miércoles, 30 de septiembre de 2015

LIDERAZGOS



Parece que los tiempos no son los mejores, si no para los liderazgos, sí para los líderes al viejo estilo. La lucha despiadada por el poder dentro de los partidos, como el sueño de la razón, que decía  Goya, produce monstruos y, en cuanto vienen mal dadas o, por el contrario, cuando la gloria parece cercana, aparecen los "pepito grillo" y los díscolos que tienen el diagnóstico y la receta para todos los males de su partido, un partido que, a veces, han hundido ellos mismos.
Nos lo ha demostrado José María Aznar, que, desde su gabinete de FAES, nada que envidiar al del siniestro Doctor Caligari, anda "echando una mano" al partido que preside honorariamente, en forma de patadas en el ya maltrecho culo de Rajoy, el mismo que bendijo como todopoderoso sucesor, el que perdió, como él, dos elecciones, antes de llegar a la Moncloa, más que por méritos propios, por los deméritos de Zapatero.
José María Aznar ha hablado como un Zeus tomentoso y ha lanzado sus rayos contra la dirección de su partido al que dice ver peor que nunca y los ha hecho en un mal momento, el peor, porque a menos de tres meses, de unas elecciones generales, nadie osa abrir la boca, al menos en púbico, porque nadie quiere correr el riesgo de ir bien colocado en unas listas en las que el orden va a estar más reñido que nunca. Lo paradójico es que Aznar tiene razón, porque el PP, acosado por la corrupción, la sangría de votos, los batacazos electorales, la falta de ideas, su desconexión de la calle y en manos de un líder cobarde y simple, instalado desde hace meses en el peor de los ridículos, nunca ha estado peor. Tiene razón, pero n tiene buenas intenciones, ni para el PP ni para España. Tiene razón, pero, descalificando así a su delfín sin proponer soluciones o alternativas, tal parece que estuviese preparando su regreso.
Sin el dramatismo del PP, donde ya se huele la sangre y se escucha afilar los cuchillos, en el PSOE tampoco corren buenos tiempos, pese a que el desastre del PSC en las elecciones del domingo no ha sido tan terrible como algunos pronosticaban y vuelve a hablarse del partido como receptáculo del voto útil de la izquierda, sigue desorientado y enredado en un lío de banderas y una competición, así lo parece, por ser más español que nadie. Lo ha dejado claro Susana Díaz, que no ha tardado ni dos segundos en reclamar un liderazgo que devolviese a los españoles a los tiempos, en clara alusión a Felipe González, en los  que, según sus palabras, se reconciliaron con su pasaporte, como si quisiese marcar distancias con Pedro Sánchez con el que vino a hacerse la foto de familia tras las catalanas.
Liderazgos endebles que se inflan y se desinflan en meses, semanas o días. Y, para ello, no hay más que fijarse en un Mas triunfador abatido en sólo unas horas, las que tardo en comprobar que no tenía por sí sólo la mayoría necesaria para repetir presidencia y resucitado de entre sus cenizas, una vez que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña le ha otorgado la palma del martirio al señalarle como imputado por la consulta de hace meses,
Liderazgos que iluminan como bengalas y que se extinguen lánguidamente si no se saben administrar como es el caso de Pablo Iglesias cuestionado ya por el fondo y por las formas, que no acaba de despejar las incógnitas que abre su indeterminación, que controla con mano de hierro envuelta en guante de seda el aparato de su organización y que parece no querer ver que su éxito radicó en que supo aunar el descontento de una izquierda desencantada y dividida que, por fin, parecía haber encontrado el modo de dar utilidad a su voto. Pero, de eso, queda ya poco y si no despabila de aquí a diciembre, corre el peligro de echar sus sueños, y los nuestros, por la borda.
Y, frente a todos, Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, que, al menos en Cataluña, parece haber sabido rentabilizar su liderazgo, paradójicamente, por haber sabido compartirlo. Quizá en so radica el secreto, porque, cuando el liderazgo, es algo que hay que disputar y defender, cuando los asuntos internos de un partido se imponen a los problemas de la gente que dice querer solucionar, mal asunto.


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martes, 29 de septiembre de 2015

SALVEMOS A LOS VOTANTES DE PODEMOS, POR MANITÚ,



No. No ha sido un error. He escrito "los votantes de Podemos" y no "Podemos" con toda la intención.
Creo que quienes votamos a Podemos, quienes creemos en una izquierda regeneradora, merecemos algo más que un partido encerrado en sí mismo, en el que su secretario general, Pablo Iglesias, se empeña en ser el perejil de todas las salsas, tan pagado de sí mismo, que, pese a su rancio sentido del humor, más propio de un catequista que de un líder político de izquierdas, insiste en hacer chistes malos, en "amenizar" sus mítines destrozando canciones o contándonos todas las seres que ve en vacaciones, en lugar de aprovechar esos minutos en dejar claro lo que quiere para España y cómo lo quiere.
Tampoco debería "robar" protagonismo mediático a los candidatos a los que pretende apoyar, como ha hecho con Lluis Rabell, de cuyo programa, al menos en los medios nacionales, nada o muy poco se ha sabido. También debería empezar a definirse claramente, en lugar de manejarse en la niebla de la ambigüedad, hasta el punto de que, tras conocerse los resultados de la coalición en la que participa Podemos, Catalunya si que es pot,  en las elecciones del domingo, independentistas corrieron a coronarse con sus votos, que les darían la mayoría, mientras que los no independentistas, en mi opinión con toda la razón, hacían otro tanto. 
Nadie puede negar que Iglesias y sus compañeros de facultad fueron muy hábiles e hicieron muy bien al aprovechar el enorme descontento de los indignados en aquellas elecciones europeas que parecen ya tan lejanas. Pasaron de la sorpresa inicial al crecimiento espectacular en las encuestas, crecimiento que se fue apagando en las urnas, primero en Andalucía, después en las municipales y cuando acudió en alianzas, como en Galicia, Cádiz Madrid o Barcelona, pero no en las autonómicas, en las que en absoluto cumplió esas expectativas, hasta llegar a las catalanas del pasado domingo en que junto con el esperado hundimiento del PP, pasaron a ser la gran decepción, de la noche electoral, puesto que  su candidatura sumó menos escaños que los que obtuvo su socio, Iniciativa per Catalunya, en las anteriores autonómicas.
Lo cierto es que el empeño de Podemos en venderse caro a la hora de hacer coaliciones, imponiendo su pedigrí a la candidatura o imponiendo la ya cansina imagen de su "líder supremo" en los mítines y, por tanto, en los telediarios, está llevando a la frustración a sus votantes que están volviendo a dar su apoyo a los socialistas, al menos en las encuestas, o buscando otras opciones de izquierda, ese será mi caso, repudiadas por los chicos de "gran coleta morada".
Es lo que pasa por imponer tácticas y estrategias a la ideología, porque entre una y otra actitud hay un montón de posibilidades. Y es que no se puede desdibujarse la ideología en aras de un sólo hipotético crecimiento transversal del voto que, si lo hubo, fue en un momento de gran indignación, pero que se está recolocando y yendo a parar en su mayoría, de nuevo a los socialistas o a la emergente opción de Ciudadanos.
U en medio de estos cálculos, al parecer erróneos, nosotros, los votantes, nos sentimos huérfanos de una opción con posibilidades y camino de la frustración de haber perdido una oportunidad histórica de transformar este país y su sistema. Por eso, porque creo que el verdadero valor de Podemos, pese a lo que piensan sus dirigentes, está en la gente que les votó y aún puede hacerlo y no en ellos, pido "por Manitú" que hagan, hagamos, algo por salvar a esos votantes que con tanta ilusión tocamos el cambio con la punta de los dedos.


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lunes, 28 de septiembre de 2015

MOLTES GRÀCIES, SENYOR RAJOY



unque nunca lo reconocerán, las fuerzas que defenderán el proceso de independencia en la próxima legislatura del Parlament de Catalunya le deben mucho al peor jefe de Gobierno que ha tenido España desde que recupero la democracia. Quienes se hicieron ayer con la mayoría tiene que dar las gracias a Mariano Rajoy, porque, con su infinita torpeza y su evidente desprecio a los ciudadanos de Cataluña y sus aspiraciones, ha movilizado a una gran parte de sus votantes.
Mariano Rajoy es tan perfecto en sus imperfecciones que es capaz de actuar con la torpe miopía que le caracteriza, anticipándose, incluso, a su tempo. Así, pensando únicamente en el beneficio electoral que le reportaría en el resto del Estado, envió al Tribunal Constitucional un estatuto, el de 2006, que había sido aprobado por el Parlament de Cataluña, contaba con el visto bueno del Congreso, y que, sancionado por el rey, fue refrendado por la mayoría de los ciudadanos de Cataluña, algo que no fue sino un insisto a los catalanes y a su inteligencia y que yo, como demócrata, también tomé como una afrenta que, antes o después, tendría consecuencias, como las que ha tenido.
Aquella fue la semilla de la que brotó el llamado "proceso" que, de momento, nos ha llevado hasta los resultados de ayer y que, si la sensatez de unos y otros no lo remedia, puede llevarnos a territorios no deseados y más que difíciles de transitar. Los catalanes, al menos muchos de ellos, se sintieron como víctimas de una injusticia, puesto que su estatuto, el que el TC echó abajo  en varios de sus artículos, algunos vigentes en los de Andalucía y otras autonomías, se sintieron legitimados para emprender un nuevo camino, al margen de la ley o retorciéndola, ya que el estatuto aprobado por el camino recto no había sido respetado.
Con su corteza de miras, Rajoy, abrió la caja de Pandora del soberanismo, que acogió en sus filas a la maltrecha y hoy escindida CiU y que, con Artur Mas en la Generalitat, encontró la oportunidad y los medios para iniciar el camino hacia la, por el momento hipotética, independencia, un camino emprendido ante un PSOE y un PSC, débiles, desconcertados y en ocasiones enfrentados, e incapaces de modular las aspiraciones soberanistas de los catalanes.
Por si fuera poco todo lo dicho, Rajoy no supo o no quiso reaccionar ante la convocatoria electoral de ayer, optando por retrasar las generales hasta diciembre, sólo para aprobar deprisa y corriendo unos presupuestos hipoteca que dejar como herencia al gobierno que  salga de ellas. Quizá la coincidencia de una y otra convocatoria hubiese atemperado los resultados de ayer, sobre todo porque tanto él como sus  ministros y su cuadra de contertulios hubiesen tenido otras cosas en que pensar y quizá no hubiesen dicho ni hecho tantas tonterías. Quizá así no se hubiese invocado al ejército, no se hubiesen sacado a relucir pasaportes n fronteras inexistentes, no se hubiese arrojado a los catalanes fuera de Europa, a las tinieblas exteriores, no se hubiese movilizado a la diplomacia en busca de los apoyos de Cameron o Merkel, que bastante tienen ahora con lo suyo, o del mismísimo Obama, que sabía muy bien lo que tenía que decir, pese a la traición del traductor. Tampoco hubiese sido necesario "adornar" las palabras de Juncker con párrafos nunca dichos, ni habría sido necesario movilizar al gobernador del Banco de España ni a las fuerzas vivas de la Economía en Cataluña.
Pero Rajoy es torpe por naturaleza y más aún parecen serlo quienes le rodean, porque, el mismo día en que Merkel le bendijo con su apoyo, su grupo parlamentario, con el candidato García Albiol de vedette, presento un proyecto de reforma del Tribunal Constitucional, para dotarle de capacidad ejecutiva. Un candidato, el ex alcalde de Badalona, barrido ayer por los independentistas en su feudo, que fue el otro "gran acierto" de Rajoy, embroncando la campaña, hasta el punto de que la bronca acabó volviéndose contra el propio presidente, privándole de los baños de multitud, incluso rodeado de agresivos e imprudentes escoltas como el de la foto, que echó mano a la pistola por el mal cálculo de los asesores de su "jefe", que, a partir de entonces prefirio la protección de los hoteles y salones para sus encuentros y mítines
En resumidas cuentas, Rajoy y su partido, con su eterna actitud de dejar que las cosas se pudran, con su manía de meter palos en avisperos que no deberían haber sido tocados, con su torpeza verbal, con su falta de capacidad e interés, con su legendaria vaguería, capaces  de dejarle en evidencia ante una puntualización del periodista Carlos Alsina, para convertirse en la estrella de los mítines de Junts p'el si... Rajoy, insisto, es el verdadero artífice del triunfo de la lista en la que se escondía Mas, algo que en cualquier otro país le llevaría a la dimisión, pero que aquí ha resuelto con su vuelta al silencio. Por eso, cuando Junqueras ayer agradecía a candidatos e interventores el éxito de la jornada, muy bien podría haber concluido con un "moltes gràcies, senyor Rajoy".


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viernes, 25 de septiembre de 2015

SI PUDIERA VOTAR EL DOMINGO



Amo Cataluña desde que, de niño, las vacaciones en la playa de aquella Peñíscola de cañaverales y playas sin  hoteles ni chiringuitos incluían una visita a Barcelona, para ver a los tíos y las primas, en aquel piso tan fresco y tranquilo de Montjuic, por encima del Mercat dels flors, en el que siempre se oía cantar a los pájaros, salvo cuando había carreras de coches o de motos, amo aquellas sobremesas  p aquellos primeros vermuts, con aceitunas, en la terraza del bar de las esquina, escuchando al tío José hablando de "sus" caballos de la Guardia Urbana, hablando de sus carruseles, me quería veterinario y sé que le di un disgusto cuando dejé la carrera . Amo aquellas ramblas  por las que aún se podía pasear, en las que las únicas aglomeraciones eran las de los marineros de la VI Flota, borrachos y pendencieros, o las de algunos, no demasiados, turistas que desembarcaban de los cruceros. 
Amo el paisaje sereno del Bajo Ampurdán, sabio como la filosofía, a veces contradictoria, del payés culto que nunca dejó de ser Josep Pla, amo su escritura, amo esos paisajes que nadie pintó como él, los atardeceres equívocos en LLafranc, con el sol poniéndose sobre el mar y la montaña. Amo esas calas de la costa Brava con sus pinares junto al mar de aguas transparentes u amo esas montañas del Pirineo, desde el suave paisaje de Girona al majestuoso pirineo de Lleida. Amo los civets, la esqueixada de bacallà, el pa amb tomaca, el conejo con cigalas y chocolate, aquellos "pijamas", postres imposibles y prohibidos hoy para un diabético como yo, amo los bocadillos de sobrasada caliente del Núria, al comienzo de las Ramblas, cerca de Canaletas, donde celebra sus victorias el Barça que amo, desde los tiempos de Cruyff.
Amo la "música callada" de Mompou, las canciones de Serrat, mucho más tierno en catalán, alguna que otra habanera, el "cremat" en la playa en una noche de verano y las canciones íntimas, tan dulces y hermosas de aquel Lluis Llach que antes que nada era poeta. Amo el teatro de Els Joglars más que las violentas coreografías de la Fura dels Baus. Amo la poesía de Espriu y la de Gimferrer, la de Pere Quart y la de Verdaguer o Ausias Marchc que tan bien ha cantado el valenciano Raimon, vecino del Paseo Maragall, que tantas veces, incluso hoy, ha dicho no.
Amo El Carmelo, en el que tengo una familia, la de Carmen, amo la Ronda del Guinardó, frontera de acentos y de clases. Amo la literatura y la difícil y sincera personalidad de Juan Marsé. Amo el recuerdo del brillante y divertido Terenci Moix, amo a Maruja, Maruja Torres, con la que aprendí más, si cabe, a amar a esa Barcelona charnega, avispada y lista del Raval. Amo el paisaje real de Maki Navaja creado en tinta por Ivá, al que dio vida el inolvidable Pepe Rubianes. Amo en el recuerdo aquellas viejas golondrinas del puerto de Barcelona, aquellos tinglados hoy desaparecidos, el "rastro" d los encantes, los vermuts del Poble Sec, el barrio de Gracia, donde los gitanos adoptaron al Gato Pérez, un argentino, catalán a base de tragos y noches, que ha cantado como nadie a Barcelona.
Amo Cataluña, todas las cataluñas, y a los catalanes, a todos los catalanes, Por eso, si pudiese votar el domingo no sabría a quién. Ni siquiera sabría a quién votar, porque no me gusta esa lista "gazpacho" que es Junts p'el si, porque tiene demasiado ajo corrupto y antes o después acabara repitiéndome y porque hay algunos ingredientes ocultos que no sé muy bien si acabarán casando. Tampoco votaría a la chica de Rivera, demasiado lista y correcta para mi gusto, Mucho menos al impresentable de García Albiol. En cuanto a Catalunya si que es pot. el pelo sucio, la ambigüedad y el protagonismo de Pablo Iglesias no me han dejado ver de que van, a pesar de que la música de Rabell no me disgusta, En cuanto al bueno de Iceta, creo que es quien esgrime la mejor solución en su campaña, pero, ya lo he dicho, la está diluyendo con su baile. Además, esa solución llega tarde y desde el partido que, junto al PP, ha conseguido que lo que podía haberse resuelto con diálogo u pedagogía, allí y aquí, ha acabado en terrible enfrentamiento, para el que no veo aún una solución clara.
En fin, si pudiera votar el domingo, no sé si iría a las urnas y, en caso de hacerlo, lo que votaría. Lo que sí sé es a quien no daría nunca mi apoyo.


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jueves, 24 de septiembre de 2015

TRUCAJES




Hay decisiones que se toman en un instante, pero atan por muchos años. Hay decisiones que se toman seducido por un eslogan o por la imagen vista en una valla publicitaria, un anuncio en la televisión o en un periódico o, por qué no, siguiendo las opiniones los consejos de  aquellos a quienes tomamos por expertos. Hay decisiones que creemos tomar "con cabeza" y, sin embargo, las tomamos sin tener todos los datos en la mano y deslumbrados por la imagen que tenemos de una de las opciones, sin pararnos a pensar si lo que nos dicen o creemos que nos dicen es la realidad.
Y, como quienes nos quieren vender un coche, un perfume, un candidato o una independencia, saben de ésta nuestra debilidad, la aprovechan para decirnos que los coches alemanes nunca se estropean, que son más seguros o que contaminan menos. Por descontado, saben que antes o después habrá una avería, las ciudades seguirán  teniendo una atmósfera irrespirable y cruzarse y, mucho menos, hablar con Claudia Schiffer seguirá siendo un sueño prácticamente inalcanzable para quienes tengan un coche alemán, sea un opel, un bmw o un volkswagen.
Del mismo modo, que el lunes 28 el sol brille más intensamente en Cataluña, que encuentren trabajo los parados catalanes, que la banca internacional se rife las esquinas de Barcelona o Girona para abrir sucursales, que deje de haber niños mal nutridos u hospitales colapsados en el territorio de la  nueva nación que algunos catalanes esperan para ese día, será poco más que un sueño frustrado, si es que no se convierte en pesadilla.
Comenzamos la semana con la frustración de enterarnos de que  la fiabilidad alemana, esa honradez que parecía justificar la dureza extrema, casi cruel, de Angela Merkel para con los griegos por haber maquillado sus cuentas, una dureza que llevó a muchos ancianos a la miseria, a algunos al mismo suicidio, que hundió bancos y empresas que, ahora mismo, compran los mismos especuladores que les asfixian.
El desengaño sufrido con Volkswagen, que podría extenderse a otras marcas no sólo alemanas, va más allá de un comentario de barra de bar. El desengaño pone en duda la estrategia de muchos países europeos que persiguen el sueño de conseguir ciudades limpias limitando o castigando el acceso de los vehículos más contaminantes a las mismas, porque ahora sabemos que muchos de esos coches diésel que compramos porque consumen menos y están certificados como menos contaminantes y, por tanto, sin límite de acceso a las ciudades limpias, en realidad, contaminan tanto o más que los otros, porque llevan están dotados de un software cuyo único fin es el de falsear los resultados de las pruebas de certificación.
Esto no hace sino poner en evidencia que los fabricantes de automóviles se esfuerzan en abrillantar la carrocería u mantener limpio el tubo de escape de sus modelos hasta que el comprador los saca del concesionario, algo parecido a lo que hacen los políticos, que abrillantan sus programas y mantienen impoluto o, simplemente, no dejan ver el tubo de escape de los años de futuro gobierno. Lo malo, lo frustrante, será descubrir un día, demasiado tarde, que con ese voto que creíamos, así nos lo vendían, limpio y lleno de ventajas, no tenía las ventajas económicas prometidas, no ha resultado tan limpio como nos decían y, lo que es peor, no nos ha llevado al paraíso.

Unos y otros, fabricantes y políticos, nos engañan y engañan al sistema hasta pervertirlo cambiando sus fines hasta hacerlo irreconocible. Nos engañan y, para ello, no se paran a la hora de trucar y adornar sus "productos".

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miércoles, 23 de septiembre de 2015

RIDÍCULOS



Ridículos, no porque todos lo sean, aunque algunos se esfuercen en lograrlo, sino porque lo hacen y, en algunos casos, más de  una vez al día. Por ejemplo el candidato del PSC, Miquel Iceta, que de ser un hombre serio y valiente que, por ejemplo, fue el primer político español de relevancia en "salir del armario" y que ahora parece conformarse con convertirse en mascota televisiva, permitiendo que , a cambio de un plato de lentejas de la popularidad, el mensaje de su partido se diluya en cuatro pasos de baile que a la mayoría le hacen gracia, pero que esconden las propuestas que respecto a Cataluña y los catalanes hace su partido, al dedicar gran parte del tiempo de sus entrevistas las explicaciones sobre "su baile".
Pero el de Iceta no es el único caso. No le va a la zaga, por ejemplo el "gag" que alguien le escribió a Artur Mas, sobre los hombres blancos y la reserva comanche -más sentido habría tenido escribirlo sobre la aldea gala de Asterix y los romanos- un gag interpretado, por cierto, con la poca o ninguna gracia que caracteriza al agazapado president de la Generalitat y que sólo ha servido para que casi todos sus rivales hayan intentado con tan poco éxito como él mismo sacar partido del bodrio.
Entre ellos, el más que pagado de sí mismo Pablo Iglesias, transmutado en "Coleta Morada", que, sin el menor sentido de la realidad y el ridículo, se arrancó con un largo y tedioso sketch, más digno de una sala de fiestas de tercera que de un mitin, que sin duda hubiese merecido una buena cosecha de tomates y silbidos en el "club de la comedia" en el que, al parecer, creía estar. Y es que da vergüenza ajena verle una y otra vez en los telediarios tratando de ser gracioso y canturreando como una puerta mal engrasada, al tiempo que como un dominico de la vieja escuela o el regidor de cualquier plató de televisión indica con señas al auditorio cuando deben aplaudir, callar o cantar los estribillos. Y lo siento, porque, cuando le veo en éstas, y lo siento, no me cabe duda de que algo no funciona en la dirección de Podemos, porque, si no, alguien debería recomendar a Iglesias que deje de interpretar el papel de payaso listo, porque éste nunca le cae bien al público.
Pero, si hablamos de ridículos, no podemos dejar de hacerlo de "nuestro" presidente, Mariano Rajoy, que ayer debió pasar mala noche, porque se levantó demasiado espeso como para someterse a una entrevista que nunca debió haber aceptado, porque Carlos Alsina, el entrevistador, demostró no estar en absoluto domesticado ni, mucho menos, impresionado por el escenario, la sala de prensa del Palacio de la Moncloa, que, al presidente, a juzgar por el temblequeo de sus piernas, debió parecerle la sala de los tormentos.
Rajoy dejó claro lo que todos sospechábamos; que no conoce la Constitución que tanto dice defender, porque no supo que responder y cambió de tema malhumorado, cuando Alsina le recordó que, pese a lo que viene advirtiendo en mítines y entrevistas -el asunto lo había sacado el mismo Rajoy- quienes han nacido en España conservan su nacionalidad y, con ella, la ciudadanía europea, vivan donde vivan, mientras no renuncien a ella. La cara de Rajoy fue todo un poema y le faltó decir que no tenía "ni puta idea" pero que, como acostumbra, haría lo posible para cambiarla.
Por si fuera poco, al pobre de Rajoy o a su jefe de campaña, que, como dejó claro en la entrevista, manda más que él, se le ocurrió darse un baño de multitudes en Reus, un baño de multitudes que hubo de abortar, quizá porque olvidó que Reus, además de capital del vermut, ha sido siempre un bastión nacionalista y que eran los mossos d' esquadra los encargados del orden en las calles de Reus ¡Menudo ridículo! Mucho me temo que, después de esto, el presidente se auto abducirá de nuevo por su plasma y colgará a Moragas, su jefe de campaña, del palo mayor. 
En fin, es una lástima que las elecciones sean algo tan serio como para determinar nuestro futuro, porque, de no ser así y viendo a unos y otros ponerse en ridículo como lo hacen, sería para partirse dela risa. Pero son elecciones y su ridículo me produce rabia y vergüenza ajena


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martes, 22 de septiembre de 2015

EL LIBRO GUINESS DE SOCIALES



Yo pensaba que, desde que el dictador Franco murió ensartado de vías y catéteres en una panta cerrada sólo para él del madrileño hospital de la Paz, lo del culto a la personalidad era una cosa del pasado o de Corea del Norte, pero parece que estaba equivocado. La prueba de mi error  no hay que buscarla muy lejos. A algunos les bastaría con buscar en la mochila de sus hijos en sexto de Primaria el libro de Sociales y, si tienen la desgracia de que sea el de McMillan y Edelvives, basta con abrirlo por las páginas en las que se les debería explicar la realidad pasada y actual de la Comunidad de Madrid y España, para comprobar que ese culto a la personalidad, tan propio de dictaduras y de dictadores tarados, también y todavía se da en la Comunidad de Madrid.
Parece como si los responsables del texto quisieran sembrar en los niños madrileños ese populismo rancio tan arraigado entre una gran parte de los madrileños, incapaces de ver que algunos, mientras les llenan de piropos  y les alertan sobre la maldad de los otros,, les meten la mano en la cartera tal y como hacían con los "paletos" los reyes de la "estampita" y el "tocomocho" en los alrededores de Atocha, cuando a la estación, en vez del AVE, llegaban los trenes de los alrededores, cargados con la gente del campo.
Que se enseñe a los niños madrileños y que se les obligue a estudiar que Esperanza Aguirre suena a sarcasmo. Sobre todo porque en el entorno de la condesa deslenguada ha florecido la corrupción como en ningún otro lugar de España, es la gran benefactora de la comunidad, que se resuma en una cifra de colegios y hospitales construidos, sin explicar cómo ni con qué resultado, y porque no sé con qué rigor se les cuenta que ostenta el récord de votos en su acceso al Senado, algo que habría que contratar, porque, que yo sepa, ese honor lo ostentó durante mucho tiempo el senador catalán Josep Benet, que en 1977 barrió en Barcelona cuando se presentó con la Entessa, y que, además y de eso no puede presumir la tosca Aguirre, obtuvo el Premio de las Letras Catalanas.
No me explico algo tan burdo en un texto que, se supone, debe o al menos debería, pasar el filtro de las autoridades académicas, consejería de Educación de la Comunidad de Madrid incluida, aunque quizá el hecho de que la consejera fuera Lucía Figar y que su marido, Carlos Aragonés, exjefe de gabinete de Aznar, fuese consejero clandestino de la opusiana editorial Edelvives, ayudarían a explicarlo.
En fin que da asco comprobar que los reyes del liberalismo se las apañan siempre para poner una vela a dios y otra al diablo, porque ponen sus garras en lo público, mientras que su estómago privado se alimenta de lo que rapiña a picotazos. Da asco comprobar como los grandes beneficiados por doña Esperanza se encargan, ya en diferido, de cantar las grandezas de su protectora.
También se pide a los alumnos que ordenen cronológicamente una lista de ministros de Educación de los que, misteriosamente, han desaparecido los socialistas, incluido Ángel Gabilondo, el último antes del inefable Wert, como queriéndolo borrar de su memoria, Y por si fuera poco, en este libro Guinness de  las Ciencias Sociales no sólo no se respeta la verdad inmediata, sino que se trata de responsabilizar a la legítima República Española de una guerra, la guerra civil, que fue consecuencia del golpe de estado más largo y sangriento de nuestra Historia.


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lunes, 21 de septiembre de 2015

YO, COMO FERNANDO TRUEBA



Yo, como Fernando Trueba, no creo en los dioses ni en las patrias. Quizá en Billy Wilder, que tan bien supo reírse de sus "compatriotas" alemanes y estadounidenses o en Albert Camus que siempre antepuso al hombre y sus valores a cualquier ente abstracto que alguien siempre tratará de poner por encima.
Desde que, el sábado, Fernando Trueba se atrevió a decir, en su discurso de aceptación del Premio Nacional de Cinematografía que "nunca en su vida" no se había sentido español, "ni cinco minutos", todas las fieras que habitan en los valles y montañas de las patrias, que son muchas, se lanzaron sobre él para devorarle. Probablemente, porque no tienen la lucidez ni, sobre todo, el sentido del humor del director sobre todo por la cita a Rafael Azcona, para quien los premios deberían ser secretos y con dotación económica.
No se plantean quienes le critican por aceptar los treinta mil euros del premio que Trueba, con sus películas, ha ingresado mucho más que esos miles de euros en las arcas del Estado y que, con su cine, ha dado trabajo a muchos españoles, así como prestigio al cine de este país. Toda una paradoja, ya que más de uno de entre los que hoy le comerían las entrañas sintió como un poco suyo el óscar a su "Belle Époque", aquel canto a la libertad que contaba entre sus protagonistas con ese otro gran descreído que fue Fernando Fernán Gómez.
Y precisamente el sábado, probablemente a la misma hora en que Trueba desataba los infiernos, veía una vez más "La silla de Fernando" esa larga entrevista en la que Fernán Gómez conversa con David, Trueba y Luis Alegre, a unos meses de su muerte, mucho sobre lo humano y apenas sobre lo divino y nunca para bien.
Recuerdo ahora que, en un momento de esta pausada y sincera conversación, hablando de patriotismo cita a Miguel Gila de quien recuerda que le dijo un día que "el patriotismo es una cosa que se han inventado los poderosos para mantener su riqueza y, al mismo tiempo, convencer a los pobres para que defiendan los privilegios de los poderosos". Y yo, como Fernando, no puedo estar más de acuerdo con Gila
U es que el patriotismo es la añagaza con que quienes quieren ser más ricos o más poderosos, quienes quieren sumar territorios o usurpar riquezas  engatusan a quienes tienen por debajo para llevarlos a las trincheras o a cualquier otra forma de matadero moderno. Por patriotismo quedaron enterrados  en el barro de Bélgica y Francia millones de jóvenes europeos  y por patriotismo treinta años después fueron asesinados otros tantos millones de europeos.
Yo, como José Emilio Pacheco y  siempre lo digo, no creo en las patrias ni me dejo conmover por ellas, aunque daría la vida por alguna gente o algún paisaje. Yo, como Fernando Trueba, no recuerdo haberme sentido español ni cinco minutos. No me sentí español cuando en Araca, junto a Vitoria, esa fría mañana del 20 de noviembre de 1985 tuve que hincar la rodilla ante los símbolos religiosos o inclinar la cabeza y besar la bandera, después de una arenga no demasiado tranquilizadora, a diez años de la muerte de un dictador que fue recordado y a poco más de cuatro de un intento de golpe de España.
Yo, como creo que Fernando, prefiero sentirme vecino de mis vecinos, amigo de mis amigos o hermano de mis hermanos y enorgullecerme de la gente sencilla que, a mi lado, lucha día a día por llegar a fin de mes y, pese a eso, es capaz de ayudar a quien tiene cerca y lo necesita. Yo, como creo que Fernando, creo en el Estado, un estado que los ciudadanos podemos llegar a conformar. Yo, como creo que Fernando, no creo en las patrias, porque las patrias, o quienes hablan en su nombre, han hecho ya demasiado daño.


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viernes, 18 de septiembre de 2015

SILENCIOS Y EXABRUPTOS



Qué  poco me gustan los silencios de Podemos, tanto o más que los excesos de Monedero en torno a la feroz y torpe dictadura de Maduro en Venezuela. Sé de sobra que Maduro fue elegido en las urnas, aunque lo fue con el recuerdo aún fresco de su mentor Hugo Chávez y el remanente  de una riqueza, la del monocultivo del petróleo, que, tras la bonanza de los tiempos de escasez y precios altos del crudo, en el comienzo del fin de los tiempos de vacas gordas que hoy se desliza peligrosamente hacia los de las vacas flacas y, con ella,, al declive y el desencanto de aquel sueño bolivariano que, con su enorme carisma, ese que a él le falta, levantó Hugo Chaves.
No me gusta que Juan Carlos Monedero, fundador e ideólogo que fue de Podemos, se haya atrevido a comparar en su blog al, vergonzosamente detenido y, ahora, no menos vergonzosamente condenado a catorce años de prisión, alcalde opositor de Caracas Leopoldo López con el terrorismo y la Kale Borroka. No sé por qué lo ha hecho, si por maldad o por desconocimiento, pero, en cualquier caso, se equivoca gravemente.
Tampoco me imagino  qué vía propone Monedero para acabar con una situación injusta como la que vive, querámoslo o no, el pueblo venezolano. No sé si sería prudente recordarle que, si no él, sus compañeros de Podemos estuvieron frente a Génova 13 reclamando la verdad del 11-M o que también acamparon en la Puerta del Sol o que participaron en las marchas que pretendían rodear el Congreso. La diferencia es que en Madrid no hubo pistoleros del régimen como en Caracas. 
Creo que Monedero haría muy bien en callarse o, al menos, en pensar dos veces lo que ha escrito en su blog, antes de publicar. Creo que, como a esos borrachines a los que mantienen son las apreturas las que les mantienen en pie en medio del baile, a algunos dirigentes de Podemos les ha mantenido en pie la crítica feroz de los medios, la presión continua sobre sus dirigentes, que, como los borrachines, que pierden el equilibrio en cuanto salen del baile, fuera de esa presión tropiezan una y otra vez en sus propias contradicciones.
Me duele que sea así, porque la gente que les vota, yo mismo, y ha creído en ellos no se merece que les hagan perder la fe de esa manera, No es tolerable que quienes se dicen defensores de la justicia social y la libertad hablen o escriban contra ella, porque la libertad y la justicia sólo lo son si lo son para todos y, digan lo que digan Monedero y sus compañeros, sean cuales sean sus experiencias, está claro que lo de Leopoldo López es una arbitrariedad, como lo fue en su día la cárcel para Marcelino Camacho o para tantos y tantos antifranquistas.
Haría muy bien Monedero en cuidar lo que dice tanto como cuida su imagen y su puesta en escena. La lucha por la libertad no es sólo teoría, no son sólo canciones e himnos, ni gestos. No está sólo en las asambleas o en las páginas y los blogs. Es una cuestión del día a día. Hay que pelear por la de uno y por la de todos y nunca hay que justificar las arbitrariedades, vengan de donde vengan. El sueño bolivariano de Chávez quizá tuvo y tenga sentido en algún tiempo o en algún sitio, pero no, desde luego, en la Venezuela de hoy.
Y, si malos son los exabruptos de Monedero, más lo son los largos silencios de sus compañeros que tardan en condenar, si los condenan, los abusos de un patán con tanto poder como peligro, cuyo mayor mérito ha sido haber estado siempre a la sombra de Chávez, del que, ahora, no es sino una mala  caricatura.


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miércoles, 16 de septiembre de 2015

CATALUÑA EN EL CORAZÓN



Lo siento, pero no me queda más remedio que referirme al mensaje que ayer, en presencia del rey de España, dio ayer en la Casa Blanca el jefe de Estado del que siempre hemos considerado como el país más poderoso de la Tierra. Un mensaje en el que, sin nombrarla, porque la diplomacia consiste en eso, expresó su deseo de que Cataluña permaneciese unida a España.
Nunca, desde que, en 1992, se celebraron los Juegos Olímpicos de Barcelona o desde que, durante la guerra civil española y junto a Madrid, se convirtió en el símbolo de la lucha contra el fascismo y escenario de las primeras purgas estalinistas, como bien reflejó George Orwell en su "Homenaje a Cataluña".
Lo de ayer, digan lo que digan Mas y su lista, ha sido un duro castigo para las aspiraciones de Junts p'el si, porque, si lo dicho anoche por el presidente Obama se suma a lo que ya expresaron Cameron y Merkel, echa por tierra el costoso esfuerzo que, desde hace ya años viene practicando la Generalitat para reforzar la imagen de Cataluña, presuntamente mal representada por España en el mundo, lo mismo que el enorme despliegue llevado a cabo para promocionar la imagen de Artur Mas y su proceso en las televisiones y en las portadas de medio mundo.
No cabe duda de que las palabras de Obama en apoyo de la unidad de España serán consideradas como una injerencia de la Casa Blanca en los asuntos internos ¿internos? de España, pero lo cierto es que ha sido Mas quien ha sacado el debate fuera de nuestras fronteras, tratando de pintar una futura e hipotética Cataluña independiente acogida con entusiasmo en la comunidad internacional, algo que, de momento y sea o no consecuencia del trabajo de embajadores y lobbies, no parece que esté en el horizonte.
Lo cierto es que hábil el castillo de naipes planteado por Mas comienza a tambalearse y el primeo que parece haberse dado cuenta es él. No hay más que ver lo que, aunque tímidamente, ya anda diciendo en público y en privado, porque de ser cierto lo que ya circula en medios periodísticos -qué raro y qué antiguo suena esto- el president habría dicho a Miquel Iceta y Tximo Puig, líderes de los socialistas catalanes y valencianos, lo suyo es una especie de órdago, una apuesta total, con el fin de conseguir un statu quo mejor para Cataluña. Algo que, de ser cierto, puede costarle muy caro, porque, aunque lo consiguiera, el coste político para él y los suyos y el sentimental para todos aquellos ciudadanos que han creído tocar ya la independencia con la punta de los dedos va a ser enorme. Tanto que, muy probablemente, el sueño soberanista, el de una Cataluña independiente, quede achicharrado por mucho tiempo.
La curiosa estrategia de Mas, poniendo la venda antes de la herida, anticipándose al daño, haciendo circular, como lo ha hecho, que iba a salir mucha basura sobre él y su lista o, incluso, que el tema catalán iba a aparecer en la visita de los reyes a Washington, no va mal para el martirologio, pero nada de lo que ha aparecido parece falso ni ilógico, porque, antes o después, se aclarará y los indicios parecen demasiado contundentes y los pronunciamientos de Cameron, Merkel u Obama son los que cabe esperar de un socio leal, al que se le han hecho muchos favores.
Si, además, nos paramos un momento a pensar lo difícil que va a ser explicar al mundo que quienes pongan en marcha el proceso de independencia, que no va  ser cosa de un día y ni siquiera de unos meses, nos daremos cuenta de que va a ser difícilmente aceptado por la comunidad internacional, al menos por la que tiene peso en el mundo.
Quizá por eso Mas está ya recogiendo veas y suavizando la luz hiriente de su fotografía del día después, quizá se esté arrepintiendo del paso dado en el que, creyendo que utilizaba a sus socios de lista, como estos creían utilizarle a él, ha consumido más pólvora de la que tiene. Lo malo es que, con esta apuesta, quizá esté haciéndole la campaña electoral a Rajoy que contabilizará como una victoria personal cualquier fracaso de Mas.
Yo, pase lo que pase en Cataluña, decidan lo que decidan los catalanes, seguiré, como Orwell, llevando a unos y a la otra en el corazón.


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martes, 15 de septiembre de 2015

ROMPESUELAS



Da un poco de pereza tener que volver, como cada septiembre, a enzarzarse en la polémica del Toro de la Vega. Da un poco de pereza y mucha rabia, porque, de un pueblo que es capaz de hacer sufrir así a un animal puede esperarse todo y es muy triste e indignante que en estos tiempos, en que se nos llena la boca de todo lo que creemos saber, en que llevamos el mundo su arte, sus libros y su cultura en el bolsillo, no seamos capaces de acabar con esa salvajada y, lo que es peor, que nadie tenga el coraje de enfrentarse allí, en Tordesillas, a los salvajes.
Me da mucha pena, y mucho miedo, ver que hay gentes que, bajo la protección de un ayuntamiento que debería ser de todos los vecinos, y no creo que todos estén de acuerdo en hacerlo, se torture de esa manera a un animal. Me da pena que se gaste el dinero de todos en pagar la muerte cruel de un animal que ha nacido y vivido libre y supongo que feliz en un campo parecido al que hoy va a ser escenario de su martirio. Y me da miedo, porque, viendo las imágenes repetidas cada año, pierdo la fe en el ser humano y vuelvo a creer que las masas, ciegas y enardecidas, sin capaces de las mayores atrocidades que podamos imaginar.
Un toro alanceado, una cabra arrojada desde un campanario, unos gansos descoyuntados,  unos galgos ahorcados, agonizando solos en el campo en el que cazaban para su verdugo, gatos apedreados hasta la muerte, pájaros de los que se prefiere el crujir de sus huesos, bien fritos y en la boca, al canto u la alegría de verlos en libertad. Hoy la víctima en Tordesillas es un toro, pero quién nos asegura que mañana no puede serlo una mascota o, por qué no, un ser humano. Lo vimos aquí, muy cerca de mi casa, no hace tanto cuando una fría mañana de domingo una masa de salvajes violentos, a caballo de un fanatismo presuntamente por los colores de un equipo de fútbol, pero, en realidad, por el gusto por la violencia, acosaron, apalearon y acuchillaron con navajas y cubiertos a dos "rivales· hasta arrojarlos al río, donde uno de ellos murió.
Mi grito no es hoy a favor de los animales, que también, mi grito es contra la violencia, por más que esa violencia de disfrace de tradición o de cultura. Mi grito es contra esa masa ciega que ni siquiera es capaz de respetar sus normas, porque, según la tradición, sólo un lancero debe enfrentarse cara a cara con el toro y nunca es así. Mi grito de hoy es contra esa violencia enseñada y entrenada que hoy es contra un toro o cualquier otro animal y mañana puede volverse patadas contra un refugiado que trata de entrar con sus hijos en Hungría, porque qué es lo que hará Rompesuelas, sino, como los refugiados sirios, huir hacia donde cree que están  la libertad y una vida mejor. Mi grito es contra la violencia que siempre lo es, por más que se disfrace de rito o cultura.
Mi grito de hoy lleva el nombre de Rompesuelas, el toro que, en unos minutos, creyendo que corre hacia la libertad, se encamina hacia una muerte cruel y salvaje para que, al final, un muchachote de a pie o de a caballo ensarte sus testículos, los del toro, por desgracia, en su lanza. Hoy es Rompesuelas y  sólo deseo que, dentro de un año, lo que escriba en un día como el de hoy no lleve el nombre de un animal tan hermoso como Rompesuelas, porque ya nadie disfrutará con su martirio y muerte.


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lunes, 14 de septiembre de 2015

REGRESO A LA IZQUIERDA


Desde que el sábado los laboristas británicos se pusieron en manos de un nuevo líder, el izquierdista Jeremy Corbyn, no he hecho otra cosa que escuchar y leer titulares en los que se nos decía que el partido que Tony Blair llevó al gobierno del Reino Unido había dado un giro a la izquierda, algo que sin dejar de ser cierto, no lo es del todo, porque lo que ha ocurrido realmente en el congreso del principal partido de la izquierda británica es que, después de dos décadas de desnaturalización, tanto de sus líderes como de sus ideas, el partido laborista ha regresado a la izquierda de la que nunca debió salir.
Y no, no me he confundido a la hora de escoger el verbo. Regresar es el verbo correcto, porque, para regresar a algún lugar, es preciso haberse ido previamente de él. Y eso, desgraciadamente, es lo que hizo hace veinte años el laborismo y, con él, toda la socialdemocracia europea, porque, si lo miramos fríamente, con Blair, a los oligarcas, los mercaderes, a los señores de la guerra, a las multinacionales de la explotación y a los especuladores les ha ido muy bien, mientras que a la clase trabajadora, a los pensionistas, a los necesitados y a lo público, que debería defenderles, les ha ido muy mal.
Para entender  el porqué de este regreso a la izquierda, que, digan lo que digan los teóricos de corbata de seda, es el lugar natural de los trabajadores, un regreso que ha comenzado en el Reino Unido y que puede acabar por  extenderse, ojalá así sea, al resto de la socialdemocracia europea hay que ver dónde estaban entonces y dónde están hoy esos trabajadores,  esos oligarcas bajo cualquiera de sus formas y los líderes que, como Blair, González y sus sucesores, nos han traído hasta aquí. Está claro que, si han trabajado, no ha sido, precisamente y sobre todo en estas dos últimas décadas, a favor de la igualdad y la justicia social, sino todo lo contrario.
Hace ya tiempo que el poder económico entendió que, tras la caída del muro de Berlín, había llegado la barra libre para su avidez de riqueza. Una barra libre para la que era imprescindible el concurso de camareros y barman para atenderles. Necesitaban de quienes, haciendo creer a las clases más débiles que ya no lo eran y que, por tanto, no necesitaban la protección del Estrado de Bienestar, se pusieron manos a la obra para el descuartizamiento y venta, pieza a pieza, de ese sistema, hijo de la posguerra, que, mediante salud y educación, vacunas alimentación decente y becas para los hijos de los obreros, había acortado las diferencias entre clases y había llevado a la universidad a los hijos de los humildes, alguno de los cuales, como la misma Margaret Tatcher, acabarían por desmontarlo, traicionando a sus orígenes.
Hoy, las clases pensantes europeas, los editorialistas, los predicadores de televisiones y radios, andan enfriando la ilusión de quienes creemos que sería bueno que ese giro, ese regreso, a la izquierda es más que necesario. Y lo hacen porque a sus amos, a los dueños de esos medios, que no son otros que los grandes capitales de la banca y las grandes empresas, no les gustan las maneras del viejo luchador Corbyn. No le imaginan sentado en un consejo de administración con la misma cordialidad y, por qué no decirlo, la misma sumisión que lo ha hecho nuestro Felipe González.
Definitivamente, a los nuevos amos del mundo, que no se sientan en los gobiernos, pero sientan a los gobiernos a su mesa, no les gusta este regreso a la izquierda que, con un poco de suerte, ha dado comienzo en el Reino Unido. Mientras, algunos, como Pablo Iglesias que evita criticar expresamente la condena al alcalde de Caracas, se colocan ya a la confortable sombra del éxito de Corbyn.


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viernes, 11 de septiembre de 2015

CATALUÑA COMO ESCOCIA


Algún día, Mariano Rajoy acabará pagando todo el mal causado, por acción u omisión, a la convivencia entre os catalanes, muchos, pero no todos, y el resto de los españoles. Lo espero y lo deseo. Del mismo modo que espero y deseo que algún día los catalanes le quiten la careta a todos aquellos, especialmente Artur Mas que han hecho otro tanto para tapar sus vergüenzas y esconder sus más oscuros intereses.
Unos y otro han conseguido que esa fiesta que comenzó siendo pequeña y clandestina, pero de todos, haya pasado a ser tan multitudinaria como excluyente. Unos y otro han conseguido que la diada haya dejado de ser la fiesta de todos los catalanes a ser, para ser la de una mayoría, está por ver si absoluta, pero no la de todos. La diada que se celebra hoy en Cataluña, con su gran apoteosis en la Meridiana de Barcelona, es tramposa, porque así lo ha querido Mas, jugando hábilmente con el calendario y haciéndolo desde su despacho de la Plaça de Sant Jaume, pese a su gusto por compararse con Luther King o Mandela, que libraron sus batallas desde la calle y con las manos desnudas o durante la mayor parte de su vida desde su celda en un penal sudafricano. Esta diada es tramposa y desearía que fuera la última en serlo.
Mas, el gran tramposo, -enseguida hablo de Rajoy- ha tenido la habilidad, acrecentada con el control de los medios, de identificar todos los males de Cataluña con Rajoy o con eso que aviesamente llama Madrid, incluidos sus recortes, sus copagos, sus despidos y su deterioro de la Sanidad Pública o de la Educación, mucho más prematuros que en el resto de España, recortes, privatizaciones y repagos de los medicamentos que emprendió en los albores de la crisis, nada más llegar al poder, que le costaron escaños y que decidió diluir en el caldo de la independencia para hacérselos tragar a sus votantes.
Al mismo tiempo convirtió la independencia en el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, mejor dicho, curará, incluida su propia corrupción, quiero decir de su partido, que no es sino un efecto del contagio de la española y que desaparecerá, dice, cuando se alcance la independencia. Ha sido tan hábil como para hacer creer a muchos catalanes de buena fe, de esos que no aspiran a un cargo o a un negocio, que lo de la secesión es cosa de meses, cuando, en realidad, ha planteado lo que llama "el procés" como un videojuego interminable, en el que resolver cada pantalla no supone más que comenzar a jugar otra. Y así, como Pujol,, mientras el cuerpo aguante.
Enfrente de Mas, Rajoy y su partido, que siempre han hecho del "separatismo" catalán y más desde que ETA dejó de matar, su gran coartada en las campañas electorales. Rajoy y el PP que siempre se han ofrecido como garantes de la unidad de España y que, con su torpeza, con su boicot al cava y al fuet o con sus campaña en contra de aquel estatut que hoy muchos añoran como la solución que hubiese evitado lo que hoy nos preocupa. Y no sólo esto, también sus tautologías, sus chistes malos, sus perogrulladas, sus desprecios, sus silencios, sus tejemanejes con la fiscalía, su ministro del Interior, sus otros ministros bocazas y todas esas meteduras de pata, pensando, no en Cataluña o en sus problemas, sino en el rédito electoral que le darían en la castilla profunda o en el madrid más montaraz.
Toda la vida he estado enamorado de Cataluña y los catalanes, a los que he llegado a conocer muy bien y con los que ge fraguado grandes amistades aquí y allá. Pero, siento tener que reconocerlo, últimamente estoy descubriendo asperezas que nunca imaginé que encontraría Se ha hecho todo muy mal y lo peor de todo ha sido no permitir que los catalanes se expresasen en referéndum sobre su futuro.  
No hay que ser muy listo para imaginar que, en esa consulta, con la información y la libertad debidas, el resultado no hubiese sido muy distinto del referéndum escocés. Una oportunidad perdida que nos deja a unos y otros más lejos y con más rencor. Una oportunidad perdida, porque cuando el sentido común, de unos y de otros, se impone al calentón sentimental, todo funciona mejor. Cuánto me hubiese que Cataluña fuese hoy como Escocia y que, como allí, "el procés" llevase al entendimiento y el diálogo.


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jueves, 10 de septiembre de 2015

SEMBRAR EL ODIO


Quién no se ha escandalizado en las últimas horas con las imágenes de ese monstruo enmascarado que, cámara en mano, en lugar de centrarse en el dolor, el miedo y la ansiedad que reflejan los rostros cansados de quienes cruzan furtivamente la frontera que separa Serbia de Hungría, se concentra en las espinillas de los refugiados para, sin importarle su edad, con zancadillas o patadas, tratar de dar con sus huesos en el suelo y facilitar así su detención por la policía que, una vez identificados, no les dejarán proseguir su viaje a Alemania o Suecia.
Qué le habrán contado a Petra Lazslo, que así se llama el angelito, con qué mentiras habrán lavado el cerebro de esta reportera para mostrarse  tan cruel con gente tan indefensa, para comportarse con una vileza que ni el más cruel de los guardias se comportaría. Pienso que la mascarilla que cubre su nariz y su boca ilustra a la perfección todos sus prejuicios, es como un filtro, como una barrera que impide que la realidad, ese dolor, ese agotamiento, ese miedo, afecte a sus sentimientos, si es que aún, cosa que dudo, los tiene.
Afortunadamente, Petra Laszlo es una excepción en esa profesión que ha sido y sigue siendo la mía, al menos sobre el terreno, porque otra cosa son quienes cada día patean, desde sus columnas y desde los platós de las tertulias televisadas, el culo de la verdad y las espinillas de sus víctimas catódicas, motu proprio o por encargo, zancadilleando la conciencia de toda esa ente acrítica, que les sigue sin apenas plantearse que lo que dicen sea, no ya una exageración, sino simplemente cierto.
A Petra Laszlo -qué ironía que lleve el mismo apellido de su compatriota en la ficción, el héroe de la Resistencia que salva Rick en "Casablanca"- hay que agradecerle su torpe sinceridad, su fanatismo y esa irracional ceguera que nos ha permitido comprobar que en la prensa y entre los periodistas no todos ni siempre trabajan al servicio de la información y la verdad. Y es que, como digo, son muchos los que le dan patadas y trabajan con mascarillas que les aíslan de todo aquello que no quieren ver.
Pero ni Petra Laszlo ni tan siquiera otros periodistas como ella, que sin duda los hay, son los únicos responsables del rechazo a quienes vienen a nuestra casa buscando refugio o, por qué no, una vida mejor para ellos y sus familias. Los verdaderos responsables son quienes hablan de tapar goteras en vez de repartirlas, quienes hacen cuentas con el dolor de los demás, quienes insinúan que nos van a quitar el trabajo, quienes les achacan enfermedades o quienes les culpan sin ningún escrúpulo  de la inseguridad en las calles o del terrorismo.
No hace falta ser un lince para deducir que el gobierno de Hungría está llena de personajes como Rajoy, Fernández Díaz, Montoro, García-Margallo, Catalá o Báñez. Tampoco, para sospechar que en sus televisiones hay personajes como Alfonso Rojo, Eduardo Inda o Paco Marhuenda. No hay que ser muy listo para sospechar que toda esa crueldad concentrada en la puntera de la bota de Petra Laszlo, que paradójicamente es zurda, se alimenta de pequeñas esas pequeñas y cotidianas píldoras de rencor mentiroso que, como cada gota del agua calcárea las estalactitas, van levantando esas gigantescas catedrales de prejuicios que alimentan el odio. 



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miércoles, 9 de septiembre de 2015

ARDOR GUERRERO



Es, la de ardor, una palabra que tengo asociada a esa molesta sensación de la digestión de las comidas apresuradas o a esas fiebres del amor o la pasión que todo lo nublan e impiden ver las cosas claras y, aun peor, tomar las decisiones apropiadas. Pero ardor, seguida de guerrero, es la primera palabra del himno de la Infantería española que, afortunadamente, no recuerdo si aprendí a cantar y que, juntas, dan título a la magnífica novela con la que Antonio Muñoz Molina exorciza los peores recuerdos de su mili.
Ardor guerrero debió ser también lo que ayer secuestró el sentido común y la prudencia del ministro de Defensa y del periodista que, ante los micrófonos de Radio Nacional, le pregunto por el papel de las fuerzas armadas españolas en el caso de que el parlamento surgido de las próximas elecciones catalanas proclamase unilateralmente su independencia de España. Ministro y presidente hicieron gala de su imprudencia, removiendo fantasmas que, si pretendían tener efecto disuasorio, más bien lograron lo contrario, encendiendo todas las alarmas de quienes creemos en la democracia y en el diálogo, 
Hacen mal, uno y otro, en sugerir siquiera el papel disuasorio del Ejército. Y hacen mal porque todos tenemos en la memoria las penosas imágenes de los uniformes en el Congreso o, peor aún, la de los tanques de Milans espantando pájaros y personas por las calles de Valencia en aquel tristísimo 23 de febrero de 1981. O también, por qué no, las de aquella desproporcionada, por no decir esperpéntica, recuperación del islote de Perejil, ocupado por un grupo de gendarmes marroquíes prácticamente desarmados.
Menos mal que, en los últimos tiempos, la imagen que los españoles tienen de sus fuerzas armadas está ligada a las operaciones de pacificación internacionales o a las eficaces intervenciones de la Unidad Militar de Emergencias en incendios forestales, terremotos, inundaciones o cualquier otro desastre natural. A qué viene entonces agitar ese fantasma del pasado, a qué viene recordarnos que hubo un tiempo en el que las ciudades españolas estaban llenas de cuarteles dispuestos para sofocar cualquier aspiración de libertad de sus vecinos.
Mal negocio éste de la disuasión, porque asusta a quienes sólo queremos vivir en paz y armonía y despierta simétricos ardores en los más irresponsables de los amenazados. Sin ir más lejos, en el propio Mas que habla ya de un ejército catalán en su "gira promocional" por lo más granado de la prensa internacional. Mal negocio todo lo que sea remangarse la camisa y enseñar los puños al otro, porque, así, las cosas nunca acaban bien. Sólo los que viven de las guerras y del miedo de los demás sacan partido de estas situaciones. Y os aseguro que no suelen ser los mejores ni los más justos.
Dejemos que todo se resuelva con palabras, no levantemos fronteras donde nunca las ha habido ni creemos ejércitos que nunca han existido. Demos a cada uno aquello a lo que en justicia tiene todo el derecho a aspirar y dejémonos de amenazas y victimismo. Quizá así sepamos algún día quienes son realmente Mas y Morenés y quizá así los españoles no catalanes dejaremos de recibir mensajes aviesos y falsos sobre nuestros vecinos catalanes que, a su vez, sufren el bombardeo de falsas ideas sobre el resto de los españoles. Quizá, así, algún día no tenga que dar explicaciones por admirar el fútbol del Barça, siendo como soy madrileño, Quizá, así, dejen de pitar a Piqué por haberse atrevido a decir que quiere ser consultado sobre la independencia de Cataluña,
De momento, señor ministro, el ardor guerreo sobra. Ese ardor que muestra quien tiene sus espaldas bien cubiertas, incluso si toso, por su imprudencia manifiesta, se complica.


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martes, 8 de septiembre de 2015

LAS NUEVAS GUERRAS


Desde que el pasado siglo los Estados Unidos se desangraron en guerras absurdas que, como la de Vietnam y sus secuelas, se llevaron sin la gloria de la primera o la segunda guerra mundial a una gran parte de su juventud,  los señores de la guerra han hecho todo lo posible para no enfangarse en otra jungla a miles de kilómetros de casa. Lo hicieron en Irak, en esas dos guerra sin frente, ganadas desde el aire, en las que las fuerzas terrestres se limitaron únicamente a ocupar el territorio, machacado ya por las bombas y a convertirse, eso sí, en blanco de lo que antes llamábamos resistencia o, por qué no, guerrilla y que, desde hace tiempo y gracias a las televisiones, hemos dado en llamar terrorismo.
La segunda guerra de  Irak, en la que se hizo desaparecer a un estado, tiránico, pero al fin y al cabo estado, con su ejército y su policía, para sustituirlo por los mercenarios de Black Water -nunca un nombre comercial dijo más, al menos en español, sobre la empresa que lo lleva- y por todo un entramado de empresas y contratas, que, desde entonces, hacen su agosto con la miseria y la sangre de los iraquíes, víctimas de Sadam, antes, y víctimas, ahora, de quienes le derrotaron, controlando y saqueando, las riquezas del país.
Desde que la sociedad norteamericana asistió horrorizada al goteo de bolsas negras que todos los días traían a casa los cadáveres de críos de apenas veinte años o al regreso de quienes iban a Vietnam más o menos idealistas y volvían desengañados, enganchados a la heroína y repudiados por esas sociedad que les envío a esa humillante guerra, desde entonces, los grandes ideólogos de las guerras, que son siempre los mismos y se mueven por lo mismo, han cambiado de estrategia. Ahora la mecha de las guerras se prende en los platós de televisión, con los mismos intereses, que no son otros que la venta de armamento y el saqueo de las riquezas del país atacado.
Lo que ha cambiado es el color de los uniformes, que ya no es el de las tropas norteamericanas, sino el de los insurgentes, rebeldes o como se les quiera llamar que actúan reforzados por las armas y los fondos que les proporciona el amigo americano, sin importar los fines o la ideología que les mueve, sólo la posibilidad de que devuelvan el favor en forma de petróleo o cualquier otra materia prima.
Desde que en Afganistán los talibanes y Bin Laden actuaron "por poderes" en favor de los intereses norteamericanos, el modelo se ha repetido hasta la saciedad, utilizando facciones rebeldes e, incluso, fanatizados grupos religiosos para debilitar los regímenes del cercano oriente, a veces por iniciativa de Israel, sembrando una inestabilidad que va en beneficio de sus intereses,
A veces los cálculos se hacen mal y esos conflictos quedan fuera de control, como en el caso de Libia o Siria, dando como resultado el martirio de la población civil que queda atrapada entre dos fuegos, sufriendo las atrocidades y el hambre de una guerra que se prolonga durante años, sin que quienes encendieron la mecha quieren intervenir, más allá de efectuar bombardeos de castigo, para no correr el riesgo de "vietnamizar" el conflicto.
A veces, las víctimas de esos conflictos ya no pueden más y eligen jugarse la vida en largas travesías por tierra o por mar, en lugar de esperar a que el hambre u otro bombardeo pongan fin a su dolor. A veces consiguen su objetivo y llaman a nuestras puertas. A veces consiguen ser atendidos y a veces son rechazados, pero siempre sacuden nuestras conciencias, nos hacen reflexionar o, al menos, deberían hacernos reflexionar sobre esas nuevas guerras, con actores interpuestos, de las que siempre se benefician los mismos y en las que, también siempre, las víctimas son idénticas.
Y, cuando horrorizados vemos llamando a nuestra puerta a las víctimas de esas nuevas guerras, lo único que se nos ocurre es aumentar la ración de bombas, sin poner sobre el terreno a quienes podrían devolverles la dignidad en su propia casa.


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lunes, 7 de septiembre de 2015

QUE SE ACLAREN


Asisto estupefacto a la esquizofrenia de los socialistas respecto a Cataluña, una esquizofrenia que, en momentos tan difíciles como estos, no hace sino enturbiar su mensaje y restar credibilidad a quienes se esfuerzan en ofrecer un mensaje atractivo a quienes el próximo domingo veintisiete tienen una cita en las urnas, quizá la más trascendente de su vida, una cita en la que, con su voto, decidirá, no sólo el futuro de Cataluña, sino el de toda España.
Esquizofrenia e incoherencia, todo en uno, porque, no sólo se dan mensajes contradicciones desde las mismas siglas, como vienen haciendo Felipe González, reconociendo ahora a Cataluña como nación, mientras su secretario general, Pedro Sánchez, lo reduce todo a una ambigua y farisaica singularidad, sino que el propio González es  incoherente con todo lo dicho respecto a ella, concediéndole ahora la nacionalidad que hasta ahora le había negado.
Personalmente, yo, que confíe durante tres décadas en el PSOE, al principio con entusiasmo y, más tarde, con la resignación de los abducidos por el bipartidismo, creo ahora que los socialistas tienen mucha responsabilidad en el grave deterioro de la convivencia que ha llevado a los catalanes a una situación que, se resuelva como se resuelva, va a ser perjudicial para todos.
El problema de los socialistas ha sido, de un tiempo a esta parte, su falta de coraje, su mezquindad a la hora de pronunciarse desde Ferraz o de dejar que los socialistas catalanes se pronunciasen, para no poner en peligro su cosecha de votos en el resto del Estado. Esa mezquindad ha ido castrando la capacidad de análisis de la ejecutiva federal desde Madrid y la de casi todos sus votantes, al tiempo que capaba también su mensaje en Cataluña y el de su partido hermano, provocando deserciones en su seno y una debacle electoral, de la que tardarán años en recuperarse, si es que finalmente lo consiguen.
La mezquindad del PSOE, haciendo seguidismo de los populares en cuanto a su intransigencia frente a cualquier aspiración nacionalista y renunciando a su defensa del federalismo en esa terca defensa del inmovilismo a la hora de defender contra viento y marea la integridad de una constitución que se ha vuelto estrecha y asfixiante en demasiados asuntos. Una mezquindad, la del PSOE, que ellos, y nosotros mismos, estamos pagando y de qué manera. Por ejemplo, dejando el nacionalismo de izquierdas que, aunque contradictorio en sí mismo, existe, en manos de las fuerzas más radicales y dejando morir sin haber nacido la esperanza de abrir una vía federalista, con la que conseguir colmar las aspiraciones de una inmensa mayoría de los catalanes y, por qué no, del resto de los españoles.
Por eso me indigna la verborrea de algunos que parecen haber perdido, no sólo el pudor, sino la decencia a la hora de hacer declaraciones, como es el caso de Felipe González, "teme a los viejos, porque no tienen futuro" que decía un sabio,  ese "cogérsela con papel de fumar" de Pedro Sánchez que levanta la voz y grita a la hora de mitinear en Cataluña, pero reduce su propuesta para Cataluña a esa "singularidad" que recuerda a la "diversidad" que cacareaba el franquismo a la hora de hablar de sus "pueblos y regiones".
No me gusta la deriva de los socialistas y me temo que, una vez más, en Ferraz preocupa más no dañar la imagen de Sánchez como presidenciales que dar un mensaje verdaderamente esperanzador, proponiendo una salidas honrosa e inteligente para unos y otros. No. No me gusta esta situación y, porque creo que sus votantes se lo merecen,  me gustaría que se aclarasen.


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viernes, 4 de septiembre de 2015

NO NOS MERECEN



Si una cosa está dejando clara esta crisis de refugiados que está viviendo Europa, a cuyo origen en absoluto son ajenos los gobiernos europeos, es que los ciudadanos, desde Islandia a la martirizada Grecia, somos más generosos y solidarios que quienes elegimos y dicen representarnos. Basta con ver la respuesta que está teniendo la iniciativa de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau o ese reguero de vecinos de Budapest llevando comida, agua, tiendas y sacos de dormir a los atrapados a las puertas de la estación, camino de Alemania, en su huida de la guerra y la miseria de Irak y Siria.
Es lamentable que tengan que los ciudadanos y sus ayuntamientos, su administración más cercana, quienes tengan que asumir el papel que correspondería a los todopoderosos estados que han elegido no ver, no oír ni, mucho menos, hacer hasta que sus calles y plazas se han llenado de roda esa gente desesperada.
Mientras el problema se "limitaba" a unas cuantas playas sembradas de cadáveres o unos centenares de familias vagando por sus campos entre alambradas, todo era soportable para sus ojos, la cosa no pasaba de unas imágenes más o menos desagradables en los telediarios. Pero parecen haber ignorado que el miedo y la furia son incontenibles y que esa gente iba a hacer y ha hecho lo posible para llegar al corazón de esos países en los que esperan recuperar la vida y las esperanzas perdidas en el suyo.
Lo que está ocurriendo se resume en el comentario indignado de un ciudadano de algunos de esos países, probablemente Austria o la misma Hungría, que se preguntaba iracundo cómo quienes movilizan miles de policía y gastan millones de euros en "proteger" a los imbéciles del G7 no son capaces de atender las necesidades de todos estos refugiados, abandonados a su suerte y servidos en bandeja a las mafias que les engañan y les explotan, cuando no ponen en peligro o acaban con sus vidas, como ocurrió con esos setenta refugiados cuyos cadáveres aparecieron atrapados en un camión, a pleno sol, junto a una autopista austriaca, a unos cientos de kilómetros de sus sueños y con semanas de camino, con la guerra a sus espaldas.
Y ante todo esto, el cinismo de la mayoría de los dirigentes europeos, entre los que "nuestro" Mariano Rajoy es todo un campeón. Es cierto que los niveles de crueldad y falta de humanidad del húngaro, Viktor Orbán, son difíciles de alcanzar, pero la actitud de Rajoy y sus ministros, esgrimiendo el paro que ocultan en los telediarios, como excusa para desentenderse de la obligación moral de atender a las víctimas d de una guerra en la que se dispara munición española. Resulta indignante. Y más, cuando basta una "orden" de Angela Merkel en Berlín para que la intransigencia de nuestro gobierno se trueque en la aceptación de las cuotas que, finalmente, la Unión Europea determine.
Y, frente a esas actitudes, que no llegan a la intransigencia populista de Viktor Orbán, quizá porque se volvería contra ellos, pero que sobrepasan la cruel indiferencia, está la respuesta de la ciudadanía.
La respuesta de quienes tienen aún en la memoria y en los álbumes de fotos familiares las historias de los padres y abuelos que, a pie, con lo poco que pudieron llevar a cuestas o en los barcos fletados, no por las mafias carroñeras, sino por la solidaridad de las democracias y los trabajadores. Fotos de los nuevos hogares fundados en México, Argentina o Francia, en esta última, después de haber pasado por el calvario de las alambradas, el hambre y las enfermedades de los campos levantados en las playas del sur.
Para toda esta gente, ver las escenas de las playas de Grecia o las calles y plazas de Hungría es volver al pasado, a un pasado que creíamos superado y que nos sonroja a casi todos. Somos, y debemos convencernos de ello, mejores que nuestros gobernantes. Tenemos memoria y corazón y, por eso, vamos a ponernos manos a la obra para acoger a quienes sufren lo que los nuestros sufrieron, En cuanto a quienes nos gobiernan, en esto como en tantas cosas, no nos merecen.


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jueves, 3 de septiembre de 2015

ESTOY HECHO UN LÍO



Hoy, siento tener que decirlo, estoy hecho un lío. Y lo estoy, porque, a sabiendas de que los españoles y especialmente los catalanes nos jugamos mucho en apenas tres semanas o de que los europeos nos morimos de vergüenza e indignación ante la indiferencia de nuestros gobernantes para con los refugiados que naufragan frente a nuestras costas y en nuestras alambradas, hoy me apetece hablar de una historia pequeña que nos habla de la gran hipocresía de la iglesia católica, la misma iglesia que condena a las mujeres que deciden elegir libremente ser o no ser madres y que, hace ya más de ochenta años, como puede verse en la foto compartida por mi amiga Olga, fusiló vestida de sotana en la plaza de toros de Badajoz a aquellos que eligieron, como deberían haber hecho ellos, estar con los humildes y no con los señoritos.
La pequeña historia de que os hablo es la historia de Alejandro Salinas, Alex, un católico practicante que decidió poner remedio a la desgracia de haber nacido hombre en el cuerpo de una mujer y al que, por ello, la misma iglesia en que ha crecido castiga negándole el derecho de llevar a la pila bautismal a su sobrino. El caso, del que difícilmente no estaréis al corriente, se ha convertido, gracias a la miserable actuación del obispado de Cádiz-Ceuta, que, en un tira y afloja digno de la más refinada de las torturas, niega, accede y vuelve a negar que Alex lleve en brazos a la pila a su sobrino porque, como reza dice en sus comunicados, "no posee el requisito de llevar una vida conforme a la fe y al cargo de padrino.
Me río yo de ese requisito, porque, de ser exigido a los miles de católicos  que, en este bendito país, son reclamados al cabo del año para apadrinar a una criatura, serían muy pocos los que llegasen a la pila con ella en brazos, lo que conllevaría poner en peligro, no sólo las arcas de la iglesia que cobra por bautizar y por aumentar su censo con los bautizados, sino también las industrias de la moda, que la hay, para bautizos, la de la ropita infantil y la del juguete, con la pérdida de los sucesivos regalos que, por reyes y el cumpleaños habrás de hacer el padrino a sus ahijados.
Esta hipocresía, que me repugna particularmente, es sólo un aspecto de la cuestión. El otro, mucho más grave es el de esa iglesia intransigente que no asume ni permite en su seno que se corrijan lo que no son sino errores de la naturaleza y condena a quien, como Alex, ha nacido dentro de un cuerpo que no es el suyo, un cuerpo equivocado, a vivir el resto de su vida infeliz y atormentado. No sé si sois capaces de imaginar que la iglesia no admitiese como padrino a un tullido que, mediante la cirugía y el tratamiento adecuado hubiese recuperado la movilidad y, con ella, su dignidad. Resulta difícil en verdad asumirlo. Pues eso es lo que el obispo Zornoza Boy está haciendo con Alejandro, toda una canallada.
Afortunadamente, Alex y su familia son tan fuertes como son firmes sus convicciones y han sido capaces de resistir la dulce tentación de agachar la cabeza y "tirar del banquillo" para sustituirle, al menos en los registros parroquiales, como padrino. Y no sólo son fuertes, tampoco les duelen prendas a la hora de airear lo que un párroco, primer, y el obispo, después, ha querido hacer con ellos. Gracias a esa actitud, supimos del caso y se abrió el debate y gracias a ese debate conocimos a Alejandro y pudimos comprobar que sería mejor cristiano y mejor padrino que muchos de los que llenan cada día las iglesias de este país,
También, gracias al conocimiento del caso, hemos visto lo hipócrita que puede llegar a ser la iglesia que, tras verse sorprendida por el alcance de la polémica y tras anunciar la familia que renunciaba al bautizo, accedió al padrinazgo del joven gaditano. Todo un final feliz, hasta que, en las últimas horas, el obispado ha vuelto a dar marcha atrás, siguiendo, dice, las directrices de Roma, algo difícil de creer si consideramos que Roma es Francisco.
Lo cierto es que Alex y su familia no están dispuestos a que el párroco, el obispo y Roma les retuerzan el brazo y acaban de anunciar que el niño no será bautizado t que Alex hará apostasía, conservando su fe, pero fuera de una iglesia que no le quiere ni le respeta.
¿Es o no para estar hecho un lío? ¿Es o no  para escandalizarse que, con todo lo que está pasando y lo que  ha pasado, la iglesia que proclama la caridad y el amor se pierda en guerras que para ella debieran ser pequeñas y para esta familia de San Fernando son vitales como lo es su dignidad? Y, llegado, a este punto me pregunto ¿Cuántas cabecitas inocentes habrán regado con "agua bendita" las manos que, hace más de ochenta años, empuñaron en la plaza de toros de Badajoz los fusiles con que acabaron con la vida de otros sacerdotes que habían cometido el pecado de no estar con los obispos del brazo en alto.


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miércoles, 2 de septiembre de 2015

PARA LO QUE LES QUEDA EN EL CONVENTO...


Cuando se vaya esta gente, si es que, finalmente, en un momento de lucidez hacemos que se vayan, nos encontraremos un escenario parecido al de la mañana siguiente a esas fiestas en las que el  no siempre feliz anfitrión asiste horrorizado, en medio de la resaca, al destrozo, cuando no al saqueo de la vivienda que han perpetrado unos invitados indeseables y abusones que se o han bebido todo, han vomitado en los rincones y han teñido alfombras y tapicerías con el color de sus torpezas.
Un escenario, éste, muy parecido al que promete el viejo refrán que, como una amenaza, afirma "para lo que me queda en el convento, me cago dentro", que es lo que parecen haber decidido dejarnos por herencia quienes nos gobiernan desde hace cuatro años cuando tengan que marcharse, más o menos maltrechos tras las próximas elecciones generales.
Estos "señores" del  Gobierno parecen dispuestos a arrancar el papel de las paredes de la casa común y pintarlas del color de sus miserias, transformando leyes y reglamentos a su conveniencia, aún a sabiendas de que todas esas barbaridades van a durar poco más de lo que duren ellos en el convento. Lo han hecho con la reforma educativa, con la laboral, con tantas y tantas leyes, burdas e injustas que han sacado adelante sin el más mínimo consenso y, las más de las veces, con nocturnidad y alevosía.
Ayer, volvieron a hacerlo. Y lo hicieron de forma atropellada, casi casi descoordinada, como si, en ausencia de Mariano Rajoy, de viaje en Alemania para recibir los parabienes de su guía espiritual, la todopoderosa Angela Merkel, el polémico ex alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, candidato popular a las catalanas, hubiese tomado las riendas del partido, con la misma prepotencia que quiso barrer de (inmigrantes) indeseables las calles de su municipio, dando lugar a un espectáculo insólito y, cuando menos, sonrojante.
Un espectáculo sonrojante porque no puede ser calificado de otro modo el hecho de que un "extraño" al parlamento, porque García Albiol no es ni tiene previsto ser diputado, se encargue de presentar, al menos mediáticamente, un proyecto de ley tan desasosegante como el de ayer, con el que se pretende dotar de capacidad sancionadora al Tribunal Constitucional, con la aparente y única finalidad de castigar a un hipotético Artur Mas que, renovado en la presidencia de Cataluña con la victoria de su lista Junts pel si, osase dar los primeros pasos hacia la proclamación de la independencia de Cataluña.
He escrito aparente y lo he hecho porque soy de los que cree que Mas no saldrá victorioso de este último envite y porque soy también de los que cree que el único fin que persigue el PP con tamaño despropósito es el de agitar el avispero catalán a la búsqueda del voto más montaraz y del miedo, una vez que la desaparición del terrorismo etarra le ha dejado sin argumentos en ese flanco.
Y lo ha hecho sin pensar, una vez más sin pensar, que, con esta reforma hecha a la medida de dotarse de capacidad de castigo inmediato a Aryur Mas, está reforzando el liderazgo del líder de Convergencia ya sin Unión, ahora en horas bajas a causa de las evidencias de corrupción y financiación ilegal de su partido. Lo ha hecho sin pensar en las consecuencias o, por el contrario, midiéndolas cuidadosamente y a sabiendas de que un Artur Mas reforzado y amenazante llevará al redil del miedo a centenares de miles de votantes en la generales.
De modo que acabo desmontando el titular de esta entrada, porque esta torpe reforma del Tribunal Constitucional que difícilmente pasaría el filtro del organismo al que va destinada no es sino una "cagada", eso sí, sacada de la chistera como un conejo, con el único fin de convertirse en guardianes de las esencias y barrenderos de esa turbia idea de España que, pese a muchos españoles, les mantiene.

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