martes, 30 de abril de 2019

EL HOMBRE PEQUEÑITO



Decía esta mañana en mi saludo que, seguro, ni Alfonsina Storni, que tuvo la suerte de no saber de su existencia, o Imanol Larzabal, que sí lo padeció pensaron en José María Aznar a la hora de escribir o cantar ese tan duro como hermoso poema de la argentina. Seguro que no, pero sí, Aznar se comporta como un hombre pequeñito y altivo, incapaz de empatizar con ese pájaro que, desde la jaula, le pide libertad ni con los millones españoles que desprecia y que viven en esa España que tanto dice amar.
Aznar es pequeñito, malencarado, soberbio y faltón. No soporta que alguien le diga lo que tiene que hacer, no admite consejos de nadie, en todo las órdenes de sus amos mediáticos norteamericanos, porque él, tan español y tan orgulloso, repite, como un loro bien entrenado, todas las consignas que sus amigos neoconservadores, con Murdoch a la cabeza le imponen, a cambio, eso sí, de una vida muelle, de conferencia en conferencia, todas ellas de un interés perfectamente descriptible, para, de vez en cuando, cuando más inoportuno resulta, convertirse en el oráculo siniestro de una derecha que quizá soñó, vestido con camisa azul, en los pasillos del Colegio del Pilar, del barrio de Salamanca, el mismo en el que dejó su voto su pupilo Pablo Casado, horas antes de comprobar el hundimiento de su partido, ese PP al que han desnudado en campaña y que tan poco a gustado a sus votantes.
Sin embargo, a uno y otro parece darles igual el desastre. La soberbia, compartida en los tiempos en que un joven Pablo Casado fue jefe de gabinete del expresidente, todo se pega menos la belleza, les lleva a buscar las responsabilidades del desastre que ha hecho perder al PP más de la mitad de sus escaños y tres millones y medio de votos. Uno y otro, ninguno de los dos directamente, han culpado de lo ocurrido a los demás, con mayor o menor cinismo se han descolgado con que el resultado debe atribuirse a la fragmentación de la derecha y, agarraos, a la radicalización del PSOE.
Si se quieren engañar, allá ellos, porque el PSOE ha estado donde solía, aunque con los perfiles de partido de izquierda, no de le extrema izquierda, más marcados. Tampoco en su campaña, ni en su puesta en escena, ni en el lenguaje o los mensajes había la más mínima brizna de radicalización o de agresividad. La radicalización sólo estaba en los ojos con que Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal les miraban y pretendían que les mirásemos los ciudadanos.
Las manos manchadas de sangre, la traición, la felonía, el antipatriotismo o la venta de España sólo estaban en sus ojos, me atrevo a decir enfermos. Los ciudadanos, salvo aquellos que querían verlas, no éramos capaces de encontrar lo que esos líderes respetados, cuando no aplaudidos, por Aznar nos empujaban a ver. Quizá por eso, porque ese mensaje, tan alarmista como inverosímil, no ha sido, no podía ser compartido por la ciudadanía, Casado tiene hoy menos de la mitad de los escaños que tenía en el Congreso y el Senado, la máquina de aplicar el artículo 155, ya o está en sus manos sino en las del PSOE.
Si el PP fuese una empresa, Pablo Casado como director y Aznar como consejero delegado, estarían ya en la cola del paro que es donde van a estar decenas de diputados y senadores y varios centenares de empleados, a los que ya no se les va a poder pagar el sueldo, porque, con la pérdida de escaños, también se pierden las asignaciones públicas a partidos y grupos parlamentarios, más ahora que, una vez desmontadas las tramas corruptas tendidas por aquel PP triunfador que ya no existe han sido, en su mayoría, desmanteladas y los sobres ya no circulan como antes.
En fin, todo un desastre, un desastre que se ha abatidos sobre el Partido Popular, sin que ninguno de sus dirigentes, ensoberbecidos, aparentemente lo viese venir, especialmente ese hombre pequeñito, pagado de sí mismo que aparece y desaparece en nuestras vidas para darnos lecciones, no sé de qué, siempre desde el alarmismo, siempre desde la ignorancia más absoluta de cuál es el país al que se dirige.

lunes, 29 de abril de 2019

CON RIVERA, NO


De los resultados de las elecciones de ayer, de esa casi mayoría para gobernar, de esa victoria de un Pedro Sánchez que no hace tanto tuvo que emprender la travesía del desierto, recorriendo las sedes de su partido, en su coche, con su propia gasolina, para reconquistar, primero el partido, después el gobierno desde fuera del Congreso y, ayer, mantenerse en la Moncloa, con la legitimidad incontestable y reforzada que le dan los ciento veintitrés escaños conseguidos frente a la alianza de los tres partidos de la derecha, apoyados por una gran parte de la prensa y no digamos de la insaciable patronal, que no está dispuesta a que los trabajadores, que siguen existiendo, patronal y trabajadores, encarnando la verdadera lucha que, de nuevo, no es de ideas, sino de clases.
La ventaja de Pedro Sánchez frente a sus mayores, mayores enemigos, en su partido y fuera de él, los González, Guerra, Ibarra, Bono, Paje o Díaz, es que el vencedor de ayer siempre ha sabido cuál es su sitio y con quién quiere caminar. Por eso espero que, ahora que es mucho más fuerte, ahora que casi dobla en número de diputados a sus rivales más inmediatos, sepa resistirse tanto a los cantos de sirena que le impelerían a un gobierno de coalición con Podemos como a las voces autoritarias que, desde su partido y desde el IBEX, le querrían junto al crecido Albert Rivera, en un gobierno economicista que diese rienda suelta a los más bajos instintos del neocapitalismo, para el que los trabajadores sean jóvenes o maduros, hombres o mujeres, son sólo números a colocar en la columna de los gastos, sin derechos ni dignidad, y perfectamente prescindibles, si con ello crece la cuenta de resultados.
Sánchez ha demostrado ser un superviviente nato y lo ha demostrado, no a favor de corriente, como recomiendan que hagamos cuando la resaca nos aleja de la playa, sino nadando hacia la orilla, incluso cuando esa playa nos parece una meta imposible.
Hoy, a estas horas, el vencedor de ayer se enfrenta a todas esas corrientes que en uno y otro sentido "tiran de él" y yo, en mi modesta opinión, creo que debe resistirse y tratar de gobernar en solitario, entre otras cosas, porque el apoyo que un Albert Rivera, todavía en modo campaña, ahora le niega puede convertirse en presión y chantaje cuando al IBEX le convenga.
Lo de Pablo Iglesias es distinto. Está claro que fue su impulso personal, su saber hacer durante los dos debates televisados, reconquistaron para el partido una parte importante del voto fugado por el desencanto de meses pasados a las filas socialistas, pero también está claro que, si ganó en ambos debates, fue porque se presentó en ellos "en modo Errejón", conciliador y transversal, alejado del tono mitinero del que acostumbra "adornarse" en sus intervenciones públicas. Debería ser consciente de ello y mantenerse en esa actitud posibilista y de servicio, lejos del ardor guerrero, de esa euforia, con que abordó hace dos años las negociaciones para formar gobierno, "pidiéndose" varias carteras y tratando de imponer un programa cerrado, bastante tosco, por cierto, a Sánchez.
Bien es verdad que, en aquellas fechas, Podemos tenía muchos diputados y contaba con que, llevando al país al desastre de unas terceras elecciones en apenas un año, subiría su renta en escaños y, por tanto, su capacidad para doblegar a Sánchez, formando un gobierno de izquierdas en la Europa del capitalismo. Por aquel entonces, Europa era el enemigo a batir, Txipras el mártir de la izquierda y el ejemplo portugués, un gobierno progresista sostenido por una amplia coalición, sólo un ejemplo de voluntarismo buenista.
Hoy España y los españoles son distintos. Se han curtido con las mentiras repetidas por las derechas, apoyadas por los medios de comunicación que, a pocas horas de abrirse las urnas, daban por hecho que VOX arrasaría las gradas del Congreso y se burlaban del CIS "de Tezanos que, esta vez, clavó los resultados en su denostada encuesta. Los españoles hemos hecho un curso acelerado de civismo en medio de una terrible tormenta de mentiras y odio, hemos resistido y, si se me permite, hemos dado una nueva lección al mundo, entre otras cosas, porque hemos aprendido de Txipras, de Portugal, de la Italia de Salvini y del Brexit.
Sánchez ha devuelto al PSOE la razón, el orgullo de saberse de izquierdas y la gloria del pasado. Por todo ello, creo que Sánchez debería intentar gobernar en solitario, con apoyos externos que ahora puede administrar, haciendo una política social equilibrada, restaurando tantos derechos conculcados por años de gobierno del PP, luchando contra la desigualdad y devolviéndonos el estado del bienestar secuestrado. Eso es lo que le pedimos sus votantes, eso y que, como le recordaron quienes acudieron a las puertas de la sede socialista de Ferraz, "con Rivera, NO" y, con Pablo Iglesias, según y como.

viernes, 26 de abril de 2019

EL EXAMEN DEL DOMINGO


La otra mañana, al día siguiente del segundo debate, mi padre, de 95 años, me hizo una pregunta un tanto desconcertante, sentados los dos delante del televisor encendido que nos escupía sin parar su carrusel de imágenes en bucle, de ese debate que yo sí había visto y él o no vio o no recordaba haber visto. La pregunta fue, así de sopetón, ésta ¿cuándo es el examen? Naturalmente y tras un instante de sorpresa deduje que se refería a las elecciones del domingo.
A mi padre, como a tantos ancianos, le falla la memoria, no encuentra esas palabras que ha manejado toda la vida y, para salir del paso, las sustituye por otras palabras, más o menos acertadas, más o menos relacionadas, que son las que encuentra en su cansada memoria para hacerse entender. Y no es que no sepa lo que dice, todo lo contrario, razona perfectamente, porque, con los datos que es capaz de retener y con su experiencia, elabora pensamientos tan elevados, tan trascendentes, como éste que, para mi desasosiego me puso delante diciéndome "yo no me he muerto, porque soy orgulloso y, en vez de quedarme en la cama, me levanto todas las mañanas.
Ayer, con la pregunta casi inocente y tan sensata frase dándome vueltas en esta cabeza que también, poco a poco, empieza a esconderme las palabras y los datos, me puse a pensar que quizá mi padre tuviese razón, que lo del domingo, efectivamente, es un examen, pero no de los candidatos, como ellos creen y pretenden hacernos creer, no, porque el examen del domingo no es su examen, es nuestro examen.
Quizá no seamos del todo conscientes de ello, pero este domingo nos jugamos mucho, quizá más que lo que nos hemos jugado nunca en un domingo electoral. Nos jugamos retroceder muchos años en el tiempo, volver a esos tiempos odiosos en los que apenas teníamos derechos y para nosotros, los de a pie, casi todo eran obligaciones y miedo. Nos jugamos la seguridad de que, con sus más y sus menos, va a haber un estado protector detrás de nosotros.
Ese estado que, como he escuchado esta mañana a un oyente de la SER, se haga cargo de los dos años de tratamiento para curar la leucemia que padecía su hermana, sin que la familia haya tenido que arruinarse o hipotecarse para pagar los 400.000 euros que ha costado el tratamiento, porque tenemos una sanidad universal y gratuita para todos, para los que creen en el estado de bienestar y para los egoístas que creen equivocadamente que hay que volver al "sálvese quien pueda", porque, si los demás no tienen los incompletos seguros médicos que tienen ellos, es porque son vagos y torpes o, simplemente, pobres, obviando que, pese a ellos, los españoles, todos, disfrutamos por serlo de una sanidad que está entre las más avanzadas del mundo.
Un estado que permita que mediante la enseñanza obligatoria y gratuita, las becas y con los recursos necesarios esos médicos que han atendido a la hermana del oyente tengan la misma extracción social que la mayoría de sus pacientes y, por tanto, les entiendan y hagan suyos sus problemas, un estado que cuide responsablemente de los ancianos, un estado que no permita que algunos "hagan caja" con la miseria y el dolor de los demás, un estado que busque, para los ciudadanos bajo su protección, lo mejor, no los más barato.
Un estado, en fin, que distribuya la riqueza entre sus ciudadanos, haciendo que quienes más tienen más contribuyan al bienestar de todos, un estado que reparta en servicios, pensiones, ayudas, escuelas y sanidad para todos lo que recauda, un estado en el que los ciudadanos sepan, porque la prensa se lo explique, que por cada euro que le rebajan los impuestos a un trabajador, se le rebajan miles a quienes más tienen, un estado que respete y haga respetar los derechos de niños, ancianos y mujeres, los de todos, no porque quede bien o por caridad, sino porque todos somos iguales y valemos lo mismo, un estado que proteja a quienes deben ser protegidos, un estado, en fin, que no caiga en manos de los que, con discursos retrógrados y machistas, pretenden mandarnos al XIX, porque sus ciudadanos no se han dejado embaucar por la gente de apellidos rimbombantes, beneficiarios de aquella dictadura que nos encerró en el armario de la Historia, ni por sus compañeros de viaje y vote por el futuro de todos.
El domingo, como piensa mi padre, hay un examen convocado en España. Un examen al que nadie debe faltar, un examen que nadie debe entregar en blanco, tampoco contestar al tuntún, a ver si cuela, porque nos va a penalizar los cuatro años que vienen y porque, esta vez sí, nos jugamos la carrera y quién sabe si algo más.

jueves, 25 de abril de 2019

GARRIDOS


Curioso idioma, el nuestro, que es capaz de la polisemia, esa mágica cualidad de algunas palabras por la que, con los mismos grafismos, con los mismos fonemas, pasa a tener distintos significados según el contexto en que se escriba, en que se diga. Una de esas palabras bendecidas con la polisemia es "carrera", que nos sugiere cosas distintas, según digamos, hacer carrera, hacer una carrera o hacer la carrera. Hacer carrera es, con buenas o malas artes, progresar. Hacer una carrera es preparase, generalmente en la universidad, para ejercer una profesión. Por último, cuando decimos u oímos "hacer la carrera, entendemos que lo que se quiere decir es ejercer la prostitución en la calle.
Por qué escribo esto bajo la foto que certifica el "fichaje" de Ángel Garrido por el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, el que invirtió años en convencernos de que pretendía la regeneración de la clase política y la incorporación de profesionales de todas las áreas a la misma, aunque, con el tiempo, se ha visto que no hay pollo para tanto arroz y, después de haber servido a unos y a otros como tabla de salvación en momentos difíciles, de agobio por los escándalos en los que fueron pillados los cargos públicos, pretendiendo hacernos ver que lo hacía para abrir las ventanas y limpiar los rincones de los ayuntamientos y las autonomías en que lo ha hecho, nos encontramos con un partido que tiene los mismos o menos escrúpulos que aquellos a los que prometía regenerar, llenando su la cesta de sus listas electorales en las estanterías del "todo a cien" del resentimiento y también la venganza, en las que aguardan, unos con más polvo encima que otros, la oportunidad de volver a la carrera y yo me temo que en cualquiera de esas tres acepciones.
No sé si fue quien inauguró esta forma de transfuguismo, pero Rosa Díez fue, desde luego, la más significada, con su salida del PSOE desde el escaño europeo, abandonando a su partido de siempre, no el sueldo ni las dietas y viajes del escaño, para fundar su propio partido, UPyD, unos pocos y la Díez, decían las malas lenguas, hasta, después de fracasos y discordias, haber quedado en el olvido, aunque en la órbita de Savater y Ciudadanos, ella que lo fue todo o quiso serlo todo en el PSOE. 
Otro caso más reciente y no menos sonado ha sido el de Silvia Clemente, envuelta en fundadas sospechas de corrupción, que, pese a haber presidido las Cortes de Castilla León, se vio apeada de
las listas del PP o creyó que iba a serlo y optó por pesarse con armas y bagajes a un Ciudadanos que, salvo la dirección nacional, no vio con buenos ojos esa incorporación, abriéndose una guerra interna que acabó como acabó en unas primarias en las que se denunció un ciber pucherazo, que ha dejado a Clemente y sus mentores compuestos y sin novia.
Fueron dos modos bien distintos de abandonar el partido que había sido de su vida, dos maneras de irse que ayer, por sorpresa, se vieron superadas en morbo por la del hasta hace diez días presidente de la Comunidad de Madrid y mano derecha de Cristina Cifuentes, Ángel Garrido, que por sorpresa y después de haber aceptado ser candidato por el PP a las europeas, apareció ayer sobre fondo naranja e la sede de Ciudadanos, que se apresuró a anunciar, sacando pecho, su fichaje para las listas de las elecciones a la Comunidad de Madrid, "traicionando" al partido que le había dejado en la estacada después de haberse "comido el marrón" de sustituir a la mentirosa Cifuentes, con un oscuro billete a Bruselas.
Garrido no dijo ni hizo nada que levantase sospechas sobre su fuga al partido secta que denostaba hace sólo unos días. No dijo nada a nadie siquiera por cortesía. Su compañeros y colaboradores se enteraron, como todos, por la prensa, pasando de la sorpresa al cabreo, algo parecido a lo que debió sentir él mismo cuando supo que sería la "bocachancla" y amante de los atascos, Isabel Díaz Ayuso, quien optase en su lugar a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Es la historia repetida de los muchos garridos que ha habido y habrá en la política española, garridos que, con carrera o sin ella, pretenden seguir haciendo carrera o "la carrera" en la política española.

miércoles, 24 de abril de 2019

EL TENDERETE DE RIVERA


Por fin ayer se acabaron los debates. Ya no hay más. Han sido más de tres horas de tortura y espectáculo poco o nada televisivo, de las que me quedo con las del primero, quizá por la inocencia con que me pilló, en medio de la melancolía del lunes, quizá porque el moderador trabajó para el espectador y no para el espectáculo, como hizo la pareja de Atresmedia, incapaz de imponer orden ni, mucho menos, concierto.
Fue un debate innecesariamente bronco, del que sólo me queda la conclusión de que los candidatos de la derecha han perdido los estribos, como si tuviesen prisa, como si la ansiedad del estudiante que llega al examen final sin haber estudiado, como si hubiesen tomado algo, especialmente Rivera, para mantenerse despiertos, algo que les hubiese desatado los nervios, poniéndoles en el despeñadero de una hiperactividad incontrolable, que en el candidato de Ciudadanos se hizo evidente después del debate, cuando, hay pruebas en las redes, era evidente que le costaba trabajo parar y relajarse.
Casado y Rivera se dejaron la cortesía en casa, contando con que alguna vez la tuvieran, entregados al "y tú más", incluso entre ellos. Nada que ver con la cordialidad, no sin algún que otro reproche, que se brindaron Sánchez y un Iglesias que, por momentos, me recordaba a su "amigo" Errejón, un Iglesias que, en ocasiones, asumió el papel conciliador entre sus rivales que los dos conductores del debate fueron incapaces de cumplir, hasta el punto de que, no sé si intencionadamente, estoy seguro de que retuvo o se ganó mucho del voto moderado que duda si votar a su partido.
Sánchez, qué remedio, se limitó a cubrirse en su rincón, que estaba en el centro, junto a un Rivera desquiciado, como pasado de vueltas, del que, como de Casado, tuvo que defenderle en más de una ocasión un escandalizado Iglesias que no podía reprimir sus gestos de asombro ante las acusaciones, falsas o exageradas, de la derecha. 
No me cabe duda de que, de haber un ganador en el debate de anoche, éste fue Pablo Iglesias, que puso a salvo mucho del voto perdido o dudoso, después de una primera mitad de campaña en la que parecía ver en Sánchez a su único enemigo. Una actitud que brilló especialmente frente a la pelea de gallos en que se enredaron los representantes de la derecha. Tampoco, la de que el perdedor, con más de Diego Costa que de Messi, fue Albert Rivera, que tiró por la borda todos sus años de liderazgo, malgastados en esos arrebatos de ansiedad que, a su lado, hicieron bueno a Casado.
No sé quién asesora a Albert Rivera, pero tendría que hacérselo mirar. Alguien debería explicarle que no es Tamarit, ni siquiera el mago pop, que no basta con un portarretratos en el que se exhiben como clandestinas fotos oficiales y protocolarias tomadas a la luz del día ni basta mostrar a cámara un rollo de papel lleno de presuntos escándalos. Tampoco basa con sacar a relucir a la difunta abuela ni a su hija Daniela, para convencernos de algo distinto a lo que resulta evidente, que lo único que le importa es él y el "cachito" de poder que pueda conseguir.
Queda la esperanza de que la de ayer sea la última vez que tengamos que ver el tenderete de Rivera, esa especie de puesto de pipas a la puerta de un colegio, en el que encontrábamos, las pipas, los caramelos, los primeros cigarrillos vendidos uno a uno y quién sabe si algo más fuerte e inconfesable. Rivera y su partido se han dejado llevar por la ansiedad, dando un espectáculo lamentable. Allá ellos.

martes, 23 de abril de 2019

NO ME LOS CREO


Llevo más de cuarenta años pateando el rastro madrileño todos los domingos y fiestas de guardar y os aseguro que tengo muy "calados" a los vendedores de humo,  a esa dente que pide por su mercancía mucho más de lo que vale o a quien ofrece productos o aparatos maravillosos, sierras que lo cortan todo, pela verduras que lo mismo desnudan un tomate que un kiwi, todos ellos con una demostración primorosa y efectista una y otra vez ensayada, para, una vez en casa, comprobar que lo que hemos comprado no es como nos han dicho o encontrarlo más barato en la ferretería de la esquina, Pues bien, esa es exactamente la sensación que, en mayor o en menor medida, tuve ayer viendo el primer debate electoral en Televisión Española.
Esta imagen del Rastro me la trajo Albert Rivera con su atril lleno de cartelitos con foto incluida y poca o ninguna verdad. Qué hacía sobre el atril la foto, el "retratito", de Sánchez y Torra, sentados en el palacio de Pedralbes en un encuentro protocolario, que Rivera quiso vender como una claudicación, ante una lista de exigencias, veintiuna, de las que ni una sola se ha podido demostrar. Un buen intento que no tuvo resultado, porque la mayoría de los acusados en la causa del procés siguen en prisión, a mi modo de ver demasiado rigurosa, atribuible como no puede ser de otra manera al Supremo, del mismo modo que fue la Junta Electoral Central la que autorizó las intervenciones desde prisión de Jordi Sánchez y Oriol Junqueras en sendos debates electorales, siendo como son candidatos.
Esta mañana, horas después del debate, he escuchado diferentes opiniones, alguna increíble, sobre el resultado y los candidatos y lo único que me consuela es que unos y otros, como yo mismo, de algo teníamos que hablar, dando a quienes encuentran tiempo para leernos el consuelo de un resultado que de poco o nada va a servir de cara al domingo. Opiniones increíbles, digo, como las que colocan a un Rivera en exceso crispado como claro ganador del debate.
Piensan eso quienes están aburridos de tanto escucharlos en estos u otros foros y agradecen las boyas que van colocando los candidatos, boyas como las cartulinas, la "constitucioncita" de Pablo Iglesias o el "retratito" de Rivera que nos permiten descansar, para seguir nadando hasta la playa del final del, por definición, cansino debate. Quizá por eso, por presuntamente innovador, algunos, especialmente los de la derecha en todas sus tonalidades, han ensalzado el atrezo de Rivera, su parafernalia gestual y material, su último minuto, el del silencio, tan falso y ridículo como el del "silencio" de Rivera, una y otra vez ensayado en una nave industrial, llevado hasta la perfección con la que nadie habla y aún menos desde el corazón, como pretende hacernos creer, y, de paso, al vacío que se siente en un salón de cualquier palacio, con el brillo de su cristal y sus dorados. Lo piensan quienes creen estar al tanto de lo que se hace en otros países, lo que tratan de imitar los llamados asesores, confundiendo el análisis de la brutalidad dialéctica de un Trump, que en realidad no sabe comportarse de otro modo, con una presunta intencionalidad de la que carece.
Ese es el problema, que ninguno fue creíble. Ni ese Casado aparentemente tranquilo, incapaz de hacer volar su falcón,  porque no es lo mismo "sacarlo" ante unas decenas, centenares o miles de convencidos que hacerlo ante el blanco de sus falsas acusaciones, del que costaba creer que fuese el mismo que, mitin tras mitin, lo utiliza como una de sus armas preferidas. Tampoco era creíble Albert Rivera pidiéndonos que mirásemos tatuada en la frente de Sánchez la palabra "indultos", palabra que, de momento sólo está enredada en sus neuronas.
Tampoco parecía creíble ese Pedro Sánchez contenido en exceso, posiblemente entrenado para blanco de golpes a diestro y siniestro, listo para cubrirse ante unos y otros, que sin duda se vio sorprendido por la amable cordialidad de Pablo Iglesias, con quien se disputa una parte del voto de la izquierda, una cordialidad para con todos, que contrastó, si no desconcertó, con sus recientes intervenciones en campaña, después de su vuELta, de las que podría desprenderse que no tenía otro rival que Sánchez.
No me lo creí y, si no me lo creí, fue porque no podía quitarme de la cabeza el dato de las encuestas que, pese a lo que dijesen él y sus colaboradores, le mantienen en caída libre, más desde que no hace otra cosa que enseñar los dientes al que debería ser su socio en el gobierno. Una hostilidad que sólo se materializó cuando pidió al presidente, una vez más, que dijese ya, sin resultados, que no formará gobierno con Ciudadanos, algo que no se puede responder, salvo que, y tal parece que sea el caso de Iglesias, se prefiera un gobierno de derechas, como Podemos prefirió el de Rajoy en 2016, a uno del PSOE apoyado, desde dentro o desde fuera, por otras fuerzas, incluida, pero no sólo, la suya.
En fin, que no me los creí, como no me creo al de la sierra para todos o al del pela verduras mágico, y, esta noche, difícilmente veré el segundo debate, jugando como juega a la misma hora mi Barça.

miércoles, 17 de abril de 2019

NO ES NO, CAYETANA


Con mujeres como Cayetana Álvarez de Toledo, no hacen falta machistas. Con su delgadez enfermiza y su tranquilidad enervante, la candidata del Partido Popular por Barcelona ha conseguido sacarme de quicio cuando, esta mañana, he escuchado su particular punto de vista sobre lo que puede y no puede considerarse consentimiento, sobre lo que puede y no puede considerarse resistencia, sobre lo que puede y no puede considerarse violación.
La marquesa de Casa Fuerte, rodeada de plebeyos, todos sin la exquisita educación que ella tuvo, demostró que con mujeres como ella sobran los machistas y que, con ideas como las suyas, Vox está de más, porque la candidata popular, con el apoyo inestimable de Inés Arrimadas, se bastó para encarnar el ideario ultraconservador del partido de Abascal y sus jinetes.
La señora Álvarez de Toledo vino a confirmar ayer que algunas mujeres pueden ejercer el machismo y hacerlo de la peor de las maneras, porque una mujer que se rebela ante quienes defienden que el silencio cohibido o asustado de una mujer ante la violencia machista es un no tácito y, como tal, un no tan absoluto como cualquier otro y lo hizo frente a las otras dos mujeres participantes en el debate, Irene y María Jesús Montero, con esa altivez que la caracteriza.
No deberíamos olvidar quien es Cayetana Álvarez de Toledo: nada menos que la jefa de Gabinete de uno de los ministros más siniestros de Aznar, el que en las horas y días que siguieron a los atentados del 11-M, quiso engañar a todo un país atribuyendo la matanza a ETA, cuando ya era evidente que Había sido obra del yihadismo, simplemente, porque, electoralmente, al PP de Aznar le hubiese convenido que fuese obra de ETA.
La candidata popular, educada en un exclusivo colegio en Buenos Aires y en universidades inglesas. esconde tras su apariencia delicada y tranquila, una fiera que se desata cuando se ve acorralada y no sólo eso, sino que se crece. No hubo más que verla en los incidentes de la Autónoma de Barcelona, haciendo frente, protegida y a distancia, eso sí, a los energúmenos que pretendían impedir su charla. Es como una delicada olla a presión, delicada por fuera, que desata la fuerza de su vapor contenido en cuanto se le abre la válvula.
Sin embargo, yo ayer la vi como una mantis religiosa, estilizada, casi bella, pero capaz de devorar al primero que se ponga a su alcance, su macho incluido. Su voz grave, su tono monocorde y su acento contenido, casi imperceptible, engañan, como engaña el voraz insecto, por eso más vale quedar fuera de su alcance y no sucumbir a sus encantos, por más que pueda tenerlos.
Su morbosa pregunta a sus circunstanciales compañeras en el debate sobre si ellas decían que sí todo el tiempo, supongo por el contexto que quería decir durante la relación, habrá excitado a más de uno, imaginando una cosa y la contraria. Sin embargo, no puedo dejar de situar sus palabras en el único contexto en el que en ese momento cabían, en la angustiosa agresión de que fue objeto la víctima de la manada de Pamplona y de tantas y tantas manadas que acechan a quienes, mujeres o no, quieren ser libres y felices en una sociedad que creen madura.
No creo que nuestra amiga la mantis hubiese tenido el valor de decir lo mismo que dijo anoche en el debate delante de la víctima de Pamplona, aunque o que más me asusta de ella es esa frialdad y esa inflexibilidad con que aborda cualquier asunto. Cayetana, con su afirmación de que quienes luchan por los derechos de las mujeres quieren abrir una guerra entre hombres y mujeres y quieren hacer creer a los demás que las mujeres nacen víctimas y los hombres verdugos, una simplificación de la realidad que sólo cabe en la cabeza de los monstruos de Pamplona y de algunos obispos.
Irene Montero llegó a decirle que lo último que necesita una víctima de violación es una mujer como Cayetana diciéndole "tampoco es para tanto", clavo al que la candidata popular se agarró para acusar a su interlocutora de acusarla a su vez de justificar las violaciones.
Nuestra amiga la mantis fue al plató a comerse los votos del PP y muchos de Vox, porque, eso sí, ella tiene mejor verbo y presencia que los machotes de Abascal. Ella cree que en esta lucha todo vale, pero no, porque, pese a lo que puedas pensar o decir desde tu torre de marfil de niña rica, un no es un no, Cayetana.

martes, 16 de abril de 2019

COREOGRAFÍAS ELECTORALES


Recuerdo con una cierta nostalgia aquellas mis primeras elecciones, hace ya más de cuarenta años. Recuerdo las ciudades empapeladas con carteles felizmente desaparecidos, recuerdo los espacios electorales gratuitos en televisión, por entonces la única televisión, después de los telediarios, la mayor parte bustos parlantes, aunque el PCE y su gente de la cultura, del cine, nos sorprendieran con sus "clips", entonces no se llamaban así ni se hacían siquiera para el mundo de la música. Recuerdo y con nostalgia el boca a boca con el que algunos tratábamos de convencer a quienes teníamos cerca, con mayor o menor éxito, para que diesen su voto a una u otra opción, y recuerdo aquellos mítines, los primeros en libertad, a los que acudíamos, como fieles a una misa, más que por aprender, para hacer masa y llenar las plazas de toros, de pie en la arena o en las gradas, porque lo que contaba eran, ante todo, las cifras, los aforos, y, en eso, la izquierda siempre ganaba.
Veníamos de conciertos y festivales más o menos reivindicativos. Veníamos de aquel mítico Festival de los Pueblos Ibéricos, en la Autónoma de Madrid, en el que nos sentimos libres, aunque rodeados por la Guardia Civil a caballo, recuerdo el sol inclemente y pegajoso, trufado de negros nubarrones, como el futuro en que queríamos creer y recuerdo la consigna cuando, como en Woodstock, tronó y alguna que otra gota nos puso a remojo, recuerdo ese improvisado "la lluvia de Fraga no nos apaga" y como al día siguiente, lunes, si "los sociales", la brigada política de entonces, nada que ver con la del siniestro Fernández Díaz, hubiesen querido identificar y detener a los asistentes, les hubiese bastado con detectar su piel enrojecida por aquel sol inclemente, democrático y libre.
Recuerdo también mi primer gran mitin, autorizado a la CNT, en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes, una reunión de gente ansiosa por hablar y escuchar después de décadas de silencio y de miedo, y recuerdo, cómo no, los mítines del PCE, especialmente uno en mi barrio, en la vieja plaza de toros de Vista Alegre, sin Hipercor ni cubierta, con Carrillo y quizá Alberti o Pasionaria, también Tamames -quién te ha visto y quién te ve- también al sol y con ganas de ver y escuchar a quienes por aquel entonces eran mitos vivientes.
Hoy todo ha cambiado. Algunos de esos mitos o están muertos o se nos han caído. Ya no hay espacios electorales gratuitos e igualitarios para los partidos, porque hay televisiones privadas, cada una de su dueño, que programan entrevistas y debates a su conveniencia, del mismo modo que, durante el resto del año, alteran y deforman la actualidad política, poniendo al mismo nivel que al resto a quien no lo merece y engrandeciendo lo pequeño o empequeñeciendo lo grande. Los espacios gratuitos son sólo residuales en los medios públicos, en tanto que, desde el resto, nos asaltan anuncios elaborados y caros, al alcance sólo de algunos. Los carteles, incluso las banderolas en las farolas han dado paso a las pancartas a fachada completa, algunas insidiosas y rozando la legalidad, que más que pedir el voto para quien la paga, tratan de disuadir con mentiras y juego sucio, a quien da con sus ojos en ellas de votar al otro, especialmente al socialista Sánchez.
Quedan también las redes sociales, que se suponen pertenecientes al ámbito privado, en las que muy a nuestro pesar corremos el peligro de ser asaltados en cualquier momento y en cualquier lugar sin control y si piedad, y quedan también los mítines, en escenarios de bolsillo y de quita y pon, a mayor gloria del líder, con público perfectamente seleccionado y colocado estratégicamente en el tiro de las cámaras, con o sin banderitas, con o sin aplausos,  siempre en planos más o menos cerrados, para que no delaten su soledad y den el correspondiente telediario la sensación de atención y entusiasmo que se requiere en los momentos perfectamente seleccionados y pactados con las televisiones.
Están además los grandes mítines, que alguno veremos, con las cámaras motorizadas, volando sobre el público, con muchos decibelios, incluso con pirotecnia, muy al estilo Gürtel, y está esa extraña y no sé si nueva coreografía, en la que el líder... o la lideresa consorte recorren el escenario, de uno al otro lado, micrófono en mano, casi como un cetro, un poco encogidos, como queriendo acercarse, ponerse al nivel de la gente que le escucha y le rodea, una nueva modalidad que a mí, al menos viéndolo en la televisión, me desasosiega, más después de haber escuchado al líder asegurar que la encuesta del CIS no fue buena para su partidos, Podemos, porque "él" aún no había vuelto. En fin, coreografías. 

lunes, 15 de abril de 2019

JUGANDO CON LOS MUERTOS


Ayer, arrastrada por las tres derechas, desde la derechita cobarde a la veleta anaranjada, pasando por los de a caballo, la, felizmente desaparecida violencia de ETA irrumpió, a mi juicio interesadamente. en el calendario de la campaña. El detonante fue de nuevo un acto de campaña celebrado en el lugar equivocado. No seré yo quien repita la estupidez de Pablo Echenique, acusando de provocadores a Rivera y sus compañeros en el acto de Rentería, no. 
Yo, como cualquiera que se considere demócrata, reconozco el derecho de Ciudadanos, como de cualquier otra formación, a pedir el voto en Rentería, por muy "zona cero" del abertzalismo radical que haya sido y siga siendo. Pueden pedirlo, pero no en una plaza pública, al pie de los hogares de quienes, evidentemente y como demostraron con gritos y cacerolas, tienen enfrente. Estoy seguro de que en la localidad guipuzcoana hay más de un local en el que reunir a los escasos asistentes al acto y de que, en cualquier local cerrado, el acto se hubiese desarrollado con más tranquilidad t, sin duda, mayor seguridad.
Preguntarse por qué no optaron por esa solución, entonces, es un mero ejercicio de retórica. No lo hicieron porque su intención última no era, como piensa el torpe Echenique, la de provocar a quienes les abuchearon, algo a lo que, sin violencia y en la plaza pública tendrían derecho, no. Su intención era la de abrir, con apenas dos centenares de asistentes, todos los telediarios de ayer y todavía los de hoy y "ganarse" también las portadas de la prensa del lunes. Es lo que mejor se les da, ocupar espacio informativo con un coste mínimo y grandes resultados. Lo hicieron en Alsasua, convocando un acto de afirmación patriótica a dos pasos del bar en el que dos guardias civiles y sus parejas recibieron una paliza de unos energúmenos ya juzgados y condenados y lo repitieron en Waterloo, frente al chalé en el que vive y recibe Puigdemont, con una pancarta, unos cuantos agredidos y el doble de periodistas frente a los que Inés Arrimadas "soltó" su atenga contra el huido, para disgusto de los vecinos de tan tranquilo lugar, que denunciaron esa invasión de su intimidad, rompiendo la paz y el sosiego del vecindario.
Tanto lo de Alsasua como o de Waterloo coleó durante una semana o más en informativos y tertulias, luego se consiguió el objetivo, un objetivo que se ha intentado más veces en Cataluña y allá donde su presencia les convierta en víctimas de insultos y, desgraciadamente, agresiones. Lo que me lleva a pensar que son acciones y reacciones perfectamente calculadas y a pedir a quienes están detrás de las reacciones que reflexiones y que midan las consecuencias de sus abucheos, que, tal y como está el patio informativo y dado el miedo que cohíbe a informadores y opinadores a decir en voz alta esto que escribo y que sin duda también ellos piensan, convierte en triunfos y colecta de votos su acoso, por más que haya quienes lo consideren justificado.
Sin embargo, no paró la cosa en los incidentes de Rentería, porque, en Galicia, el carroñero en que parece querer convertirse Pablo Casado, se permitió dirigirse, después de haberlos contado, a los asistentes a su mitin, para preguntarles si habían caído en la cuenta de que los presentes, poco más de novecientos eran casi la cifra de muertos que había dejado ETA a  lo largo de su historia, para obtener ahora el beneficio, dijo, de que Pedro Sánchez les llame para pedir su voto, algo que, por más que insista en ello, nunca se ha producido.
Casado es vulgar y tremendista como los creativos que diseñan las campañas de Media Markt y no sé si tiene claro que seamos o no tontos. Lo cierto es que le ha cogido gusto a eso de remover muertos que son de la democracia, de todos, para sacar ventaja de ellos. Sabe, como lo sabe Rivera y lo sabían Aznar y Rajoy que esas salidas de tono en Cataluña o en Euskadi no les dan votos allí, pero sí en el resto de España, donde demasiada gente se deja embaucar con mensajes simples, como los anuncios de la cadena alemana. Pero alguien debiera decir les, a Rivera y Casado, que lo que hacen es indigno.
Imagináis, por ejemplo, a Kennedy en Berlín, decir ante los millares de berlineses que le escuchaban, en lugar del conciliador y lleno de esperanza "soy berlinés" que dijo, que los allí presentes y sus millones de conciudadanos eran tantos como las víctimas de los nazis. No. No hay que jugar con los muertos. Tampoco olvidarlos, pero, jugar, nunca.

jueves, 11 de abril de 2019

ALLÁ QUIEN LES VOTE


No creo que haya quien, con dos dedos de frente, se atreva a dejar su coche en un taller en el que no sepan distinguir el gasoil de la gasolina, le atiendan los aprendices o le preparen la factura antes de echar un vistazo a la avería. No creo que nadie se atreva a tanto y, sin embargo, sí sé que hay quienes arriesgan mucho más, nada menos que su futuro, a la hora de depositar su voto o no hacerlo en unas elecciones.
Digo esto, porque, nunca como en estas elecciones, tendremos que vérnoslas con unos candidatos tan ineptos, tan irresponsables, como para hacer anuncios a bombo y platillo de sus intenciones, quién sabe si improvisadas en el desayuno o en el coche, para, una vez desatada la tormenta, dar marcha atrás de esa gloriosa manera tan propia de los políticos que consiste en decir, me han entendido mal, se me ha sacado de contexto o, simplemente, calificando de "fakes new", mentira, la difusión de una de sus afirmaciones  que ha sido escuchada en vivo por cientos de miles de oyentes de un programa radiofónico y, después y durante todo el día, por millones de telespectadores y oyentes de todo el país.
Casado que mete la pata más veces que se persigna un sacristán loco, estaba acostumbrado, como vicesecretario de comunicación de Rajoy, a dar la vuelta a lo dicho y hecho por sus compañeros, a elaborar los chascarrillos y las ocurrencias que, luego, a veces repitiéndolas hasta el sonrojo, dirían en sus mítines o en sus comparecencias públicas.
Sin embargo, no es lo mismo tener ocurrencias para eso que tenerlas a la hora de gobernar o de pretender hacerlo, menos, cuando todos los focos están sobre él. Alguien debería haberle dicho que no es bueno anunciar al borde de una campaña electoral su intención de recortar en cincuenta euros el salario mínimo interprofesional, el que cobran millones de trabajadores y sirve para fijar gran parte del resto.
Debe de ser porque nunca lo ha cobrado o porque conoce a poca gente que lo cobra. Si no, andaría con más tiento a la hora de hablar de sumar o restar esos cincuenta euros que, para muchos, suponen poder pagar al agua o la luz o la ropa o el calzado para los niños. No lo hizo, lo dijo sin pensar en las consecuencias que sin duda le eran ajenas o pensando en los beneficios que, para los muchos patrones que votan a su partido, sin caer en la cuenta, nunca mejor dicho, de que son más los empleados que los pagadores.
No es la única metedura de pata de un tipo que cree que con sonreír a la cámara basta y que es motivo de escándalo todos los días. Es más, a veces pienso que al comienzo la jornada, antes de salir de casa, él y su amigo Santiago Abascal cambian cromos y ocurrencias. A veces pienso, también, que ha sido un enemigo el que le ha recomendado la mayor parte de sus fichajes, un predicador cuyo triste mérito ha sido el de ver a su hija asesinada, una marquesa anoréxica y estirada que parece haberse tragado un sable, un ganadero consorte que cree posible el aborto a posteriori y exhibe como argumento que se ha vestido "de corto" para lidiar un toro, o una diputada autonómica de segunda fila desde hace años, que viene regalando perlas, la presente o no Leguina, cada vez que abre la boca.
Isabel Díaz Ayuso, que así se llama, candidata a presidir la Comunidad de Madrid, rizó ayer el rizo de la ineptitud, al anunciar que, si llega a gobernar Madrid y en contra de la lógica y del código civil, convertirá en ciudadanos a los fetos no nacidos, para que su familia, si es el caso, pueda disfrutar de los beneficios de las familias numerosas. LO hizo, pero, como todos los torpes muy torpes, no resistió una segunda pregunta sobre el asunto y balbuceó un "no lo han pensado todavía", cuando una de las periodistas que había en la sala le preguntó si las ayudas y las plazas de colegios prometidas para la familia de quien aún no ha nacido habrían de devolverse en el caso de que el embarazo no llegase a término.
No supo que decir y eso que Camps ya había implantado la medida en Valencia y que estuvo vigente hasta que, con Tximo Puig como presidente, se abolió tal disparate jurídico. Anoche, por si todo lo anterior fuera poco, parte de la fachada de la sede del PP en Madrid se desprendió al recibir sobre ella la pancarta que, con el rostro de Pablo Casado y el lema "Valor seguro", la cubrirá estas dos semanas de campaña.
Creo que esto del cartel es un augurio y no precisamente bueno, pero es peor todo lo demás. Por eso me atrevo a terminar escribiendo con la misma frase que titulo esta entrada "Allá quien les vote".

miércoles, 10 de abril de 2019

VENDEDORES DE ALARMAS


Dicen que hay personajes que, para cada solución, son capaces de encontrar un problema y me temo que Pablo Casado es uno de ellos. Gente que como Securitas Direct viven de sembrar el miedo en la gente, de exagerar los peligros, reales o ficticios, cuando no de inventárselos o, hay quien lo dice, de cosas peores. 
Saben que el hombre de las cavernas que aún duerme en nuestra conciencia es asustadizo y que, a la menor amenaza, a la menor sensación de peligro se encierra en sí mismo, se atrinchera en su caverna y se defiende con uñas y dientes de los fantasmas que les rondan, a costa, las más de las veces de ver el sol y disfrutar de lo que hay afuera.
Pablo Casado, Santiago Abascakl y, en menor medida, Albert Rivera son de esos, viven de instalar sus alarmas en el alma de la gente, inventando para ellos temores injustificados, de asustar a le gente más simple y egoísta de invasiones "islamistas", de la quiebra del sistema de pensiones, de un paro sin solución o de la desaparición de sus ahorros, cuando saben de sobra que fueron los suyos, cargos del PP o del PSOE felón, éste sí, quienes quebraron las cajas de ahorros, que no sus propios bolsillos.
El caso es asustar, a la búsqueda del rédito electoral, el caso es convertir a la ciudadanía, a nuestros vecinos, en gente desconfiada, recelosa de quien no tiene la piel de su mismo color y viste o habla de otra manera.
Es gente que allá donde hay un problema acude como las moscardas a las mataduras del ganado y las caballerías, revoloteando la herida, zumbando, batiendo sus alas con ese runrún tan molesto como preocupante que en nada ayuda a sanar la herida, a solucionar el problema.
Quizá por eso, lo primero que hizo Casado, nada más ser elegido en penosa carambola como nuevo secretario general del Partido Popular, fue acercarse a la valla de Ceuta a dejarse fotografiar junto a los jirones de la ropa y quién sabe si de piel de los últimos que intentaron saltarla en busca del sueño europeo. Revoloteó junto a la valla, se hizo fotos con quienes la vigilan y con quienes habiéndola cruzado esperaban para ser devueltos a la casilla de salida, con su piel y sus músculos heridos por las mismas concertinas que el efectista Jordi Évole regaló al papa.
Aquel fue un mal inicio, un síntoma de que se iba a dedicar, no ha hecho otra cosa desde entonces, a ir de un lado a otro, con sus forillos digitales, uno para cada ocasión, agrandando problemas muchas veces ya resueltos, resucitando odios y enconamientos, sólo porque le convenía hacerlo, de entre ellos el más sangrante, lo que ocurrió en Cataluña por la inacción despreciativa de Rajoy y la mala cabeza de esa cúpula de Interior que, parece, sólo trabajaba para su partido, hurgando ilícitamente en "la vida de los otros" o, directamente, inventando pruebas contra ellos.
De la sistemática corrupción que acabó con Rajoy y quién sabe si con su partido, nada. Es el pasado, dicen él y sus colaboradores, cuando la condena al PP es de hace apenas dos años, de la colaboración inventada entre ETA y el PSOE, todo. Y eso que ETA está ya disuelta y lleva más años sin usar la violencia que el PP sin robar. El caso es tirar barro, y sangre, a la cara del contrario, de quien tuvo la osadía de presentar una moción de censura desde fuera del Congreso y con los "viejos" de su partido en contra. El caso es tratar de ensuciar aquella jugada, tan legal como lícita, que una tarde de verano sacó a Mariano Rajoy de la Moncloa, dejándole tan desconcertado que tiró la toalla, dejando en el PP un "siete", taponado deprisa y corriendo con un remiendo, el propio Casado, por el que la imagen del partido se escapa a borbotones, alejándolo de un poder en el que ya se había acomodado.
Casado se ha esmerado en esa huida hacia adelante, tan apocalíptica y mentirosa como la que llevó a Donald Trump, pero esto no es Estados Unidos, la América profunda que le voto, y las mentiras no dan tanta ventaja, quizá por eso, son pocas las alarmas que él, de momento, líder del PP nos ha llegado a colocar. Y es que no es lo mismo, señor Casado, hacer chistes y elaborar chascarrillos para un partido de gobierno, que ganar ese gobierno con las mismas y otras mentiras.

martes, 9 de abril de 2019

CON LA BOCA LLENA DE ODIO Y MENTIRAS


Ayer, como quien da los buenos días, con la misma naturalidad, Pablo Casado, al que el PP le viene grande y al que no quiero ni imaginarme al frente del gobierno, se permitió decir que Pedro Sánchez prefiere "las manos manchadas de sangre a las manos blancas, las manos pintadas de amarillo a las manos tendidas", olvidando de una tacada que los socialistas han perdido tantos compañeros a manos de ETA como los que ha perdido el PP, entre ellos Francisco Tomás y Valiente, amigo personal de Felipe González y presidente del Tribunal, asesinado en su despacho de la facultad de Derecho de la Autónoma de Madrid, donde los alumnos se echaron a la calle con las manos pintadas de blanco, dando origen a esa forma de protesta contra la violencia a la que tan demagógica y cruelmente aludió ayer el pipiolo que, sin saber de la misa la media y por necesidades de su desplome en las encuestas, pretende recuperar el terreno perdido frente a su amigo "Santi" Abascal, aprendiz de rana como él bajo las faldas de Esperanza Aguirre.
Oír esas cosas de quien pertenece a un partido que de forma premeditada ha torpedeado el fin de la violencia en Euskadi y, con él, el de ETA y con su actitud de azuzar el conflicto catalán pensando en la renta electoral que tan nefasta actitud le daba en el resto de España, escuchar a ese mequetrefe que a cada momento se juega nuestro futuro entre sonrisa y sonrisa, todas ellas entrenadas y falsas, me produce náuseas, porque sabe perfectamente y, si no lo sabe, peor, que lo que dice es falso y que los fosos que cava frente al resto de partidos tendrá que cruzarlos a nado antes o después, para recabar la ayuda que, si llega a gobernar, los dioses no lo quieran, reparar tanto estropicio como está causando.
Está Pablo Casado, que aún nos debe un trabajo fin de máster y explicaciones sobre su licenciatura en Derecho, y está por otro Santiago Abascal que ni sabe ni le importa de casi nada, porque, así debe creerlo, le basta con cabalgar erguido y poner cara de "cara", de las que se estampan en la monedas o se imprimen en los libros de Historia, una materia que, por cierto, ha debido simultanear con Plástica, porque, para él, los hechos históricos, lejanos o no, son de la misma plastilina con la que modelaba sus figuras.
Ayer en una entrevista en Espejo Público, le gusta pisar terreno amigo, amén de atribuir a Rajoy la frase "es la Economía, estúpido", que un asesor de Clinton sugirió al luego presidente, para rebatir a Bush padre, frase que figura en Wikipedia y en la memoria de quienes se toman la molestia de seguir la actualidad en lugar de soñar con glorias e imperios perdidos, como hacen él y los suyos, tratando de emular al viejo y esperpéntico  hidalgo que Berlanga creo para su "Bienvenido Míster Marshall".
No era de Rajoy y eso que el hoy registrador las dejó floridas y cómicas. Pero no pareció importarle. Lo que le importa es llevar el agua al molino de su estrecho ideario, inventándose cifras y mintiendo si es preciso sobre cualquier asunto. Ayer, sin ir más lejos, pintando los hospitales del norte de Europa como campos de exterminio a los que las personas mayores no quieren acercarse por miedo a que les apliquen una eutanasia que, en muchos casos, ni siquiera está regulada legalmente.
Pero da igual, ni a él ni a los que tienen ya decido votarle, mucho menos a quienes por oportunismo se apuntan a sus listas, como ese antiguo objetor de conciencia que en menos de veinte días se podría convertir en diputado por Teruel en un partido que quiere reimplantar el Servicio Militar Obligatorio.
Da igual, nada importa. De aquí a menos de veinte días se puede mentir, exagerar, insultar, prometer lo que no se puede cumplir y asustar, sobre todo asustar, porque, como dice Kiko Veneno en una de sus últimas canciones "Yo quería ser español", en la que dice "siembra el miedo y, después, la gente vota al que manda".
Sí, es posible, pero todo tiene un límite, el de la decencia y la moralidad, y esto de lo que os hablo es inmoral e indecente, porque lo dicen candidatos que se llenan la boca de odio y mentiras.

lunes, 8 de abril de 2019

A PODEMOS, TODO LE SON PULGAS



Un mal pensado, y yo, insisto, a veces lo soy, podría pensar que los planetas se han conjugado -Leyre Pajín lo diría mejor- para devolver a Pablo Iglesias y su partido a la rabiosa actualidad más, después de su baja por paternidad. Está claro que el partido estaba buscando la vuelta de su líder, ya que, en su ausencia, al menos formal, las pulgas de la discordia, el cansancio y la ineficacia en un partido que lo pudo haber sido todo en esta etapa de la democracia española. Deseaba tanto el partido el regreso de su líder, que no dudó en prepararle un cartel de bienvenida que para sí hubiese querido alguna marca de perfumes especializada en machos alfa y que tuvieron que echar abajo con sonrojo, junto a una fiesta mitin en la que Iglesias se curó a lo Castro de esas semanas de silencio.
A los pocos días supimos, ya lo sabíamos, esta vez porque la Audiencia Nacional le llamó a declarar testigo perjudicado en la investigación que sigue contra la rata Villarejo por sus chapoteos en las cloacas del Estado. Iglesias, que debía estar de todo menos sorprendido, ha sabido explotar espero que, a su pesar, su papel de víctima, aferrándose al silencio del secreto sumarial, aunque trufándolo de alguna que otra insinuación tipo Gila, "alguien ha matado a alguien", colocada con aviesa astucia en el campo del PSOE.
Supimos que todo provenía del robo del teléfono de una de sus asesoras en su etapa de eurodiputado, del que se extrajeron datos y conversaciones privadas que oportunamente filtradas a los medios por los autores intelectuales del robo, léase la rata antes mencionada, llegaron a las manos de la desaparecida Interviú, que no llegó a publicarlos y a las de Eduardo Inda, miserable ejemplo del más miserable de los periodismos, que no sólo los publico en su libelo digital, sino que los fue esparciendo, como sólo las ratas hacen con sus detritus por la diferentes tertulias y programas, léase la Sexta, por las que va asomando su feo hocico.
Como no hay mal que por bien no venga, Pablo Iglesias consiguió una actividad mediática que muy difícilmente hubiese tenido por méritos propios y que aprovechó para sembrar las dudas, no sobre el pasado PSOE, el capitaneado por Rubalcaba y otros destacados miembros del que quiere ser sanedrín socialista, sino sobre el de Pedro Sánchez, a unos días del comienzo de una campaña electoral, para la que parece haber escogido al nuevo PSOE, con el que tanto ha colaborado en estos ocho meses, como blanco de todas sus dentelladas.
Lo acaba de hacer con su proyección "fantasma" en la Plaza Mayor de Madrid, una acción rayana en la legalidad, pronto lo sabremos, aparentemente dirigida contra el Partido Popular y la derecha en general, en la que incluye al PSOE como actor, como colaborador necesario, para la permanencia de la misma. No me parece precisamente noble esa actitud, especialmente, porque morder los talones del PSOE, cuando, a estas alturas, debería estar ya avisado de su previsible caída en las elecciones, no parece otra cosa que salvar su propio pellejo a expensas, otra vez, de un gobierno. ahora más posible que nunca, de la izquierda.
Todas las noticias negativas que afectan a Pablo Iglesias, hoy mismo el pinchazo a las cámaras de seguridad del chalé de Galapagar, son las pulgas que encabronan y con razón a Podemos, Hay que acabar con ello y depurar hasta donde sea legalmente posible a las fuerzas de seguridad del Estado y sobre eso no debería haber dudas, pero, del mismo modo, el perro flaco que es Podemos debería dirigir mejor sus dentelladas.

viernes, 5 de abril de 2019

SÍ HAY UN PROBLEMA, SEÑOR CASADO


Una vez más me pregunto qué hay en la cabeza de Pablo Casado, qué antecedente hay en su vida para, en contra de lo que piensan la mayoría de los ciudadanos, más allá de ideologías y creencias, lo dicen las encuestas, enrocarse en la defensa a ultranza de posturas retrógradas y, por qué no, crueles que, por si ya de por sí fuera poco. suponen, además, una intromisión en los derechos y la conciencia de los ciudadanos.
Pablo Casado se opone a la regulación de la eutanasia y del aborto con el mismo entusiasmo con que lo hicieron en su día los restos del franquismo refugiados en Alianza Popular. Pablo Casado debe pensar que todos piensan como él y, por eso, se atrevió a decir que en España la eutanasia no es un problema y que no hay lugar para el debate.
Debería haberse atrevido a decirlo delante de María José y Ángel, la pareja de Madrid que con su ejemplo desgarrador han resucitado el debate, el problema, de la eutanasia a menos de dos semanas de la campaña electoral. Una pareja que, después de treinta años de sufrimiento compartido a causa de la enfermedad degenerativa, esclerosis múltiple, que ella padeció durante más de la mitad de su vida, decidió de mutuo acuerdo escribir el punto final al sufrimiento de ella, aunque no al dolor de él, atrapado en su responsabilidad consciente ante la maraña de una ley injusta. Una pareja en la que, ante las cámaras, María José dio otra vez el "si quiero", esta vez para confirmar su deseo de que la muerte la separase definitivamente del dolor
Cualquiera con dos dedos de frente, no parece el caso de Casado, debería llegar a la conclusión de que quien, como Ángel, decide prestar sus manos a un ser querido, en este caso su amada María José, para poner fin al dolor y la enfermedad que le limitan hasta el punto de que le impiden escapar por la única ventana que les queda, la muerte, no es ni puede ser tomado por delincuente, mucho menos por criminal.
Ángel no ha sido un terrorista suicida que desaparece con su delito para alcanzar, al menos eso cree, el paraíso de las setenta vírgenes, tampoco el asesino que huye tras el crimen, abandonando el lugar y a su víctima, escondiéndose de las consecuencias de lo que ha hecho. Ángel se quedó allí, junto a esa María José que ya no sufría, supongo que, llorando, si es que a alguien le quedan lágrimas después de treinta años de llanto compartido con el amor de su vida, y se puso conscientemente a disposición de la justicia, de esa justicia que, porque Casado y su PP no lo permite, no quiere o no puede entender lo que por amor ha hecho.
Afortunadamente, los policías que se lo llevaron, separándole de quien ha sido objeto de sus desvelos durante tres décadas, se comportaron como seres humanos de uniforme, que cumplieron con respeto con la difícil misión de arrancarle de la cabecera de la cama que ha velado durante más de la mitad de su vida. Afortunadamente, la juez puso en libertad de inmediato a ese hombre que, después de tantos años en vela junto a María José, necesitó pastillas para poder dormir esa noche de calabozo.
Espero que la Justicia sepa ponerse en el lugar de este hombre que hace unas horas se sacrificó por el amor de su vida y, de paso, el de todos nosotros, en el de quienes algún día podríamos vernos en una cama como la de su mujer, sin esperanza, o al lado de un ser querido al que le niegan, por unos votos y para diferenciarse de sus compañeros de viaje, la última posibilidad, la de decir adiós.
Casado, no sé por qué, insiste una y otra vez en que no hay debate, no hay problema. Desde que ayer supimos del gesto de amor de Ángel para con María José, que hubiese podido ser más plácido, más íntimo, de no haber sido porque el PP había bloqueado hasta veinte veces una propuesta de ley para la regulación de la eutanasia en un Congreso en el que no tenía la mayoría y que la hubiese aprobado en el pleno, sé que hay debate y sé que hay un problema: Casado y sus compañeros de viaje y que la solución va a estar en nuestras manos el próximo día 28.

jueves, 4 de abril de 2019

QUE SE JODA EL SARGENTO!!



Eso de "Para que se joda el sargento, no como rancho" es otra de esas afirmaciones que repetimos una y otra vez sin conocer muy bien su origen ni, a veces, su significad. Quiero entender que entraña una especie de huelga de hambre, con la que se pretende desobedecer al sargento, pero a costa del hambre propia, una forma de protesta, la de al autolesión, el hambre voluntaria, salvo cuando se hace dieta y a veces también entonces, es una forma de autolesión, y la autolesión es por desgracia la más extrema de las protestas y la última baza de quienes carecen de libertad, como presos o, los que hemos hecho la mili lo sabemos, reclutas.
Esto, claro, cuando no comer, privarse de algo necesario, es voluntario. Otra cosa es cuando son otros los que quieren protestar a costa de nuestras hambres, pretendiendo joder a un tercero, Pues bien, eso es, precisamente, lo que ayer pretendieron en la Diputación Permanente del Congreso Partido Popular y, con menor convencimiento, Ciudadanos: vetar una serie de decretos aprobados por el gobierno en sus llamados "viernes sociales", a expensas de perjudicar a los ciudadanos, para, por un lado, impedir que el gobierno se apuntase a los ojos de la gente el tanto de aprobar esas medidas, de carácter social en su mayoría, a menos de cuatro semanas de las elecciones.
Es decir, Ciudadanos, PP y satélites afines pretendían privar a la sociedad de las ayudas a los parados de más de 52 años o la reinversión del superávit de ayuntamientos como el de Madrid, prohibida por el PP de los recortes hasta ahora y que impedía abordar gastos o llevar a cabo programas, también sociales en su mayoría, con los que se beneficiaría a los más desprotegidos de la sociedad, haciendo que los ayuntamientos funcionen como lo que son, entidades de todos y al servicio de todos y no como empresas saneadas, en las que se venden el suelo y la maquinaria, en este caso los solares, los edificios de su propiedad y las viviendas sociales, para hacer caja y, de paso, beneficiar a amigos y  familiares, como el hijo de Aznar y Botella, a costa de quien necesitaba, simplemente, una vivienda que no podía pagar y de la convivencia de la propia ciudad que hoy han llenado de turismo barato, de una borrachera y un polvo, expulsando a los verdaderos vecinos, los que hacen barrio y ciudad.
PP y Ciudadanos pretendían hacerlo para impedir que el PSOE se presentase ante las urnas con esos resultados en las manos, para "vender" a la gente que estos meses de gobierno han sido estériles, tan estériles como lo fueron los de ese Rajoy "pasmao" que, junto a Ciudadanos, no hizo nada sino poner palos en las ruedas de cualquier iniciativa no conservadora, una vez que se hizo con el control de la Mesa del Congreso, verdadera sala de máquinas de la cámara, con una representación mucho mayor que la que se esperaría de los votos recibidos en las urnas, desde la que torpedearon una y otra vez las iniciativas, principalmente de PSOE y Ciudadanos, para, por ejemplo echar abajo las leyes que en esa u otra legislatura aprobó el PP en mayoría del primer Rajoy.
PP y Ciudadanos, éste no en todo, trataron de impedir la convalidación de tan necesarios decretos, para evitar ese triunfo y, quizá en mayor medida, forzar una segunda copia de la foto de quienes, en la moción de censura, llevaron a Sánchez a la Moncloa, pero, afortunadamente, no lo consiguieron y, por esta vez, no se ha jodido el sargento y podremos comernos nuestro rancho.

miércoles, 3 de abril de 2019

HAZ QUE PASE


Lo de ayer no fue un buen día para Pedro Sánchez y el PSOE. A media tarde, Albert Rivera presentó a la renegada del socialismo Soraya Rodríguez como fichaje estrella de su lista para Europa, mientras aún se escuchaban las risas y las chanzas que, desde el PP y alrededores se dedicaban al vídeo y al cartel de precampaña que horas antes había presentado el candidato socialista.
No puede ser que lo que se prepara y calcula como un golpe de efecto para atraer a los votantes a una candidatura se vuelva sin apenas esfuerzo en un bumerán cargado de sorna que golpee en la "cresta" de quien lo paga.  Es más, creo que quienes aconsejaron optar por esta campaña deberían renunciar o ser castigados, porque, a menos de momento. parece ser más el daño que el beneficio.
Un malintencionado, yo a veces lo soy, podría pensar que ese responsable tan poco responsable es un tránsfuga más que sumar a la lista de los que en las últimas semanas han abandonado el partido de su vida, el socialismo, para engordar con escaño garantizado, eso sí, las listas de Albert Rivera en estas elecciones, y, si no lo es, es demasiado torpe para encargarse de algo tan importante como carteles y lemas a cuatro semanas de unas elecciones. Eso, salvo que él y su jefe sean de los que piensan de lo importante es que hablen de uno, o de su cliente, aunque sea bien. Si es así, enhorabuena, porque lo ha conseguido.
Creo que es fundamental optar por un mensaje cerrado, que no admita dobles interpretaciones ni rimas, junto a un cartel o una foto a los que no se le puedan pintar bigotes y el autor de los que ayer se presentó ha hecho dos dianas, dejándose llevar por la épica cinematográfica, sin pararse a pensar que "Titanic", más que una historia de amor, es la de un naufragio y ni España ni el socialismo están para un nuevo naufragio.
De todos modos, creo que las bromas y los chascarrillos pasarán y lo que quedará, espero. serán los logros y la solvencia de los candidatos, aunque aparecer como cándidos boy scouts en un terreno en el que les aguardan los otros como gamberros borrachos de odio, mentiras y demagogia, no parece buena idea.
De sobra es sabido que a Casado la verdad le importa un higo, más sabiendo de donde viene y lo que importaba la verdad en su partido, y que a Albert Rivera y quien tenga detrás debieron extirparle de niño la hormona que segrega los escrúpulos, porque muchos no aparenta tener comportándose como una urraca ladrona dispuesta a llevarse a su nido todo lo que brilla o cree que, aunque como ocurre en la mayoría de sus fichajes, lo que se lleva es gente resentida y sin futuro en el partido que abandonan.
Ese es el caso de Soraya Rodríguez que, desde la portavocía del grupo parlamentario socialista, en la que la colocó Rubalcaba, se comportó con una más que cierta deslealtad hacia su nuevo secretario general hasta que fue relevada y que negó hasta el último momento estar en tratos con Ciudadanos, con el propio Rivera, para reemplazar como trofeo, como pieza cobrada, a la decepcionante Silvia Clemente, acusada de corrupción en sus diferentes cargos con el PP y objeto del más escandaloso pucherazo que se recuerda en unas primaras, que ahora estudia la Justicia.
Parece que, al igual que un mismo lema puede utilizarse a favor o en contra del que lo paga, el mismo fichaje que se quiso convertir en combustible electoral, puede incendiar la sala de máquinas de un partido, como hizo Clemente en el PP de Castilla León.
No creo que Soraya Rodríguez, con su dudosa lealtad y su no menos dudoso respeto por la verdad vaya a enmendar el error de Rivera. Más bien me inclino a pensar que lo que hace es dejar claro el vacío ideológico de un partido al que lo mismo el sirven, en tierra ganadera, las churras que las merinas.
Pese a todo, me queda la esperanza de que este hilarante y surrealista cómic electoral, con churras y merinas, lemas y carteles, en el que estamos metidos, pase pronto y, al contrario que "Titanic", tenga un final feliz tenga un final feliz.

martes, 2 de abril de 2019

LA HIPOTECA DE LAS PENSIONES



Estamos a menos de un mes de las elecciones, por primera vez y de momento, gracias al tesón de miles y miles de jubilados, parece que las pensiones se sitúan por delante de los impuestos en las promesas y en los compromisos que van destilando, aún balbuceantes, los partidos que se presentan a ellas.
Si nos fijamos en lo poco que han dicho unos y otros, parece claro que en la derecha son partidarios del "sálvese quien pueda" de los fondos privados, tan anhelados por la banca, deseosa a toda costa de quedarse con nuestro dinero, ahora que, después de tanto escarmiento, estamos perdiendo la buena costumbre de ahorrar.
Hay partidos, como VOX, el destilado del egoísmo y la soberbia de quienes se creen con derecho a todo sin aportar nada, porque pueden y "lo valen", dispuestos a anular de un plumazo el sistema de pensiones, para dejar el futuro de los jubilados, ellos que tan cargados van de apellidos compuestos e ilustres, en esos fondos de pensiones o esas inversiones a las que sólo tendrían acceso sus vecinos y pocos más.
Están también quienes quieren recortarlas, lo acaba de proponer, con mayores o menores matices, el sumo sacerdote de la economía ultraliberal, Daniel Lacalle, fichado por el "siempre acertado" Pablo Casado, para dirigir la economía en un cada vez más hipotético gobierno del Partido Popular, que cifró ese recorte en un 30%, un recorte que se aplicaría a los ya menguados ingresos de nuestros, ya de por sí castigados jubilados.
Ciudadanos, por su parte, dice apoyar el Pacto de Toledo, pese a lo cual, hace unos meses dejó caer los presupuestos de Pedro Sánchez que vinculaban al IPC su subida y, por tanto, la revalorización de las pensiones, tan castigadas por la miserable subida del 0,25 %, impuesta por el PP de Rajoy. Así que, en esto, como en casi todos lo demás, en el mercado es muy difícil saber si Ciudadanos es carne o pescado, porque unas veces se presenta con aletas y escamas y otras en piezas sobre el mármol de la carnicería.
La postura de la izquierda, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor realismo. o al menos eso dicen, es la de revalorizar las pensiones y mantener un salario mínimo digno, para mantener así el poder adquisitivo de nuestros mayores que, probablemente, hoy no podrían rescatar a los ciudadanos de este país, abandonados por gobiernos demasiado preocupados por rescatar a la banca porque, dicen, era crucial para el sistema, como si los españoles hundidos no lo fuésemos.
Es un debate demasiado viejo, en el que nadie dice del todo la verdad, porque antes o después tienen que presentarse ante las urnas y, para ese momento, nada mejor que prometer bajar los impuestos y subir las pensiones, una ecuación diabólica que venimos arrastrando desde hace décadas, desde que Felipe González, recién convertido a la peor de las socialdemocracias, dijo aquello de que bajar los impuestos es también de izquierdas. Un debate que hay que abordar con valentía y con esa dosis de pedagogía que la izquierda gobernante hace años que abandonó en este país, un debate del que todos huyen, porque, aunque como dejó escrito Quevedo la verdad amarga, pese a que hoy nadie quiera echarla de su boca.
Parece complicado dotar a los ciudadanos de este país de pensiones dignas que les permitiesen vivir con una cierta soltura, darse un capricho de vez en cuando y, por qué no, guardar unos ahorritos, no como ahora que esperan el veinticinco de cada mes, para apartar lo de cada recibo y pagar las trampas del mercado. Parece mercado y no lo es.
Parece complicado, porque lo hemos hecho complicado aislando unas veces para bien, pero otras para mal, la caja de las pensiones, dejándola, como ahora, desguarnecida y con ingresos bajos para pagar las pensiones a los hijos del "Baby Boom" que están a punto de jubilarse, ahora que sus hijos cobran sueldos de mierda. Nunca como ahora ha hecho falta valor y honradez para hacer entender a quienes irán a votar el día 28 que el Estado tiene la obligación de redistribuir la riqueza y que los impuestos son la herramienta que tiene para hacerlo.
De modo que, ahora que las máquinas han expulsado a los obreros de las fábricas y que las nuevas tecnologías han dinamitado el mercado de trabajo, es más necesaria que nunca una revisión al alza de los impuestos, una revisión que, partiendo de valor social que siempre ha tenido el trabajo, obligue a los destructores de empleo a dejar aquí, en España y en impuestos, parte del beneficio obtenido a nuestra costa, como mano de obra barata o como clientes.
Resumiendo, hay que garantizar pensiones dignas para ciudadanos tan dignos como sus gobernantes y, si no llega con la caja de las pensiones o la ecuación no acaba de resolverse, recaudar los impuestos que sean necesarios para complementarlos, porque contratar un fondo de pensiones que hoy desgrava los impuestos que, a la hora de cobrarlo, habrá que pagar, es pagar dos veces por lo que debería por ley es nuestro.
Las pensiones no son una hipoteca, como pretenden hacernos creer, las pensiones son la casa en la que tendremos que vivir el final de nuestra vida.

lunes, 1 de abril de 2019

ESE SEÑOR DE BLANCO QUE ESTÁ AL LADO DE ÉVOLE


Recuerdo que, cuando era niño o quizá preadolescente, se contaba el chiste de Martínez, un señor muy famoso, tanto, que todo el mundo le conocía. Tras una serie de peripecias, el chiste concluye con uno de sus protagonistas preguntando en la Plaza de San Pedro de Roma quién es ese señor de blanco que está en el balcón al lado de Martínez.
Si traigo aquí el chiste, bastante malo por cierto, es porque todo el despliegue con que se acompañó desde hace días la frustrante entrevista que Jordi Évole, el follonero, hizo al papa Francisco, uno de los últimos monarcas occidentales, con entrevistas al entrevistador, pequeños "destripes", no me gusta emplear la palabra spoiler, e, incluso, una apelación a la intimidad de la familia Évole, con repetidas alusiones a "la madre del artista" y sus creencias, todos ese despliegue, parecía prometer algo que, al final, resultó, como digo, frustrante y aburrido. 
Supongo que ay os habéis dado cuenta de que una entrevista de Évole en Salvados tiene, como en la liturgia, sus vísperas y su octava y, no sé si por insistencia del propio Évole o si por la aplicación del sistema que Ferreras implantó en la SER de llenar la antena de "promos", promociones, de cualquier exclusiva más o menos señalada, resultando en ocasiones más brillantes las promos que el programa que anuncian.
Lo cierto es que, no sé si desde el miércoles, seguro que sí desde el jueves en cada programa de la Sexta, Jordi Évole, con ese falso tono de humildad y de ser el vecino de la puerta de al lado, aparecía, día sí, día también, en todas las franjas horarias para contarnos "su" entrevista y, de paso, permitir a sus compañeros dorarle la píldora, agrandando los méritos que sin duda tiene haber conseguido esa entrevista.
Otra cosa es la misma entrevista, que el propio Évole sembró de expectativas finalmente defraudadas, porque, tuvo que reconocerlo, el papa la había concedido para hablar de refugiados, un asunto nada cómodo para la sociedad occidental y cristiana, pero que, para el jefe de la iglesia católica, resultaría, bastante agradecido, como así acabó siendo. El resto de las preguntas, obligadas sin duda e incómodas para Francisco, obtuvieron del papa, poco más que evasivas y circunloquios en los que hubo mucho revuelo de sotana y, al final, nada, salvo la constatación de que, por sí o por la superestructura que la iglesia es, las manos y la lengua del pontífice están atadas.
Siguiendo esa sinuosa senda y a pesar de la amable picaresca con que Évole corrigió el rumbo de la conversación, una vez provocado el indisimulado y diplomáticamente amable disgusto de Bergoglio, la cosa no pasó de ser una conversación previsible de la que, horas después de emitida, aún no he escuchado un titular realmente interesante, salvo el de que la entrevista tuvo lugar, evidenciando que, para este viaje, no hacían falta tantas alforjas.
Desde el innegable éxito conseguido por el que en otros tiempos fuera con Buenafuente “el follonero" con su entrevista al ex presidente uruguayo José “Pepe”  Mujica, Évole parece empeñado en sumar muescas a la culata de su programa, el propio Mujica, Maduro en más de una ocasión y, ahora, Francisco. No sería de extrañar que lo intentase, si no lo ha hecho ya, con Putin, Obama o, por qué no, con el rey Felipe VI o su padre, aunque estas últimas no lograrían la proyección internacional que tanto parece buscar.
Yo, que durante muchos años he entrevistad a personajes en todos los ámbitos imaginables, políticos incluidos, tengo una idea de la entrevista que quizá no compartan muchos compañeros de profesión, especialmente en estos tempos. Creo, y así lo he enseñado, que la entrevista, al menos en radio y en televisión, supongo, debe ser una conversación, perfectamente planificada, aunque nuca rígida, de la que, en un tono atrayente o al menos agradable para el oyente o el espectador, éste obtenga, si no la información buscada, sí un autorretrato que, de la mano del entrevistador, el entrevistado se haga.
Desgraciadamente, en sus productos Évole se convierte en protagonista, yanto que, a veces, lo que responde el entrevistado parece no importar, porque lo importante es "colocar" las preguntas, aunque el producto final resulte ser poco más que un monólogo frente al frontón en que acaba convirtiendo al entrevistado. 
Lo de Mujica fue distinto porque, por lo que fuese, probablemente porque el uruguayo ya no tenía las manos y la lengua atadas por otra responsabilidad que su conciencia, se convirtió en una deliciosa conversación de la que todos aprendimos. Lo de ayer con el papa Francisco me hizo recordar el viejo chiste al preguntarme “quién es ese señor de blanco que está al lado de Évole".