No sé si habéis tenido la desgracia de verles trabajar. Yo
sí. Llegan arrastrando sus portátiles y sus papelotes en "trolleys",
van derechos al despacho del jefe y allí se pasan horas reunidos enseñando
informes y presentaciones. Suelen ser jóvenes, ambiciosos y muy poco de fiar
-hay que tener en cuenta que, cobrando lo que cobran, se les contrata para
ahorrar dinero al cliente. Yo los he visto trabajar en la SER y os aconsejo
que, si os toca convivir con ellos, como a mí me tocó, toméis la precaución de
imaginároslos como repugnantes "alliens" viscosos, porque, si no,
estáis perdidos.
Lo suyo no era, en mi caso, la radio. No tenían ni idea y
despreciaban nuestro trabajo. Para ellos, el trabajo creativo, el
conocimiento, la agenda de los periodistas, el estilo o el criterio no tenían
valor. Bastaba con rascar un poco bajo sus jerséis a la moda o sus camisas de
Hugo Boss -un viejo nazi, por cierto- para ver que apenas leían, y el cine o la
música que consumían era sólo basura consumista y perecedera.
Eran así, se infiltraban entre nosotros, nos arrancaban
información, nos dividían y nos enfrentaban para, finalmente, degollar a sus
presas y entregarlas como presente a los jefes, para así justificar su
existencia, sustituyendo a trabajadores con años de experiencia por jóvenes
becarios de usar y tirar, mal pagados e incapaces, salvo excepciones de
distinguir una sevillana de un blues. Mientras, eso sí, eran capaces -yo fui
testigo- de perder tiempo y millones en proyectos inviables destinados al
fracaso que evidenciaban, para quien lo quisiera ver, que, como ocurre en los
chistes de consultores, de lo importante, no tenían ni idea. Esa fue mi
experiencia con la consultoría en la SER y, a fuer de ser sincero, he
de deciros que en el fondo tuve suerte, porque no he tenido que asistir a
la deprimente descomposición de una empresa en la que os aseguro que fui feliz
y que hoy dista mucho de aquello que yo conocí.
Pues bien, también los gobiernos se comportan a veces como
esas empresas y contratan consultores, siempre de parte, con el fin de revisar
métodos, cribar al personal de la administración, poniendo cruces y dianas en
la espalda de funcionarios y empleados públicos para ahorrar costes a quienes
contratan sus servicios, teniendo en cuenta que la cantidad a ahorrar ha de
incluir, además del objetivo, su propia factura.
Estas empresas, al igual que la que me "depredó"
en la SER junto a otros compañeros, no entran en la discusión de si lo que se
les demanda es razonable o no. Tampoco consideran a las personas como tales,
porque, para ellos, son, simplemente, recursos o números. Por eso se está desmantelando
la ciencia española, dispersando equipos que ha costado mucho formar y
reunir, para ponerlos, por suerte para ellos, a disposición de otros países más
serios y previsores que el nuestro. Por eso, el gobierno de España no hace nada
para combatir el paro, por eso trata de cuadrar las cuentas con las tijeras,
sin esforzarse en reconstruir el tejido empresarial que generaría
puestos de trabajo y lo fía todo a lo que llama emprendimiento y que
no es otra cosa que autoempleo.
La administración llama consultores o expertos a
quienes hacen números o dan coordenadas para sus reformas. Oímos hablar de
ellos respecto de la reforma del tratamiento legal del aborto, encomendada a un
grupo de expertos cuyas identidades permanece en secreto, pero que, a la vista,
de los primeros borradores y de las inclinaciones místicas de la
ministra Mato y del machismo del ministro Galardón, que ya recula para que
no le devoren las encuestas, debe estar formado por anti abortistas talibanes
que esgrimen su moral y su presunta ciencia frente a la realidad social de la
mujer.
Ha ocurrido lo mismo en Educación con leyes y decisiones que
están expulsando a muchos jóvenes de las aulas del bachillerato y la
universidad y que inventa problemas donde no los hay, embistiendo el ministro como
miura que se cree contra la inmersión catalana que se ha demostrado,
también en la expresión en español, más eficaz que el sistema educativo
en el resto de España.
Ahora, los buitres consultores han puesto sus ojos en las
pensiones, que, como dicen los sindicatos y quienes quieren verlo, estarían a
salvo si se crease empleo. En este caso, el grupo de asesores al que se le
ha encargado el estudio procede en su mayoría de la banca
privada, interesada en vender otra vez sus fracasados fondos de pensiones,
y que, por lo que está trascendiendo, aconsejan meter la tijera a las
pensiones futuras y quién sabe si a las actuales.
Con lo fácil que sería poner los pies en la tierra, exigir
que paguen la crisis quienes la han provocado y quienes más tienen, especialmente
la iglesia católica y los ricos riquísimos de las SICAV, los maletines a
Suiza y los chiringuitos. Pero no, prefieren encomendarles el trabajo, con
el objetivo prediseñado de poner a salvo lo de los suyos a costa de lo que sea
y al coste que sea, permitiendo desmanes como el de que, ahora, el sector
de la sanidad privada pretenda, tan crecido como está, participar en el
diseño de la política de sanidad.
Lo dicho no sabemos si lo que tenemos son consultores o
gobernantes.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario