viernes, 31 de enero de 2020

PELÍCULA DE CHINOS


No es la primera vez que recurro a "Humor Amarillo" para explicar qué pasa en la política española y es porque ese programa y su hilarante doblaje que tanto evoca las películas de Fu Manchú, aunque pasadas por el filtro de la guasa. Lo digo porque hoy por hoy imagino a presidente Sánchez en medio de un lago que el malvado Fu Manchú llenaría de cocodrilos, del que hay que salir cuanto antes sin que, mira que es difícil, las dentelladas te alcancen las pantorrillas.
Para escapar del peligro hay que saltar de isla en isla, a cual más inestable, islas de cartón piedra que se acercan o se alejan con las ondas que creamos nosotros mismos al pisar la anterior, recién ocupada Exactamente eso es lo que le ha ocurrido al presidente que, después de la "representación" de Torra, anunciando sin fecha unas elecciones que ni él ni sus socios de Esquerra quieren ya, pensó que abrir la mesa de gobiernos ya no tenía sentido, porque el mapa electoral de Cataluña podría, lógicamente, variar y lo hizo sin contar que, para Esquerra, el partido que con su abstención le dio las llaves de La Moncloa, tiene, precisamente, en el cumplimiento de ese primer punto del acuerdo de investidura la mejor baza para batir a Junts per Cataluña en las elecciones catalanas.
Sánchez acababa de fijar la fecha para su entrevista con Torra y desde Moncloa se dijo que esa mesa comprometida con Rufián y los suyos se aplazaba "sine die", un anuncio que bastó para que Gabriel Rufián llamara inmediatamente a la puerta de La Moncloa, donde de inmediato fue recibido por el presidente que, después de una charla rectificó y devolvió las aguas a su curso, devolviendo al portavoz de Esquerra en el Congreso su mejor baza, la de dialogante, frente a la loca intransigencia de Junts.
Aquí es donde creo que ambos tienen razón, porque es difícil plantear un diálogo con alguien que no sabe si seguirá en el mismo sitio para cumplir lo pactado, como debe creer Sánchez, pero también la tiene Rufián al reclamar lo que se le prometió, más cuando tiene la llave de los presupuestos de la nación en su bolsillo. Y, todo, amenizado por el coro de quienes quieren ver a Pedro Sánchez del gobierno antes de acabar la legislatura, a ser posible sacando las urnas lo antes de que corresponda, buscando, ellos y la prensa que les hace la ola, el desgaste de un gobierno que, de momento, según el CIS mejora junto a sus socios el resultado de las últimas elecciones.
Si me acepta un consejo, Sánchez debe tomarse las cosas con calma, a sabiendas de que el escenario catalán es absolutamente líquido, de que casi ninguno de los actores que allí tienen voz se comportan con racionalidad y que llevan años viviendo de gestos, de bravuconadas y de promesas imposibles, por lo que el tratamiento ha de ser  el clásico "tranquilidad y buenos alimentos" y, sobre todo no sobreactuar, porque está claro que las posibilidades de diálogo son ahora más claras que nunca y no hay que tirar ese diálogo por la borda.
La visita urgente de Rufián a La Moncloa es un buen síntoma, porque si no quisiese ese diálogo, hubiese bastado con dar un sonoro portazo a la legislatura y no lo ha dado, así que toca mimar ese acuerdo y cuidar de no pisar en las trampas que el Fu Manchú de la intransigencia le pondrá sin duda y toca no mover demasiado las aguas saltando antes de tiempo y con más impulso del debido a la siguiente isla. Sólo allí llegaremos con bien al final de esta película de chinos.

jueves, 30 de enero de 2020

SOLEMNIZAR LA NADA


De niño levantaba, con cuidado y en silencio, el teléfono de casa de mis padres, a sabiendas de que abajo, en la tienda, el comercio familiar, alguien, probablemente mi padre, hablaba sin saberlo desde el otro "aparato", una especie de supletorio rudimentario que se había conectado a la línea. No sé por qué lo hacía, quizá por la tracción de lo prohibido, por la descarga de adrenalina que proporcionaba el riesgo de ser sorprendido, Debía ser por eso, porque nunca escuché nada interesante en mis escuchas clandestinas.
Hoy, en especial gracias a las manipulaciones interesadas de las escuchas y grabaciones del siniestro comisario Villarejo, meterse en conversaciones ajenas es, gracias a la filtración de los sumarios, algo habitual, hasta el punto de que reconocemos voces y estilos, como reconoceríamos los de cualquiera de nuestros personajes favoritos. Sin embargo y a pesar de que la oferta es muy variada, me muero de ganas de escuchar, de ver por un agujerito, las conversaciones entre el inefable Puigdemont y si fiel escudero Quim Torra.
Es de todos sabido que Torra, ese presidente pelele que buscaron Puigdemont y los suyos para ocupar el vacío dejado por la imposibilidad de que el huido pudiese ser elegido mientras permanecía en fuga en su refugio de Waterloo, no ha dado un paso sin consultarlo con su "jefe", que, sólo o en compañía de otros, ha diseñado a lo largo de estos dos años cada paso dado por la Generalitat, pasos dados en círculo, como no queriendo hacer un viaje a ninguna parte, a sabiendas de que llegar a la meta es más que imposible, pero que mientras sigan en ese viaje estéril, mientras sean capaces de mantener el espejismo, a ellos, no a la gente, les va a ir bien.
Me gustaría saber qué se dijeron Puigdemont y ese señor con pinta de mayordomo de las películas de Marisol, cómo llegaron a la conclusión de que una vez solos, con una Esquerra cansada de hacer de  comparsa en los planes del huido o de quién quiera que esté detrás de él, sin sacar nada a cambio, de que ese gobierno de guardarropía que se habían inventado a la espera de no sé qué milagro, con todo y todos en contra, salvo esas masas tan bien coreografiadas por Òmnium y la ANC y todos los que, de alguna manera, han vivido y muy bien todos estos años a costa del "procés", con sondeos hechos en Cataluña que hablan del hastío de la gente, del desencanto por el mismo procés que no hace tanto les entusiasmaba, abiertamente en contra de un gobierno y un president que no les han dado nada, salvo quimeras y disgustos, me gustaría saber qué estrategia han diseñado para salir de su castillo de naipes sin que se les venga encima.
Lo de Torra el martes fue sencillamente ridículo. Fracasado en todo, haciendo gala, una vez más, de su falta de escrúpulos, convocó con toda solemnidad a los medios en ese escenario a imitación de la Casa Blanca, con puerta por la que huir incluida, para no decir nada, para anunciar unas elecciones que ya se piden a gritos, escondiendo la fecha de celebración, aprovechando el momento para "denunciar" la deslealtad de sus socios de Esquerra que el lunes no quisieron seguirle en su locura inconsciente, lanzándose a la pira de la desobediencia, para acompañarle en ese cómodo martirio en que se ha embarcado, mientras otro, otros, sonríen cínicamente desde Bruselas.
Lo que Torra hizo el martes fue solemnizar la nada que es lo que en realidad viene haciendo desde que hace dos años llegó a la Generalitat. Espero que los catalanes se den cuenta ahora de lo que han hecho con ellos y vuelvan al "seny" que hace ya demasiado tiempo abandonaron.

martes, 28 de enero de 2020

DESATAR EL NUDO


Ayer fuimos testigos del imposible disimulo en las relaciones entre los socios del gobierno catalán. La culpa la tuvo el acatamiento por parte del Parlament de la suspensión en su condición de diputado del president de la Generalitat, Joaquim Torra. Lo había decretado la Junta Electoral como castigo a la terca desobediencia, lo de terca es mío, al negarse a retirar del balcón de la sede del gobierno catalán del lazo amarillo que Torra y su gobierno habían colgado en plena campaña electoral, un hecho que la junta considero "propaganda partidista" y que ordenó retirar no sólo de la sede del gobierno sino de todos los centros oficiales dependientes de la Generalitat.
Ante la orden, muy en su estilo, Torra se opuso hasta que el tribunal le conminó a hacerlo y, como un niño travieso, mantuvo el lazo en el balcón hasta que la Junta ordenó a las fuerzas del orden hacerlo, como en un "cógeme si puedes" que aguantó  lo que aguantó, aunque, claro, ya era tarde, porque la máquina implacable de la justicia se había puesto en marcha y Torra, en su habitual "sostenella y no enmendalla", admitió ya ante el Supremo al que recurrió el castigo de la Junta, tan retadoramente como acostumbra o, quién sabe, resignado al sacrificio a sabiendas de que le sería retirada el acta de diputado y quizá la presidencia.
Torra o quién sea que maneja los hilos del president y de su grupo parlamentario jugó a amenazar con la convocatoria de elecciones anticipadas al negarse a dejar la presidencia de la Generalitat, dejando el puesto al vicepresidente Navarro, de ERC, y, con ese chantaje en mente, se atrincheró en su escaño hasta que, ayer, Roger Torrent, presidente del Parlament, con el asesoramiento de los letrados de la cámara y el respaldo de la mesa del Parlament, tomó la decisión de retirar el acta a Torra "para evitar el daño que, de no hacerlo, se causaría a la cámara, creando inseguridad jurídica al poner en cuestión cualquier decisión que tomase en ella con el voto de Torra, al menos eso dijo, aunque, yo al menos, no puedo dejar de pensar que quizá a Torrent no le apeteciese desobedecer y ponerse en la senda que el mismo Torra y otros compañeros de partido había seguido y que, antes o después, acaba por tener consecuencias.
El caso es que, pese a las amenazas de Torra a Torrent, éste dio cumplimiento al dictamen de la mesa y retiró la condición de diputado al president, privándole pues del voto en el pleno que debería haber aprobado los presupuestos, a lo que los compañeros de Torra respondieron abandonando el pleno, no sin antes dedicar una cerrada ovación al ya exdiputado, cerrada sólo en JuntsXCat, porque ninguno de los diputados de Esquerra les siguió.
Ahora, abierta en canal a los ojos de todos, la división en el gobierno catalán sólo queda esperar a que Torra o quién quiera que sea convoque elecciones, dado que la amenaza de hacerlo no pareció arrugar a Torrent y su partido. Todo, porque ayer, por fin, alguien, por miedo o por prudencia, se atrevió a deshacer el nudo que cerraba ese bucle infernal en que lleva años viviendo la política catalana y, con ella, la del resto del Estado.
Si todo acaba yendo como aparece los socios de gobierno tendrán que enfrentarse entre sí y a la dura realidad de que, para una inmensa mayoría de los catalanes consultados por el CIS autonómico están muy defraudados con la gestión del gobierno que han mantenido en coalición, quizá porque empiezan a tomar conciencia de que hay cosas más importantes que una independencia de momento imposible.

lunes, 27 de enero de 2020

AEROPUERTO 2020


Habéis probado a echar migas de pan, o lo que sea, en un estanque con peces, por ejemplo, el de El Retiro, con sus carpas. Inmediatamente, a veces, incluso antes de que el pan entre en contacto con el agua, que generalmente está bastante sucia, parece que ese caldo turbio comienza a hervir y vemos asomar las enormes bocas de peces descomunales que jamás pensaríamos encontrar allí, que en una décima de segundo acaban con el "regalo" que le hacemos los humanos aburridos, para espectacular deleite de niños y mayores.
Después, la calma vuelve a las aguas de estanque hasta que un nuevo puñado de migajas cae sobre ellas y vuelve a repetirse la exhibición de bocazas y coletazos, un circo acuático, que lo mismo divierte que asusta, como casi todos los circos. Lo sé, porque cuando mi hija era una niña se le murió el pececito que cuidaba en una de esas peceras de bola y su madre se deshizo de él en el retrete, ante el desconsuelo de Manuela, a la que hubo que decir que, en realidad se iba hacia una vida mejor con sus hermanos en el estanque, allá en el Retiro, adonde acudíamos de vez en cuando a darle de comer en una esquina del estanque. Al final no sé si se quedó tranquila o asustada al ver el tamaño que había alcanzado su mascotita. Lo cierto es que dejamos de ir a la orilla del estanque y pasamos a otra cosa.
Escribo esto, porque esa, la de esa agua sucia "hirviendo" con la voracidad de las carpas, es la imagen que me ha venido a la cabeza este fin de semana, ante la agitación que el encuentro entre el ministro de Fomento, José Luis Ábalos y la vicepresidenta venezolana Dalcy Rodríguez, encuentro que ha venido a sustituir, casi, en cobertura e intensidad a las consecuencias de la semana de temporales que nos ha traído el paso de "Gloria" por la península. Los medios recordaban a esas carpas de El Retiro que nadan en aguas turbias, a la espera de que alguna migaja, algún chisme, quede al alcance de sus "bocotas" para armar revuelo.
Parecía no haber otro acontecimiento más importante en la nación y, la verdad, los titubeos de Ábalos a la hora de explicarlo no han contribuido a "calma las aguas". Lo peor es que tengo la sensación de que volvemos a los tiempos de Zapatero, en los que la derecha, entonces sólo el PP, se negaban a aceptar que habían perdido las elecciones y comenzaron una política de acoso y derribo por cualquier método y motivo para debilitar la autoridad de un presidente legitimado en las urnas por dos veces, acoso y derribo en el que participaron gozosas las viejas glorias de su partido, empeñadas a ejercer el derecho de pernada sobre cualquier decisión tomada por el presidente, ese "Bambi" que consiguió lo que ellos ya eran incapaces de conseguir y que estaba llevando a la sociedad española a metas a las que ellos ni siquiera se atrevieron a acercarse.
Está claro que estos señores, los "yayo pasta" les llamo yo, se domesticaron en el camino hasta el punto de comer en la mano y en las mesas de las grandes multinacionales, aún a costa del bienestar de los más débiles, olvidados por ellos ante las glorias y, sobre todo, las prebendas de los consejos de administración.
Y, en medio de todo, Venezuela, la asignatura pendiente de la política exterior española, que, desde los tiempos de Felipe González y su "dudoso" amigo Carlos Andrés Pérez, ha estado en el centro de cualquier debate, con más intensidad, incluso, que los asuntos que realmente afectan a los ciudadanos de este país. El caso es que, coincidiendo con la visita a Madrid del "presidente encargado" Guaidó, el Partido Popular, allá donde gobierna, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, se ha esforzado en tratarle como si la reina de Saba hubiese pisado suelo madrileño.
Medallas, recepciones oficiales sin la aprobación del gobierno, que rebajó el contacto a un encuentro con la ministra de Exteriores, y una concentración en la Puerta del Sol de Madrid, todas organizadas por el PP, que, sin atribuciones para ello, quiso arrojar a la cara del gobierno toda una parafernalia que, estoy seguro, incomodaba al propio Guaidó y que no se hacía en favor del líder de la oposición venezolana, sino en contra del gobierno español que se resisten a reconocer y contra el que sólo son capaces de articular esos "gestitos" y esas tormentas de papel que tan bien se les dan.
En fin, lo de Ábalos y la vicepresidenta venezolana no tiene mayor trascendencia que la que ellos quieren darle y prueba de ello es que la Unión Europea, la presunta ofendida por el encuentro, no ha dicho nada al respecto. Pero no importa porque a las carpas del estanque del PP les basta con esas migajas para revolver las aguas y escribir este "Aeropuerto 2020" que va camino de convertirse, más que en tragedia de la tremendista serie de películas, por lo cogida de los pelos que se ha montado, en un "Aterriza como puedas" que, para su desgracia, es lo que le toca al ministro español.

jueves, 23 de enero de 2020

INÚTIL ARDOR GUERRERO


He escuchado en una de las muchas tertulias que cada día pueblan nuestras teles una reveladora polémica en torno a la posible reforma del Código Penal vigente para, entre otras cosas, rebajar las penas correspondientes a los delitos de rebelión y sedición, delitos castigados hoy con penas que, en el caso de que el condenado sea una autoridad, Oriol Junqueras, por ejemplo, alcanzarían los quince años de prisión. No hablemos ya del delito de rebelión cuyo castigo sería aún más desproporcionado.
La polémica giraba en torno a que la reforma del código para rebajar el castigo por la sedición sería un indulto encubierto para Junqueras y sus compañeros de Lledoners, indulto encubierto que, según quienes esto afirman, formaría parte del acuerdo por el que Esquerra permitió la investidura de Pedro Sánchez y se abstendría también en la votación de los presupuestos generales que, antes o después, el gobierno de coalición llevará al Congreso.
El gobierno insiste en que esta no es la razón de la reforma y en que nunca estuvo en la mesa de negociación con Esquerra. Hay quien lo cree y hay quien prefiere pensar, como escuché ayer mismo, que "Sánchez ha puesto a España de rodillas ante los independentistas. Son los mismos que repiten una y otra vez que Pedro Sánchez está comprando tiempo en su despacho de la Moncloa o que, aún más gráficamente, está pagando a los de Junqueras el alquiler de ese despacho. Yo, porque creo que las condenas para Junqueras y sus compañeros han sido excesivas y porque también creo que la reforma, en ese y otros aspectos del Código Panal, es necesaria, prefiero no pararme a pensar en eso, prefiero no caer en calificar de humillación o rendición lo que es una reforma necesaria y oportuna de la ley, entre otras  cosas, porque estoy seguro de que esa reforma, de proponerse y aprobarse, traerá calma y reflexión a un conflicto, el catalán, demasiado enloquecido desde que la intransigencia del partido de Rajoy envenenó las relaciones entre Cataluña y el resto del Estado.
Es preciso romper el bucle infernal hecho de acciones y reacciones, de declaraciones y réplicas, todas altisonantes y ofensivas en que han caído las relaciones entre los partidos de una y otra orilla del Ebro. Sólo cesando los bombardeos dialécticos y los desplantes que hunos y otros se dedican, se verá la luz al final de este túnel en el que llevamos ya demasiados años y, si para ello, hay que emprender la reforma, bienvenida sea.
Además, quienes todo lo centran en Sánchez y en su presunta ambición de mantenerse en la Moncloa, olvidan deliberadamente que, para esa reforma, es necesaria la mayoría absoluta del Congreso y que, por tanto, serían los diputados, la mayoría suficiente de ellos, quienes permitiesen la reforma y que quienes de tan airada y apocalíptica manera se oponen a ella no habrían alcanzado los votos necesarios para impedirla. Pero ya se sabe que hay quienes prefieren dar la batalla en las tertulias o las portadas amigas, antes que medirse, en argumentos y en votos, en la sede de la soberanía nacional.
De lo que vi y escuche en la tertulia de ayer que os comentaba, saqué la conclusión de que hay quienes, como yo, preferimos dar tiempo al tiempo, serenando el debate, con un Junqueras en libertad, liderando su partido, haciendo política, no ejerciendo ya el martirio, para que, como en Euskadi tras la tregua, primero, y la desaparición definitiva de ETA, la política, la de verdad, no la bronquista,  ocupe el escenario y, entonces, se trabaje realmente para los ciudadanos, mientras, en el otro lado se sitúan los de la Constitución almidonada, si no fosilizada y prisionera, incapaces de ver otra solución que no sea la del autoritarismo y la ley como martillo, los que prefieren una Cataluña bajo un artículo 155 inútil, cada vez más lejos del resto de España, los que nos ocultan que eso nos llevaría a una Cataluña poco menos que en pie de guerra y quien sabe si militarizada, quienes llevados de su inútil ardor guerrero, que hasta ahora no ha hecho sino enconar el conflicto, no buscan soluciones, sino que sólo piensan en imponer su única y ciega solución, rentable, eso creen, para, asumiendo su ideología, disputarse el electorado con la cada vez más montaraz extrema derecha

miércoles, 22 de enero de 2020

LAS CARTAS SOBRE LA MESA


Ayer, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid gracias a los votos de Vox, que sigue y seguirá cobrándose su apoyo, reveló lo que desde hace meses era evidente, que el faltón Miguel Ángel Rodríguez, el periodista de las malas artes, las listas negras y los insultos. iba a ser su jefe de gabinete con un salario de 93.000 euros al año, quizá porque la presidenta piense que lo vale.
Aún recuerdo la primera vez que tuve coincidí con Rodríguez, al que complacía ser llamado MAR, como a otro Miguel Ángel, Fernández Ordóñez, gustaban llamar MAFO. Fue en la calle Génova de Madrid, junto a la sede de la Audiencia Nacional, a pocos metros, en la acera de enfrente, de la sede nacional del PP. Corría el año 1989 y un jovencísimo Miguel Ángel Rodríguez acababa de llegar de Valladolid acompañando a José María Aznar, al que había servido con sólo 22 años como portavoz de la Junta de Castilla León, de donde traía fama de practicar el juego sucio con la prensa y los rivales de su "jefe" y amigo. 
Era ya de noche, más de las diez, y so esperaba novedades sobre un comando etarra que acababan de trasladar ante el juez, junto a una unidad móvil de la SER. Recuerdo como si fuera hoy a aquel joven con la cara cubierta de acné, preguntándome si aquella” móvil" era para ellos, convocados para una entrevista en directo que, finalmente iba a ser en los estudios. El caso es que, en esos minutos de duda y mientras todo se aclaraba, le solté un "qué tal por aquí" de cortesía, al que me respondió, sin saber quién era yo, con una serie de exabruptos para los hasta entonces responsables y trabajadores del PP en Madrid a los que, según dijo, venían a "meter en vereda" porque eran todos unos vagos. Y me lo dijo así, de buenas a primeras, supongo que porque lo tenía claro y estaba deseando ponerse manos a la obra.
Luego supe de la fama que le precedía, de sus listas negras de periodistas, de las fichas que manejaba con datos de su vida privada: infidelidades, inclinaciones políticas, deudas y cualquier otro secreto que, en un momento dado, pudiese ser usado contra él. En fin, material para la extorsión en el más puro estilo mafioso. También comprobé la estrecha relación que mantenía con su jefe, José María Aznar, al que acabaría sirviendo como portavoz del gobierno y al que, es indudable, le une algo más que amistad. También, y por desgracia, cayó en mis manos una de sus espantosas novelas, publicada sin duda más por quién era que por cómo escribía.
El resto de su trayectoria es de sobra conocida, sus acusaciones de nazismo, al desaparecido doctor Montes, falsamente acusado falsamente de practicar la eutanasia en las Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés, al que comparó con Mengele y al que tuvo que indemnizar tas ser condenado por esa barbaridad.
Rodríguez es esa boca caliente que tanto gusta al electorado conservador, un tipo que insulta sin el menor recato, un tipo que difama y acusa sin fundamento desde el poder. No hay más que recordar sus campañas contra los trabajadores de Telemadrid, la televisión pública madrileña objetivo de los negocios privados del nuevo jefe de gabinete de Ayuso, a los que una y otra vez tilda de vagos, como aquella noche hizo con los de la sede del PP. Y tampoco le duelen prendas a él que, después de causar un tremendo estropicio conduciendo borracho su coche, llamar cocainómano a cualquiera.
Es un tipo zafio y cruel con sus enemigos, a la vez que simpático y dicharachero con los amigos, un tipo que lleva meses detrás de la errática personalidad de la presidenta de Madrid que, ahora, por fin pasa a figurar como jefe de gabinete con un suculento sueldo, él que odia lo público, de casi cien mil euros al año. Mejor así, con las cartas sobre la mesa.


martes, 21 de enero de 2020

EL SEGUNDÓN SOBREPASADO


En tiempos como los que vivimos, conviene tener claro quién es quién en el panorama político y, más aún, quién era cada cual antes de ayer. Lo digo pensando en el presunto líder de la oposición, Pablo Casado, que hace poco más de dos años, era poco más que vicesecretario de Comunicación del PP, un tipo con simpatías entre la prensa capaz de encerrarse solo en la plaza, perdón por el símil taurino, con el peor ganado que le tocaba al PP.  Un tipo sin complejos, para el que verdad y coherencia nunca fueron lo más importante.
Había sido pupilo de Esperanza Aguirre, lo que equivale a decir de José María Aznar y prueba de ello fue el interés, excesivo quizá, que la ex presidenta madrileña, se tomó con su carrera, atascada en el ICADE, hasta que una vez elegido diputado de la Asamblea de Madrid en la lista de Aguirre, trasladó su expediente a otro centro, también privado, el Cardenal Cisneros, en el que aprobó de golpe todas las asignaturas que tenía pendientes de la carrera, prácticamente la mitad.
De hecho, se publicó, en medio del escándalo por el tráfico de másteres y otros títulos universitarios que la propia Aguirre o alguien enviado por ella se había interesado por la marcha de los estudios de Casado ante el director del centro en que tan rápidamente culminó su carrera. Bien es verdad que las dudas se desvanecieron una vez cobrada la presa de la intrépida Cristina Cifuentes, a la que en breve se juzgará por falsificación de documento público, tras exhibir un acta de examen inexistente.
Todo esto, solapado a la moción de censura en la que Pedro Sánchez desalojó a Rajoy de la Moncloa, dando lugar a la dimisión del presidente del PP al frente del partido y abriendo un vacío de poder en el mismo que se resolvió, hagamos memoria, del modo más inesperado posible, origen del desastre estratégico en que está sumido e PP desde entonces.
Todo arranca en aquellas primarias a las que se presentaban las dos alas fuertes del Partido Popular, encabezadas por Soraya Sáenz de Santamaria, vicepresidenta y heredera de Rajoy y María Dolores de Cospedal, a las que, por sorpresa, se añadió una tercera candidatura, la del intrépido Pablo Casado, que muy probablemente asumió el papel de tercera vía, siendo en realidad un "tapado" de sus padrinos Aguirre y Aznar, destinado a restar votos a Sáenz de Santamaría, lo que sin duda consiguió, para, ya en el congreso del partido, hacerse con la presidencia, asumiendo los votos de los compromisarios de Cospedal.
Desde entonces ha intentado competir en las urnas con Pedro Sánchez que le ha batido hasta en cinco ocasiones, quizá porque Casado, acostumbrado a los éxitos, no todos merecidos, ha pretendido llegar al poder a toda costa, cosa que consiguió en Andalucía con un candidato que no era el suyo y con la inestimable ayuda de Ciudadanos y, muy especialmente, la de Vox, partido al que puso en el mapa cambiando el liderazgo de la derecha por el plato de lentejas de unos votos que, desde entonces, están salpicándole, quitando a su partido la pátina de "derecha civilizada" y de partido de orden, capaz de alcanzar el gobierno sin sembrar el pánico.
Desde entonces, Casado, obsesionado por no perder más votos ha tratado de parecerse, unas veces al centro derecha que fue Ciudadanos, otras a la extrema derecha montaraz, Vox, dando tumbos a lo loco confundiendo el adversario y a sus electores, en claro beneficio de los de Abascal, haciendo la ola a sus mentiras, incluso después del hundimiento del partido de Rivera, sin querer enterarse de que Vox es tan grande como el PP lo hace.
Y en esas estamos, con un líder de la oposición que, con barba o sin barba, se mueve como una de esas aspiradoras autómatas que va de un lado a otro, rebotando al topar con los resultados electorales de pared en pared, hasta acabar un día atascado en un rincón, agotadas las baterías de su crédito, a la espera de que alguien decida poner la "roomba" otra vez en el camino adecuado, con Casado o sin él, antes de que sea demasiado tarde. Y lo escribo, porque, aunque nunca me he considerado "de derechas", sí creo que no es bueno que un país, este país, pierda esa derecha si no moderada, civilizada, que garantice el ejercicio de la política en el lugar que debe ocupar, los parlamentos, y no en las pantallas de televisión o en los móviles.
Está claro que Casado, con barba o sin barba, "destroyer" o moderado, ha llegado mucho más arriba de lo que el electorado de la derecha se merece. Está claro que, desgraciadamente para este país, no es más que un segundón sobrepasado, una marioneta que alguien, Aznar, mueve desde el rencor y la soberbia.

lunes, 20 de enero de 2020

HUMO NEANDERTHAL


Desde hace días y a pesar del viento, la lluvia y la nieve de la borrasca Gloria, parece que nada hay de más interés en este país que el mal llamado "pin parental", un término empleado al unísono por la ultra derecha azul y la verde que, quiéranlo o no, equipara la educación que el Estado da a nuestros hijos con los canales de televisión que pueden o no pueden ver o, lo que es lo mismo, los rombos, uno  dos, con que la tele franquista decía a los padres que programas podían o no podían ver sus hijos.
Pablo Casado, ese señor que esconde el bigote de su mentor, Aznar, tras la barba que se dejó crecer para hacernos creer que ya era mayor y que se había moderado, hablaba de este asunto este fin de semana, calificándolo de "cortina de humo", una traición del inconsciente, del suyo, no de él, porque tengo claro que son ellos los que están azuzando a lo más rancio de su electorado para centrar en este asunto, intrascendente hasta hace dos días, para esconder tras él la incapacidad que tiene la derecha para constar entre el electorado las medidas sociales, pensiones, consumo, igualdad, etc., que ha puesto en marcha el gobierno de coalición.
Supongo que Cataluña no basta para ocultar los avances que, sin duda, va a conseguir este gobierno y que necesitan algo más, algo con que revolver las parroquias u movilizar, autobús con bocadillo mediante, a lo más rancio del electorado, como ya hicieron contra Zapatero, al que semana sí, semana no, ya fuese contra la ampliación del derecho de la mujer a disponer de su cuerpo o azuzando a las víctimas del terrorismo de ETA, no a las del yihadismo, contra el gobierno que sacó a España de la guerra de Irak y más hizo por acabar con ETA, llenaba las plazas de Madrid como si esos problemas ya en vías de solución fuesen la único importante.
En realidad, lo que ocurrió entonces, como ocurre ahora, es que la derecha de este país, ultraderecha hoy en su mayor parte, es que tiene necesidad de defender, aliada con la nada objetiva iglesia católica, todas esas prebendas, en patrimonio, en negocios como el de la enseñanza, que, junto al inmobiliario, dan a la estructura de esa iglesia, dispuesta siempre a defender lo suyo y a los suyos, que, por más que lo nieguen no son todos los ciudadanos porque ni siquiera lo son los católicos.
La derecha, ultraderecha, insisto, ha aprendido que no puede mentir eternamente con la promesa de bajar los impuestos, porque los ciudadanos, la mayoría de ellos,  saben que para ellos esa bajada es irrelevante, mientras que para los poderosos, los grandes patrimonios, las grandes empresas, quienes se refugian en las SICAP y la misma iglesia, acostumbrada irse de rositas a la hora de tributar por su enorme patrimonio inmobiliario, movilizan Roma con Santiago, nunca mejor dicho, pata impedir que la coalición de gobierno demuestre que, con otra fiscalidad, un país mejor es posible.
Eso es lo que nos espera, aunque, de momento, es en esa presunta libertad de enseñanza, que, dicen, ponen en peligro la igualdad y el conocimiento de todo y para todos, entiéndase q dentro de la ley, que pretende el gobierno, con la ministra Celaa al frente.
Andan diciendo Casado y los que le siguen que sus hijos son suyos y no del Estado, que eso es cosa de barbudos y revolucionarios, demostrando el poco conocimiento que tienen de Cuba, donde está claro que faltan la libertad y más cosas quizá, pero no, desde luego, la Educación, convertida en la joya de la Revolución.
El indefendible mensaje de Casado y su amigo Abascal, cachorros los dos de la misma camada, tuvo este fin de semana respuestas tan brillantes como la de Íñigo Errejón, que se conformaba con que el PP nos devolviese al siglo XX en lugar de hacerlo al XIX o más allá, como parece pretender, también la del siempre brillante, coincidamos o no con él, que rebautizó el objeto de la campaña de la derecha como "pin Neanderthal", lo que, unido al traspiés mental de Casado, me da pie para afirmar que todo es una cortina de "humo Neanderthal".

viernes, 17 de enero de 2020

POLÍTICA, JUSTICIA Y VICEVERSA


Está visto que esta semana no vamos a conseguir salir sin daño del lodazal al que nos han arrastrado las difíciles relaciones entre política y justicia, difíciles por la hipocresía que conllevan, pero es lo que hay y bienvenidas sean las polémicas y las contradicciones si, con ellas, conseguimos llevar la luz a esos oscuros recovecos que un sistema tan complejo, como lo es la democracia, conlleva.
Es evidente que en nuestra democracia las interferencias entre política y justicia son demasiadas, algo que ocurre desde que se decidió que el Congreso interviniese en la elección del Consejo General del Poder Judicial, el órgano de gobierno de los jueces, algo que ocurrió en tiempos de Felipe González y que encontró su lógica en el hecho de que resultaba cuando menos paradójica la convivencia de un poder judicial demasiado cercano al franquismo con un parlamento en que la mayoría absoluta estaba en manos del PSOE y en el que los comunistas tenían un grupo propio.
Todo iba bien hasta que primero Alianza Popular y luego el PP aprendieron a hacer política desde los tribunales, torpedeando leyes encaminadas a transformar la sociedad, la del aborto, por ejemplo, en el Tribunal Constitucional, con la presentación de recursos que, con Federico Trillo al timón de todo lo relativo a la Justicia, pasó a ser algo sistemático y peligrosos, con una composición del Constitucional excesivamente sesgada ala derecha.
Fue en esa etapa cuando el Estatuto de Autonomía, aprobado por mayoría absoluta por el Parlament de Catalunya, entonces sí, durante la etapa del tripartito, además refrendado en una consulta a los ciudadanos catalanes y visado por el Congreso de los Diputados, que fue paralizado y mutilado en el TC tras el "oportuno" recurso del PP. Fue, precisamente, a partir de ese momento cuando en Cataluña creció el sentimiento de afrenta y el nacionalismo que, años después y por causas que se sumaron a ésta,  la principal, al disparate de los referendos ilegales y el disparate de la efímera declaración de independencia, hace poco más de dos años y a ese bucle infernal de ilegalidades, recursos, exagerado en innecesario uso de la prisión provisional, órdenes europeas de detención frustradas y otros muchos disparates a los que no fue ajena la coexistencia en una peligrosa conjunción astral, ésta sí, de jueces y fiscales en la Audiencia Nacional y en el Supremo, que llevó al controvertido juicio al "Procés", en el que quedaron descartados la rebelión y, claro, el golpe de Estado del que durante meses y aún hoy se han llenado la boca los partidos de la extrema derecha multicolor.
Está claro que la agresiva actuación del fallecido fiscal Mazas, sobredimensionando la causa iniciada a instancias del PP de Rajoy, que había renunciado a hacer política donde había que hacerla, dejando la solución del que había sido su problema en manos de los jueces. Eso, por no hablar de lo difícil que la va a resultar al PP
Que la estrategia de los fiscales "del PP" estaba equivocada quedo de manifiesto en la sentencia, que acabó dando la razón a la abogacía del Estado que, con Dolores Delgado al frente de Justicia, cambió la calificación de los delitos y destituyo al letrado que se negó a firmarla y acabó, no lo olvidemos, en las filas de Ciudadanos.
Ayer, el Consejo General del Poder Judicial dio su visto buen al nombramiento de esa ministra, Lola Delgado, pese a que había estado, a mi juicio injustamente, en el centro de la polémica en la prensa y entre los jueces, porque, pese a sus casi treinta años de experiencia, no les parecía idóneo, a unos, ni estético a otros que pasase de ministra a fiscal general, poniendo en duda su imparcialidad.
Ese fue, precisamente, el argumento esgrimido por los vocales que se opusieron al nombramiento, el de la apariencia de imparcialidad, algo que, por absurdo que parezca, ha de presumirse por quienes han llegado al consejo a propuesta de los partidos, un sistema que sentó en su día en una de las sillas  del consejo al polémico juez Estevill, nombrad a propuesta de la CiU de Pujol, que acabó en prisión por la corrupción y la prevaricación con la que operó en su juzgado.
En fin, que las injerencias de la política en la justicia y de la justicia en la política, de las que aún nos queda mucho por ver, están dando lugar a situaciones que nada dicen en favor de una y otra y que, con la ayuda de los medios, que derrochan tinta a la hora de iniciar las polémicas y la escatiman con avaricia cuando se resuelve, no hacen sino contribuir al desprestigio de unos y otros, prensa incluida. Eso, por no hablar de la postura del PP español en el Parlamento Europeo que, en contra del resto del grupo Popular, se niega a las sanciones propuestas contra Polonia y Hungría, más cerca del fascismo que de la democracia ambas, por acabar con la independencia judicial em su territorio. Un PP, el español, que quiere aparecer como un adalid de las libertades y la independencia judicial en España y apoya para esos dos países una justicia más propia de Hitler o Stalin que de la Unión Europea.

jueves, 16 de enero de 2020

RUIDO DE TOGAS


Ninguna institución hay en este país, tan temida y odiada a la vez, como la judicatura los jueces. No es sólo de ahora, porque de todos es conocida la maldición que reza "juicios tengas y los ganes" y es que nadie sale indemne de su paso por os juzgados, en parte por esa manera de ser tan especial que tienen los jueces, gente que, salvo raras excepciones y especialmente si hablamos de los que han ascendido en el escalafón de la carrera, entre otras cosas, porque hay que estar hecho de una pasta especial, para hacer de la toma de decisiones sobre la vida y haciendas de los demás el motor del resto de tu vida.
El señor juez, que es señor juez desde que ocupa su primer destino, con unas duras oposiciones a su espalda a veces incompatibles con la vida, la vida normal, la de todos, suele mantener una cierta distancia con el resto de los mortales, una distancia que, como digo, se acrecienta cuanto más arriba se llega en ese escalafón profesional. Tanto es así que uno tiende a pensar que los jueces se presentan a las oposiciones para entrar en la carrera porque las oposiciones para dios llevan siglos sin convocarse.
Los jueces suelen ser muy especiales, uno por uno y en grupo, y tienen, además, la piel muy fina. No es de extrañar que, pese a que sus decisiones puedan ser corregidas en instancias superiores, el hecho de considerarse "terminales" del poder del Estado les lleva a revestirse de una protección especial, de una piel tan fina que en ocasiones convierte en insoportables las críticas razonables, incluso triviales, asumibles por cualquier otro mortal.
Si sumamos a lo anterior el corporativismo judicial, ese que les lleva a callar cuando no a justificar decisiones tan escandalosas como la de aquella primera sentencia de "la manada" que movilizó a media España , dando al feminismo una fuerza y visibilidad hasta entonces ignorada, tenemos una casta especial, una casta que, como el clero, se viste con ropa talar y mira desde arriba y desde lejos al resto de la humanidad hasta el punto de cegarles, retroalimentados en sus juicios por el coro de quienes siguen sus pasos y saben que , para progresar en lo suyo no deben molestar a aquel del que depende tu propia promoción.
Es en este asunto, el de la promoción, donde entra en juego la política, porque, por suerte o por desgracia, la promoción a las más altas instancias de la judicatura está en manos de los políticos, que nombran directamente o nombran a quienes nombran a esos cargos o a los del Consejo General del Poder Judicial, encargado, en teoría, del gobierno de los jueces. A nadie le extrañará por tanto que el "calentón" de Pablo Iglesias, al que aún le cuesta entender que la vicepresidencia que ocupa le exige respeto a las formas en las críticas que pueda ejercer, porque no es Pablo Iglesias el que la hace, ni siquiera el secretario general de Podemos, sino que lo hace un miembro del gobierno de todos, digo bien, todos los españoles.
Sus declaraciones de la otra noche, calificando de humillación algún fallo, que no todos lo han sido, revocando ciertas decisiones del Supremo en el asunto del "Procés", fueron, a mi juicio, excesivas en el lenguaje y en la generalización y, lo peor de todo, han conseguido despertar al monstruo de la piel fina que ayer mismo emitió un comunicado pidiendo mesura al nuevo gobierno, la misma que evitó pedir al Partido Popular en ocasiones similares,
Está claro que el Consejo, al que poco o nada le gustó Dolores Delgado como ministra y menos le gusta como futura fiscal general del Estado estaba esperando una ocasión para marcar el terreno y Pablo Iglesias de la dio la otra noche. Menos mal que el torpe de Pablo Casado hace apenas una hora ha equilibrado la balanza dando por sentado que el CGPJ se opondrá al nombramiento de Delgado, dando a entender que o ha dado instrucciones para que sea así o bien ha hecho cuentas y los suyos ganan.
En los primeros años de la democracia, alguien acuño el término "ruido de sables" para referirse a los movimientos conspirativos que se producían en los cuartos de banderas de los cuarteles o en alguna cafetería de Arguelles. Querían acabar con esa democracia que les había quitado el poder del que gozaron en el franquismo, del mismo modo que la cúpula judicial, con su particular ruido de togas, pretende salvaguardar sus privilegios atando cínicamente, por razones de imparcialidad o de estética, las manos del gobierno para desatascar la justicia, Y lo hacen ellos que llevan dos años en funciones, porque al PP no le interesa renovar esta cúpula judicial que tan bien ha servido a sus intereses.

miércoles, 15 de enero de 2020

CAYETANA Y SÉMPER


Ayer dijo adiós a la política Borja Sémper, hasta ahora presidente del PP guipuzcoano. Un hombre joven y cordial con un lenguaje completamente distinto del de sus antecesores que poco o nada tenía que ver con el de las cohortes vociferantes que rodean al presidente nacional, Pablo Casado, al que las más de las veces es difícil seguir, porque, según el día, es una cosa u otra, pero casi siempre, al menos para mí, poco o nada creíble.
Se nos olvida, porque casi nadie se esfuerza en recordarlo que Casado llegó por una carambola a la presidencia del PP, se nos olvida que, en las primarias en las que se buscaba un relevo para Rajoy, Casado fue, con diferencia, el peor situado de los candidatos y que fueron el apoyo de Cospedal y las manifiestas simpatías de Aznar y Esperanza Aguirre, lo más conservador del partido, las que le permitieron derrotar a Soraya Sáenz de Santamaría.
No es de extrañar, por tanto, que Borja Sémper, el joven admirador del concejal Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en la parte vieja de San Sebastián, por el que se afilió al partido en momentos tan difíciles, tuviese poco que ver con Casado, que nunca ha negado su amistad con Santiago Abascal, con el que compartió el pupilaje de Esperanza Aguirre, o con Cayetana Álvarez de Toledo, ariete de Casado contra los nacionalismos, salida del gabinete del ministro Acebes, aquel que tras los atentados de Atocha, se empeñó durante semanas si no meses en atribuir la autoría de la masacre a ETA, con deducciones falsas y ninguna prueba, sólo con la entusiasta colaboración del coro de medios fieles, simplemente, porque a dos días de unas elecciones que finalmente gano Zapatero, le venía mejor que hubiese sido obra de la banda terrorista.
Son dos puntos de vista muy distintos el de Sémper y el de esa mujer de aspecto frío y casi frágil que a la menor ocasión de convierte en un furioso perro de presa, al que ni siquiera la más evidente de las verdades saca de su ceguera, de su afán de dirigir el coro de ladridos con el que pretende acompañar cualquier intento de avanzar en la vía del diálogo, simplemente, porque, como la autoría yihadista de los atentados del once de marzo, a su partido no le conviene.
Visto así, no es de extrañar que Borja Sémper, que hizo frente a la "dama negra" de Casado cuando tuvo el descaro de acusar de tibieza al PP vasco, el que ponía los muertos que ella maneja hoy desde los escaños del Congreso. Se atrevió a hacerlo y lo hizo recordando que él y sus compañeros se jugaba la vida, mientras "otras", en clara alusión al papel de Álvarez de Toledo en el gabinete de Acebes, pisaban cómodas alfombras.
Nadie o casi nadie salió en defensa de Sémper, mientras que el papel de la agresiva portavoz se reforzaba. No es de extrañar, por tanto, que quien tan mal lo ha pasado en su afán de sacar de la cueva al PP vasco se haya cansado y haya preferido comenzar a vivir la vida de un brillante joven que se dejó los mejores años en ello. Tienen Cayetana y él casi la misma edad y, al menos hasta ayer, militaban en el mismo partido, pero representan dos realidades muy distintas, la del que quiere lo mejor para la gente y la de quien se mueve mejor entre la bronca y los gritos. Dos realidades bien distintas entre as que Casado ha preferido a su siniestra dama.

martes, 14 de enero de 2020

DISTINTO RASERO


Lo de ayer fue como a mí me gusta: sin sorpresas. El anuncio del nombramiento de Dolores Delgado al frente de la Fiscalía General del Estado tuvo el mismo efecto que verter ácido sobre cualquier sal, porque pasamos el resto del día entre nubes de humo de colores, oliendo a azufre, como si, con ese nombramiento, se hubiesen abierto las puertas del infierno. Los partidos de la ultraderecha más o menos moderada pusieron el grito en el cielo y allí lo dejaron todo el día, sin haberse molestado aún en bajarlo.
Yo, que, aunque prefiero mirar con los ojos certeros de Sancho Panza, lo hago a veces con la mirada soñadora de Don Quijote, sospecho que la exministra sería la mejor fiscal general posible, porque le sobran experiencia, formación temple y, sobre todo, esa deseable sensibilidad que, como dijo ayer en su despedida la coloca en el lado de las víctimas, de las que, dijo, siempre ha aprendido. Sería, es, la mejor de las candidatas, porque treinta años en la carrera fiscal son muchos años y porque siempre ha estado, al menos esa impresión da, más cerca de la gente de la calle que del armario de las togas.
Yo, como Don Quijote, ante tal revuelo, sólo puedo pensar en el "ladran, luego cabalgamos", pero sé que va a ser duro, como lo ha sido siempre que quien ocupa un cargo clave para las libertades no es de la cuerda de quienes están acostumbrados a pensar en la Justicia como una finca propia en la que cosechan, cazan y pasean.
Llevo, llevamos todos, muchos años, demasiados, sufriendo las consecuencias de los nombramientos que se hacen pensando más en la estética, en el contento de las "familias" de profesionales del ámbito para el que se hacen, nombramientos inanes que sólo sirven para impedir que la vida, las necesidades y los anhelos de la calle puedan empapar y sacar de su anquilosamiento a instituciones en las que el orden y la ceremonia pesan más que la realidad.
El Partido Popular y Vox anunciaron ya desde ayer su fuego graneado contra el gobierno, sin darle un sólo minuto para desmentir con hechos el apocalipsis que anuncian, querellas, debates y, sobre todo, tormentas mediáticas contra quien ya quisieron neutralizar con la baba envenenada de Villarejo, todo encaminado no ya a perpetuar la casta, su casta, en cualquiera de las instituciones del Estado, sino a  protegerse, colocando en ellas a quienes como porteros fieles de fincas nobles, mantienen impecable el portal y el ascensor, impidiendo la entrada a cualquiera que no aparente tener el pedigrí adecuado para sus "amos".
Por eso contestan la elección de Dolores Delgado para ponerla al frente de la Fiscalía, desde donde podría unificar criterios para salir de ese reino de taifas en que se ha convertido, con criterios dispares sobre asuntos similares. La contestan a sangre y fuego, bajo la batuta de Enrique López, magistrado que fuera del Tribunal Constitucional, hasta que unas cuantas copas, su moto y el celo de la policía de tráfico le colocaron en la senda de la dimisión, hasta que el PP, el partido para el que daba y cobraba conferencias, le fue colocando en puestos claves de la judicatura, desde los que proteger a todos esos mentores, torpedeando la instrucciones de más de un sumario.
López es ahora el responsable del área de Justicia en el PP, como lo fue Federico Trillo, responsable de sembrar de minas el camino de todos aquellos asuntos que no eran del agrado de la dirección del PP, Pero, claro, de eso apeas escribe nadie, quizá porque, desgraciadamente, estamos acostumbrados a ese comportamiento en la derecha y sólo nos ponemos exquisitos a la hora de juzgar a la izquierda, distinto rasero para unos y otros, porque, al menos así lo creen, ellos lo valen.
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lunes, 13 de enero de 2020

DOLORES DELGADO


Amanezco con una buena noticia, algo que por desgracia no es lo habitual, una noticia que no es otra que la del nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, un cargo difícil y polémico, quizá el más polémico, junto con el de ministro del Interior, de cualquier gobierno, pero más aquí en España y más en este complicado periodo que nos ha tocado vivir.
Me gusta, lo confieso, el temple de la ex ministra de Justicia. Me gustó su aplomo para resistir de una pieza la andanada de basura que la rata Villarejo lanzó contra ella en el capítulo correspondiente de su hediondo folletín por entregas y me gustó porque muchos, entre ellos los filtradores y quienes dieron a la filtración el recorrido que no merecía, esperaban bien una rabieta, bien que acabase llorando su desgracia en un rincón.
Me gustó verla junto a Félix Bolaños, el secretario de Presidencia, prendiendo ese exorcismo que, de alguna manera, supuso la exhumación de los restos del sangriento dictador Franco del lugar en el que nunca debieron reposar, junto a los de millares de sus víctimas. Su imagen, su aplomo, en medio del frío silencio de aquella mañana en el valle de Cuelgamuros, encarnaba la dignidad de un pueblo que, por fin y no sin dificultades, acababa de expulsar de su casa al peor de los fantasmas. Bolaños y ella lo hicieron contra viento y marea, enderezando el espinoso y retorcido camino que quienes deseaban que nada cambiase habían preparado. Lo hicieron posible de modo impecable y demostraron que el apocalipsis ultra que se anunciaba se ahogase en unas pocas quejas y algún que otro exabrupto de los que aún tienen mucho que agradecer a la dictadura.
También la recuerdo haciendo justicia siempre que tuvo ocasión a la memoria de quienes perdieron aquella guerra injusta en la que quienes se decían patriotas se apoyaron en quienes querían esclavizar a todas las naciones europeas. Era reconfortante verla, emocionada, junto a quienes lucharon aquí o allá lucharon para evitarlo. 
La recuerdo también luchando con tesón para que la memoria de las víctimas de la violencia machista no se olvide y haciendo lo posible, poco desde un gobierno en funciones, para corregir los efectos de leyes dictadas desde una sociedad que aún no entendía de igualdades y, menos aún, de la libertad de la mujer. Unas leyes hechas por hombres en su mayoría que se han vuelto injustas e insoportables para las mujeres hoy.
La recuerdo corrigiendo a través del necesario cambio del representante de la abogacía del Estado en el juicio a los responsables de los delitos cometidos en nombre del "procés", el inmenso error que fue el nombramiento al frente de la Fiscalía General del Estado que ella misma ocupará, ahora a María José Segarra cuyo seguidismo en el juicio ante el Supremo quedó en evidencia una vez dictada la sentencia. El relevo de Edmundo Bal, hoy en las desoladas filas de Ciudadanos, como representante de la Abogacía del Estado se vio recompensado con el rechazo del delito de rebelión, que el fiscal y Bal reclamaban, por el de sedición, propuesto en el informe del servicio de la Abogacía del Estado que Bal se negó a firmar.
Hoy sabemos que, con toda probabilidad, la ya exministra Delgado ocupará el cargo de Fiscal General del Estado, un cargo vital en los tiempos que se avecinan, desde el que la experiencia y el temple de Dolores Delgado se harán notar. Y hoy sabemos también lo mal que ha sentado en las filas de Vox, Ciudadanos o el PP, la extrema derecha de colores, el nombramiento, como si cualquier otro les hubiese gustado, a ellos que, durante años, tuvieron al frente de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid a quien sistemáticamente paraba cualquier querella contra Esperanza Aguirre y al que recompensaron con el nombramiento como fiscal general.
Me alegra que Dolores Delgado, fiscal de carrera y con las virtudes descritas y que habrá a quien les parezcan defectos, esté al frente de la Fiscalía General del Estado, quizá con ella al frente los fiscales dejen de buscar fantasmas en los monólogos, de atender a "ofendiditos" y se ocupen más de nosotros y lo que realmente nos preocupa.         

viernes, 10 de enero de 2020

SILLAS MUSICALES EN MONCLOA


No sin cierto tufo racista, se dice que los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos y, de ser acertado el razonamiento, equivocarse y tropezar al arrancar el camino garantizaría un final feliz a la travesía que en el caso del gobierno de coalición que se está formando en medio de interferencias y sobresaltos, antes o después llegará a buen puerto, aunque, por el momento,  raro es el día que no nos provoca un vuelco en el corazón. Nos queda el consuelo del refrán, ese que dice que "amores reñidos son los más queridos", porque, de ser cierto, parece que vamos bien.
Digo todo esto porque, ayer, de golpe y porrazo, nos enteramos y Pablo Iglesias parece que también de que Pedro Sánchez se había sacado una nueva vicepresidencia de la manga, la que ha que velar por la transición ecológica y los cambios demográficos, la agenda 20-30, de cuyo control tan orgulloso se sentía Iglesias, hasta el punto de lucir en el pleno de investidura una chapa alusiva. El anuncio se hizo señalando a la actual ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, como titular de la misma, lo que a Unidas-Podemos debió olerle a cuerno quemado, lo que tendría sentido en un ámbito, el de la política, en el que la ambición y el ansia de poder parecen, por desgracia, los motores de la acción.
Sin embargo, al margen de las prisas y ansiedades de Podemos, observando el panorama con mirada fría todo cobra su lógica, porque la ratio entre diputados de Unidas- Podemos y PSOE está en torno a uno a cuatro, con lo que cabría pensar que una sola vicepresidencia en manos de los socios del PSOE se ajustaría más a esa proporción, reservando la jefatura de gobierno y la vicepresidencia primera a los socialistas.
visto así, parece como si alguien, en medio de la euforia inicial de los de Iglesias, deseosos de cantar a los cuatro vientos sus logros y a "repartir", no sin cierto descaro, poder y despachos en las áreas que les corresponderían, hubiese caído en la cuenta de que las cuentas no se habían hecho del todo bien, al tiempo que habían quedado solapadas demasiadas competencias, como las patatas mal freídas para una tortilla que se pegan unas con otras, así que lo mejor ha sido sacarlas de la sartén una a una, para que queden sueltas y listas para componer juntas, pero no revueltas, la mejor tortilla posible.
Una vez más, a Podemos, mejor dicho, a Pablo Iglesias, le han podido las prisas y, sobre todo, esa ansiedad que tanto le caracteriza, mientras que, frente a él, Pedro Sánchez, mitad por carácter, mitad por experiencia, a "arrastrado los pies" con una cierta discreción, dejando tiempo para la rectificación que, ayer mismo, se produjo.
Son dos caracteres, dos formas de hacer, muy diferentes: las prisas y el ego del "líder", frente a esa aparente calma de Sánchez que, lento pero firme, va ocupando el terreno. Son dos personalidades muy distintas tratando de quitarse las sillas, en silencio o contándolo a los cuatro vientos, el viejo juego de las sillas musicales que, desgraciadamente, las más de las veces acaba mal. Sólo espero que acabe por ser verdad lo de que la experiencia de los socialistas y la audacia "podemita" sumen y no resten, para que nuestro trasero, que es el que en realidad está en juego, no acabe en el duro suelo.

jueves, 9 de enero de 2020

AYUSO SE VA A LAS TRINCHERAS


Ahora que los focos están puestos en Pedro Sánchez, Pablo Iglesias u su gobierno por llegar, no hay que perder de vista el ataque de ansiedad que padecen PP y Ciudadanos, atrapados entre el bloque más o menos estable, ya veremos, que el martes dio el gobierno a Pedro Sánchez y la ultraderecha que vocifera en su nuca desde los escaños más altos del pleno del Congreso. 
Lo están pasando mal y no hay pastilla que les calme. Les falta el aire, porque creyeron que tras la alianza con Vox que les dio los gobiernos autónomos de Madrid, Andalucía y Murcia la vuelta a La Moncloa iba a ser un camino de rosas y nada más lejos de la realidad, porque Vox, como el diablo que compró el alma a Fausto, quiere cobrarse el precio y se lo está cobrando dentro y fuera de los gobiernos que apoyaron, dejando su rancia y terrible impronta en cada una de las decisiones que apoyan, mientras "se llevan al huerto" al electorado más radical de unos y otros, PP y Ciudadanos, que sienten cada vez menos firme el suelo que pisan.
Están nerviosos y, la verdad, tienen motivos para estarlo. Por eso andan ahora desempolvando las pancartas que sacaron a la calle contra Zapatero mientras renegaban del fuet, mientras anuncian una resistencia contra Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, más digna del levantamiento contra el invasor francés que dio lugar a la Guerra de Independencia, que de la guerra de Independencia, que de las consecuencias del serio revés electoral que por dos veces sufrieron Casado y Rivera y por dos veces frente a Sánchez.
Auer mismo, la inefable Isabel Díaz Ayuso, flanqueada por Ignacio Aguado, se echó al monte desde la sede del gobierno madrileño, poniendo la venda antes de las heridas que a su política ultraliberal de recortes y privatizaciones, no de los madrileños que la padecen, va a infligir el gobierno de progreso que en breve comenzará a andar, una estrategia perfectamente coordinada desde la dirección del PP, con la que pretenden  agitar la calle de cara a las próximas autonómicas, a punto de llegar a Galicia y, sobre todo, de cara a sembrar de minas la legislatura nacional, recurriendo y contestando en la calle todas y cada una de las medidas que apruebe el gobierno.
Es una estrategia repetida que, como digo, se empleó contra Zapatero, pero hoy las circunstancias no son ya las mismas, porque ETA se ha disuelto y porque deberíamos haber aprendido que la política de "mano dura" en Cataluña no ha dado los mejores resultados, aunque, eso está claro, eso les da igual si el conflicto "nacional" es la red con la que pescan sus votos en el resto del país y les aúpa otra vez al gobierno,
Sin embargo, no debemos dejarnos engañar, porque la patria y la fe les importan una figa, porque lo que realmente les importa, lo que les preocupa es que se reviertan muchas de las medidas tomadas por sus gobiernos que han dejado desprotegidos y a merced de los especuladores y subempleadores a la ciudadanía. Por eso, quienes creemos en que esto tiene que cambiar porque así lo han decidido las urnas y porque así no podemos seguir, salvo que queramos que nuestras calles se llenen de chalecos amarillos.
Isabel Díaz Ayuso es tan simple como bien mandada y por eso no ha dudado en ponerse a la cabeza de la estratégica resistencia con que el PP más oscuro, con Aznar y Miguel Ángel Rodríguez alentándola entre bambalinas, pretende negar el aire, el pan y la sal, al gobierno de coalición y, de paso, recuperar parte del terreno arrebatado por Vox a un partido que, desde que Rajoy perdió la moción de censura, no ha levantado cabeza.
Díaz Ayuso ha declarado la guerra a Sánchez y se lleva con ella a su vicepresidente Aguado y a toda esa prensa, la más montaraz, que viven y han vivido tan bien de los gobiernos de la derecha. Ojalá, por todos nosotros, se aburra en la trinchera.

miércoles, 8 de enero de 2020

LA JERIGONZA Y EL BERRINCHE


Permitidme que retome mi contacto con vosotros señalando la paradoja  ante al que nos colocó el diputado Suárez Illana, conocido "especialista" en la cultura Neanderthal, hacer su ridículo desplante a los dos diputados de Bildu, a los que dio ostensivamente la espalda, pese a que ambos hacían uso del legítimo derecho a la palabra que les otorga su escaño, haciendo la política que no hace tanto se les reclamaba, un gesto que nada tiene que ver con el que aquel 23 de febrero de 1981 tuvo su padre, defendiendo al general Gutiérrez Mellado de un guardia civil armado que, sin duda, hoy tendría un sitio en el vociferante "gallinero" del salón  de plenos del Congreso. 
Un gesto inútil, el de Suárez Illana, como inútiles fueron, salvo por el miedo que nos dieron, todos los insultos, todas las mentiras, todas las amenazas, de las que hemos sido testigos en estos días y que dan prueba de la desesperación de quienes, como Suárez Illana, se creen con derecho, por cuna y por matrimonio, a dirigir los destinos de un país, el nuestro, que es de todos, que debe ser de todos los que nacen en él y de todos los que trabajan en él  y por él.
La imagen ridícula, ridiculizada expresamente por uno de los diputados de Bildu que le comparó a un jurado de "La Voz", mientras le daba la espalda, da idea del berrinche de todos esos partidos del odio, descaro y de la desigualdad que llevan décadas, si no siglos, creyendo que España es suya, que las leyes y las  riquezas de España son suyas, y llaman traidor o felón a todo aquel que ose discutirles ese falso derecho de que se apropian.
Es el berrinche y el pataleo de quienes no tienen otra cosa que oponer a sus adversarios. es la bronca y el odio que reparten a manos llenas, agitando el dolor y las víctimas de una etapa que, si no superada ya, está en vías de serlo. Es el berrinche de quienes saben que nada pueden oponer a las promesas de justicia e igualdad que hace el nuevo gobierno, es la bronca de quien como no sabe hacer otra cosa que trabajar para los privilegiados y es consciente de que la desigualdad y el dolor que ha causado a millones de familias no se puede esconder más, trata de distraer a los incautos con muertos y banderas, con la constitución que ni le gustó ni quiso defendió en su día y que quiere usar como un cepo, como unos grilletes con los que atrapar los derechos de los españoles que debería defender, para dejar el país en una foto fija, en esa foto fija que es la que les conviene.
Nada pueden oponer a lo que para todos es evidente, por eso nos asustan con la hipotética ruptura de un país que ellos mismos propiciaron, sembrando odios y envidias y ahogando las aspiraciones de más libertad y más autogobierno que reconocía aquel estatuto "limado" o más bien dinamitado en su Tribunal Constitucional. Nada pueden oponer a las denuncias de haber fomentado la desigualdad que la gente les echa en cara. Nada pueden oponer al machismo que con la boca pequeña ellos, a gritos sus socios, defienden, nada a la precariedad salarial, a las consecuencias de su reforma laboral y sus despidos injustos, nada a la sospecha de haber vendido las viviendas sociales de Madrid, si no todo el país, a esos fondos buitres, tan buitres como algunos diputados del "gallinero", esperando siempre la ocasión de revolotear con alguna presa, sea un mena o una mujer maltratada, entre sus garras.
Son la España agorera, la del berrinche, la que no se resigna a que otra, la que no habla un lenguaje momolítico, la que no impone, sino que propone, la de la jerigonza, en la que muchos hemos puesto nuestras esperanzas, tenga el gobierno, porque de la otra, de la derecha con distintos collares, la de la misa diaria y la especulación, la de la payasa Arrimadas y sus monólogos, ya vamos sobrados.