viernes, 29 de marzo de 2019

CASADO Y LOS NEANDERTALES


Esta mañana, apenas un día después del desbarre no ya cultural sino de mera inteligencia cometido por el número dos de la lista del Partido Popular por Madrid, nada menos que el número dos, tengo que volver a preguntarme qué es lo que le pasa al PP con el aborto y, por extensión, con las mujeres. 
Parece como si la dirección del PP, Pablo Casado, Teodoro García o, ahora, el Adolfo Suárez Illana, que quiso heredar de su padre el ducado de Suárez y se lo negaron las leyes en favor de su sobrina Alejandra, tuviesen algo en contra de las mujeres. Quizá sea eso, que no están a favor de la igualdad, porque saben que, con ella, se acaban sus privilegios de varón y las sobrinas heredan los títulos.
Eso por un lado, por otro, parece como si hubiesen hecho un pacto con dios y su moral, olvidando que en unas elecciones con quien hay que pactar es con los electores y que cada vez son más las electoras que los electores y que esas electoras, lo demostraron cuando el ministro del canapé cultural, Alberto Ruiz Gallardón, se quitó la careta y quiso imponer su rancia ideología a las mujeres, ya no están dispuestas a que los hombres piensen por ellas y les impongan sus prejuicios y sus leyes.
Casado, con si sonrisa permanente de agente inmobiliario y su mentalidad de monaguillo convencido se ha rodeado de fieles, de personajes en los que pesa más la lealtad que la idoneidad. Ahí tenemos al lanzador de huesos de aceituna, Teodoro García, con su visión simplista del mundo y en particular de ese asunto, que trata de imponernos sus tesis antiabortistas y su visión del mundo, un mundo en el que el aborto no es un derecho sino una tragedia y en el que las mujeres que deciden abortar lo hacen por verse desamparadas, nunca porque quieran ser dueñas de su cuerpo y su destino. Les falta decir de ellas que son unas alocadas viciosas, más pendientes de su placer que de la vida.
Está claro que nunca han tenido que recurrir al aborto o, me atrevo a decir, que más ben han podido mirar para otro lado, dejando que las decisiones las tomasen ellas, para acabar con tan embarazosas situaciones en discretas y eficaces clínicas privadas en España o en otras en países menos anclados en una moral que ya es del pasado.
Si os digo la verdad, lo que dicen Casado y sus amigos, ser su amigo es el único mérito que se conoce de Suárez Illana, me indigna, pero tanto como me parece conveniente, para que las mujeres que se puedan ver a sí mismas o a sus hijas, hermanas o amigas en la necesidad de abortar con garantías se den cuenta de lo que podría venírseles encima si dan su voto a personajes como esos.
A veces pienso que el PP es, en manos de Pablo Casado, tan peligroso como la escopeta de Froilán Marichalar y Borbón, porque en cualquier momento puede pegarse y se pega un tiro en el pie. Es más, desde que asumió la presidencia del PP siendo el candidato menos votado en las primarias, no ha hecho otra cosa que dispararse en él, improvisando alocadamente, eligiendo la peor mercancía en el almacén del talento, y buscando los peores aliados, a los que legitima e imita, para ver como luego se revuelven contra él y le "roban" los votantes.
Pero volvamos a Suárez Illana, que, de su padre, sólo parece haber heredado una cierta prestancia y nada de su habilidad ni astucia. Ayer, en su primera entrevista como candidato, demostró lo lejos que está de su padre, algo que ya apuntó cuando se permitió "prestar" a su padre ya muy afectado por el Alzheimer, para intervenir en un mitin a mayor gloria de José María Aznar, y tuvo que abandonar la tribuna después de haberse mostrado, no podía haber sido de otra forma, confuso y abrumado.
Yo, que creo en la justicia poética, creo que hay mucho de ella en el ridículo que voluntariamente nos regaló ayer, aunque, si su padre parecía desconocer a qué iba a ese mitin, Adolfo Suárez Illana, se está dejando utilizar por Casado con plena conciencia.
Es lo que tiene rodearse de caras conocidas, de personajes famosos, no por su experiencia política, sino por otras muchas habilidades como el toreo, el tertulieo, o su desgracia. A veces pienso que Casado, que, o tiene un falcon privado o, de lo contrario, lleva dos meses sin dormir en su cama improvisa más de lo que debe en lo que dice y en lo que hace y que, quizás por eso, ha "colocado" a su amigo Adolfo en el número dos de su lista por Madrid, justo detrás de él, sin ser consciente del peligro que supone pasear por radios y televisiones y presentar en los mítines a un personaje que dice ser abogado, doctorado en Harvard, aunque quizá en el de Aravaca, y demuestra públicamente que cree posible que Nueva York haya legalizado el asesinato de recién nacidos, demostrando que, si hay neandertales, están en algunas listas, como las del PP y que él debe de ser uno de ellos.

jueves, 28 de marzo de 2019

POLICÍA Y MAFIA



Los que tenemos unos cuantos años supimos de la existencia de una mafia policial, aquella que se instaló, por ejemplo, en los primeros ochenta en la brigada anti atracos de Madrid y tuvo mucho que ver, por ejemplo, con la desaparición y segura muerte de "El Nani", un atracador de poca monta que tuvo la desgracia de trabajar para ellos y acabar sabiendo demasiado. Yo, por ejemplo, cada vez que paso frente al caserón que hace esquina entre la calle Atocha y Concepción Jerónima, en la plaza de Jacinto Benavente, recuerdo el trágico atraco a un taller de joyería, frustrad porque ¡oh casualidad! la policía estaba esperando a los atracadores al pie de la escalera, donde acabó con todos los atracadores menos uno, que, de nuevo ¡oh casualidad! escapó con el botín hasta que, poco después, murió en un tiroteo con la policía, sin que del botín volviese a saberse nada.
Supimos de otra mafia que extorsionaba a propietarios de whiskerías y locales nocturnos y lo hacía obligándoles a insertar publicidad, carísima, por cierto, en una revista profesional, a sabiendas de que quien contrataba un anuncio iba a gozar de un mejor trato, protección lo llaman la mafia siciliana que cobra el pizzo, por parte de la policía. También supimos de un tal Amedo, subcomisario en Bilbao, que colaboró con el ministerio que entonces presidía Barrionuevo, en la creación de los GAL, lo más negro y turbio de la democracia española, porque hubo sangre y sangre inocente, que en vano se trató de justificar con una presunta lucha contra ETA. Aquello, gracias a una parte de la prensa y al juez Garzón, acabó con Barrionuevo, su secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, en la cárcel. 
Escribo todo esto, porque, aunque la mayor parte de los policías son fieles servidores públicos que se comportan con profesionalidad y decencia, no me cabe duda de ello, hay una parte, minúscula, de ellos que aprovechan su posición para colocarse por encima de los demás y, a veces, sacar partido a sus privilegios sin control. Lo malo, lo peor, es cuando, a cambio del acceso a fondos reservados y de la impunidad que les proporcionan quienes les amparan, cometen excesos execrables al servicio de sus "padrinos", saltándose, si es preciso, la ley y, lo que es peor, inventando realidades que vender a la opinión pública.
Siempre encontramos en estos personajes un rasgo común, su gusto por la buena vida y, a ser posible, a costa de los fondos reservados y las dietas. Lo encontramos en Amedo, amante de la noche y del buen comer y el buen beber y lo encontramos en Villarejo, el siniestro comisario, superviviente, de unos cuantos gobiernos de la democracia, que hizo del tráfico y la invención de toda información que pudiera ser usada por sus superiores o, a veces se confunden, sus clientes. Lo hizo desde siempre, sus archivos, que él creyó un seguro de buena vida, así lo demuestran, pero echó el resto en los años de Rubalcaba y, sobre todo, Jorge Fernández Díaz.
Con este ministro, tan beato como tramposo, supimos de la existencia de una presunta "policía patriótica", encargada de recopilar información si no de inventarla para filtrarla a determinados medios de comunicación, estableciendo así el pérfido bucle con el que hemos convivid tantos años:
un periódico "descubre" algo que, después, los partidos llevan a los tribunales o al Congreso, dando lugar a verdaderos seriales que, cuando se resuelven, con el archivo o no de la causa, ya han hecho el daño para e que fueron lanzados y no hay manera de limpiar el buen nombre de los afectados.
Sin embargo, no es ese el único método seguido por la policía secreta de Fernández Díaz, Villarejo y sus compinches. También la administran para chantajear a sus víctimas o la reservan, para hacer daño cuando convenga a quien convenga o para, como hace Villarejo, tratar de chantajear al Estado mismo y salvar así su maloliente culo.
La comparecencia ayer de Pablo Iglesias en la Audiencia Nacional, para participar como perjudicado en el sumario abierto contra Villarejo por las actividades criminales de esa policía patriótica así lo demuestra. Gracias a un móvil robado a una asistente de Iglesias en Bruselas, se intentó chantajear al líder de podemos con la información y las fotografías privadas que aparecieron en ese móvil, todo un tesoro para un chantajista que fue puesto en manos del mal llamado periodista Eduardo Inda, para publicarlo en esa alcantarilla que llaman OK Diario.
Un procedimiento empleado entonces contra Pablo Iglesias para tratar de torpedear el intento de formar gobierno entre Iglesias y Sánchez, que ya se había usado contra Pujol y otros dirigentes del nacionalismo catalán, mezclando información cierta con otra fabricada para manchar a diestro y siniestro a los adversarios de su ministro y patrón.
Es muy triste que haya policías corruptos y mafiosos, dispuestos a obtener, fabricar y robar pruebas, utilizando el material y los fondos que son de todos, para el beneficio de unos pocos tan culpables, así espero que lo determinen los tribunales, como los mismos policías desleales. Está claro que hay mafias en la policía y que, a veces, los ministros son sus padrinos.

miércoles, 27 de marzo de 2019

ADIÓS, RIVERA, ADIÓS



Algún día los historiadores estudiarán y nos explicarán por qué quienes, después de casi tres décadas de bipartidismo, consiguieron levantar, en la izquierda y la derecha, sendos partidos alternativos a los bien asentados, PP y PSOE, acabaron por dilapidar el capital político que los ciudadanos descontentos pusieron en sus manos. De Pablo Iglesias y su egocentrismo suicida llevo semanas escribiendo en mi blog de Albert Rivera, también, aunque este señor, que aparece y desaparece de la vida pública con pasmosa facilidad, como un guadiana de la política del que no se sabe muy bien de dónde viene ni a dónde va.
Rivera consiguió convertir a Ciudadanos, un invento, dicen, de la banca en la cuarta fuerza política del Estado y, de la mano de Inés Arrimadas, en la primera en Cataluña. De hecho, se especuló con la posibilidad de que superase a Podemos y acabase por sustituir al PP, pero, al final, todo ha quedado en humo, un humo irritante que en más de uno ha hecho brotar lágrimas desconsoladas.
Rivera lo ha tenido todo para convertirse en una alternativa aparentemente europea y civilizada de gobierno, pero su afán de hacerse con el electorado con técnicas de mercado, aparentando ser una cosa y la contraria, día sí y día no, en un territorio u otro, pactando aquí y ahora con el PP y allá, al día siguiente, con los socialistas ha conseguido despistar a los electores como nadie nunca antes. Hasta el punto de que hubo en tiempo en que vimos a su partido como la bisagra que articulase y equilibrase a la izquierda y la derecha.
Sin embargo, en los últimos tiempos, tras su reaparición con más pelo y más caos en su cabeza, hizo todo lo posible por desconcertar a aquellos electores que habían confiado en Ciudadanos como en un partido de centro.  Lo hizo dilapidando el millón de votos conseguidos en Cataluña a base de pasear a Arrimadas como una plañidera exagerando las ofensas, que las hubo, y rechazando cualquier intento de abrir una vía de solución al conflicto, como si ya le fuese bien con lo que había.
Después llegó la alianza con la que consiguió entrar en el gobierno andaluz, alcanzando, no sin cierta vergüenza y mala conciencia por parte de su líder allí, la cuota de poder más alta de su historia como partido.
Por si fuera poco esa aceptación de las exigencias de la ultraderecha encarnada por VOX, Rivera se prestó a posar con Casado y Abascal, en la foto de la Plaza de Colón, esa que le perseguirá hasta el fin de sus días y que, pese a sus intentos de desmarcarse a última hora del facherío dominante, dejo muy mellada su credibilidad ante los electores, algo de lo que Arrimadas se libró perdiendo con más o menos fortuna o intención el avión de debería haberla traído de Barcelona a Madrid.
Sus paladas cada vez eran más de arena que de cal y del acto fallido de Colón pasó a ofender a las bases de su partido, a aquellos que habían trabajado para implantarlo y afianzarlo en provincias que, pese a ser menos vistosas y salir menos en los telediarios, a la hora de la verdad suman votos como el resto. No se sabe cómo, Rivera tuvo la ocurrencia de "pasar" de esa militancia fiel, llenando las listas provinciales de paracaidistas tan poco vistosos como la más que sospechosa de corrupción Silvia Clemente, llegando incluso al pucherazo, que ya investiga la fiscalía, para imponerla como efímera cabeza de lista de Valladolid, descabalgada al destaparse el fraude en las primarias.
En fin, una cadena de despropósitos de los que el último ha sido ofrecerse, antes incluso de que se inicie la campaña para gobernar con el PP de Casado si es que los votos dan para ello, claro. Una oferta que no es sino la evidencia de la derrota que sin duda restará votos a su partido, en el que aún permanecen quienes creyeron un día que Ciudadanos y Rivera estaban en el centro.
No sé qué le pasa a Rivera, pero me puedo imaginar lo que acabará pasándole a su partido, que, con el desembarco de Arrimadas y otros diputados del Parlament de Catalunya en las listas al Congreso, ya da por perdida la batalla en Cataluña y aparenta ser un "sálvese quien pueda" que nunca anuncia nada bueno.
Rivera se está apagando como se apagan las bengalas que sirven para un momento, pero que, a largo plazo, ni calientan ni iluminan. No sé qué le está pasando ni cuál es su problema, lo que parece claro es que habrá que entonar el adiós a este político que mal aconsejado por las prisas o sus mentores ha dejado de contar para el futuro, al menos en lo inmediato.

martes, 26 de marzo de 2019

CAMBALACHE


Llevamos demasiados años, por desgracia, confundiendo política y marketing, demasiado tiempo en el que, para los partidos, lo más importante no son los programas con que pretenden gobernar sino las caras que quieren colocar en los carteles. Recuerdo aquellas primeras elecciones generales en que tuve la suerte de votar y que, en ellas, la gente votó a las ideas, entendiendo también como idea la de la "tranquilidad" que transmitía la UCD, un partido formado por una masa gris de cargos e intelectuales del tardofranquismo que parecían dispuestos a transformar lo que había sido una dictadura, cruel y sanguinaria en tiempos, en una democracia homologable por Europa.
Aquello salió ben, entre otras cosas, no seamos inocentes, porque a Europa le interesaba que así fuese para que España se convirtiese en ese mercado hacia el que expandirse, con sus mercancías y con sus modelos políticos, en tiempos, no lo olvidemos en que el continente estaba dividido, partido en dos y de las dos partes, el Este estaba vetado para una cosa y para la otra.
En aquellos primeros años, la televisión era sólo una, las tertulias se reducían a una, "La Clave", y la prensa estaba en manos de periodistas, la mayoría de ellos solventes, menos en general mejor pagados y menos ambiciosos, con menos prisa, que ahora.
Eran tiempos, en parte a causa de lo anterior, en que se escuchaba a la gente y, naturalmente, también a los candidatos. Tiempos en que los mítines no se resumían en un chascarrillo o una frase encendida, la que señalan los equipos de prensa de cada partido, en los telediarios. Eran tiempos en los que la gente escuchaba y los políticos se hacían escuchar por lo que decían, no por lo cómo gritaban. Pero las televisiones privadas llegaron, partidarias, como dice un amigo, del "yo, donde pago, cago" y más que dispuestas a trivializar y frivolizar los mensajes, a base de "mama chichos", primero, y de esos miserables "realistas", en los que la crispación y la mentira eran moneda común, convirtiéndose, en un excelente laboratorio desde el que han acabado llevando a la televisión y a la política al lugar donde están ahora. 
Si a esto le sumamos el daño terrible que la corrupción ha hecho a la imagen de los partidos, a todos o a casi todos, pero especialmente al Partido Popular, nos encontramos con toda una generación de políticos estigmatizados por su implicación o por su silencio ante esa lacra, toda una generación que dio lugar a que, por la derecha y por la izquierda, apareciesen nuevos partidos, aparentemente creados desde abajo, que, tras unas cuantas peripecias, no todas edificantes, que han abierto "el mercado", a la vez que han dificultado la formación de gobierno, pero también han permitido sorpresas como la de la moción de censura que ayudó, la verdadera causa estuvo en la corrupción y su indolencia a la hora de gobernar, a acabar con la carrera política de Rajoy y, de paso, con el PP.
Es evidente que el PP necesitaba renovarse después de la debacle, necesitaba cambiar de rostros y de discurso, para resurgir como partido de gobierno, más si VOX y en menor medida Ciudadanos, le andaban mordiendo los tobillos. Sin embargo y curiosamente, eligió para la tarea a un personaje en dificultades, de dudosa preparación, con un más que sospechoso currículo académico, que sólo había trabajado en el propio partido y que había sido apadrinado por Aznar y Esperanza Aguirre, padrinos también, de quienes convirtieron la corrupción en algo sistemático en el partido.
Pues bien, este personaje, Pablo Casado, de tan débiles antecedentes, que se ha rodeado de fieles de parecido perfil, Teodoro García, Isabel Díaz Ayuso, Andrea Levy y parecidos, ha optado por buscar a sus candidatos en el cambalache de las tertulias televisivas, tratando de tapar huecos con esas caras de famoso que a todo el mundo les "suenan", pero que, como los vistosos objetos que uno encuentra en los cambalaches, luego no sabe por qué ni para qué los compro.
Con le estrategia del PP, pero también de Ciudadanos o de la ultraderechista VOX, acabaremos con un congreso-estantería, un congreso-cambalache, en el que colocarán, toreros, contertulios, humoristas, marquesas, predicadores, vendedores de refrescos y generales. Un cambalache tan vistoso como, ojalá me equivoque, inútil.

lunes, 25 de marzo de 2019

EL ENEMIGO ES CARMENA

Él, Pablo, ha vuelto este fin de semana, y ha vuelto rodeado de sus cada vez menos fieles en cantidad, pero a la vez cada vez más fieles en intensidad. Subió al estrado montado al pie de los escaleras y ascensores del Reina Sofía, como una estrella del rock en las formas, con carrerita y todo, que, en su interior, encerrase las almas de los comandantes que tanto le inspiraron, al menos en el pasado.
Él, Pablo, volvió de su retiro paternal cargado de adrenalina, enfadado como hacía tempo no le veíamos, disparando a extremo diestro y tibio siniestro, es su opinión, culpando a los demás de todos o casi todos sus males y diluyendo su culpa en el colectivo de su organización. Sólo la asumió en primera persona del singular, para señalar a sus monstruos preferidos, su inseparable amigo en otros tiempos y la alcaldesa "roba niños" Manuela Carmena.
Se ve que Iglesias ha aprovechado las largas semanas de baja, además de para cuidar de sus niños, para "cargar las pilas" y cargarse de argumentos, para leer espero que fundamentalmente, más que para ver series como ese "Juego de tronos" que parece haberle alejado de la realidad. Se ve que se ha cargado de energía y que, también, ha tenido tiempo de analizar, aunque a su manera, todo lo que ha pasado en los últimos meses.
Se mostró muy crítico y bastante enfadado con el espectáculo dado por su partido a cuenta de esas luchas intestinas que han, no ya desgastado sino roto ese partido que fundó con amigos que ya no están, porque dejó demasiado claro que lo creyó exclusivamente suyo. Les regaño en esa primera persona del plural, casi mayestático, por la vergüenza ajena dada, olvidando que dos no riñen si uno no quiere y que él siempre quiso y con todo aquel que osase salirse del carril.
A Pablo Iglesias le gustan los incondicionales. No se fía, no ya de las disidencias. sino de cualquier opinión que ponga en cuestión la suya. Le gusta escuchar a su paso esos "Te queremos" o "Gracias, Pablo", con que el sábado le regalaron los oídos al pie del museo.
No le gusta demasiado el pensamiento alternativo o independiente y, quizás por eso, ahora está tan solo. Es demasiado grande la nómina de quienes ya no están a su lado: Luis Alegre, Rita Maestre, Carolina Bescansa, Pablo Bustinduy, Ramón Espinar y un largo etcétera que culmina con su amigo del alma, Íñigo Errejón.
Tampoco parece figurar ya entre sus amistades la alcaldesa de Madrid; Manuela Carmena, a la que parece haber señalado como culpable de su desgracia. Lo hizo en el capítulo, chiquitito como sus pequeños, de sus fallos, capítulo en el que se culpó de no haber sabido ver la marcha de Errejón, al que, veladamente o no tan veladamente, acusa de traición. Quizá fue por la alianza de su compañero de siempre con Carmena por lo que se revolvió contra ella, a la que acusó de una cierta soberbia, no sé yo con qué fundamento, al revelar una supuesta conversación de la alcaldesa, la palabra de uno contra la del otro, en la que Carmena le dijo que la gente votó para el ayuntamiento de Madrid a "Ahora Carmena" más que a "Ahora Madrid",
No sé si esa conversación existió en los términos en los que miserablemente la reveló, Iglesias. Las conversaciones privadas, cuando son entre dos, no se hacen públicas y menos aún en contra del otro interlocutor. En cualquier caso y por si le sirve a Iglesias, le aclaro de que, en caso de que la charla se produjese así, yo le daría la razón a Manuela, porque yo sí le di mi voto a ella, por encima de la lista que le acompañaba y anduve luciendo esos días una camiseta que rezaba "Manuela mola mazo".
Sin embargo, ahí no acabó la cosa, porque Iglesias volvió a la carga contra Carmena, retándola a revelar para quién va a ser su voto en las próximas generales, un reto que debería darle vergüenza a alguien que se proclama demócrata y debería saber de sobra que el voto es secreto. 
Se ve que a Iglesias le estorba todo aquel al que no controla, pero tiene suerte Pablo Iglesias de que Carmena es, ante todo, elegante y de que quién no se rebajó a perder los nervios con Esperanza Aguirre, tampoco los va a perder con quien parece culparla de sus males y haberla señalado como enemigo.

jueves, 21 de marzo de 2019

INFANTILISMO


En alguna ocasión, quien más y quien menos hemos sido testigos del comportamiento anómalo y retador de los niños que, cansados de tener que obedecer a sus mayores, un día deciden, las más de las veces sin ser conscientes de lo que hacen, retarles imponiendo sus propios tiempos, resistiéndose a obedecer o, en todo caso, remoloneando antes de obedecerles.
Ese comportamiento es tan viejo como la misma vida y es común a todo tipo de cachorros que, entre juegos y veras, miden su capacidad de resistencia ante sus mayores, provocándoles con sus evasivas y forzando la situación a la búsqueda del límite en el que el que tiene el mando estalla, a sabiendas de que, al final, tendrá que obedecer.
Lo que ocurre es que, mientras esto sucede, el niño se convierte en protagonista e invierte esa cadena de mando que le aburre. Lo malo es que, en más de una ocasión, mide mal y fuerza las cosas más allá de lo razonable y acaba escapándose algún grito, cuando no un cachete. Lo sabe muy bien quien tiene contacto con niños, porque más de una vez es testigo de estos envites a la hora de comer, de vestirse o de hacer las tareas.
Lo más curioso es que de sobra saben los "protagonistas" de estos "juegos" que, al fin y a la postre, son estériles y que, salvo esos minutos, horas o días, de gloria, de ser el centro, poco o nada es lo que consiguen. Quizá un berrinche, una colleja o un sentimiento de culpa o abandono que antes del juego, del que ya no recuerda el origen, no tenía.
Sé que comparar ese juego con el tira y afloja que estamos viviendo a propósito de los lazos amarillos colgados en las fachadas de los edificios públicos de la administración catalana puede ser un ejercicio demasiado simple, pero no me resisto a comparar al president Torra, un niño grande, desobediente y respondón, con los protagonistas de esos "juegos" infantiles de los que os hablo.
En mi opinión, Torra, sólo o aconsejado, por no decir impelido, por otros, se hace el interesante, tarda en obedecer las órdenes de la autoridad que todos, catalanes incluidos, nos hemos dado, remoloneando y haciéndose la víctima, lloriqueando, cada vez en voz más alta, con más intensidad, para llamar la atención de sus vecinos y poner en evidencia a sus padres, en este caso la justicia española, y de sus votantes que, como el niño del berrinche, ya no ven otra cosa que el lazo o su ausencia y olvidan todos lo demás, la cama, la comida, la ropa, el colegio, los juguetes, el cariño y todo lo que ha recibido o puede recibir de sus padres.
Sin embargo, creo que lo de Torra responde a una estrategia más perversa y que el fin de quienes están al frente de la Generalitat y quienes les apoyan no es otro que el de vivir en un berrinche eterno, hoy por esto, mañana por lo otro, en el que lo que menos importa son los verdaderos motivos, porque lo que cuenta es el ruido ¿Infantilismo? Sí, infantilismo, aunque perverso.

miércoles, 20 de marzo de 2019

LAZOS POR POLÍTICA


Llevamos ya demasiado tiempo pendientes de las "performances", los "numeritos", de la élite independentista catalana que, apoyándose en los partidos extremistas de la derecha "española", como esa derecha se apoya en sus estridencias, para mareando la perdiz de los sentimientos, sacar ventaja sobre quienes realmente quieren ocuparse de la gente sin caer en ese juego estúpido y perverso a la vez, de poner y quitar lazos, en lugar de solucionar los problemas reales de la gente real.
Tanto infantilismo, que en realidad no lo es, me supera. Este "y tú más" en el que se han embarcado PP y Ciudadanos, por un lado, e independentistas, por otro. Estoy seguro de que ni los votantes de los partidos independentistas catalanes ni los que allí y en el resto del España creen premiar con su voto el "coraje" de quienes "tocan las pelotas" al soberanismo y, de paso, a quienes busca la solución desde el diálogo, abriendo una tercera vía que funcionó durante décadas en las relaciones siempre difíciles entre Cataluña y "Madrid".
Lo malo es que esta guerra infantil, esta "guerra de los botones", a que han reducido un conflicto real y mucho más serio, oculta el día a día de los catalanes, el de los hospitales saturados de los parados, el de los colegios, las carreteras y la cesta de la compra. el de los parados y las mujeres maltratadas, el del precio de los alquileres y las calles saturadas de turistas, el de los transportes públicos, el de la falta de los medios para la ciencia y la investigación, el de la falta de cuidados y residencias para los ancianos y todo aquel que no puede valerse por sí mismo, yodo eso, TODO, parece haber quedado en su segundo plano, detrás del magnífico espacio escénico de los lazos y las marchas y concentraciones, diseñado exclusivamente para dejar a unos y otros con la boca abierta, mientras, unos y otros también, se quedan con sus votos y, de paso, con sus carteras.
En este punto conviene y cuánto, recordar de dónde vienen esta guerra de lazos y lo que representa. Conviene volver la vista sobre el desprecio con que el  gobierno de Rajoy trató a Cataluña, espoleado por los buenos resultados electorales que su acoso, boicot al cava y a los embutidos incluido, obtuvo en su guerra contra ese Zapatero "vendepatrias" que osó aceptar y apoyar el estatuto de autonomía que los catalanes se dieron, no sólo con la aprobación del Parlament y el Congreso, sino, además, con la aprobación en referéndum, el último celebrado legalmente, de la gran mayoría de los catalanes, un estatut que el PP llevó a "su" Tribunal Constitucional para darle "un cepillado" que lo dejó más muerto que vivo.
Eso, sin olvidar la huida hacia adelante emprendida por Artur Mas, heredero de Pujol y sus pecados, que, en plena crisis, acosado por lo que se iba sabiendo de la corrupción de la "familia" que gobernó Cataluña durante tres décadas y con una respuesta social a los recortes salvajes, los primeros, que impuso a lo público, con cerco al Parlament incluido, emprendió una huida hacia adelante, que aún dura, yendo de elecciones en elecciones y de referéndum en referéndum, volviendo el panorama político de Cataluña cada vez más oscuro y difícil.
En esas, llegó la CUP como pieza imprescindible para lograr el gobierno y, con ella, la radicalización y la salida del tibio Mas, que dejo su puesto al pirómano Puigdemont que, después de proclamar y suspender la independencia y de lanzar a la gente a una votación ilegal, estúpidamente reprimida por  el nefasto ministro Zoido, ya en un rincón de la Historia, provocando los más graves incidentes que recuerda este país, al margen, claro está y por más que le moleste a la marquesa pija, de los tiros de Tejero en el Congreso y los tanques de Milans en las calles de Valencia.
Vinieron luego las citaciones a los miembros del gobierno catalán responsable de aquello y la huida de Puigdemont a Bruselas, ejemplo claro de por qué podría estar justificada, que en mi opinión no lo estaba, la larga prisión preventiva en la que desde entonces están Junqueras y sus compañeros, excusa para esos lazos amarillos de los que hablamos, que ha acabado reduciéndolo todo a un quítame allá esos lazos, un raca-raca insoportable que todo lo oculta, que todo lo acalla, privándonos del análisis de nuestros verdaderos problemas y, con él, de su solución.

martes, 19 de marzo de 2019

ARRINCONAR EL PASADO


Poco a poco y a su pesar, vamos conociendo detalles de las verdaderas intenciones y los métodos de Vox y eso, que es bueno, ha tardado demasiado. Vox no es más que un aglomerad de todos los descontentos que la democracia ha ido dejando en las cunetas del camino que, después de cuatro décadas, llevó a nuestro país a la primera línea de las democracias europeas. un aglomerado de rencores de todo tipo que, en el fondo, no representan más que la incultura y la maldad que hacen que unos hombres se crean mejores que otros y con derecho a prohibir y quitar a los demás.
Son algo más que la casta de la que hablaba el Podemos de los primeros tiempos, porque son la casta del privilegio y de la sangre, la de los apellidos rimbombantes, las banderas y los himnos, la que odia la libertad de los otros y la democracia, pese a que no duda en encaramarse a ellas para perseguir a los demás. Ellos y sus amigos pasean autobuses con mensajes que van en contra de la igualdad que entre todos nos hemos dado, por no decir que va en contra de la inteligencia y el sentido común que a todos se nos supone.
Los he visto con sus tenderetes en el centro de Madrid, con sus banderas, sus panfletos y, sobre todo, con sus amenazantes fornidos en mangas de camisa, personajes con más horas de gimnasio que horas de biblioteca, colocados en posturas marciales, como indicando, no se te ocurra acercarte si no eres de los nuestros. Los vi hace unos días, pero ya los tenía vistos, demasiado vistos. Sin uniforme, sin aquellas camisas azules, sin los guiones y sin los correajes, son los mismos que hace unos cuarenta años se empeñaron, y les dejaron, en convertir el barrio de Salamanca en una especie de reserva, con sus controles y sus patrullas, que bautizaron como Zona Nacional.
Son los mismos que sembraban el terror los domingos en el Rastro y a diario en la Universidad o en el barrio de Argüelles. Hoy disimulan, porque lo que no consiguieron entonces, sentar a más de uno de los suyos en el Congreso, hoy lo tienen al alcance de a mano, o eso creen y pretenden hacernos creer, aunque, no lo olvidemos, si eso depende de alguien es de nosotros, de que no dejemos de ir a votar, de que no nos callemos ante determinados discursos, de que rebatamos las estupideces y los bulos que extienden a sabiendas de su falsedad para confundir a quien quiere confundirse, por ellos o por su egoísmo.
Apenas  aún son nadie y ya nos dan lecciones de patriotismo y decencia, pero son los de siempre, los que viven del chollo y del cuento, los que invitan a "cañas por España" -Hitler lanzó su fallido golpe de Estado desde una cervecería-, los que presumen de renovación y limpieza y andan "poniendo la mano a los empresarios", como hacían el PP, el partido que por la corrupción se fue al garete y quién sabe cuántos más, los que se pasan la democracia interna por el arco de La Moncloa, los que reniegan del sistema y pretenden quedarse a vivir, todo lo bien que puedan, de él.
Estaban ahí y estarán siempre. Son los froilanes que hay en toda familia y en todo barrio, pastoreados adecuadamente por quien mira más lejos y mejor para sacarles el mejor de los partidos. Pero no han venido solos, los hemos traído entre todos, enredándonos en discursos de patrias y de banderas que ellos manejan mejor que nadie, esgrimiendo el misal y el rosario que tan poco nos importa, forzando el discurso igualitario hasta quitarle en parte su sentido, propagando ese "todos son iguales" que les ha venido también y, sobre todo, olvidándonos de la gente y sus problemas, convirtiendo en meros resentidos, cegados por el abandono en que les hemos dejado y dispuestos a vengarse, aunque sean ellos la primera víctima de su venganza.
Que sus generales, sus jueces, sus abogados y quienes tiran de los hilos tras de ellos no nos amarguen el futuro depende de nosotros. Son el pasado, el más oscuro de los pasados, y está en nuestras manos que ese pasado no vuelva para quedarse. Hemos cometido demasiados errores, hemos sido demasiado exquisitos con nuestro voto y con nuestro silencio y ya es hora de levantarnos y de hacer valer nuestra voz, para arrinconar el pasado, para que no vuelvan.

lunes, 18 de marzo de 2019

LISTAS Y TONTAS


Cuando llegaba la primavera a mi barrio, no este sube y baja de los demonios sin lluvia que no limpia el aire y desconcierta a almendros y rosales, las pastelerías de mi barrio se llenaban de rosquillas "del santo", por San Isidro, rosquillas listas y tontas que, como los churros, en los tenderetes del paseo Quince de Mayo, lo que fue "la pradera" se vendían atadas en un junco por docenas y por medias docenas y que, ahora, se venden en terribles bolsas de plástico que las preservan de las moscas, a ellas, y a nosotros del futuro.
Os aseguro que en estas tardes soleadas que a deshora estamos teniendo, incitadoras de paseos, las he echado de menos, especialmente cuando, como en este fin de semana en telediarios y radios se han dado un buen atracón de listas, pero no de éstas que satisfacen, aunque duren poco, sino de las otras, de las que siempre dejan mal sabor de boca a alguno y su digestión dura cuatro años. Me refiero, está claro, a las listas electorales, de las que este año tenemos nada menos que cuatro y, aun así, no va a haber rosquillas para todos.
Este fin de semana, los partidos lo han dedicado a presentar a sus cabezas de lista o bien a ratificar las que la síntesis de la militancia y la dirección en mayor o menor proporción han decidido una y otra, para alegría de unos, disgusto de otros y, en ocasiones, desconcierto absoluto. Ha sido una mañana de micro micrófonos al sol, valga la redundancia, en la que los dos principales partidos de la derecha han montado sus tenderetes al aire libre, para esos mítines 3.0, en los que los candidatos se pasean de aquí para allá, abriendo mucho los brazos y dando jabón al jefe, para agradecerle sus designios.
El PSOE, si no no sería el PSOE, reunió a su comité federal para entregarse, hoy como siempre, a otra nueva y distinta tragedia griega, en la que desangrarse.
En la derecha, VOX, sólo por citarlo, ha anunciado su lista para Madrid, en la que los tres primeros puestos los ocupan sus particulares "machos alfa", para asegurarse la representación en una de las circunscripciones, as conservadoras y, de paso, los sueldos. En Ciudadanos y el PP, que tanto han criticado que el seleccionador nacional de baloncesto, Pepu Hernández, sea el número uno de la lista socialista para el Ayuntamiento de Madrid, han hecho otro tanto, fichando aquí y allá, "tránsfugas" de la política, sacados las más de las veces de la basura de otros partidos, deportistas y profesionales de la empresa o de la comunicación.
De los tres partidos de la derecha, el que más se ha retratado ha sido Ciudadanos, que, con su carro de la compra, ha ido a las rebajas del Primark nacional, metiendo en él, desde corruptos imputados o en fase de ello, rebotados del PSOE y del PP, o empresarios triunfadores y sin escrúpulos, como Marcos de Quinto, ex vicepresidente de Coca Coa, que por su apellido debiera haberlo sido de una cervecera, 
pasando por el abogado del Estado que acusó a los líderes independentistas de rebelión y fue retirado del caso tras la llegada de Sánchez al gobierno, como condición, según Rivera, para el apoyo de Torra al gobierno socialista, cuando el apoyo lo tuvo Sánchez en la moción de censura, antes de poder tomar decisiones, y fueron Torra y los suyos quienes, después del relevo de Edmundo Bal, que así se llama el abogado, negaron su apoyo a los presupuestos, forzando e adelanto electoral.
Mientras, en el PP, Casado, en realidad como todos, ha decidido "no hacer prisioneros", dejando fuera de las listas cualquier tufillo "marianista" y colocando, por ejemplo, a una marquesa pija, madrileña, aunque casada con un Güell, y directiva de la analista FAES, para encabezar la lista por Barcelona. También a Juan José Cortés, padre de la niña asesinada, Mari Luz Cortés, para encabezar la lista de Huelva, insistiendo en la triste estrategia de convertir el dolor y la desgracia, como mérito para la política, destinado, como él mismo se ha encargado de anunciar, a luchar en favor de la pena de prisión permanente revisable, como si no hubiese más asuntos de los que ocuparse en el Congreso o como si Huelva no tuviese otro problema que la desgracia de su hija.
En fin y a la espera de ver por dónde evolucionan las listas y qué resultados dan en el futuro, si el populismo en su elaboración resulta o si la pureza de sangre que persiguen garantizan algo. De momento, dada la improvisación creo que estas listas, a la espera de acontecimientos, me parecen muy tontas.

jueves, 14 de marzo de 2019

CASADO INTRAUTERINO


Qué le ocurre a Pablo Casado, qué trauma infantil le acompaña, qué le faltó, qué le sobró, para andar todo el día enredado en el vientre de las mujeres. No soy capaz de imaginarlo, pero debe haber sido algo grave y trascendental, algo que ha teñido desde entonces su pensamiento y que, tras mantenerse prudentemente agazapado en tanto "no tocaba", no hay más que ver lo que le sucedió a Gallardón con su delirante propuesta sobre el aborto, y que ahora que se ve con poder, al menos de momento, ahora que parece convencido de que los correajes y las sotanas están a la vuelta de la esquina, está sacando a pasear su apolillada y rancia ideología de alumno de los maristas, para decirnos, sobre todo a las mujeres, lo que tienen que hacer con su vida y con sus cuerpos.
Quizá me equivoque al querer encontrar un componente freudiano en el comportamiento del líder del PP, quizá sea demasiado generoso en el análisis y la realidad es que estamos ante un caradura, ante un tipo con labia, irreflexivo, que habla por no callar, in tipo de esos que, cuando hablan, hacen subir el pan, que parece ir por libre en su partido, al que ya puedo imaginarme arrepentido de haberle elegido presidente y candidato a vivir en la Moncloa.
Casado es, ya lo he escrito en otras ocasiones, un telepredicador irresponsable, más preocupado porque su diminuto micrófono tenga cargada la petaca que porque su discurso tenga sentido y coherencia, un tipo cargado de gestos, con esa sonrisa, falsa como pocas, colgada todo el día, con esos ojos hundidos y pequeños que parecen mirar desde el cogote, ojos que no transmiten la más mínima confianza en quien los mira confianza.
Se ve que lo de Casado no es preparar sus discursos ni sus entrevistas, se ve que gusta de improvisar, se ve que prefiere meter la parta y pasar a otra cosa antes que pararse un momento, reflexionar y, si no es oportuno hablar, callar. Quizá por ello, el estupidiario de la política española está lleno de sus "perlas" y raro es el día en que no nos deja una más para la colección. Las hay de todo tipo y en todos los campos imaginables. No respeta la tecnología, en la que entra como un elefante en cacharrería, las hoy médicas, como esa de "analizar" retinas, ignorando que para analizar algo hay que romperlo. Se comporta, en fin, como un sastrecillo valiente al que alguna vez alguien rio las gracias y al que hoy es imposible callar.
Sin embargo, si hay un charco en el que a Pablo Casado le gusta chapotear es en el de la obstetricia y todos y a todas, olvidando que la sociedad es ya adulta y q lo que tiene que ver con el vientre de las mujeres que él parece ver como un huerto en el que los machos ponen las semillas, que ellas han de cultivar, aunque sea a su pesar, sin poder disponer nunca de la cosecha, vigilada y oprimida. A todos nos contó sin pudor la peripecia de uno de sus hijos que nació muy prematuro y, amparado en esa circunstancia, pretende dar lecciones de moral y sacrificio a todos y, especialmente, a todas, olvidando que esta sociedad ha madurado y que se ha dotado de medios y leyes suficientes para que se respeten sus derechos.
Creíamos haberlo oído todo cuando pretendió obligar a las gestantes a ver las ecografías de sus fetos, incluso de los que no fuesen a gozar de una vida completa, para que supiesen lo que llevan dentro, para que se encariñasen con la foto, vamos, olvidando el derecho que asiste a toda mujer a disponer de su cuerpo y a llevar a término con garantías, o no, su embarazo. Lo creíamos, pero ayer, en medio del apagón de las redes, que, como una tormenta divina, nos dejó rumiando a solas la última de sus burradas, sin poder responderla, sin poder comentarla sin poder mofarnos de ella, sin hacer ver a nuestros amigos nuestra opinión sobre tamaño desaguisado.
Lo que supimos ayer es que Casado propone es garantizar a las inmigrantes irregulares embarazadas que no van a ser expulsadas antes del parto a cambio de dar a su bebé en adopción. Algo inhumano y cruel, una especie de transacción comercial, en la que se ofrecen a las gestantes unos cuantos meses de tranquilidad, a cambio de desprenderse de su bebé, para darlo en adopción a una familia española, para que crezca en España, lejos de sus hermanos, donde quizá en el futuro será insultado y, por qué no, discriminado por el color de su piel, en el metro, en un bar o en el trabajo.
En fin, lo que pretende Casado es algo así como quedarse con el "paquete" que espera ilusionado el vecino y despedir al mensajero con unas palmaditas en la espalda. Una nueva salvajada moral de este Casado intrauterino que parece nos saber mirar más allá del vientre de nuestras mujeres.

miércoles, 13 de marzo de 2019

CIUDADANOS S.A.


Hay partidos políticos que se parecen más a Mercadona, por ejemplo, que a lo que pretenden ser, organizaciones creadas para transformar la sociedad en representación de los ciudadanos y creo que, si hemos llegado a esto, es porque esos ciudadanos, todos nosotros, hemos pasado de ser votantes, con derechos y conciencia, a ser. como los viajeros de RENFE dónde habrá quedado aquel "viajeros al tren", meros clientes.
Los partidos nos captan ofreciéndonos unos servicios que las más de las veces no pueden cumplir, y nosotros hacemos como que les creemos, como que confiamos en ellos, porque en el muy estudiado proceso que a la hora de votar lleva a elegir un partido u otro lo hacemos pensando más que en lo que pueda hacer por nosotros, en que se nos parezca. Quizá por eso, hoy, en política, más que las ideas y cómo ponerlas en práctica, importan el marketing y la imagen.
Los partidos se han transformado en empresas con sus correspondientes consejos de administración todopoderosos, alejados, como en cualquier empresa, de sus trabajadores, de sus clientes y, por qué no decirlo, de sus principios. Los partidos políticos, por desgracia, demasiado a menudo piensan en sus votantes, como piensan muchos fabricantes, como en clientes de los que, una vez "colocado" su producto, se olvidan, hasta que, cuatro años después, esos mismos clientes u otros, resignados a ser estafados, compran su obsoleta mercancía.
Esto, que es habitual en el mundo de la política se hace más evidente en esos partidos surgidos de arriba a abajo, nacidos de una estructura poderosa buscando a los electores en logar de hacerlo desde abajo, desde la ciudadanía, para poner remedio a sus problemas. El ejemplo más claro que me viene a la memoria es el de Ciudadanos, nacido en Cataluña con la única idea de defender a los descontentos de la "opresión", de las imposiciones de la Generalitat en materia de lengua y educación, un partido fundado por representantes de una izquierda elitista y peculiar que buscaba el voto de todos aquellos que se sintiesen "perseguidos" que, una vez asentado en Cataluña, buscó nuevos mercados más allá de Cataluña, como Mercadona, por ejemplo, adaptando su perfil a un nicho de mercado que tenía ya poco que ver con sus objetivos fundacionales.
Sin embargo, el crecimiento final no fue el previsto, porque las "franquicias" abiertas por Ciudadanos en todo el territorio español no funcionaron y no lo hicieron por causas diversas, especialmente por la escasa relevancia de sus cabezas de lista, dando lugar a la paradoja de que "la idea" de Ciudadanos se compraba en las encuestas, pero sin pasar al final por la caja de las urnas. Una realidad frustrante para su impaciente líder y para quienes, desde hace tanto tiempo, le apoyan, agazapados en un misterioso anonimato que, al menos a mí, me intranquiliza.
Quizá por eso, Ciudadanos, como haría cualquier empresa, cualquier cadena comercial, se ha puesto manos a la obra para reforzar su presencia en todo el territorio "comprando" aquí y allá "negocios" en decadencia, para sumarlos a su cadena, reforzando su presencia allá donde no la tenía. Dicho de otro modo, Ciudadanos ha lanzado su opa, naturalmente hostil, a partidos ya establecidos, quedándose con la parte del "negocio" abandonada por estos, buscando en el PP o en el PSOE a los descontentos de uno u otro partido que, en sus listas, reforzasen su imagen centrista, como si de la suma de un popular corrupto y un socialista cabreado surgiesen dos centristas.
La estrategia del partido de Rivera, desarrollada con el talonario de los escaños en la mano no tenía muchas posibilidades de funcionar, porque, de alguna manera, suponía el castigo de los fieles del partido, los de la primera hora, en favor de los "paracaidistas· traídos de aquí y de allá, del PP y del PSOE, por una dirección enloquecida, consciente de que su mensaje ya no cala y de que el tiempo se le acaba.
Lo hizo en Castilla y León, fichando peor de lo que ha fichado Florentino en los últimos años a una Silvia Clemente más que sospechosa de corrupción, para encabezar su candidatura a la presidencia de la Junta. Con lo que no contó es con que quien había dedicado años al partido no iba a tragarse el sapo y que, en contra de lo que suele ser norma en los partidos presidencialistas, las bases se le iban a rebelar, presentando en las primarias dispuestas para consagrar a Clemente, una candidatura, no sólo alternativa, sino, además, ganadora.
A partir de aquí, todo se precipitó. A una Clemente perdedora se le "dopó" con unas cuantas decenas de votos ficticios con nocturnidad y alevosía, el escándalo estalló y lo que pretendía ser un éxito se convirtió en un soberano escándalo.
En Ciudadanos, como en tantos partidos, la dirección, convertida en consejo de administración, toma sus decisiones y trata de imponerlas a costa de lo que sea, como si el partido, Ciudadanos, fuese una sociedad anónima más.

lunes, 11 de marzo de 2019

NO DAN UNA A DERECHAS



Otra vez la misma foto, sí, la misma foto de aquella concentración en la plaza de Colón de Madrid, la concentración que quiso ser una exhibición de músculo conservador en el arranque de la reconquista del poder usurpado "por el sanchismo ayudado por los independentistas y los herederos de ETA, que sueña el PP de Casado, con la ayuda regañada de Ciudadanos y la vergonzante concurrencia de VOX, el partido del hijo pródigo de Aznar, Santiago Abascal, "Santi" para Casado.
Quiso ser un hito glorioso, inmortalizado para la historia con una foto más que incómoda para Rivera, el cuñado de la derecha de toda la vida, incómodo en el posado, luciendo su pelo de nuevo florecido junto a quienes una y otra vez dice combatir. Quiso serlo, pero, desde ese día, a Casado, Rivera y sus socios, todo parece haberles ido de mal en peor. Las cuentas no salieron y la concentración que quiso ser gloriosa acabó, pese al esfuerzo de autobuses y logística, en una concentración más, por debajo en asistentes, de las del orgullo gay y de las marchas del ocho de marzo d 2018 y las del viernes pasado, cuyas reivindicaciones, las de los unos y las otras, están tan enfrente de sus postulados.
El único éxito de este tripartito retratado en la plaza de Colón, al pie de ese bloque de hormigón que conmemora las capitulaciones de Santa Fe, fue el acuerdo, oscuro e inconfesable para uno de los tres socios que les ha permitido gobernar o "mangonear" en la Junta de Andalucía. Lo demás han sido inconvenientes, fracasos y, sobre todo, meteduras de pata y revelaciones de ese pasado que vuelve como un incómodo reflujo a la boca de quien ha sido y no quisiera haberlo sido. Desde aquel día, hemos sabido que VOX se fundó y se financió con dinero procedente de una sospechosa organización iraní en exilio, de islámica y de izquierdas, justo lo que Abascal y sus muchachos dicen combatir. Y no sólo eso, también hemos sabido, pese a desmentidos y borrados, que el presidente del partido de Abascal en Lleida fue detenido por delitos sexuales, que existen vinculaciones entre la Fundación Francisco Franco y VOX, que su único parlamentario nacional, el senador Alcaraz, se ha opuesto, sin explicar muy bien por qué, a la resolución propuesta por el resto de grupos, contra la discriminación LGTBI en el deporte, siendo su voto el único que faltó para a unanimidad de. Pero, sobre todo y lo más importante, hemos tenido oportunidad de escuchar lo que dicen y lo que callan aquellos a quienes algunos medios, por morbo o por lo que sea, publicitan por encima de lo que merecen.
Hablaba al comienzo de meteduras de pata, algo en lo que Pablo Casado y su gente son especialistas, tanto en lo que dicen como en las decisiones que toman o en lo que hacen. Hablo no sólo de las más que evidentes lagunas culturales del presidente del PP, más propias de un lector del Reader's Digest que de un licenciado, "masterizado" por Harvard o Aravaca, sino de "desbarres" verbales que dejan muy a las claras su desconocimiento de la Historia y la realidad del país que pretende gobernar, todo dicho con mucho gesto, mucho movimiento de brazos y mucho paseo sobre el escenario, como un telepredicador apocalíptico que quiere quedarse en el tono y en el gesto, porque sabe que as palabras se las lleva el viento y más aún las suyas, que de sobra sabe que no valen nada. Hablo también de cómo, siempre que se posiciona, lo hace en el lado equivocado.
Cómo, pese al error de Gallardón, planteando el endurecimiento de la regulación del aborto, que llevó a su salida del gobierno y al ostracismo en el partido, porque, ni siquiera entre los votantes del PP, el del aborto es ya un asunto a debate, Pablo Casado ha insistido en pisar ese charco ofendiendo a las mujeres con su estúpido machismo patriarcal, dejando claro que la relación del presidente del PP con el colectivo de las mujeres es, cuando menos, algo patológica. Quizá por eso, no dudo en desmarcarse de las marchas feministas del viernes y en desautorizar la presencia de sus compañeros y compañeras en las mismas. Todo un acierto, hablo desde el sarcasmo, que debería mantenerle en silencio durante mucho tiempo.
Vayamos ahora con Rivera y su partido, preocupados por su marcha en las encuestas, en las que no acaba de despegar. Rivera, campeón universitario de debates, antiguo bancario y enfermo de una prisa indisimulada que le lleva a cometer errores de bulto, no sólo en sus posiciones, sino en alguna de sus últimas decisiones, por ejemplo la de "enriquecer" las listas de su partido con fichajes de otros partidos, como si de un jeque del fútbol se tratase, buscado restos de saldo a izquierda y a derecha, fichando lo mismo a ex ministros y expresidentes del PP que del PSOE, alguno de los cuales, como la ex presidenta de las Cortes de Castilla León, que ya viene corrupta de casa y no sólo eso, sino que ha tenido que echar mano del puchero, o al menos eso parece, para conseguir encabezar la lista a la Junta, a la que venía presentándose con el PP desde hace casi tres décadas.
Confieso que cuando, hace unas semanas, cuajó la "armadita invencible" en Andalucía me asusté y me deprimí a partes iguales. También recuerdo que comenté a unos amigos que era necesaria una movilización, la que no se dio en Andalucía ante las urnas, de cara a las próximas elecciones y que, como esa movilización ya no eran capaces de proponerla ni partidos ni sindicatos, la única esperanza estaba en la lucha de las mujeres. Por eso creo que no hay que dormirse en los laureles para mantener viva la llama que, otra vez, prendieron nuestras compañeras. Sobre todo, porque las derechas que tanto nos asustaron llevan meses si dar una a derechas.

viernes, 8 de marzo de 2019

FEMINISMO SIN PEROS


Sólo se me ocurre una forma de ser feminista, que es hacer y pensar lo contrario de quienes ponen apellidos y peros al feminismo o, simplemente, lo combaten. Y, desde luego, de ninguna manera votar a quienes lo hacen.
 Por hoy, nada más... y nada menos

jueves, 7 de marzo de 2019

COMPAÑERAS DE VIAJE


Vaya por delante mi "mea culpa" por todos los resabios machistas que ha dejado en mí la educación inocentemente machista, si es que el paternalismo de la sociedad patriarcal puede ser inocente, que recibí de mis padres que, como tantos, bastante hacían en aquella España con alimentarnos, vestirnos, calzarnos y pagarnos un colegio más que educarnos. Un mea culpa, el famoso dolor de los pecados, que me lleva, contrito, a la penitencia de intentar cambiar mi comportamiento y el de quienes tengo cerca y me importan. 
Os aseguro que hacer caso a la razón en esto no es lo más fácil. Lo más fácil es dejarse llevar por la marea y el oleaje que a cada momento surge a nuestro alrededor, hasta el punto de que tomar unas cañas con los amigos puede convertirse en algo incómodo si realmente dices lo que piensas y lo que piensas es que hay demasiado machismo en ellos. Sin embargo, que este machismo, estos resabios que ahora llaman "micromachismos", está presente en casi todos "nosotros" es algo evidente y que hasta cierto punto es comprensible. Lo que ya no lo es es que los partidos políticos, la presunta vanguardia de la sociedad padezcan colegiadamente, con hombres y mujeres en sus direcciones, las mismas taras que los individuos.
Lo acabamos de comprobar y lo lamento, aunque sólo a medias, en Podemos, donde alguien y no un mero "inscrito", sino alguien con mando en plaza ha tomado la decisión de anunciar al orbe la buena nueva de que "ha vuelto el hombre" con un cartel que no sólo celebra el regreso del líder de su baja de paternidad sino que, además, subraya que el que vuelve es ÉL, aunque ella, la que parió a los hijos y veló por ellos en los momentos quizá más difíciles, no fue recibida como la heroína que toda mujer es, quizá porque, incluso en la izquierda progresista, lo suyo viene de serie y el esfuerzo se le da por descontado.
Se confunden, porque son millones las mujeres que han cumplido con la hazaña que a Pablo Iglesias se le atribuye, quizá por eso nada mejor que la huelga de mañana, para enfrentar a los varones con el día a día de las mujeres, algo que, como digo, se aprende y se enseña en el seno de las familias,, en el que, desde pequeños, se asigna el papel que han de cumplir niños y niñas, quizá para el resto de sus vidas, de no mediar una toma de conciencia que la defienda de lo que no es más que desafortunada costumbre.
Lo de Podemos y su cartel no es más que otra muestra de ese nefasto culto a la personalidad con que algunos líderes se dejan defender de sus rivales y, lamentablemente, de las críticas, algo que no es exclusivo de Podemos ni de la izquierda, aunque ese culto, como en la iglesia acabe en cisma las más de las veces. Véase si no lo que está pasando en el PSOE con susanas y sorayas, nacidas y educadas en el seno de su partido para el poder y el cargo, del que son incapaces de prescindir. No ocurre sólo con las mujeres, pero en este momento y en ese partido, ayudadas por lambanes y pages, estas dos mujeres parecen empeñadas en ello.
En ciudadanos, la cosa no es mejor. En ese partido las mujeres son algo así como las muletas del líder, todas cortadas por el mismo patrón, como sacadas de un casting, en el que lo que prima es parecerse a la delegada de curso de cualquier clase de un colegio de monjas, leánse Inés Arrimadas o Begoña Villacís, señoras de su señor y los negocios de su señor, que han hecho del victimismo y la queja su imagen de marca. En el PP, salvo Celia Villalobos y su kale borroka, el feminismo brilla por su ausencia, cuando no lo combaten fieramente. Llevan años nadando entre dos aguas, haciendo ver que consideran a las mujeres como iguales, pero aprovechando a cada paso la escoba de la religión y la iglesia, la institución más machista que existe, para barrer cualquier asomo de igualdad en sus filas.
La ciudadanía ya lo sabe y no se fía de ellos. 
Quizá por ello, después de haber amagado con marchar junto a las mujeres en sus manifestaciones de mañana, el PP ha decidido no esforzarse en aparecer en esa foto, como sí fueron capaces de hacer el "esfuercito" de posar junto a los odiadores de la mujer libre y responsable que son los dirigentes de VOX. Lo malo, lo peor es que, al margen de esa tierra quemada para el feminismo que es la derecha, desde Ciudadanos a VOX. Para el resto del arco político, donde se supone que es la vanguardia de la sociedad, las mujeres siguen siendo sólo meras "compañeras de viaje".


miércoles, 6 de marzo de 2019

Y TRAPERO ¿DÓNDE ESTÁ?


Ayer, siguiendo la interesantísima declaración del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Mozos, responsable del dispositivo de las Fuerzas de Seguridad del Estado durante los días clave de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña, no dejé de acordarme de la primera vez que supe de la existencia del mayor Josep Lluís Trapero, responsable de los Mossos d' Esquadra, otro cuerpo de seguridad estatal, como la Guardia Civil o la Policía Nacional, apenas unas semanas antes, cuando con una rapidez y una contundencia inusitada, acabaron con los responsables de la masacre de las Ramblas de Barcelona.
Le recuerdo junto al conseller, con sus papeles y su carpeta, educado y tranquilo, dando su versión de lo ocurrido, aunque pasando por alto algunos datos de lo que no había sido precisamente una brillante investigación, ya que, pese a los indicios, no se actuó de manera preventiva y, desgraciadamente, la masacre no se evitó. Recuerdo que él y sus hombres pasaron en pocas horas, cuando comenzaron a conocerse esos detalles, de héroes a villanos, al tiempo que surgieron dudas sobre la necesidad de la contundencia con la que actuaron.
En pocas semanas, Trapero volvió a ser el centro de atención pero por todo lo contrario, por su escasa diligencia a la hora de frenar algunas acciones de los activistas en favor de la independencia, que, en ocasiones parecían contar con carta blanca y con la connivencia de dicho cuerpo de seguridad y, a uno, que tenía de los Mossos los antecedentes de alguna que otra actuación violentísima en el Raval de Barcelona, con resultado de muerte, también más de uno y más de dos casos de violencia contra detenidos dentro de sus comisarías o la contundencia desmedida, con disparos de pelotas de goma incluidos, con que se emplearon para desalojar a los acampados del 15-M de la plaza de Cataluña, le costaba creer que fuesen esos los mismos Mossos d'Esquadra que, en los días de los que se habla en el juicio a los dirigentes del "procés", se convirtieron en hermanitas de la caridad, si no en agentes de la organización del referéndum del primero de octubre.
Como se supone que entre los mozos no hay una disociación de personalidad tan extendida, es lícito pensar que los diferentes comportamientos, la diferente actitud ante situaciones parecidas, se deba a las órdenes que reciben de sus mandos o a las consignas de quien está al frente de la consejería de la que dependen.
El coronel Pérez de los Cobos no hizo otra cosa en las más de cuatro horas en que estuvo declarando ante el tribunal que poner en duda la lealtad del mayor Trapero, que, de ser cierta su tesis, trabajaba más para facilitar y proteger la celebración de la consulta ilegal y prohibida que para impedirla, como le había encomendado la autoridad judicial. El testimonio del coronel me pareció coherente veraz, lo que me chocó es que, si todas esas sensaciones sobre la dudosa actitud de Trapero eran ciertas, si las acciones de los mozos, de sus contravigilancia a las fuerzas de la Guardia Civil y la Policía, su más que evidente coordinación con los organizadores del referéndum, su protección de las urnas que, por orden del juzgado, deberían haber confiscado o los enrevesados protocolos establecidos para solicitar refuerzos, destinados más bien a dar tiempo a actuar a quienes pretendían incumplir las órdenes, no hubiesen derivado en su relevo o, en todo caso, en su detención y procesamiento por orden del juez instructor del caso que se juzga. 
Dio a entender Pérez de los Cobos que Trapero decía una cosa y hacia otra y que filtraba lo acordado en las reuniones de coordinación a quienes debería combatir y, si lo que dice es cierto y lo parece, no entiendo que Trapero n esté sentado en el banquillo de los acusados, porque su papel fue a todas luces crucial en el éxito de quienes querían celebrar la consulta a toda costa.

martes, 5 de marzo de 2019

UNAS MIAS QUE ERAN SUYAS


De niño, quizá entrando en la adolescencia, escuchaba a mi abuelo hablar de la Guerra de África, supongo que a la del Rif, con la que afortunadamente nada tuvo que ver, hablar de las "mias", unas unidades militares indígenas de caballería, encuadradas en las tropas españolas y de dudosa lealtad, a las que las habladurías, aquí  en la península, atribuían gran parte de la responsabilidad de la derrota frente a los insurrectos, independentistas, del Rif, hasta el punto de dar por bueno que "aquellas mías eran suyas".
Guardando las distancias y dejando claro que el referéndum del 1 de octubre en Cataluña era de por sí ilegal y que nunca debió celebrarse y que, de alguna manera, fue la muy autoritaria y muy imprudente oposición del gobierno de Rajoy  a celebrar una consulta cuyo resultado carecía de toda legitimidad,  la que llevó a las urnas a decenas de miles de catalanes, no cabe duda de que la actitud de los mossos d' esquadra, un cuerpo que forma parte de las fuerzas de seguridad del Estado, o de sus mandos fue absolutamente desleal.
Al menos eso es lo que insinuó el secretario de Estado de Seguridad de Zoido, José Antonio Nieto, para quien el despliegue de los mossos, exigido por la autoridad judicial para impedir la apertura de los colegios electorales y diseñado por sus mandos, fue netamente insuficiente, cuando no se encargó, en contra de las instrucciones judiciales de asegurar su apertura. Nieto dio a entender, además, que la desconfianza se instaló en el gobierno dado que quienes querían celebrar el referéndum participaban en las reuniones en las que se diseñó el plan para impedirlo.
También hablo de los Comités de Defensa de la República, encargados en principio de organizar el referéndum, que pasaron a organizar la resistencia a las fuerzas de la Policía Nacional y la Guardia Civil que trataron de impedirlo, del mismo modo que volvió a mostrar sus dudas sobre la lealtad de los mandos de los Mosoos, o así lo interpreto yo, al señalar que los CDR, llegaban a los lugares en que tenían que intervenir la Policía o la Guardia Civil antes que las mismas fuerzas.
Con todo, a un ciudadano de a pie como yo le cabe preguntarse si no hubiese sido oportuno actuar sobre los mossos, interviniendo su dirección o, simplemente, dejando hacer, como ya se hiciera con la consulta convocada por Más, para desactivarla legalmente a posteriori. Sin embargo, me temo que en todo lo que hace referencia a Cataluña la sobreactuación y el dramatismo han primado sobre todas las demás actitudes, como si unos y otros obrasen sólo a mayor gloria "de los suyos" olvidándose de la tranquilidad y el bien de los demás. Así Rajoy mostraba su fuerza, inútil pero fuerte, y la Generalitat la astucia, tan inútil o más que la fuerza de Rajoy, porque, un año después, estamos donde estamos y sin salida aparente.
Todo viene del hecho de que a nadie parecía interesarle la verdad, porque cada uno ya tiene su propia realidad blindada y paralela a la de los otros. Y ya se sabe, lo sabemos desde primaria, que las líneas paralelas nunca llegan a juntarse. Sin embargo, creo que el juicio a los responsables de lo que ocurrió aquellos días, en el que, de ser cierto lo dicho por Nieto y lo parece, faltaría Trapero en el banquillo, está teniendo un efecto descompresor y, si no de acercamiento de esas dos realidades, sí de apertura de miras para poder conocerlas de primera mano. 
Quizá así salgamos de la surrealista situación en que vivimos y conozcamos el final de esta historia, digna de haber sido filmada por Hitchcock, en el que a cada secuencia corresponde un giro dramático de la situación y los que parecían culpables dejan de parecerlo y los torpes pasan de golpe al bando de los hábiles. Lo que sí parece claro es que las mias, los mossos, eran suyas.

lunes, 4 de marzo de 2019

DE REVUELTAS Y VOTOS


No hace mucho, en medio de la súbita depresión que, a mí como a tantos, me produjo el triunfo de la derecha, en todas sus versiones, pero siempre auténtica derecha, en las elecciones andaluzas, caí en la cuenta de que las causas de ese desastre fue la deprimente desmovilización de quienes más necesitan que la sociedad se transforme y más pueden hacer para conseguirlo.
Hablándolo con amigos manifesté mi esperanza en que, desde ese día hasta el de las elecciones que para entonces aún no tenían fecha, esa movilización perdida se recuperase y el convencimiento de que de venir no vendría de los partidos de la izquierda, ninguno, ni de los sindicatos, resignados a la gestión de lo poco que les queda de o que un día fueron, sino de las mujeres, de esa cita del 8 de marzo que hace un año asombró al mundo y que este año puede ayudar a acallar euforias y, sobre todo, desactivar tanta propuesta machista como asoma en los esbozo de programa de quienes quieren hacerse con el pastel de la derecha.
Es evidente que las mujeres dieron hace un año el primer paso. imprescindible, para hacer valer su potencial transformador de la sociedad: se vieron, se reconocieron y se cotaron, lo hicieron en todo el país y comprobaron que eran mucha y muy valiosas. Quizá por eso aquella misma noche se tiñeron de morado los telediarios y las portadas de medio mundo, volviendo a asombrarle, como le asombró aquel 15-M que ya parece amortizado y olvidado. Este año va a coincidir el que sin duda será otro  estallido de identidad y de fuerza, el de este nuevo ocho de marzo, con el arranque de la precampaña electoral y dará a las mujeres, odiadas, abusadas, maltratadas, explotadas, marginadas, despreciadas e ignoradas o minusvaloradas, que, de una manera o de otra, lo son todas las mujeres, la oportunidad  de tomar conciencia de su situación y de utilizar su voto, el instrumento que la democracia pone en sus manos para comenzar a transformar la sociedad.
Pues bien, hasta hace un rato, como quien dice, los dos partidos parlamentarios de la derecha, Partido Popular y Ciudadanos, tenían decidido parecerse al tercero en discordia, el ultramontano VOX, aún en vías de serlo, dando protagonismo en sus discursos al machismo más rancio, lleno de paternalismo antiabortista, de negacionismo de la violencia de género, de supremacismo machista, de enseñanza segregada a niños y niñas, de lgtbfobia, apuntando hacia una España de mantilla y rosario, en un giro dramático que ha asustado a muchos de sus votantes, hasta el punto de hacerles caer en las encuestas, de Tezanos o no, y colocándoles ante esa España real, dispuesta a tragar con las cosas de la cartera y no con otras, limitando su feminismo a la colocación de rostros femeninos en los carteles electorales y poco más.
Precisamente y parece que como castigo, veneno, para mis esperanzas, dos mujeres, dos cabezas de lista del PP y Ciudadanos han dejado mi cerebro a punto de licuarse y mi cabeza al borde del estallido. Una es Isabel Díaz Ayudo, insolente, mentirosa y siempre al borde de la histeria, llenando la tarde del domingo de falsas acusaciones de persecución a Cristina Cifuentes y a su partido, disparando contra todo y contra todos, con una verborrea insolente, ya lo he dicho, y ofensiva, sin respirar entre frase y frase, para no dejar lugar a la puntualización, menos a la rectificación, por parte de la entrevistadora y apropiándose del tiempo hasta hacerlo irrespirable, convertida en un remedo de serie B de la que fue maestra en esa actitud, Esperanza Aguirre,.
La otra, en la misma actitud, pero con otro tono, en su caso el del más que aburrido victimismo, es el de Inés Arrimadas, que, después de haber llorado y poco más, desde su millón de votos en Cataluña, ha decidido venir al Congreso desde el escaño que ganará en Barcelona, pata ganar, dice, el gobierno de España para Ciudadanos, más que solos, en compañía de otros y qué otros. Lo de Arrimadas, esta mañana, ha sido una defensa a manotazos de acusaciones que no se le estaban haciendo, pero que, a ella, le venían muy bien como urdimbre para la trama de sus quejas y cultivar el martirologio del que tanto gustan ella y su jefe de filas.
Esta semana que culminará el viernes 8 en una marea de manifestaciones en toda España, es mucho lo que está en juego. De momento, cínicamente, PP y Ciudadanos tratan de cambiar la derrota de su ruta después de leer las encuestas, pero hay que desconfiar de ellos más que nunca y, más que nadie, las mujeres porque lo que proponen para ellas y la imagen que de ellas dan es lamentable.
Aprovechemos la revuelta para reflexionar, midamos nuestras fuerzas, sobre todo las de ellas, las mujeres, nuestras compañeras y votemos convencidos de lo que hacemos.

viernes, 1 de marzo de 2019

EL MINISTRO DE PALO


Visto lo visto ayer en Supremo, a uno le asiste el derecho a pensar que el de ser buen anfitrión es uno de los méritos por los que Rajoy nombraba a sus ministros. Ahí tenemos, por ejemplo, a José Manuel Soria, ministro que fue de Industria, Turismo y Energía, obsequiado con vacaciones gratis en un hotel de lujo de la República Dominicana, casualmente propiedad de un empresario canario beneficiado por alguna que otra decisión del ministro en su etapa Canaria, propietario de sociedades "offshore” en paraísos fiscales, y responsable en gran medida del "cacao" de las tarifas eléctricas, cuyo mayor mérito para ser llamado al gobierno fue haber sido un magnífico anfitrión en las islas para el ya fallecido padre de Rajoy.
Escuchando ayer las respuestas de Zoido ante el tribunal, habría que haberse pellizcado una y otra vez para salir del "sueño", de no haber escuchado ayer a la exvicepresidenta Sáenz de Santamaría que, como el ex alcalde de Sevilla no vieron, no supieron y no ordenaron nada de lo que pasó del 26 de septiembre al 1 de octubre del año pasado. Cuál fue entonces el mérito de Zoido, para llegar a un ministerio tan crucial en momentos tan cruciales ¿Fue quizás el de haber sido un buen anfitrión como alcalde de Sevilla en Semana Santa o Feria cuando fue alcalde de Sevilla? Me temo que sí, que nada más fue ese,  porque no se le conocían más méritos que los de organizar el recorrido de los pasos por las calles de Sevilla y el de ser buen amigo de sus amigos, como el que nombró director general de Tráfico, al que puso un pisito en los pabellones de la Guardia Civil y que, en pleno temporal de nieve y frío, no hizo nada para impedir que centenares de familias quedasen atrapadas en la autopista, porque estaba en Sevilla viendo el fútbol.
Qué bien. Toda los olores y los colores, la gracia de una ciudad que se vende por sí misma, llena de imágenes de la virgen, llena de capillas y capillitas, en la que sacar uno de esos pasos vale, como el carnaval en Río de Janeiro, por todo un año de desgracias, "vender" sevillanismo por eficacia y que la gente te crea. Pero, claro, eso, en un ministerio y más en uno tan indispensable como el que tiene bajo su autoridad las fuerzas de orden público y más en aquellas fechas tan difíciles, sirve de poco o nada, como se encargó de demostrar con su gestión o con la falta de ella.
Asó pasó lo que pasó, así envió a policías y guardias civiles sin haber preparado un alojamiento digno y seguro para ellos, así "cayeron" en las tripas del "piolín" para bochorno suyo y nuestro, así ocurrió que, en aquellos días, pesó más el "a por ellos" que no presagiaba nada bueno, frente a la eficacia de un despliegue insuficiente o excesivo, según fuese lo que iban a hacer allí... Así, aquello acabó como acabó, por la irresponsabilidad de unos, los del "ahora o nunca" y el "porcojonismo" de otros. Así, para vergüenza de todos, igual que comenzaron las cargas desmedidas contra personas indefensas por más que, por cierto, estuviesen tan bien desplegadas, por cierto. Así, del mismo modo que empezaron se acabaron, después, eso sí, de haber puesto a España en evidencia ante el mundo y de haber dado a los partidarios de la independencia el mejor de sus argumentos.
Ayer este ministro, Juan Ignacio Zoido, dio, en su medida, otro espectáculo bochornoso, el de quien ha tenido bajo su mando a quienes tienen el ejercicio legítimo de la violencia, balbuceante, torpe y, sobre todo, si no mentiroso, poco creíble, respondiendo que no sabe quién ordenó las cargas ni quién diseño el dispositivo policial, reduciendo sus funciones a cobrar la nómina o condecorar, como su antecesor, Jorge Fernández Díaz, a vírgenes y santos de palo, tan de palo como el mismo. No me extraña que el PP vaya como va en las encuestas, con estos antecedentes y el futuro irresponsable que anuncia Casado.