quirones privados. Me bastó con pensar que el gobierno que salga del acuerdo se debe a sus votantes y no a los intereses de empresarios vampiros que arrojarían a sus hijos a la pira, con tal de hacer caja.
Me alivió también la sorpresa de que el logro del acuerdo sólo se conociese apenas una o dos horas antes de firmarse. Me alivió también, por qué no decirlo, que todo se hiciese a espaldas de la prensa, que nadie metiese sus narices, dejándose utilizar o no, en la fulgurante negociación, porque este país, esta democracia, difícilmente podrían soportar otro circo como el de julio pasado.
Va a ser difícil, pero era necesario y, si son capaces de mantener la ilusión que ayer despertaron en muchos de nosotros lo conseguirán, porque, insisto, lo más difícil ya está hecho y porque ayer se demostró que para poder no basta con querer, pero querer, y en julio no lo fue, es imprescindible. Por eso insisto en que bastaba con querer y esta vez, por las razones que sea, a la fuerza o de buen grado, se ha querido.

martes, 12 de noviembre de 2019

¿QUIÉN PAGA TODO ESTO?


La idea, verdadera o falsa, justa o injusta, de que los catalanes son gente de orden que miran por el dinero, hay quien les tilda alegremente de "agarrados", está a punto de caer por tierra a causa de la loca carrera hacia el abismo en que se han embarcado. Lo digo porque nadie con dos dedos de frente puede pretender conseguir algo dando patadas en el trasero de la gente de la que dice buscar el apoyo.
Es muy difícil de entender que, provocando el desabastecimiento de fábricas y mercados, cortando las carreteras y las vías férreas, día sí, día no, cerrando las universidades o destrozando ciudades, sin conseguir nada a cambio, puedan aspirar a que se sume más gente a su causa.
Creo que va siendo hora de que la gente comience a hacer cuentas y a pensar por sí misma, a hacer algo más que seguir consignas y estrategias de quien se esconde tras un pasamontañas, una bufanda o una marca como la de "tsunami democràtic". Así no consiguen más que cansar a sus simpatizantes y desperdiciar energías que, bien encaminadas, por ejemplo, hacia una ambiciosa reforma del Esatut, podrían dar mejores resultados y, con ellos, la serenidad que viene necesitando Cataluña desde hace meses.
Después de meses de continuas movilizaciones, de reducir la actividad del parlamento y el gobierno de Cataluña, el pensamiento de los catalanes se ha manifestado en las urnas exactamente igual que lo ha venido haciendo en las últimas convocatorias electorales, sin moverse un ápice en el sentido de dar la razón a quienes pretenden la independencia de España. Demasiados esfuerzos y demasiado daño causado sin obtener nada a cambio, como para seguir creyendo que ese es el camino. Mucho ruido y ninguna nuez, porque hacer ruido, con cacerolas, piedras o canciones es fácil, pero si en el árbol no hay nueces o no quiere o no pueda darlas, de nada sirve el ruido salvo para cansar al que lo hace e incomodar al que tiene que soportarlo.
Dicen que con todas estas movilizaciones, incluido el bloqueo de la frontera con Francia, el tsunami ejercita y muestra su músculo, un músculo que, para ser mostrado en países democráticos como lo son España o Francia, no precisa de más que unos pocos centenares de personas, un músculo que, como el de los culturistas, no sirve más que para eso, para ser mostrado, y que conlleva el peligro de convertirse en obsesión, apoderándose del cerebro y la razón del independentismo. Sin embargo, y siendo esto así, cada gesto, cada "acción" es puntualmente seguida y retransmitida en directo a través del marco limitado de la pantalla de televisión, concentrando, reduciendo, las causas, las razones y sinrazones del conflicto en un cuadro de 6 x 9, en el que sólo caben los pocos que cortan la carretera, dejando fuera a todos los perjudicados y sus razones.
Los camioneros, con sus mercancías a cuestas, llevan horas bloqueados por unos cuantos coches, no demasiados, abandonados en la autopista a uno y otro lado con sus camiones a uno y otro lado de la frontera, perdiendo dinero y salud por una causa que no es la suya, sólo para que unos cuántos salgan en la tele, acompañando al diputado Llach en su canto de "L'estaca" que yo mismo cantaba, cuando había una estaca a la que estábamos "todos atados" y que, ahora que la estaca ya no existe, porque hay urnas y no hay razones, ya no suena igual.
En este punto y mientras los "bloqueadores" han sido desalojados de suelo francés y lo van a ser del tramo español de la frontera, me pregunto quién pagó la parafernalia de este bloqueo, el escenario desde el que cantó Llach, quién pagará las multas que espero cuantiosas por tanto coche abandonado en la calzada, quien pagará los daños y las pérdidas económicas causadas a los transportistas y a los viajeros, quién paga la residencia del prófugo Puigdemont en Waterloo, quien su carísimo abogado que comparte con narcotraficantes, quién los servidores desde los que montar una Cataluña tan virtual como la que prometen, quién las pancartas, quién los megáfonos, los avituallamientos, los urinarios llevados a la orilla de la calzada, quién las horas de trabajo perdidas.
 No tengo la respuesta, sólo la imagino, pero espero que acabe sabiéndose quienes se esconden tras el tsunami y las máscaras y no sólo eso, espero también que acaben pagándolo como merecen. Y, ya por último, creo que conviene recordar que tras los tsumanis, por muy democráticos que se crean que son, por ejemplo, éste, vienen los Fukuyimas.

lunes, 11 de noviembre de 2019

VENTAJAS DE UN DESASTRE


Dicen que quien no se consuela es porque no quiere y, a lo mejor, es eso lo que me ocurre, que quiero consolarme y por eso, en medio del disgusto, cabreo más bien, y la desolación, quiero consolarme y, para ello, busco síntomas, por pequeños que sean, de lo que debería acabar siendo un conjunto de cambios en el panorama político, que, desde hace años, estamos necesitando.
De todos esos síntomas, el más esperanzador, al menos para mí, es el de que, pese a tenerlo todo en contra, Más País la entrada en el Congreso y que la presencia de Errejón en la política nacional dice a las claras que la izquierda no tiene los límites en los designios Iglesias y "su" Podemos, sino que más allá de su intransigencia la izquierda sigue existiendo, con lo que excluir al PSOE y sus votantes de la izquierda, algo muy recurrente en Iglesias y los suyos, ya no resulte tan fácil, porque los votos de los electores que escogieron ayer la papeleta de Más País acabaron con la autoproclamada "pureza de sangre" de Podemos.
En cuanto a los tres escaños perdidos por el PSOE en estos comicios mal medidos por Sánchez y sus asesores, especialmente Iván Redondo, siempre son menos, en lo absoluto y proporcionalmente a su potencia electoral, que los siete que ha perdido el partido de Pablo Iglesias, partiendo de la tercera parte de los escaños que obtuvo el PSOE en abril, prueba evidente de que las urnas han castigado más a Iglesias el bloqueador que a Sánchez el presunto intransigente, dejando claro que las negociaciones de julio tendrían que haber acabado de otro modo.
Tiempo hay ahora de rectificar y tiempo para que lo poco que queda de democrático en Podemos, tiempo para que en Podemos alguien sea capaz de mirar más allá de los intereses de Iglesias o para que el dios de los estalinistas ilumine a quien se cree el más listo de la clase, haciéndole ver que él y sus fieles no trabajan para el partido sino para la gente, que, como se vio ayer, ya se está cansando.
Mirando a la derecha, me consuela como no podéis imaginaros el hundimiento de Ciudadanos y de su líder, Albert Rivera, felizmente dimitido, quien, con sus apariciones y desapariciones, con su mala costumbre de atarse a vetos suicidas, con sus estrategia de presentarse como el adalid de la derecha más dura, no sólo dejó a  la mayor parte de sus votantes con la sensación de haber sido estafados y  huérfanos de líder, sino que fue uno de los principales actores del proceso que desembocó en las elecciones celebradas ayer. No sé en qué pensaba, si es que pensaba en algo, cuando entro en ese delirio mercadotécnico, lleno de actos absurdos de provocación, reventando la convivencia, en Cataluña y en el resto de España, buscando un cómodo martirio, rodeados de policías y escoltas, una estrategia en la que la mosquita muerta que, dicen, podría sucederle, ha sido una pieza fundamental.
Ciudadanos ha pagado eso y ha pagado haber sido la argamasa con que el PP construyó la autopista por la que, partiendo de Andalucía y pasando por Madrid, ha llevado a Vox a tener 52 resultados y a poder recurrir, por su cuenta y riesgo, sin necesidad de apoyos externos, al Constitucional cualquier ley que les venga en caga, reeditando aquella estrategia puesta en marcha por Federico Trillo en el PP de Rajoy que desencadenó, entre otras cosas, el principio del fin de la convivencia en Cataluña.
Pese a todo, prefiero a Vox sin máscara ni ambages, antes que a un Ciudadanos como pollo sin cabeza, del que nunca nadie podría acabar fiándose, porque su líder, ya dimitido, después de hacerse con el poder absoluto en el partido se convirtió en uno de los personajes más inestables, bipolar diría yo, de la política española. 
Ahora Vox ha venido a ocupar el lugar de Vox, dejando al PP sólo y sin coartadas, a expensas del partido de Abascal, los de a caballo y los arquitectos falsarios, que, antes o después, se lo acabarán merendado. El consuelo es doble, porque Vox, como Nuevo Amanecer en Grecia, acabará siendo, en cuanto tenga que actuar y se descubra, apenas un fogonazo que hizo ver a una parte del electorado fantasmas inexistentes, despertando a otros que estaban felizmente dormidos.
Lo que está por venir va a resultar apasionante y, si personajes como Iglesias. acostumbrado como Rivera, a purgar y manejar el partido a su antojo, acaban viéndose en su espejo, triste final incluido, aprenden la lección y aflojan las riendas, para permitir, pensando en el país, la gobernabilidad que desde hace años está necesitando.
Ya veis, quizá porque lo necesito, soy capaz de ver ventajas en el desastre de ayer. Espero no ser el único para que los españoles, la gente de carne y hueso y sus problemas, pasen a ser el verdadero objetivo de la política y los políticos.

jueves, 7 de noviembre de 2019

MI PUTO PAÍS


Mi país, entonces mi puto país, fue un país de estaciones repletas de maletas de madera y cartón, de gentes con tarteras envueltas en pañuelos y bocadillos envueltos en papel de periódico, en manos de gentes que dejaban atrás hambres, desprecios y miseria, en la tierra del amo, gentes que apenas con un oficio aprendido deprisa y corriendo, sin el idioma, cruzaban asustados fronteras, una tras otra, de día y de noche, dormitando, si el lógico miedo al rechazo lo permitía, para comenzar una nueva vida lejos de la que había sido, como una mala madre, su tierra o para apuntalar la casa y la familia que dejaban con remesas de divisas que se quitaban de su bienestar, renunciando a ropa buena, comida decente o una cama confortable sin el olor a pies o el cansancio triste del compañero.
Las gentes de este puto país se marchaban a Alemania, a Holanda, a Francia o vete a saber dónde, para tapar agujeros en la economía familiar, para comprar una lavadora para la madre de manos retorcidas por el reúma, para que de vez en cuando entrase un pollo en casa o para que el pequeño de los hermanos pudiese terminar la escuela que ellos no pudieron terminar. Enfermos de nostalgia, si las cosas iban bien, regresaban a España, que entonces era una y grande, pero no libre, y, además, pobre, para curarse la nostalgia por unos días, regalando y presumiendo de lo que por aquel entonces eran como las maravillas del libro de Marco Polo. Volvían por unos días, como vuelven los reyes magos, cargados de regalos, aunque difícilmente podían hacerlo todos los años, y contaban historias de lujo y modernidad en bares de pueblos resecos, helados en invierno e infernales en verano, o a la puerta de una digna casucha, qué contradicción, construida a la orilla de cualquier gran ciudad.
Ese era el puto país que me vio nacer, poco o nada distinto, más allá del clima y la distancia, de todos esos putos países, desde los que hombres y mujeres de más allá del mar, en avión o en patera, llegan a España, muchas veces trayendo a los hijos, para darles una vida mejor aquí o en su tierra, para que pudiesen estudiar, porque nadie como quien no puede tener estudios es capaz de apreciar el valor que los estudios tienen.
Vienen a construir la casa de gilipollas como ese Arturo que, en un autobús madrileño, insultó y golpeó a una de ellas, a cuidar de su jardín, a entregarle los paquetes, jugándose la vida entre el tráfico, a  preparar la comida y cuidar de él o sus hermanos, a limpiar el culo de los pequeños y los mayores, porque a Arturo, tan digno él, le daría asco hacerlo, a pasear con los abuelos, cuidarles y darles conversación, para que no olviden quienes fueron, porque ni a ellos ni a sus padres les viene bien pasar mucho rato con los "viejos" y, mira lo que son las cosas, consideran que este país que están ayudando a construir y enriquecer es un poco, mucho diría yo, suyo.
El tal Arturo, un pijo de cualquier barrio pijo de Madrid, no puede soportar que esa mujer que seguramente venía de trabajar de su casa o de otras casas como la suya, tenga los mismos derechos que él, bien alimentado y encaprichado desde la infancia, y no se le pueda exigir, como probablemente en casa, con papá y mamá, que se levante del asiento del autobús para dejárselo a su culo de señorito. Y, si no se lo cedió, fue porque esa mujer era con toda su dignidad merecedora del mismo respeto que tu y que yo, porque, como dijo con orgullo, este es también, puto o no, su país.
Su salvaje agresión y sus despreciables gritos, en los que no faltaron el machismo, el clasismo ni la xenofobia racista, sólo se justificaría si padeciese una enfermedad mental, que lo parecía, o estuviese bajo el efecto de alguna droga, aunque me temo que lo único que tenía era falta de humanidad y de información. Por eso, para su bien y el muestro, espero que le identifiquen para que responda de tan poco civilizada actitud, porque el país en que vivimos ya no es el puto país del que yo y muchos otros venimos y al que demasiados arturos, en francés, en alemán o en inglés, nos mandaban en cuanto no les gustaba nuestro aspecto o nuestro acento. Por eso, para no volver a él, para que no nos devuelvan a nuestro puto país de entonces, tenemos que ser intolerantes ante cualquier "arturada" que se cruce en nuestro camino y tenemos que esforzarnos en explicar a todos estos gilipollas, aunque sólo lo sean por falta de información, de qué puto país venimos y que este país, puto o no, es también el país de quienes trabajan para sostenerlo y hacerlo mejor. Eso y no votar nunca a quienes votaría el imbécil de Arturo, que ya supondréis quien es: Vox

martes, 5 de noviembre de 2019

ANOCHE, YO VOTÉ A MONTALBANO


Lo mismo que en los minutos finales del franquismo, los españolitos que estábamos en edad de ello, gritábamos aquello de "menos mal que nos queda Portugal", yo, anoche, podría haber gritado con la misma convicción "menos mal que nos queda la 2". Y menos mal que teníamos una cadena nacional sin cortes publicitarios, en la que no se daba en directo el soporífero debate electoral, en el que, como en una danza de cortejo dirigida a sus votantes, cada uno de los candidatos, desde Abascal a Iglesias, pretendieron aparecer como más alto, más listo y más guapo que el resto.
Lo intenté, os juro que lo intenté, pero apenas duré el primer bloque del debate, el dedicado a tratar de la cohesión del Estado, eufemismo de eso de lo que llevamos semanas si no meses hablando: de Cataluña. Lo intenté, pero duré sólo hasta la piedra de Rivera, que parecía no haber escarmentado de ridículos pasados, llenando el atril de cacharros y rollitos de papel, más feliz que un colegial al que han premiado con sobresaliente alguna de sus manualidades.
Ahí no pude más y me pasé a Montalbano, porque me gusta Sicilia y me gustan el ritmo lento, los cafés en la terraza, junto a la playa, y las comidas tranquilas en un pequeño restaurante frente al mar.
Me encanta Montalbano, porque encarna a la perfección a los polis italianos, al menos a los de la unidad antimafia y antiterrorismo con los que me cruzaba cada mañana en Vía Giulia de Roma, todos rapados, con sus camisas entalladas y un aire de elegante chulería de marca.
Montalbano, el personaje de Andrea Camillieri, y sus crímenes casi rurales, pero no del todo rurales me entretuvieron como jamás me hubiese entretenido un debate que se suponía me debería interesar y que me pareció un examen de unas oposiciones a las que me presentase por cuarta vez en dos años sin la más mínima esperanza de conseguir aprobarlas.
Lo poco que vi del tedioso debate, más lento y aburrido que un paso de semana santa en Castilla y lo que he escuchado esta mañana, bendita radio, me ha servido para confirmar que iban todos contra el candidato socialista, que Casado y Rivera se dieron la leña que no quisieron dar, tampoco PSOE ni Podemos, a Vox y que Pablo Iglesias no dudó en "pasarse al enemigo", lanzando también sus puyas a Pedro Sánchez, mientras intentaba hipotecarle, tratando de forzarle a revelar sus posibles socios de un hipotético gobierno, algo que entraba en contradicción con su machacona afirmación de que el PSOE gobernará con la derecha.
No vi ese debate en bucle, porque, pese a la presencia de Vox, el debate fue el mismo de abril, y no me arrepiento de ello, porque las conclusiones de quienes sí lo vieron son las mismas que yo mismo presuponía. Todos, salvo quienes están a sueldo de los candidatos, se aburrieron. Nada de lo dicho en él sorprendió a nadie y no creen, como yo, que ese debate cambiase el voto de nadie.
Está todo tan medido, tan "bloqueado", que el diálogo, no digamos el enfrentamiento, entre candidatos, tan revelador él, no se produce. Está todo tan encorsetado que extraña que no faciliten a los candidatos un palito, a ser posible con una manita en el extremo, para que se rasquen, aburridos, bajo los focos. Creo que este país no podrá soportar otro bodrio como el de anoche que, en mi opinión y por lo poco que vi, hizo más por la abstención que por la participación entusiasta de los votantes. Lo más preocupante es que todos, hasta la izquierda, perdonaron la vida a ese maniquí de Abascal que fue colocando, mentira sobre mentira, sus mensajes contra las mujeres libres, contra los inmigrantes y contra todo lo que no conoció don Pelayo. Entiendo que al PP y Ciudadanos no les interesaba molestar a su leal socio y me consuela pensar que a la izquierda, PSOE y Podemos, les interesa un Vox rampante, para que reste votos y escaños al PP y para que despierte de una vez a sus votantes.
Espero que después del bodrio y sus consecuencias el domingo no haya que repetir elecciones, pero, si es así, ojalá sigan estando Montalbano en la 2, ante un plato de buen pescado, con un buen vino frente al mar de Sicilia.

lunes, 4 de noviembre de 2019

EL DESBARRE ELECTORAL


Cuesta trabajo creer que haya otro país más cutre a la hora de desarrollar campañas electorales, En ellas no se tratan los temas que a la gente realmente le interesan. De lo que se habla es de lo que los medios, especialmente las televisiones, acuerdan que preocupa a los electores, aunque luego, en los sondeos, esos asuntos estén en el furgón de cola de las inquietudes de la población.
Nos mienten las teles y nos mienten los candidatos que se inventan las intenciones de los otros candidatos, echando a un lado la realidad y acomodando su falsa verdad a sus propios intereses y lo que han decidido que son los intereses de quienes creen que son o pretenden que sean sus votantes.
Así, Pablo Casado se permite presumir de haber hecho una excursión al cerebro de Pedro Sánchez, al insinuar, como hizo ayer mismo, que el presidente acomodó la convocatoria electoral a la publicación de la sentencia, porque le interesaba la violencia en Cataluña, para aparecer envuelto en la bandera y con la porra en la mano. una traición del inconsciente de Casado que, con toda seguridad, evocaba al decirlo al último ministro de la porra de su partido quien, el sí, hace dos años sembró de porrazos y de cargas injustificables la geografía catalana.
En otro rincón de la derecha, sus socios de Vox, a pie o a caballo, desbarran también, gritando a los cuatro vientos sus descomunales mentiras, de juzgado de guardia la mayoría, con el único fin de sembrar el miedo y el odio en las cuatro esquinas de España, atribuyendo, muy al estilo Le Pen o Trump, el gasto social al mantenimiento de los emigrantes "vagos y delincuentes", haciendo de la lectura de una presunta lista de subsidiados, casi todos ellos de nombre árabe, el numero estrella de sus mítines o amenazando en plano debate televisivo con ilegalizar el PNV o con detener a Torra, cuando todo el mundo sabe o debería saber, especialmente alguien que presume de militar o de abogado, sin haber brillado en ninguna de ambas actividades, que esas son decisiones que se toman en los tribunales y con todas las garantías y no por reyezuelos envalentonados como parece que ellos serían  si los votos no lo impiden.
En el otro rincón del cuadrilátero, Pablo Iglesias y su compañera Irene Montero siguen jugando con el electorado de izquierdas, afirmando, ni siquiera lo insinúan, que Pedro Sánchez pactará con Pablo Casado, permitiéndose incluso interpretar los deseos de los militantes socialistas y olvidando con descaro la gran decepción que supuso entre los de Podemos, votantes que no "inscrito", que asistieron tristes e incrédulos a los cuatro noes de Iglesias a Sánchez a la hora de formar un gobierno progresista.
Nos queda Sánchez, en el centro del ring, parando os golpes de unos y otros, aquí y allá, asistiendo a la esquizofrenia de Esquerra que unas veces parece el más abnegado de los bomberos, apagando el fuego de la unilateralidad, barricadas incluidas, soportando las acusaciones de botifler, unas veces y prendiendo mechas irresponsablemente, otras, como queriendo no quedar atrás en esa irresponsable subasta de sueños y sentimientos en la que se han embarcado los independentistas.
También está Albert Rivera, pasado de vueltas, como siempre, dando pedales en el vacío como esos acróbatas de la jaula esférica de los circos, capaces de caer a plomo desde lo más alto por su mala cabeza, seguido de toda una corte de aduladores que, por puro egoísmos nunca se han atrevido a decirle que, como rey, estaba tan desnudo como empezó su carrera. Un Rivera que, en un intento desesperado de desviar la atención de su fracaso, aparece ahora con un perrito, como si de una rancia Herta Frankel sobre fondo naranja se tratase. Vamos, peor aún que ese lamentable Vamos Ciudadanos que nos regaló en la hasta ahora última campaña.
No me olvido, claro, de la dignidad del representante del PNV, Aitor Esteban ni del esfuerzo de Íñigo Errejón, un esfuerzo digno de mejor escenario, lleno de propuestas positivas, que una y otra vez me lleva a lamentar que la materialización del 15-M quedase en manos de Pablo Iglesias y no en las suyas.
Estamos, en fin, ante un nuevo desbarre electoral que nos llevará de nuevo a una pesadilla o, quién lo sabe, a una salida digna si es que los “demoscopistas” se equivocan, cosa difícil, al menos todos a la vez.

jueves, 31 de octubre de 2019

PUEDEN CONTAR CONMIGO


A estas horas, cuando ya sabemos con una certeza casi absoluta que todos esos carteles pegados en barrios madrileños con inclinación a votar a la izquierda, carteles en los que se empuja a los votantes que pudieran estar desengañados por el PSOE o por Podemos a dejar de votarles, están pagados por personajes claramente conectados con el Partido Popular, a esta hora sólo puedo acordarme de esos días convulsos de mediados de los setenta, cuando los GRAPO sembraban el terror, trabajando en contra del control que la izquierda, el Partido Comunista principalmente, estaba tomando de la calle, a través de los movimientos vecinales y obreros. Recuerdo claramente como el bulevar de Vallecas apareció cubierto de octavillas nada clandestinas en su formato, apenas les faltaba el registro del depósito legal y el nombre de la imprenta, en las que se pedía el apoyo al no menos sospechoso PCR, Partido Comunista Reconstituido, octavillas que más que sospechosamente se habían sembrado en las mismas narices de los "landrovers" de los grises.
Por qué aquello me recuerda a esto, os preguntaréis, porque el escenario de ambos hechos es más o menos el mismo y, sobre todo, porque el fin que persigue es idéntico, desconcertar a los simpatizantes de la izquierda, apelando al purismo o a la radicalidad tan "resultones" en ese sector de la población, buscando la dispersión del esfuerzo o, en todo caso, su desmovilización. Dudo que aquellos panfletos sirvieran para algo hace cuatro décadas y dudo que, una vez descubiertos, sirvan para algo estas campañas en las calles o en Facebook. Lo dudo, pero no me conformo con dudarlo, porque creo que cosas como estas se deberían castigar y que el promotor debería pagar por ello.
De momento y a la espera de que la lentitud de la justicia acabe castigando a los responsables, dentro y fuera del PP, creo que deberíamos arrancar con rabia esos carteles o exigir a los ayuntamientos que lo hagan, pero creo que de donde deberíamos arrancarlos es de nuestra conciencia y de la de nuestro entorno, haciendo ver a amigos y familiares que, dado que si el PP es capaz de gastarse el dinero que se ha gastado en esta falsa campaña y capaz de arriesgarse a una remota sanción de la Junta electoral, quienes creemos que el PP, con sus regalos fiscales a los ricos y sus recortes de servicios y derechos a todos los demás, no debería volver a gobernar en España, como nunca debería haber conseguido el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, quienes no queremos que se vuelvan a pisotear nuestros derechos ni agrandar la desigualdad en nuestro entorno, deberíamos reafirmarnos en lo que votamos y queremos volver a votar, porque lo que persiguen es arrancar nuestros votos, aunque sean unos pocos, para alterar el resultado y propiciar otra vez que Vox decida y condicione el futuro de nuestras vidas.
No les hagamos ese regalo y no nos quedemos en casa. En Andalucía lo consiguieron y por eso Juan Manuel Moreno Bonilla, con los peores resultados que nunca haya tenido el Partido Popular allí es ahora presidente de Andalucía, con el apoyo de Ciudadanos y, lo que es peor, Vox.
Muchos, demasiados, votantes de izquierda andaluces "se la cogieron con papel de fumar en aquellas elecciones. No repitamos la exquisitez ahora y aunque creas que los errores pasados justificarían una abstención no cometas tú el error de posibilitar un gobierno de derechas, con unos cuantos votos de menos a la izquierda lo conseguirían, por eso, aunque sea tan tentador, castigarles con tu abstención, aunque ese "no contéis conmigo" sea tan sugerente, piensa por un momento lo que supondrían otros cuatro años con el PP y sus socios. Yo, pese a todo, digo alto y claro que "pueden contar conmigo". otra vez.