jueves, 28 de febrero de 2013

EL CASTELGANDOLFO DE RAJOY

 
 
Siempre he pensado que, de todas las ventajas que comporta tener dos ocupaciones, la mayor es la de que siempre se puede poner una de ellas como excusa para no atender las obligaciones que implica la otra. Pues bien, algo así es lo que vengo observando que hace Mariano Rajoy, poniéndose al sol de los actos de partido, cuando llueve en La Moncloa y, perdiéndose en su despacho de jefe de gobierno, cuando en la calle Génova caen chuzos de punta.
Dicho de otro modo, hoy que el papa Benedicto hará efectiva su renuncia a las obligaciones asumidas cuando accedió al trono del Vaticano, Mariano Rajoy huye de uno a otro Castelgandolfo según pinten las cosas, mientras nosotros los españoles, fieles y no fieles, esperamos día y días bajo el inclemente cielo de la actualidad a que tenga a bien asomarse al balcón de la verdad para dar "urbi et orbi" las explicaciones que desde hace tanto tiempo esperamos.
Hoy el papa se marcha a Castelgandolfo. Lo hará en helicóptero, como aquel Nixon humillado por no haber dicho la verdad a tiempo y se marcha dejando abierta la caja de los truenos en El Vaticano. Los hay que dicen que ha sido su delicada salud la que le ha apartado del cargo, hay quien añade que son la coquetería o la soberbia las que le impiden ir deteriorándose a los ojos del mundo, como ya vio que le ocurrió a su antecesor Juan Pablo II, y que por eso se va. Pero también los hay que dicen que se va porque ha visto y no puede o no quiere combatir tanta miseria y tanto pecado -contra el sexto y contra el séptimo mandamientos, aclaro- como ha visto. En ese caso, mi opinión es que se va por cobardía. Y aquí es donde engarzan las historias del papa alemán y el político gallego. Están rodeados, cuando no salpicados, por todo aquello que dicen combatir y sus espléndidas banderas hechas de limpieza y honradez caen lacias ahora sobre su rostro, poniéndoles en la situación más penosas y ridículas que imaginarse puedan.
Estoy seguro de que a Rajoy, abochornado y sin salida, fracasado en sus promesas de prosperidad y limpieza, le encantaría que un helicóptero, como aquel carro de fuego que se llevó a Elías, le sacase de tanto problema para llevarse a ese Castelgandolfo particular donde, para él, los días pasarían plácidos entre el humo de buenos habanos, la lectura del MARCA y los partidos de la tele.
Lo malo es que, de La Moncloa, salvo para los viajes oficiales, se entra y se sale en coche y que el alquiler del palacete es por cuatro años, salvo que los caseros -todos los españoles- consideren que no se está cumpliendo el contrato de arrendamiento y le enseñen la puerta de salida.
Es una pena que Rajoy no sea papa. Le sería más fácil la huida. Seguro que su sucesor le perdonaría como perdonarán a Ratzinger no haber cumplido con su deber de arrastrar la cruz hasta el final, del mismo modo que él ha perdonado, al menos no los ha puesto públicamente en evidencia, a todos los pecadores que al parecer le rodean. Pero no, Rajoy no es el papa, Rajoy -de ser ciertas las anotaciones de Bárcenas en su cuaderno, y arece que lo son- estaba muy apegado a lo material. Tanto como para recibir sobres, trajes y corbatas a cuenta del "cepillo" del partido. Y eso no se puede borrar con retiro y oración. Eso hay que expiarlo ante los ojos del mundo y, si la justicia es justicia, que a veces lo es, no tardará en hacerlo.
Para entonces, mucho me equivoco o la iglesia del PP se habrá desecho de la curia podrida o se habrá consumado el cisma y todos aquellos que creyeron en el perdón de los pecados en las urnas, se darán cuenta de que, a veces, la ley de los hombres los castiga aunque millones de papeletas los hayan perdonado. Ya le gustaría a Rajoy poder retirarse a un Castelgandolfo, el que fuera, pero, para él, no lo hay.
 
 
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miércoles, 27 de febrero de 2013

TIENEN LA CREDIBILIDAD QUE TIENEN

 
 
Tiene cola de león, melena de león, garras de león y ruge como un león, pero hay quien se empeña en convencernos de que no es un león. Es algo "tan de cajón" que pierden el tiempo en intentarlo. Allá ellos, porque, al final, el primer zarpazo va a ser, ha sido ya, para ellos y tengo la impresión de que, de este, no se recuperan. Pese a todos los intentos de explicar lo inexplicable.
Con mucho más aplomo que su jefa, la torpe María Dolores de Cospedal, tan autoritaria como torpe, el inefable Esteban González Pons nos situó ante la disyuntiva de tener que elegir entre la credibilidad del PP y la de su fiero ex tesorero que al verse solo en la selva de los tribunales ha comenzado a dar zarpazos más a diestro que a siniestro. Hizo mal González Pons en invocar aquella credibilidad que les dieron cientos de miles de ciudadanos hace quince meses en las urnas, porque, con tanta promesa incumplida, tanta trampa y tanto trapo sucio al descubierto y tan pocas y fiables explicaciones, de aquel capital político que, efectivamente, tuvieron, apenas quedan migajas. Pero creo que hizo aun peor al emplazar al innombrable Luis Bárcenas ante los tribunales. En realidad lo de Pons fue un brindis al sol, porque quien les emplazó, y por sorpresa, fue el propio Bárcenas, demandándoles por despido improcedente ante la Magistratura de Trabajo.
Efectivamente, señor González Pons, los tribunales dará la razón a uno quitándosela a otros o quién sabe si a la inversa. Pero cuando alguien ha estado recibiendo mensualmente una cantidad fija, con su correspondiente retención del IRPF y las no menos correspondientes cotizaciones a la Seguridad Social, quedando constancia de todo esto, probablemente en una cuenta corriente a nombre del ex tesorero ahora apestado, y, seguro, en la Agencia Tributaria y la Tesorería de la Seguridad Social, malo sería que un tribunal no lo considerase un salario, sea cual fuere el trabajo por el que percibía su contraprestación el demandante.
Para desmantelar la más que verosímil teoría llevada por Bárcenas ante Magistratura, al PP le bastaría con presentar un papel, un sólo papel, firmado por el propio demandante, en el que se estableciesen los términos de ese acuerdo por el que el ex senador recibiría una indemnización "diferida" de más de cuatrocientos mil euros "simulada" como salario por su trabajo en el partido. Bastaría, pero no lo han presentado. Les costaría una importante sanción por fraude a la tesorería de la Seguridad Social, pero taparían de una vez, al menos en este asunto, la boca del que fuera su senador por Cantabria. Y cabe pensar que, si no lo han presentado, es porque no debe existir. Porque Bárcenas puede ser malo, malísimo, pero tonto no es. Y no me lo imagino abriendo un nuevo frente legal sin tener todos los triunfos en su mano.
Cuánto daría por mirar por un agujerito lo que ocurre estos días en la sede nacional del PP. No puedo creer que todos los cargos del partido y mucho menos sus militantes puedan permanecer impasibles ante la ópera bufa que están representando la secretaria general, torpe donde las haya, y todos sus mariachis, mientras el "Don Tancredo" que tienen por presidente en el partido, ellos, y por presidente de la nación todos nosotros, permanece quieto pálido y pintado de blanco, pensando que el león es un toro y que va a "pasar" de él.
Se equivoca Rajoy y se equivocan sus cospedales. Los jueces no entienden de credibilidades sino de pruebas y, de momento, el que las tiene todas y las administra con frialdad es Bárcenas. A este Don Tancredo ya no le sirve de nada la credibilidad de aquellos once millones de votos que difícilmente recuperará en mucho tiempo. Ese toro, insisto, con melena, cola, garras y rugidos de león, es un león y lo único en que su presencia evoca al mundo de los toros es que, ante ella, la dirección de su partido se está comportando como la cuadrilla del bombero torero.
 
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martes, 26 de febrero de 2013

QUE ENTREN LOS PAYASOS

 
Siempre me gustó la canción de Stephen Sondheim, con su amarga ironía. Dónde están los payasos -dice- Que entren los payasos. La canción habla de la farsa de una pareja como tantas otras y la pareja que forman los ciudadanos y sus representantes demasiado a menudo es sólo una farsa.
Ayer mismo, aquí en España, tuvimos más de una ocasión de comprobarlo. El caso más llamativo, el de el lindo Toni Cantó, votado por quienes estaban hartos de PP y PSOE para que les representase en el Congreso, designado portavoz de su partido, UPyD, en la comisión de igualad, que se encargó de demostrar, no sólo que un político con twitter tiene más peligro que un mono con un saco de bombas, sino que, además, tiene una cierta predisposición misógina que debería haberle impedido ocupar tan alto y vistoso cargo en la comisión que se ocupa de tan delicados asuntos. Es lo que tiene la absurda mercadotecnia en que ha degenerado nuestra política. Al final, se colocan frívolamente en las listas caras bonitas que, sin embargo, carecen de currículo o pedigrí suficientes para las responsabilidades que se les pueden venir encima si, finalmente, son elegidos.
El caso de don Antonio Cantó, destilando misoginia y demagogia, al cincuenta por ciento, no es la única evidencia que tuvimos ayer de la farsa en que vivimos. María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular y presidenta del gobierno de Casilla La Mancha, se colocó por primera vez en mucho tiempo ante periodistas con voz que, como intermediarios entre la realidad y su audiencia, quisieron saber cuál fue hasta hace semanas la situación del despasaportado Luis Bárcenas dentro del PP. Una vez más, la falta de recursos, los nervios y, sobre todo, lo insostenible de la farsa, hicieron que el elefante del acto fallido asomase su trompa entre los labios de la señora Cospedal haciéndole la palabra fatídica que lo explicaba todo, pero nunca debió decirse: simulación -se supone que de salario- para abonar una indemnización. Algo que está, no sólo prohibido, sino considerado falta muy grave y que a la avispada de la ministra Báñez le va a traer más de un quebradero de cabeza, porque, después de lo que dijo su jefa en el partido, debería abrir un expediente, de momento y al menos, informativo al Partido Popular, empresa sita en la Calle Génova, número 13.
Son sólo dos ejemplos de la torpeza y pobreza de ideas de quienes, desde el estado mayor o la infantería de los partidos políticos, con largas carreras o recién llegados, nos representan. No es de extrañar, por tanto, que en países como Italia, donde, desde que acabó la última guerra, la política ha sufrido interferencias primero de los aliados, empeñados en desmantelar la fuerza de los herederos de los partisanos, luego de la Mafia, a veces de unos y otros, y ahora de la UE, los ciudadanos hayan optado por hacerle una sonora pedorreta al sistema, derribando para siempre la menos democrática de las opciones, Monti, dando un apoyo inesperado al partido de las cinco estrellas de Beppe Grillo, premiando al vencedor de las primarias de la izquierda, pero no lo suficiente y, lo que es peor, franqueando el paso de nuevo a las marrullerías de Berlusconi, para el que ya he agotado todos los calificativos.
Nos movemos entre la farsa y la tragedia, porque, más allá del castigo y el síntoma que suponen, los resultados de ayer abren un terrible periodo de incertidumbre. Allí, porque los ciudadanos lo han querido, han entrado los payasos. Aquí, sin el permiso de los votantes y visto lo visto ayer, llevaban tiempo dentro.
 
 
 
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lunes, 25 de febrero de 2013

UN ESPEJO EN EL QUE MIRARSE

Desde hace horas no hacemos otra cosa que mirar con más desprecio que preocupación el panorama electoral italiano que pondrá fin, o no, a ese experimento antidemocrático que supuso la llegada a la jefatura del gobierno de un tecnócrata como Mario Monti que, con sus luces y a sus sombras, sus errores y su s aciertos, carecía de lo más importante a que debe aspirar un gobernante en democracia y que es el respaldo de los votos.
Ahora, concluida esa legislatura bizarra que arrancó con un Berlusconi haciendo como siempre feos equilibrios en el parlamento y concluye con los italianos exhaustos por los sacrificios impuestos por un Monti que, pese a su coherencia y credibilidad, no ha traído al país el tan ansiado despegue, los votantes, cada uno de su padre y de su madre, desde los fatalmente pobres y morenos italianos del Sur -napolitanos, sicilianos y calabreses- carne de emigración, con los italianos de la Padania, casi "tudescos", rubios y generalmente ricos y altivos, se enfrentan a unas nuevas elecciones sin salida, en un país que pasó ya hace años por la descomposición en el caldo fétido de la corrupción de esos partidos tradicionales por la que parecemos condenados a pasar también nosotros.
Una sucesión de gobiernos inestables, en un proceso caótico al que a punto estuvieron de dar salida con aquel "compromiso histórico" entre la Democracia Cristiana de Aldo Moro y el PCI de Enrico Berlinguer, el elegante y doliente líder de la izquierda, que fue frustrado por el oscuro secuestro y asesinato de Moro que, aunque firmaron las Brigadas Rojas, se consintió, si no organizo desde las más negras cloacas del Estado.
Después de aquello, más de lo mismo, con la eterna presencia del siniestro Andreotti, sospechoso, si no culpable, de entendimientos con la Mafia, con un Bettino Craxi, líder del Partido Socialista, que fue clave en tantos y tantos gobiernos y que se dejó salpicar por la corrupción hasta que exiliado murió en Túnez. Un caos cotidiano que quebrantó la poca fe en la democracia que un conservaban los italianos, hasta el punto de echarles -manos limpias mediantes- en los brazos del sinvergüenza de Berlusconi, que supo recompensar los más bajos instintos de pobres y ricos con su arrogancia, su machismo y su inmoralidad manifiestas.
El resto no se puede recordar sin sonrojo, pero, al parecer, se puede olvidar para volver a caer en los errores de siempre, porque Berlusconi volverá, al menos al parlamento, y los italianos entrarán de nuevo en la centrifugadora de esperanzas. En eso, o en la consacración de la bufonada nihilista de Grillo que a saber qué esconde tras su aparente anarquismo, porque podría ser o convertirse en un nuevo submarino berluscoliano.
Ojalá me equivoque y ojalá España no siga los pasos de Italia. De verdad lo espero y creo que, si no hemos seguido la senda de los italianos es porque los dos grandes émulos de Berlusconi, Ruiz Mateos y Jesús Gil, no se hicieron con una televisión a tiempo, porque equipos de fútbol sí tuvieron. Espero que el Berlusconi español, si es que finalmente lo va a haber, no haya terminado aún, no ya el COU, sino la ESO o como quiera que se llamen ahora. Así, al menos, tendríamos tiempo de evitarlo.



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domingo, 24 de febrero de 2013

VICTORIA Y LOS GOLPISTAS

Nada más lejos de mi intención que negar a nadie el derecho a expresar sus opiniones, pero empiezo a estar cansado de que haya personajes que pretendan dar a la ciudadanía lecciones de democracia cuando, en su pasado, las páginas que corresponderían a los años en los que la gente luchó y sufrió por hacerla posible, o son oscuras o, simplemente, están en blanco.
Estoy cansado de que Mariano Rajoy que, mientras la calle hervía en deseos de libertad y justicia, se esmeraba en preparar las oposiciones a Registrador de la Propiedad y que, cuando decidió entrar en política no se afilió a la UCD de Adolfo Suárez, sino a la Alianza Popular de los siete magníficos, algo parecido a lo que hizo aquel inspector de Hacienda de pasado falangista y pijo y bachillerato con pedigrí en el Colegio del Pilar, que llegó a presidente del gobierno y que ahora vive su lujoso retiro de alcalde consorte de Madrid, dando lecciones al mundo sobre lo que hay que hacer y deshacer en España, a sueldo de Rupert Murdoch, el menos decente y democrático de los magnates de la prensa mundial.
Y qué decir de Esperanza Aguirre, condesa consorte de Murillo, promotora, cuando no anfitriona, del "Tea Party" español y curiosamente rodeada de amigos y familiares bendecidos por pelotazos especulativos o concesiones administrativas, pese a que pagan las nóminas de sus empleados en sobres que incluyen un salario miserable y unos complementos en negro que son, a la vez, hipoteca para el futuro y chantaje para el presente. Qué buenos maestros para enseñarnos democracia y libertad ¿verdad?
Pero no sólo son ellos. También los hay en los segundos escalones, jóvenes o no tan jóvenes. Los hay que, como María Dolores de Cospedal, el señorito Arenas y unos cuantos más se permiten darnos lecciones y acusarnos de fascistas porque queremos cambiar las cosas que están mal porque hemos dejado que se pudran en sus manos. El último, un personaje emergente en el Partido Popular de Madrid, Salvador Victoria, al que la tocata y fuga de Esperanza Aguirre ha situado como hombre fuerte y portavoz del tantos años escudero y ahora delfín de Aguirre, Ignacio González, y que pese a su juventud, tenía quince años en 1981, se permitió ayer comparar a los centenares de miles de españoles que salieron a la calle para protestar contra el golpe de Estado financiero que nos ha vuelto más pobres en recursos, en Sanidad y Enseñanza, gracias a que gente como él y sus compañeros, del PP o no, habían empobrecido, entontecido y desnutrido nuestro sistema democrático, con Tejero, Milans, Armada y demás golpistas.
Salvador Victoria tenía quince años aquel 23 de febrero y, pese a ello, tiene claro que esos millares de manifestantes que ayer tomaron las calles actúan como los golpistas de hace treinta y dos años, porque -dice- tratan de cambiar el resultado que dieron las urnas hace quince meses. Nada dice de que, si ganaron, fue porque hubo quienes les creyeron cuando decían que no iba a haber recortes en sanidad, educación y pensiones o que no se iban a subir los impuestos o abaratar el despido o cuando dijeron que se iban a crear tres millones y medio de puestos de trabajo.
Hoy, después de un año largo de gobierno del PP, hay cerca de un millón de parados más, decenas de miles de personas han perdido sus hogares, la enseñanza pública, en todos los niveles, ha perdido calidad y eficacia. Respecto a la sanidad, se cierran hospitales, centros de salud y servicios y, si el prestigio del sistema de salud no se ha desmoronado, es por el esfuerzo y la profesionalidad de médicos y personal sanitario que, pese a que han visto disminuir sus salarios y crecer arbitrariamente sus turnos de trabajo, lo han mantenido a flote. Además, han crecido los impuestos que han ido, como las ayudas comunitarias, a llenar el pozo sin fondo de los bancos y cajas que causaron la crisis.
¿Es golpismo decir basta a este escarnio indecente? No, señor Victoria, golpismo es asaltar el poder con mentiras en lugar de tanques y entregar a los ciudadanos, atados de pies y manos, a oligarcas y capitalistas sin escrúpulos.
 
 
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sábado, 23 de febrero de 2013

POBRE SORAYA

                               Gorka Lejarcegui / EL PAÍS
 

Pobre Soraya. Parece que esta mujer que llegó a la política como becaria en La Moncloa cuando Rajoy era ministro de la Presidencia, donde se convirtió en fiel colaboradora del hoy presidente no tiene suerte en sus cometidos, porque, al final, le toca comerse más de un marrón que en buena ley no le corresponderían.

A esta chica lista de Valladolid -una de mis amigas más queridas es de esa tierra tan fría y húmeda en invierno- no tiene las dotes interpretativas de sus paisanas Concha Velasco o Lola Herrera. La pobre no controla bien las emociones y, amén de que la voz no le acompaña, se le nota demasiado cuando le espeluzna dar la cara por otros que la esconden o la cortedad de unas medidas contra los desahucios de los que el gobierno del que es portavoz, si no es responsable, sí es al menos consentidor.

No es agradable masticar silencio ante temas correosos, pero, querida ministra, le va en el sueldo. Así que mientras no tome la decisión de marcharse para evitarlo, haría bien en imitar a sus compañeros de partido María Dolores de Cospedal, o Javier Arenas a los que no sé si por casta o por experiencia parece darles igual ocho que ochenta.

Ese descaro ese afirmar una cosa y la contraria sin inmutarse, esa cara dura, en suma, suelen gustar a la clientela del partido. Otra cosa es el aséptico González Pons que, como la lechuga iceberg, no se altera y mantiene su tersura, pero, saber, no sabe a nada. En realidad, querida Soraya, soy más de su escuela, partidario de interiorizar el personaje -y el ministro portavoz siempre ha sido un personaje- pero, para conseguirlo, es conveniente creérselo y, no sé por qué, me da que usted no se lo cree.

Lo de ayer, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en la que es impensable y sería absurdo prohibir las preguntas, fue patético.

Tenga en cuenta que quienes cubren esas comparecencias tienen ya mucha experiencia y ya han hecho callo ante situaciones parecidas con gobiernos de uno y otro color, Téngalo en cuenta y que sepa que está condenada a que las preguntas a las que sus compañeros no han querido contestar se las repitan una y otra vez, con diferentes enunciados, porque saben que algún día, cuando quizá menos lo esperen ellos o lo espere usted, va a llegar ese segundo de flaqueza en el que un quebramiento de su voz, una lágrima o un gesto de desesperación proporcionen esa foto, esa imagen que vale por mil palabras que explique y confirme lo que otros quieren callar.

Lo siento, ministra. Su jefe y espero que amigo la ha dejado sola en la última trinchera, defendiendo una posición que algunos, dentro y fuera del gobierno y del partido, ya dan por perdida.

Pobre Soraya, pobre chica de Valladolid, Cuánto debe echar de menos ahora la vida tranquila de una feliz funcionaria y madre de familia "de provincias".
 
 
 

viernes, 22 de febrero de 2013

EL VESTIDO DE LA BECARIA

 
 
 

Poco le ha durado a Rajoy el calor de los aplausos del mayoritario y monolítico grupo parlamentario popular. Apenas unas horas y toda la tranquilidad, todo el presunto prestigio arrancado en aplausos de unos diputados que-nunca hay que olvidarlo- lo son porque, antes incluso de recibir los votos de los ciudadanos, tuvieron que superar el filtro de la comisión de listas, controlada por Rajoy y gente de su total confianza para, con su plácet, figurar en la candidatura correspondiente. Digo esto para que no nos despistemos con los análisis que hoy aparecen en primeras, editoriales y tertulias, porque los problemas de España y de Rajoy siguen siendo los mismos, si no más, ahora que ha caído el telón sobre la ficción de un debate capado por el hecho de que una mayoría absoluta -la del PP- controla el Parlamento.

Una vez cerradas las puertas del hemiciclo, nos dimos de bruces con el hecho de que Bruselas se pasa bajo el chorro del manneken pis las cuentas que Rajoy esgrime para tratar de contagiarnos su poco o nada creíble optimismo. Malo, malísimo para España que, pese a lo que cada día evidencian Rajoy y su gobierno, la integramos los españoles todos, sin excepciones. Pero no sólo eso, casi al tiempo -y no sé si era eso lo que en la foto le contaba el ministro de la Policía a Rajoy- se supo que el juez Ruz conoce ya y supongo que no tardará en reclamarla que Luis Bárcenas declaró hace unos días ante notario que desde 1990, sólo o en compañía de su antecesor Álvaro Lapuerta, llevó un registro de todos los donativos que recibió a nombre del PP y los pagos que, también en su nombre, hizo. Algo que si no es una contabilidad B, se le parece mucho.

Dicen que Bárcenas se presentó ante el notario nada más conocer que la rogatoria pedida por Garzón a Suiza, había dado por resultado la localización de las dos primeras cuentas con firma de Bárcenas en aquel país. No cuando el resto de los mortales supimos de la existencia de las cuentas, sino cuando él lo supo, a través de alguien que, evidentemente, contaba con información privilegiada. En este punto no conviene olvidar que las comisiones rogatorias y sus resultados se comunican de ministerio a ministerio, antes incluso de pasar a manos del juez.

Dicho esto, sólo cabe interpretar la visita de Bárcenas al notario como si tratase de la colocación de un nuevo y sofisticado artefacto explosivo en el campo de minas que está tendiendo en torno a él por si le tocase defender el fortín a él solo. Teniendo en cuenta que se minan las líneas defensivas no sólo para evitar el avance del enemigo, sino para persuadir a los sitiados de abandonar la posición cuando las cosas vengan mal dadas.

Esta declaración, este ataque de sinceridad, que diría Rubalcaba, del extesorero, investigado -no hay que olvidarlo- en el sumario que investiga la presunta trama de financiación ilegal del Partido Popular, conocido como caso Gürtel, me recuerda -me he despertado pensando en ello- al vestido que aquella becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, conservó años en un armario, en lugar de enviarlo al tinte, como haría cualquiera, porque conservaba manchas del semen del fogoso Bill Clinton y que acabó por convertirse en la prueba de convicción contra el presidente.

La declaración de Bárcenas, que da carta de naturaleza a los papeles del extesorero publicados por EL PAÍS, es el equivalente a aquel vestido. Una prueba acusatoria que echa por tierra todo lo dicho por aquel jefe-colega que quiere abandonarte a tu suerte y que dinamita lo más preciado que debe tener quien ha sido elegido para regir los destinos de un país: la credibilidad.

De ser cierta mi teoría sobre lo que Fernández Díaz está confiando a Rajoy, no me extraña que su rostro tenga ese color blanco de cera o de papel... o de sobre.

 
 

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jueves, 21 de febrero de 2013

LOS SUPERPODERES DE RAJOY Y SU KRIPTONITA

 
 
 
Tiene mucho mérito y requiere mucho morro representar el papel que ayer representó Rajoy en la tribuna del Congreso de los Diputados. Creo que sólo es posible levantar ese personaje en que se ha convertido si se cree dotado de superpoderes. Concretamente, del poder de hacer desaparecer a su paso el presente, dejando sólo como dimensiones del tiempo el pasado y el futuro y abdicando por tanto de cualquier responsabilidad sobre lo que les está pasando AHORA a los españoles.
Pero no sólo eso. También tuvo la fuerza de voluntad, supongo que entrenada a base de estímulos negativos y parecida a la del personaje de Malcolm McDowell en "La naranja mecánica" de Kubrick, para no atender a ninguna de las numerosas preguntas que se le hicieron sobre el ex tesorero del PP que el mismo nombro, sus sobres y los al menos 22 millones de euros que controla en las ya famosas cuentas suizas. La terapia fue tan eficaz que ni siquiera pronunció el fatídico apellido. Pero hay algo con lo que no contaron sus asesores y ese algo es la naturaleza del cerebro humano que no deja de ser un laberinto lleno de surcos y recovecos en el que se esconden agazapados nuestros peores fantasmas.
Y, claro está, cuando llegó su momento el fantasma apareció reencarnado en una palabra que muy probablemente no habían entrenado. Me explico: como se supone que sería feo y poco respetuoso para el resto de sus señorías que los diputados entren y salgan del hemiciclo para cubrir cualquier necesidad no estrictamente personal ni fisiológica, existe un cuerpo de ujieres que se encargan de atender los "recados" de los diputados. Unos ujieres que las más de las veces lo que depositan en manos del encargo encerrados en esos envoltorios, habitualmente de papel de distintos colores y preformados, en los que tradicionalmente se ha movido nuestra correspondencia. Pues bien, no sé si alguno de esos paseos de ujier alteró la concentración de nuestro entrenado presidente, pero lo cierto es que, en un momento dado, supongo que cantando las bondades de su maldita reforma laboral como imán del capital extranjero, cometió el acto fallido de llamar a esos capitalistas "inversobres", algo que pasó inadvertido para casi todos, pero no para Isaías Lafuente y su legión de cazagazapos en la SER.
Esos inversobres traicioneros que se colaron en su discurso son la prueba evidente de que, pese a las apariencias, Rajoy está tocado y que a alguien como él, acostumbrado a tejer su discurso con pasos atrás y adelante, abriendo ventanas donde cierra puertas, subiendo mientras baja y bajando mientras sube, en fin, a alguien que como él se pasa la vida midiendo al milímetro cada una de las palabras que dice para convertir sus frases en tautologías, es muy difícil escapar al contumaz zumbido de la mosca implacable que sobrevuela toda mierda que que se precie, y, dado que la suya es grande y evidente, no es de extrañar que la tal moscarda le asome alguna vez en la boca.
Lo dijo y es una prueba de que es lo que más preocupa ahora a la persona elegida para conducir a este país por las procelosas aguas de la crisis, atado al mástil de nuestra zozobrante economía, rumbo a las rocas del desastre, dejándose llevar, al contrario que el bueno de Ulises, por los cantos de sirena de quienes, como la Merkel, evidentemente no quieren nuestro bien, sino relegarnos a europeos de segunda más pobres, más baratos y más dóciles.
Puede ser que Rajoy tenga el superpoder de alterar la realidad, también el de borrar el presente y puede que, además, sea capaz de entrenar su voluntad para esquivar aquello de lo que no quiere hablar, pero no debe olvidar que, contra esos superpoderes existe una kriptonita letal que algún día le dejará solo y sin fuerzas frente a la verdad desnuda. La kriptonita de Rajoy, con la que ha jugado más de lo debido, se llama Bárcenas y la tiene cada vez más cerca.
 
 
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miércoles, 20 de febrero de 2013

MISERABLE

 
 
Anoche me fui indignado a la cama y hoy he amanecido igual de indignado o más. No me cabe en la cabeza que una de las carteras clave del Gobierno de España, la que administra nuestro dinero, el dinero que es de todos, pueda utilizar la información a la que tiene acceso o la posición que hace suponer que la tiene, para lanzar insidias que en su ambigüedad sólo persiguen manchar la buena imagen que tiene un colectivo como el de los actores, en un país al que le quedan ya pocas cosas en las que creer.
Me pregunto cómo será fuera de los focos este personaje al que el físico, pobre, no ha acompañado, y creo que quizá por ello buscó y busca refugio en el poder, una pasión que sublimó cuando en tiempos de Aznar, se convirtió en el brazo derecho de Rodrigo Rato, ese gran hombre al que tanto debemos los españoles, especialmente los que tenemos algo que ver con Caja Madrid. Feo, supongo que católico y nada sentimental a este señor, como a las viejas cotillas, lo que le gusta es hacer listas, unas para agitarlas ante las cámaras, sin desvelarlas y levantar así sospechas, y otras para esconderlas bajo siete llaves, para que nadie sepa nunca quien se vistió ese traje a medida que es la amnistía fiscal promulgada para sus amigos.
No puedo con esa risa babosa, ese atropellar las palabras por el ansia de que le rían las gracias, esas entonaciones de párroco viejo y sucio -con la sotana llena de lamparines quiero decir, no seáis malpensados- contando morbosamente a los niños qué es el pecado, mientras se relame de gusto imaginándolo, pintando al tiempo un infierno ardiente, doloroso y eterno, ante los aterrados ojos de unos niños que no merecen que nadie abuse así de su inocencia.
Un personaje que, en una comedia de Mel Brooks o los Monty Phyton, movería a la carcajada, pero que en la dura realidad española sólo puede arrastrarnos a la indignación y la ira. Aunque no ha sido la primera vez que hace algo parecido -ya se encargó de sembrar el panorama electoral de las catalanas con dudas sobre cuentas en Suiza, cuando él mismo estaba sentado sobre el polvorín Bárcenas- las insidias de ayer, apenas cuarenta y ocho horas después de que su gobierno fuese blanco de las críticas, sensatas, finas y elegantes, vertidas por la práctica totalidad del colectivo del cine español, un gobierno que recorta ayudas y levanta barreras de IVA para alejar al público de las salas, porque no ha sabido entender qué es la libertad de expresión y que, si lo que dijeron los actores, fuese incierto nadie les hubiera reído las gracias, esas insidias son intolerables y constituyen, creo, un caso flagrante de abuso de autoridad y de traición a la confianza que los españoles depositan en el administrador de sus cuentas.
Daba risa y daba pena verlo, incapaz de pronunciar como es debido el apellido del polémico actor francés Gerard Depardieu -dijo, y por dos veces, “Dipardieu”, lo que me hace sospechar que no va al cine desde que vio la Blancanieves y decidió metamorfosearse en madrastra- exiliado económico en el país donde roban kilos de diamantes en los aeropuertos. Daba risa y daba pena, pero movía también al cabreo.
Supongo que algún periódico, uno de esos que son capaces de decir que en el desierto nieva, si así le conviene al gobierno, estará ya manejando nombres para crucificarlos en sus páginas, mientras ocultan o maquillan robos descarados en adjudicaciones fraudulentas a cambio de comisiones, donaciones, sobornos y regalos, a costa del dinero de todos. Supongo que en algún departamento del gobierno se estarán poniendo ya cruces en alguna que otra solicitud de subvención, supongo que más de un ayuntamiento se cuidará muy mucho de contratar cualquier espectáculo en cuyo elenco figuren los nombres malditos.
Han resucitado a los de la ceja, cuando del de la ceja ya ni nos acordamos. Están mentando el 11-M, cuando para la práctica totalidad de los españoles lo del 11-M está ya aclarado, juzgado y condenado.
No saben vivir si no es en el más tenebroso de los pasados y tampoco saben que este país se mueve, se está moviendo y no precisamente como a ellos les gustaría. Saben que, después de la que están organizando, les queda poco en el convento y, por eso, se están cagando dentro.
 
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martes, 19 de febrero de 2013

MERCANCÍA

 
 
Apenas sé de espionaje ni, mucho menos, de qué sin capaces los profesionales de la política por seguir subidos en el machito, la imagen que usaba mi abuelo y usa mi padre para definir el poder. Lo que, como hijo y nieto de "tenderos" y paseante asiduo de las calles del Rastro, sé es que, para vender una mercancía, lo importante es venderla y, abiertamente o en la trastienda, mostrarla.
Viene esto a cuento de tratar de explicarme en qué consiste el trabajo de la agencia Método 3, la que, al parecer, suministraba a políticos y periodistas, principalmente en Cataluña, del material para el chantaje o la denigración de políticos, jueces y otros personajes de la vida pública española. No creo que nadie se haya dirigido a la agencia para encargarle abiertamente "un trabajito". Más bien creo que a los hipotéticos "clientes" les habrían llegado "referencias" de antiguos clientes o, quién sabe, un agente comercial con un maletín cargado de muestras y un catálogo con antiguos servicios prestados.
Tampoco hay que descartar la venta de lo que en argot policial se conoce por vigilancias y contra vigilancias. Ese volatinero ejercicio de averiguar y evidenciar los puntos flacos del futuro cliente para venderle un barrido de sus despachos y sedes o, con un poco de suerte, un dos por uno en el que se incluya además una vigilancia al adversario esté donde esté, sea el partido propio u otro cualquiera.
Esa es una técnica tan perversa como rentable, la de crear la necesidad para, después, satisfacerla. Por eso no descarto que la agencia se hiciese con una panoplia de material de futuros clientes con la que, como aquellos legendarios vendedores de cepillos, hacer números con el cliente. Precisamente ésta es, para mí, la hipótesis más verosímil de a qué se dedicaba Método 3 y probablemente le hubiese funcionado muy bien el negocio de no haber dado con una mujer tan aparentemente ambiciosa como la "novia" del aparentemente insaciable hijo de Jordi Pujol.
Fue precisamente ahí donde quedó al descubierto el hilo del que han tirado la prensa y la Policía, no sé en qué orden, para poner al descubierto los tejemanejes de esa agencia más propia de una película de los Hermanos Marx, en cuyas actividades, el mayor peligro era que los clientes se cruzasen en el ascenso o la escalera.
Todo esto es muy feo y parece que salpica a diestro y siniestro. Son embargo, de lo que no me cabe duda es que lo que ha precipitado todo ha sido el hecho de que el propio ministro del Interior, no sé si antes o después de serlo, haya sido una de las víctimas del espionaje. Ya hay detenciones y registros, ya era hora, pero aún queda mucho por saber y mucho material por encontrar y neutralizar. Material que no debe quedar sólo en conocimiento de Fernández Díaz, sino que, de alguna manera, debe compartirse -confidencialmente, claro está- con el resto de partidos afectados. Eso, y saber qué tiene que ver este asunto con aquellos presuntos informes de la Brigada de Delitos Económicos que manejó el PP en la campaña de las catalanas.
Y, al final, que quien tenga que pagar pague. Porque otra cosa sería deprimente y exasperante para una ciudadanía tan asqueada ya. Pero sin olvidar una cosa: si los ladrones roban -y espiar no deja de ser el robo de la vida privada- es porque, al final, hay alguien, el perista, que compra esa mercancía robada. Y es en este punto, donde algunos políticos y periodistas deberían comenzar a tentarse la ropa.
 
 
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domingo, 17 de febrero de 2013

MALOS TIEMPOS PARA LAS CUENTAS

 
 
Mal nos va a ir a los españoles y a nuestras cuentas, si el partido que nos gobierna, por voluntad -no hay que olvidarlo- de una mayoría que quizá no quiera ahora recordar a quién dio su voto, anda tan enredado en sus propios números, sin atreverse a decir qué tiene que apuntar en negro y qué puede anotar bajo los focos.
Siempre he dicho que quien tiene dos ocupaciones siempre puede utilizar una para ausentarse de la otra y me temo que es eso lo que viene haciendo Rajoy desde que, para nuestra desgracia, llegó a la Moncloa. Evadirse de los problemas del país haciendo ver que soluciona los del partido y viceversa, aunque, si se me permite la frivolidad, creo que lo único que le preocupa es seguir en el MRCA la marcha de su querido Real Madrid, tan averiado como España o el PP.
A la vista está que las cuentas del PP, llevadas como las de una empresa con demasiados ejecutivos -alguna de esas conozco y he sufrido- estaban en manos de un tipo de mirada torva y huidiza, al que, en el control de pasaportes del aeropuerto de Ginebra, preguntan ya por la familia de tanto que ha pasado por allí, no pueden ser sino lo que son, un cenagal en la que unos meten comisiones y sacan contratas mientras los otros sacan, los dueños del fangal, sacan cubos de "líquido", a veces cristalino, a veces turbio, para pagar nóminas y sobres en blanco y en negro.
¿Cómo podríamos esperar que esos mismos caballeretes fuesen capaces de "fineza" y escrúpulos a la hora de manejar las cuentas del país? ¿Cómo cabría esperar algo distinto a que las convirtiesen en un simple debe y haber sin alma, sin conciencia, incapaz de medir causas y consecuencias de cada una de las anotaciones? Sería iluso esperarlo. Y así nos va.
Tenemos un comercio deprimido, que tiene difícil cubrir gastos, salvo aquel que vende lujo para los que viven de los despojos de quienes van cayendo en la cuneta. Algunas de las grandes empresas de la distribución, El Corte Inglés, por ejemplo, se mantienen "en el chasis" para seguir vivos. Otras tratan de retener a sus clientes con "marcas blancas" y ofertas de todo a un euro. No hay trabajo y, por tanto, no hay dinero. Y cuando no hay trabajo, no hay dinero y el comercio se ahoga no hay IVA que recaudar por muy alto que se ponga.
Es la pescadilla que se muerde la cola, el bucle infernal en que nos han metido quienes solo saben anotar en el debe y el haber de un cuaderno, pero, en absoluto, planificar. Los que sólo entienden de meter y sacar cubos en la ciénaga no pueden hacerse cargo de las cuentas de un país que se tambalea. Han optado por ser obedientes y sumisos. Por seguir al pie de la letra las consignas, no de quienes saben o pueden dar ejemplo, sino las de quienes tienen el poder para imponer sus razones. A veces, ni eso, porque Rajoy ha tratado de jugar las cartas de Francia o Italia, pero siempre a destiempo, con el pie cambiado y huyendo de Génova para acabar en Bruselas, de donde también se escabulle, pidiendo compasión a la prensa porque está "muy cansado" y no ha podido dormir. Es para echarse a llorar y para pensar, si no fuesen tan terribles las consecuencias para unos y otros, que tenemos lo que nos merecemos.
Prometieron tres millones y medio de puestos de trabajo, transparencia y control del déficit. Algunos vieron en ellos el salvavidas que les mantendría a flote en medio de la crisis. Lo que tenemos, en cambio, es una profundización en la crisis, económica y socialmente hablando y un crecimiento de la deuda que el año pasado, el primero de Rajoy al frente del Gobierno, alcanzó niveles de hace más de un siglo, como nos cuenta hoy EL PAÍS.
Bienvenidos a la sima del tiempo, en los túneles se entra, en las simas se cae. No cabe duda, corren malos tiempos para las cuentas, para las suyas y para las de todos.
 
 
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sábado, 16 de febrero de 2013

PAPELÓN

 
 
La verdad es que Carlos Floriano, en su día brillante dirigente de las Nuevas Generaciones del PP en Extremadura y portavoz y secretario de Comunicación del Partido Popular en la actualidad, no va a tener buen recuerdo de su cuarenta y seis cumpleaños, porque vaya papelón el que le obligan a hacer al pobre, teniendo que responder con mentiras de patas cortas a todas las marrullerías urdidas por su partido en torno a las corruptelas de la trama Gürtel que cada vez se evidencia más como -añadamos aquí un prudente "presunta"- la puerta de entrada de la presunta financiación ilegal del partido.
Uno diría que, con ese pelo enfoscado, fuerte y abundante, más propio de un cantaor de los que tan buena cosecha acostumbra dar su tierra extremeña, tiene el look apropiado para lo que viene haciendo en las dos últimas semanas, que no es otra cosa que dar el cante. Porque hay que ser muy del PP o muy inocente -pero de los de la genial novela de Delibes- para creerle cuando afirmaba que, si no se había despedido al marido separado de la ministra Mato, pese a estar imputado en el sumario que investiga la trama como receptor de costosos regalos que disfrutó "solo en compañía· de la ministra y sus hijos.
También hay que ser muy del PP o muy inocente para pensar que cuatrocientos mil euros, repartidos en las correspondientes mensualidades y acompañados de ingresos en Hacienda en concepto de retención por y IRPF y en la tesorería de la Seguridad Social en concepto de cotizaciones, eran un finiquito y no el salario de un empleado. Dos mentiras, dos, de patas más que cortas que no han tardado en quedar en evidencia, dejando en muy mal lugar al que, por obligación o vocación se ha visto obligado a decirlas.
A Rajoy le gusta mucho desmentir a Rubalcaba en sede parlamentaria, acusándole de tener que hacer "papelones" como el de pedir la dimisión de un presidente que nunca dice la verdad porque la calla, la dice a medias o, simplemente, la miente. No hace falta aclarar que la descripción del presidente es mía y resultado de la observación y de someter al ensayo de prueba y error todo lo que dice o calla, comparándolo con la contumaz realidad.
Pobre Floriano, vaya cante el suyo. Eso sí que es un papelón. Su antecesor en tan penosas funciones, Esteban González Pons, sonaba más jesuítico, tan falso como él -basta recordar aquella promesa de crear tres millones y medio de puestos de trabajo- pero más jesuítico. Tanto que, a veces, su voz me llegaba con esa reverberación de iglesia que ya tenía casi olvidada. En cambio, Floriano suena más tabernario. Basta cerrar cerrar los ojos para imaginare diciendo lo que dice con tan poca convicción como un forofo del fútbol defiende la honestidad del defensa al que le han pitado un penalti. Le imagino apoyado en la barra, medio recostado, con una copa en la mano y tratando de poner en el gesto la credibilidad de que carece lo que dice.
Pobre Floriano. Lo suyo sí que es un papelón.
 
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viernes, 15 de febrero de 2013

ANACLETOS

 
 
 

Qué lástima de país. Da la impresión de que aquí vivimos en un continuo "todos contra todos", en el que lo que más importa ah dejado de ser qué pueden hacer por nosotros los partidos, el gobierno y la prensa, para convertirse en el “cómo puedo arruinar el prestigio de..”  o, como muy bien lo definió Esperanza Aguirre en su confidencia televisada a su delfín González, en aquel "qué tenemos contra este", en el que se refería, dijera lo que dijera después, a un compañero de partido, al que disputaba el poder en el mismo.

Decir que la cizaña crece sólo en los campos de la política resultaría tan generoso como cándido. Esta mañana me he despertado con un panorama sombrío de "huele braguetas", como se les llamaba en el cine y en la novela negra, generalmente policías que han pasado al lado oscuro, espiando a unos al servicio de otros y, lo que es peor, viceversa. Se habla de una verdadera plaga en Cataluña, pero aquí, en Madrid, tenemos en los juzgados desde hace unos años la trama de "anacletos" en nómina del gobierno de Esperanza Aguirre que, al parecer, espiaban a todo el que se interponía en el camino de la presidenta. Pero los anacletos no son de hace cinco, ni siquiera de hace diez, años. Recuerdo que, ya en los ochenta, se hizo el "barrido" electrónico de más de una sede de partido en busca de micrófonos ocultos o, porque no decirlo, se hablaba, y cómo, de los submarinos, que no eran otra cosa que infiltrados en un partido, al servicio de otro. Cuentan que Bono, en su etapa en el PSP de Tierno, lo era para su entonces amigo Alfonso Guerra.

Mucho más sucio y vergonzante resulta aquel video que se hizo de un conocido periodista con una periodista y que se distribuyó en todas las redacciones -yo me negué ver aquel video que llegó en un sobre a la mía- para acabar con su prestigio, en un momento en que resultaba molesto para el poder. De la misma calaña son todos esos políticos del entorno rural que dedican más tiempo a "pillar" a sus adversario en un mal momento, sea el que sea, que a resolver los asuntos de sus votantes.

Y si esto es reprobable y un tanto vomitivo, más lo es que, una vez obtenida la prueba, no se lleva a los juzgados, sino que, una de dos, se lleva a la prensa o, mucho más fácil, se cuelga en Internet o bien se le enseña a la "victima" para hacerle chantaje, convirtiéndolo en un aliado forzoso para, vete tú a saber, qué asuntos.

Lo más triste es que en toda esta oscura madeja está la prensa. Esa prensa que, para nuestra desgracia, ha dejado de estar al servicio de los lectores y la audiencia, para convertirse en el escaparate en el que se exponen los resultados de todas esas oscuras prácticas de las que hablamos. Aunque sería injusto hacer generalizaciones, hace mucho tiempo que la prensa ha dejado de investigar, para convertirse en receptora de dosieres, siempre sesgados que depositan en ella las fuentes con el compromiso no escrito de mantener el sesgo, so pena de que la próxima vez el material vaya a parar a otras manos.

Me diréis que, gracias a esas prácticas y otras más sucias aún, conocemos, por ejemplo, los papeles de Bárcenas. De acuerdo, pero no me negaréis tampoco que ese libro de contabilidad hubiese estado mejor en manos del juez que, por ejemplo, hubiese dado carta de naturaleza al que lo entrega, que hubiese tenido que "retratarse" ante el juez, acabando con ese tira y afloja tan peligroso que supone el chantaje de quien tan bien conoce las cuentas del PP a quien ya ni se atreve a pronunciar el apellido del que fue su contable.

En fin, esta gentuza ha convertido la política y el país en un patio de vecindad, en el que dosieres, fotos, grabaciones y videos, conseguidos por propia mano o a través de anacletos a sueldo, se lanzan de una a otra ventana, tratando de causar el mayor daño posible al vecino, mientras el portal se cae a pedazos y el ascensor hace tiempo que no funciona.



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jueves, 14 de febrero de 2013

POR EL MAR CORREN LAS LIEBRES...

 
 

Siento tener que repetirme tanto, pero resulta que la pretendida astucia del PP, que no es más que candidez de adolescente, no me deja otra alternativa ¿Hasta cuándo van a seguir con esta triste y ridícula ceremonia de dar a cualquier información que les pone en evidencia respuestas pueriles y escandalosas que, como la flor del azafrán, apenas les lucen un día?

Con el tiempo, al menos a mí me pasa, uno descubre que hay dos tipos de verdad: la verdad, que debería ser única, y la verdad que conviene, que no es otra que esa verdad a medias o cargada de mentirijillas que se dice para no perjudicar, para no molestar, para cubrir el expediente, para no ofender, para protegerse y proteger o, simplemente, para engañar. En realidad las verdades que convienen son de muchos más tipos, tantos como personas o situaciones y estoy seguro de que, para nuestro mal, el PP se ha propuesto que, con el asunto Bárcenas-Gürtel, Gürtel-Bárcenas, los conozcamos todos.

Ese afán de Rajoy y compañía, más propio de escolares tramposos, por mentir y esconder las faltas para diferir un castigo implacable y cierto, está causando graves perjuicios, no sólo al propio PP, sino al país entero, perjuicios añadidos de los que el más evidente es la falta de credibilidad absoluta en que se sumen y nos sumen.

Hagamos memoria. Cuando Bárcenas fue relacionado por Garzón con la trama Gürtel, el PP salió en tromba a defender su honorabilidad como si de un dogma se tratase. Cuando se le imputó, aunque sólo aparentemente -hoy lo sabemos- cesó en sus funciones, aunque mantuvo militancia, escaño en el Senado, aunque finalmente renunció a éste, previa suculenta indemnización, y desapareció de las últimas listas, y mantuvo también despacho, Cospedal lo llamó sitio, secretaria y coche oficial. Cuando se encontraron sus cuentas en Suiza, algunos cargos del PP comenzaron a clavar alfileres en su muñequito, aunque en las altas instancias del partido ni se le nombraba, sí en otras, que comenzaron a negarle "afortunadamente, este señor ya no trabaja aquí" y todos los etcéteras que queráis añadirle. Comenzó a hablarse de los sobres y tanto él, como sus antiguos compañeros, negaron su existencia. A las pocas horas, EL PAÍS comenzó a publicar el cuaderno de Bárcenas, una pieza que un contable debe cuidar y proteger como una jovencita ultra católica dice que cuida su virginidad para el matrimonio. También lo negaron uno y otros, hasta que algunas de las anotaciones del cuaderno, cada vez más, se fueron confirmando y pasaron a ser el "alguna cosa" que, pretendiendo matizarlo, desmentía el "todo es falso" de Rajoy.

En esas estábamos cuando asomó la relación laboral existente entre Jesús Sepúlveda, separado de la ministra Mato e implicado también en la Gürtel, y el PP. Una relación bien pagada, no se sabe a cambio de qué, que según el secretario de organización Floriano, no podía romperse, porque estaba protegida por el Estatuto de los Trabajadores, pero que, ante lo escandaloso d la misma ya lo creo que se rompió. Y, ya por fin, ayer supimos que también a Bárcenas se le estaban haciendo en Génova pagos mensuales, seguridad social incluida, desde hace bastantes meses y hasta diciembre, por un importe total de 400.000 euros, cotizaciones aparte y, sabiendo los salarios tramposos que paga Arturo Fernández a sus trabajadores, ¿hay algo más parecido a una nómina? Hoy nos hemos enterado que esos pagos que el PP justifica como una indemnización fraccionada no pueden generar derecho a Seguridad Social, con lo que o hay mentira o hay fraude, y grave.

Mentira sobre mentira que, al final, no conseguirán evitar que todo salga a la luz, porque tienen puestos demasiados ojos y oídos sobre lo que hacen o dicen. Mentiras que sólo alargan la agonía y perjudican a todos los que nos sentimos rehenes de un gobierno demasiado ocupado en taparse las vergüenzas como para ocuparse de nosotros.

Lo de que "por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas..." sólo es una canción infantil y creo que ya ni siquiera se canta.
 
 

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miércoles, 13 de febrero de 2013

EL ESPEJO Y LA VENTANA

 

Me imagino a Mariano Rajoy, como a la madrastra del cuento, preguntando cada mañana a ese espejo deformante de la realidad que forman la prensa domesticada y dócil y la legión de asesores a sueldo: Espejito, espejito, ¿quién tiene la mayoría absoluta en las cámaras? Tú, le contestarán a coro. Y, si es así, espejito, seguirá preguntando ¿por qué no me siento querido por quienes me han votado? Porque hay una conspiración contra ti, le dirán, y, entonces, como el tonto cuando toma una senda, y se acaba la senda, seguirá caminando.

Pero un día reparará -quizá ya lo haya hecho- en ese rumor creciente que entra por la ventana y se asomará a ella. Y entonces verá que esos escaños que hacen absoluta su mayoría no se corresponden con el país que eligió, espero que conscientemente, gobernar. Verá que ese silencio de los corderos que ensalzó un día elogió en las calles de Nueva York ya no es tan silencioso, porque hasta las ovejas quieren comer y tener un techo bajo el que refugiarse y, por negárselo, a las ovejas les crecen ahora los colmillos.

Mal que le pese, de aquí a que termine la legislatura, si es que la termina, tendrá que escuchar más a la ventana que al espejo. Es más, si fuese práctico, debería prescindir de tanto asesor y tanto perro de presa mediático que sólo van a lo suyo, que no es lo nuestro, y por unos cuantos euros más cambian de dueño como él de corbata. Los perros han apretado demasiado a las ovejas contra las vallas del redil y, en contra de la costumbre, se están revolviendo contra ellos. Y, ellos, el pastor y los perros, no deben olvidar que, si comen, es gracias a esas ovejas que tanto desprecian.

Ayer se votaban en el pleno del Congreso dos iniciativas populares bien distintas una de ellas, presentada por casi un millón y medio de ciudadanos, tenía como finalidad cambiar la ley para paliar algo tan dramático como los desahucios, uno de los cuales, había llevado a esa misma mañana a quitarse la vida a un matrimonio mallorquín. Rajoy, como siempre, quiso dejar claro cuáles eran sus poderes y, en contra de la opinión mayoritaria de los ciudadanos y la totalidad de los grupos de la oposición, decidió que había que decir NO a la toma en consideración de la iniciativa. Y no sólo eso, puso además en danza a todos sus perros, desde el impresentable Martínez (el facha) Pujalte al jabonoso Alfonso Alonso.

El gobierno seguía sin mirar a la ventana y, al otro lado, la gente estaba cada vez más cabreada. Las familias en la calle, los suicidios de quienes no pudieron soportar verse así, la escandalosa contabilidad B del PP, los pagos en negro del partido y de sus mejores amigos, las ayudas  a la Banca con un dinero que es nuestro y la banca nos niega, los regalos escandalosos ayer a Camps y compañía y también a la familia Sepúlveda-Mato, las cuentas que Bárcenas controla en Suiza –de momento me niego a admitir que el dinero sea suyo- los sueldos pagados hasta ayer mismo, como quien dice, al propio Bárcenas, a Sepúlveda y a quién sabe cuántos más, a cambio de su silencio.

Frente al Congreso, dentro del mismo en la tribuna de invitados, en las sedes del PP de media España y en el corazón de cada uno de los que habíamos firmado antes o después esa iniciativa que buscaba nada más y nada menos que acabar con una injusticia clamorosa que condena a familias enteras a volver al XIX que tan dramáticamente pintaron en sus novelas Dickens y los naturalistas, se había levantado un clamor difícil de ignorar y el tirano del corazón de hielo –se puede ser tirano a pesar de tener millones de votos- se vio en la obligación de doblegarse y lo hizo.

La decisión no debió ser fácil, porque, con ella, no hacía otra cosa que reconocer a la gente, a la calle, la fuerza que puede llegar a tener si se mueve unida. Ahora va a ser cada vez más difícil tomar decisiones arbitrarias, ahora van a ser menos soportables aún las chulerías del indocumentado de Montoro y el cierre de filas, el esconder la basura bajo las alfombras, el guardar esqueletos en los armarios y cuentas en Suiza. Lo van a intentar, lo sé, volverán a mirar el espejo y, en cuanto se acalle el rumor de la gente en la calle, tratarán de olvidar la ventana. Pero ya nada será igual. Los ciudadanos ya saben que el poder es suyo y que los partidos, incluso en este imperfecto sistema, sólo son depositarios durante cuatro años de una parte de ese poder que les entregan los ciudadanos.

Rajoy acaba de anunciar en el Congreso que tiene intención de incluir a los partidos en la Ley de Transparencia. Espero que no sea a cambio de hacer tabla rasa con lo ocurrido hasta ahora. Si es esa la intención, más vale esperar tres años, que los jueces investiguen, que salga todo a la luz, que los ciudadanos sepana quienes les han prestado sus votos y que, en las urnas o en la cárcel, los que la han hecho la paguen.
 
 


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martes, 12 de febrero de 2013

CON EL MISMO MECANISMO

 
 
Es evidente que no formo parte de esos mil doscientos millones de católicos que dicen que hay en el mundo y que nunca he sabido cómo los cuentan, que dirá el patrón Rosell, pero me temo que son como los 300 millones que daban título a aquel programa de Pepe Domingo Castaño. Lo cierto es que no tengo eso que llaman fe y no porque la haya perdido, sino porque nunca la tuve. Lo que tuve en aquellos mis primeros años fue miedo. Qué digo miedo, lo que tuve fue terror al fuego eterno y a ese ojo enorme sobre el cielo que todo lo veía y, sin embargo, nada corregía de los desmanes de los hombres.
Luego, el tiempo que es muy sabio y, sobre todo, el desarrollo de la inteligencia de que, en potencia, dispone todo ser humano, me hicieron ver que la religión y especialmente la jerarquía de la iglesia eran acomodaticias y tolerantes con el poder establecido y que en aquellos años era una sangrienta dictadura que, a partir de una guerra, anduvo casi cuarenta años compadreando con aquellos obispos que, brazo en alto o no, eran la coartada de sus desmanes, a cambio de todos esos privilegios que aún hoy conservan.
Entenderéis entonces mi desapego ante todo lo que tenga que ver con cirios y casullas. Fijaos en que escribo desapego y no indiferencia y es así porque la misma formación que me hizo perder el miedo, no la fe, que no la tuve, al fuego eterno, me ha servido para entender que la iglesia, especialmente en países como España, es demasiado poderosa y peligrosa como para ignorarla. Y en este punto añado que no niego la presencia en el entorno de la iglesia de personas admirables, dispuestas a quitarse el pan de la boca para dárselo a los demás o capaces de enfrentarse a cualquier injusticia como el más entusiasta de los progresistas, pero también os digo que, tan claro como tengo esto, tengo también que se comportarían igual como ateos en un país ateo, si es que existe alguno, y que, aunque no sean conscientes de ello, para su labor, la iglesia y su mastodóntica organización son sólo un instrumento.
Y, ahora, a lo que vamos ¿Os habéis dado cuenta de hasta qué punto la iglesia católica y quienes la glosan defienden con la mayor naturalidad una cosa y la contraria? Dicen del papa dimisionario que era ortodoxo en el pensamiento y un gran intelectual, algo que, a mi corto entender, no deja de ser un contradiós, porque la capacidad de bordear el dogma es un gran signo de inteligencia y este señor se aferraba a él como un náufrago agarrado a cualquier cosa que flote. Dicen también que tuvo el valor de enfrentarse, no a la pederastia, sino a la vergonzosa costumbre de obispos y papas de esconder a los culpables. Yo pienso más bien que tapar eso ahora, en la sociedad de las redes, sería del todo imposible, y el desgaste que tendría para la institución sería insoportable ¿O es que hay alguien que imagina al rey de España pidiendo perdón por sus desmanes africanos de no haberse producido la tormenta social que se produjo en las redes?
Han sido los nuevos tiempos, la capacidad de la sociedad para obtener información no filtrada y para elaborar con ella pensamientos libres y críticos la que ha puesto a tan anquilosadas y anacrónicas instituciones -el papado no deja de ser una curiosa monarquía- contra las cuerdas.
Se habla también -no dejareis de escucharlo estos días- del desapego de Ratzinger a lo material, precisamente cuando es el papa más coqueto que he conocido, con cambios constantes de vestuario y calzado, amén y nunca mejor dicho, del instrumental propio de su profesión y rango. Desapegado sería en papa que renunciase al oro, la plata y la seda. Pero no es el caso. Otra cosa es que sea de poco comer o que, dada su profesión, no pueda tener bienes a su nombre.
En fin, lo que os quiero decir es que la iglesia está especializada en decir una cosa y la contraria, hacer mil retratos distintos del mismo personaje o permitirse interpretar con la mayor de las alegrías el pensamiento de un señor que, ante la imposibilidad de ejercer el poder que el cargo le atribuye -en asuntos como el de las cenagosas aguas del IOR, la banca vaticana, por ejemplo- haya decidido tirar la tiara y provocar un pequeño seísmo, por inhabitual, pero perfectamente controlable. No dudéis que en apenas un mes tendremos un nuevo papa, quizá distinto, quizá igual, al que ensalzaran y, a su tiempo, criticarán los glosadores de tan arcaica institución, tranquilamente, con el mismo mecanismo.
 
 
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