viernes, 30 de octubre de 2015

ES LA VIDA LA QUE MATA


Mi abuelo, hombre listo donde los hubiese, lo decía de otro modo: "de lo que más se muere la gente es de estar vivo", decía. Y tenía razón, porque cada paso que damos, cada bocanada de aire que aspiramos, cada sorbo de agua que bebemos nos lleva indefectiblemente a la muerte. Claro, que mi abuelo lo de la carne roja ni se lo planteaba, aunque sabía de sobra que quienes más  se morían de atracones eran los ricos, porque los pobres, bien lo sabía él, que era el tendero del pueblo, de lo que se morían, en todo caso, era de gripe, de unas terciarias y, algunas veces, de hambre.
Y es que, por más que tratemos de olvidarlo, la vida es una carrera hacia la muerte, una carrera que puede ser más o menos plácida o frenética. Hoy, aunque queramos ignorarlo, vivimos en un continuo peligro. No mucho mayor, de aquel en que, por ejemplo mi abuelo, vivían quienes nos precedieron en eso de vivir, un peligro equivalente, pero distinto. Entonces, las infecciones, el frío, las patadas de las caballerías, un ataque de las fieras o de otros hombres,  una guerra de esas que, cada cierto tiempo "se montaban" los ricos para hacerse ricos con el negocio de las armas y los suministros, un mal parto, en el caso de las mujeres y los niños, la falta de higiene, un rayo, un incendio, una ventisca, la caída a un pozo  o la crecida de un río se llevaban a la gente de este mundo, hasta el punto de que tenía suerte el que cumplía los  cuarenta.
Hoy, hemos conjurado muchos de esos peligros, tenemos medicinas, no andamos a caballo, creemos dominar el fuego el agua y la electricidad, no nos subimos a los árboles, porque apenas los vemos, difícilmente podemos caer bajo las ruedas de un carro, pero, a cambio, nos movemos en carreteras y calles por las que circulan enormes masas de metal a velocidades entonces impensables e, incluso, no es raro que vayamos  dentro de ellas. Hoy parece que hemos superado aquellos peligros de antaño, pero, a cambio, hemos levantado otros a nuestro alrededor.
Aún recuerdo las piezas de carne sitiadas por las moscas o la leche que se cortaba en las fresqueras, el pescado, la merluza especialmente, que únicamente entraba en casa del pobre cuando uno de los dos, el pobre o el pescado estaban malos, el pan duro, pero bueno, la fruta desigual no siempre impoluta, pero exquisita, los estercoleros en plena calle, los muladares, la tierra sucia y los bichos compañeros de juegos, los clavos oxidados, los cristales rotos, las ortigas, las avispas, las culebras...
Hoy, al menos los que vivimos en grandes ciudades apenas recordamos nada de eso, si es que alguna vez lo hemos visto, A cambio, de vez en cuando se disparan las alarmas para  recordarnos que somos frágiles y mortales. Al menos eso es lo que nos dicen, apelando a la prudencia e invocando nuestra protección, pese a que, las más de las veces, las alarmas se basen en perogrulladas o en estudios poco consistentes. 
La primera de esas alarmas de la que guardo memoria fue, allá por los años sesenta,  la del ciclamato monosódico,  una especie de sacarina, que producía cáncer y que, al parecer, tenía más que ver con la retirada de las tropas estadounidenses de Vietnam y el consiguiente descenso en el consumo de dietas energéticas que estaba hundiendo el mercado del azúcar, Luego vinieron la gripe aviar -tipo A- que nos hizo gastarnos, para nada, millones y millones de euros en vacunas. Después el ébola, con el que nadie hizo negocio, porque nadie tenía preparados vacunas ni antivirales, porque era cosa de negros obres y en su tierra. Lo último, antes del último informe de la OMS contra carniceros y charcuteros, mucho más prudente y como con papel de fumar, ha sido el fraude envenenador de los diésel del grupo Volkswagen, que, aunque supone que hay millones de coches contaminantes circulando fuera de la ley, no ha desatado ninguna alarma sanitaria.
Esta semana el peligro mortal viene de  las carnes rojas y las procesadas, o sea el filete, e solomillo, el chuletón, el beicon, los chorizos y las salchichas, de los que he oído de todo, atribuyéndole, por ejemplo, al  consumo de carne roja la muerte de unas decenas de miles de muertes, no sé si porque no es tan nociva o porque es poca la gente con acceso a ella. En fin, todo un numerito en el que andan ya recogiendo velas, dejando la alarma en que no es bueno comer mucho de nada o lo que es lo mismo, no os preocupéis que es la vida, en especial la buena, la que mata Y, como tantas veces he escuchado decir a mi querido Iñaki Gabilondo, "a cada forma de vivir le corresponde una forma de morir".



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jueves, 29 de octubre de 2015

EL ABRAZO DEL OSO



Después de tantos años viendo comportarse a la derecha española, que gasta ahora sólo ha sido una, no puedo más que desconfiar y, si he de deciros la verdad no me ha gustado ver a Pedro Sánchez en  La Moncloa, acudiendo al rescate del presidente que ha puesto tanto como el propio Artur Mas para que Cataluña esté hoy al borde de "desconectarse" de España.
No me gusta, porque la imagen de uno y otro me lleva a los tiempos del colegio, cuando en la calle y antes de entrar en clase las el listo del curso ayudaba a hacer los deberes a algún que otro gamberrete, un poco por lástima y otro poco con la vaga esperanza de ganarse su amistad. Un gesto en apariencia solidario que, sin embargo, permite salvar la cara a quien ha estado vagueando la víspera y que en nada contribuye a que cambie de actitud. Porque, al final, en la transacción, el único que se beneficia es el que recibe la ayuda y salva el expediente.
Nunca he sabido qué tiene el PSOE -decir "los socialistas" sería ser tan generoso como poco preciso- para que los populares acaben siempre llevándoselo al huerto, pero, en todo caso, debería hacérselo mirar, porque, al final, somos los ciudadanos los que siempre acabamos pagando. Históricamente lo hizo con el pasto de la Justicia cuando Zapatero era solo jefe de la Oposición, en la humillación ante las imposiciones de Europa en plena crisis y en tantas y tantas trampas que aún estamos pagando.
Rajoy se ha cansado de no hacer nada, salvo amenazar y cargar con nueva munición la pistola todavía humeante del Constitucional , que ya se cargó el Estatut, ofendiendo seriamente la dignidad de todos los catalanes, independentistas o no, que vieron frustrarse un marco de convivencia que aprobaron sus  representantes y ellos mismos votaron. No ha hecho otra cosa desde que llegó a La Moncloa hace cuatro años y no creo que sea capaz de hacer otra, ahora que se enfrenta a las urnas y necesita no sólo el voto de los moderados, sino también el de lo más montaraz de su electorado.
Sánchez, lleno de buena voluntad, eso espero, cayó en la trampa de Rajoy y se dejó hacer esa foto en la que él mira a Rajoy y Rajoy mira al vacío, una foto filtrada por la Presidencia del Gobierno, seguro como está el gobierno de que el presidente es el más beneficiado por el encuentro.
Nada sabemos de lo acordado, si es que se acordó algo, ni de las condiciones impuestas por el líder del PSOE para el encuentro, aunque me resultaría extraño que Rajoy hubiese cambiado de opinión respecto a la única solución posible, la reforma de la Constitución, que los socialistas proponen y a la que Rajoy se había opuesto con firmeza unas horas antes, en los micrófonos de la SER.
Creo más bien que el presidente o sus asesores han obrado con astucia poniendo en marcha este auto sacramental antes de que el resto de actores, PSOE, Ciudadanos y Podemos aglutinasen otro frente que le dejase fuera de juego y creo que Sánchez, necesitado de ponerse el traje de hombre de estado para verse como tal, se ha precipitado al acudir a la mesa de Rajoy. 
Puede que Pedro Sánchez haya querido destacarse de sus más directos adversarios en las urnas, puede que por eso haya aceptado la distinción que le ha hecho Rajoy, pero creo que no ha caído en que su anfitrión juega con las cartas marcadas, porque, si no accede a recibir a Pablo Iglesias, ahora en horas bajas, hará un favor a Podemos y, si le recibe, éste tendrá la oportunidad de capitalizar el mensaje de la izquierda en ese asunto, que no puede ser otro que el de dar a los catalanes la opción de decidir su futuro por sí mismos y legalmente.
No sé por dónde van ahora los pensamientos de Sánchez, pero creo que, si se mira desde fuera, se dará cuenta de que, ayer, le dieron el abrazo del oso.


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miércoles, 28 de octubre de 2015

NO ES BROMA


Todo lo que puede pasar acaba pasando y, por eso, no parece que tensar una cuerda hasta el límite de su resistencia no parece lo más acertado. La partida que juegan Junts pel sí y Rajoy corre el peligro de convertirse en una especie de ruleta rusa en la que cada vez que se aprieta el gatillo es más fácil encontrarse con la bala en bajo el percutor. 
Cada paso dado por los independentistas busca  su correspondiente reacción en el gobierno ya en funciones de Rajoy, deseando que éste pierda los nervios y de un paso en falso, tome la decisión equivocada, que acabe por precipitarlo todo. Mas, buen estratega, lo sabe bien, porque sabe que no se dan las condiciones para que Cataluña genere en la comunidad internacional los apoyos al proceso de que hoy carece.
El paso dado ayer por la coalición de Mas y la CUP no debe ser interpretado más que como un gesto, una provocación, si se quiere, pero sólo un gesto. Es como esas pataditas bajo la mesa que los niños traviesos dan a sus hermanos, buscando que estallen, respondan y se lleven la bronca de los mayores.
Es lo que buscan, enrarecer el ambiente, enervar al "adversario" y lograrlo cuanto antes. Tienen prisa. Y la tienen porque saben que el escenario ideal para sus propósitos tiene fecha de caducidad que no es otra que el 21 de diciembre, el día siguiente a las elecciones que pueden cambiar definitivamente el panorama de la política española.
Todos los nacionalismos tienen algo de martirologio y algo de épica. Pues bien, la épica que Más no tenía, sepultado en la basura del tres por ciento, con los jueces y la policía pisándoles los talones un día sí y otro también a su partido y sus amigos, se la está proporcionando la CUP, con su lenguaje aparentemente revolucionario, con sus soflamas y su invocación a la desobediencia, algo que quedó ayer patente en la resolución registrada en el Parlament, que está plagada de concesiones a quienes tienen los votos que a Más y los suyos les faltan para formar un gobierno que, por ahora, es incierto.
Los dirigentes de Junts pel sí saben que el roce hace el cariño y que, cuanto más tiempo y cuantas más iniciativas emprendan junto a la CUP, más fácil les será conseguir los votos que le permitan investir presidente a Mas o a quien sea. Por eso se esfuerzan en tener contentos a los diputados de esa candidatura radical y asamblearia que ya está modificando su discurso para, interpretando el sentido del voto de quienes apoyaron a Catalunya sí que es pot, lo suben con eufemismos al carro del proceso por la independencia.
Ya tienen coartada para poner en marcha el proceso, pese a que, sobre el papel, la mayoría de quienes votaron hace un mes en Cataluña no dieron su apoyo a la independencia, invalidando la hoja de ruta trazada por Mas y Junqueras. Pero la CUP sabe que no se va a ver en otra igual. Sabe que este tren al que se ha subido no volverá a pasar, si pasa, en mucho tiempo. Saben que nunca van a tener en sus manos tanto poder y poder del que no compromete.
Y, mientras tanto, el resto de partidos, los que no son el Junts pel sí, la CUP, el PP o Ciudadanos, que en este asunto está siendo más PP que el propio PP, en Cataluña y el resto de España, tienen un papel más que difícil , porque saben que a los mencionados les interesa la pelea en el barro, la que suaviza los perfiles más duros y esconde las marrullerías, esos a los que lo que menos les interesa es hablar de la pobreza, el paro, la sanidad, la vivienda y, en general, la brecha social. Esos que darían un brazo por que los electores acudiesen a las urnas como los hooligans van al partido, envueltos en la bufanda o en la bandera, que tanto da, cegados por mensajes tan simples como engañosos.
La propuesta registrada ayer en el Parlament de Catalunya no es una broma, no, pero tiene las alas cortas y la va a costar levantar el vuelo. Por eso necesita el viento de cara de la afrenta. Necesita que el Gobierno dé ese paso en falso que volvería a movilizar a sus seguidores y reforzase sus filas en el Parlamento de la Nación 
Lo que está pasando en Cataluña no es una broma, pero tampoco es tan apocalíptico como nos lo están pintando. Bastaría un poco de temple y otro tanto de generosidad para superarlo. Y, después, manos a la obra y a trabajar en lo que importa.


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martes, 27 de octubre de 2015

RAJOY: LA PRUEBA DE QUE DIOS NO EXISTE



Si me atrevo a hacer la afirmación que hago en el título es porque de pequeño me insistieron en la maldad de la mentira y en lo mucho que ofendían al niño Jesús y a su madre, la virgen las mentiras que nosotros, los niños de verdad, pudiéramos decir. Durante un tiempo lo creí y viví angustiado, pero,  después de comprobar que las puertas del infierno nos e abrieron a mi paso, después de haber comulgado por compromiso, sin haber pasado previamente por el trámite de la confesión, al no caer el rayo divino anunciado ni sentir el fuego eterno, me desengañe y me fui apartando de la única fe verdadera.
Bien es verdad que la iglesia, al menos la católica, es más que tolerante con la mentira. Incluso tiene establecida una categoría, la de "la mentira piadosa", que es algo así como el cajón de sastre en el que caben todas y cada una de las mentiras que de alguna manera tengan una causa justa o que es lo mismo, las que se puedan justificar. Bien es verdad que incluso esas, las que son como las pataditas al delantero hábil y escurridizo, deberían merecer una advertencia, una especie de tarjeta amarilla, acumulable además que pusiera fin a tanta marrullería.
Rajoy es de esos que, continuamente, adecuan la realidad a su conveniencia. Miente mucho y lo hace sin el menor asomo de rubor y más ahora que parece haberse entrenado para mantener el aplomo que no hace tanto le faltaba, cuando, como buen gallego y que me perdonen los gallegos, parecía verse obligado a abrirse trampillas como ese "salvo alguna cosa" por si, al final, se viese pillado en algún renuncio. Parece, como digo, que se ha entrenado y ya es capaz de decir con todo el aplomo todas las mentiras y verdades a medias que le fabrican.
Rajoy miente y miente mucho. Miente en lo grande y en lo pequeño, en lo privado y en lo público, Miente en el color de su pelo y en ese falso afecto que le obligan a mostrar cuando se ve rodeado por propios y extraños. Rajoy miente, incluso, cada vez que se ve obligado a mostrar alegría, por ejemplo en la celebración de sus propias victorias, porque se le ve azorado y torpe. A veces parece como su a Rajoy todo esto le importase un higo, como si dentro de él hubiera otro yo, más que rebelde, perezoso y acomodaticio al que no se puede molestar, ni mucho menos, se le pueden discutir las cosas, porque pasaría, sin solución de continuidad, de la placidez a la ira, como se pasa de la penumbra a la absoluta claridad, cuando se levanta una persiana en una sobremesa de verano.
Rajoy se puso ayer dos veces bajo los focos. Una, por la mañana, en la Moncloa, ante la prensa, tras el consejo de ministros ene l convocó las elecciones, La otra, a la noche, en un plato de la televisión que se ha encargado de desprestigiar en estos cuatro años, también a base de mentiras, sometiéndose a las preguntas grabadas y filtradas de doce ciudadanos que, por lo visto y oído, si tenían piedad y, por cierto, bastante.
Fue precisamente en ese plató donde reconoció que su peor enemigo era él. Y no me extraña que lo hiciese, porque por la mañana, en Moncloa, no sólo había mentido y maquillado la mayoría de las cifras, sino que, además, insultó gravemente a los centenares de miles de parados sin esperanza y sin subsidio, a las decenas de miles de jóvenes obligados a buscar en el extranjero el trabajo que no les da su "patria", a .os millares de trabajadores de la sanidad púbica puestos en la calle y los centenares de miles de pacientes afectados, a los niños deficientemente alimentados o en colegios indignos, a sus maestros despedidos, a sus padres, a sus abuelos desprotegidos, a los autónomos toreados una y otra vez y a los refugiados e inmigrantes que España, como cualquier otro país decente, está obligado a acoger y proteger… los insultó y los ofendió gravemente cuando dijo que había sacado a este país de la crisis, cosa más que dudosa, porque los países no están hechos de empresas sino de ciudadanos, sin haber dejado a nadie en el borde del camino.
Por eso digo que Rajoy es la prueba de que dios no existe, porque, si existiese, un rayo divino, la ira de dios, le hubiese fulminado para alivio y ejemplo de quienes le padecemos.


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lunes, 26 de octubre de 2015

SI MAS AMASE A CATALUÑA



Si Mas amase a Cataluña, si, de verdad, quisiese a esa Cataluña independiente que ahora predica más de lo que se quiere a si mismo, se iría a casa y dejaría de ser dejaría de ser el gran problema para dar los primeros oasis hacia ese "proceso" de independencia que dice pilotar. Si Mas no se quisiese tanto como se quiere, si no temiese quedar para la Historia como el responsable del saqueo de los bolsillos de los catalanes en los tiempos más duros para Cataluña, si no fuese un Mariano Rajoy con más labia y mejores maneras, ya se hubiese quitado de en medio.
Más está sentado sobre un barril de pólvora al que ya le han prendido la mecha y, como es demasiado ambicioso y es mucho lo que tiene detrás, prefiere seguir sentado sobre el explosivo, como si, con su culo y con su aplomo, pudiese contener la deflagración que se les viene encima. Pero no, Más se ama a sí mismo y a su empresa-partido o su partido-empresa, que tanto da una cosa como la otra más que a Cataluña. Tanto es así, que, mientras tuvo con qué negociar con "Madrid", fuesen los socialistas o los populares los inquilinos, mientras tuvo en su mano que la fiscalía mirase para otro lado cuando el tufo de los negocios de los Pujol, si es que eran realmente de los Pujol, mientras los gobiernos de la nación, fuesen de un color o del otro, necesitaron del cambalache de votos y apoyo por transferencias y/o silencio, Artur Mas no cayó en la cuenta de su desaforado y apasionado amor por una Cataluña independiente. 
Ni siquiera en los primeros momentos de esta legislatura nacional que está a punto de expirar dejó de intentarlo. lo malo fue que tuvo enfrente un PP crecido y torpe, incapaz de calibrar los peligros de abandonar la sana costumbre de trapichear, pero Rajoy, extinguido el incendio del terrorismo etarra amortiguados los deseos de venganza y el odio aeterno contra etarras y allegados que tanto agitaba la prensa más dócil, especialmente de Madrid, es verdad, creyó torpemente que, si necesitaba inventarse un enemigo del mismo tamaño, que atrayese ese voto montaraz y bronquista que tantas mayorías le dio a su partido, el candidato ideal ere Cataluña a la que dejó de escuchar, con la que dejo de verse y negociar, al tiempo que el uso marrullero que de la Agencia Tributaria, Montoro ha hecho como nadie insinuó lo que todos sabían y forzó a Pujol a mostrar sus vergüenzas, en público, al tiempo que la fontanería de Moncloa soltaba la lengua de una novia despechada del mayor de los Pujol Ferrusola.
Todo se revolvió, la olla se puso a hervir y Mas debilitado y con perspectivas electorales de lo más negro, decidió, con el apoyo de ERC,  convertir la independencia de Cataluña en el único tema de su gobierno, acallando los efectos de los recortes y todos y cada uno de los escándalos que todas y cada una de las investigaciones judiciales iban sacando a la luz.
Para Más dejó de haber retaguardia y se blindó, envuelto en la bandera, en la mística nacionalista, uniendo su destino al de esa Cataluña independiente que el veintisiete de septiembre se le resistió, alejándole de ese refugio que buscaba en su despacho del Palacio de la Generalitat. Ahora, además, después de todo lo que sabemos del 3%, que Mas repita como presidente se ha convertido en toda una quimera, porque difícilmente un presidente con la mandíbula de cristal será la mejor opción para conducir el proceso a la independencia y menos con una hipoteca como sería el apoyo, hoy por hoy imposible de las CUP.
Si Mas realmente amase a esa Cataluña independiente que no hace tanto ha descubierto, se marcharía, dejaría el camino libre de obstáculos y asumiría sus culpas para facilitar un gobierno que hoy por hoy es imposible y más cuando su empecinamiento en ser el candidato a la presidencia llevaría a unas nuevas elecciones que ya no arrojarían el resultado de hace un mes que, a mi modo de ver, fue el mejor que nunca alcanzarán los independentistas.
Si, como dice, Mas amase a Cataluña se iría  a casa y pasaría a la Historia como otro Moisés que nunca entró en la Tierra Prometida, lo malo y lo que teme es que, visto lo visto, podría acabar no en la Tierra Prometida, sino en otro lugar bastante peor.


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viernes, 23 de octubre de 2015

¡VIVA MARIANO!



He de confesaros que escuchando los discursos de los invitados de Mariano Rajoy a su "fin de fiesta" me ha costado sacar de mi cabeza los uniformes y los correajes que tanto hicieron sufrir a Europa y a los europeos hace tres cuartos de siglo. Cuesta no reconocer en Viktor Orban o en la misma Angela Merkel el discurso xenófobo de los totalitarismos del pasado sigo, como también es difícil no evocar las maneras de Mussolini en los modos de Berlusconi.
Es lo que hay, parece que la derecha europea, cansada de disimular, hasta de esconder sus garras bajo la piel de cordero, ha decidido olvidar, no ya al socialista Olof Palme, sino al mismo Helmut  Kohl, para lanzarse a tumba abierta, la tumba de otros, claro, por la pendiente del capitalismo más salvaje y la insolidaridad más explícita.
La prensa afín, que es casi toda, nos ha "vendido" lo de ayer en Madrid, ese congreso del Partido Popular Europeo como una especie de homenaje a Rajoy, pero, en realidad, no es más que un acto de autoafirmación y defensa de su política de estos años, la más cruel de las políticas, ejecutada a mayor gloria de las grandes empresas, las que pagan menos impuestos que los pensionistas, despiden a sus trabajadores expertos para cambiarlos por robots o por mano de obra temporal y mal pagada y, por si fuera poco, juegan con nuestra salud, saltándose a la pata coja y con la ayuda de sus gobiernos, que son los nuestros,  los controles que deberían velar por ella.
La reunión de ayer bien podría considerarse el acta de defunción, el fin de fiesta del añorado Estado de Bienestar con el que las democracias occidentales sedujeron a las clases obreras u medias para no dejarles caer en las garras del socialismo impuesto en los países del Este. Como en los matrimonios gastados, esa seducción, ese disimulo ya no son necesarios y la única opción es conformarse o, en todo caso, el divorcio tras el que nos pintan las tinieblas del caos y la miseria, como si no estuviésemos ya en ellas.
Lo de ayer en Madrid, con una Merkel hablando sin ambages de expulsar de Alemania, y de Europa, a los inmigrantes económicos, para acoger a los refugiados, a ser posible sirios y bien preparados, como si el hambre, la miseria y la falta de esperanza no fuesen también una forma de violencia. Y se reafirman en ello diciendo que elegir el país en que vivir no es un derecho humano o aplaudiendo al fascista Orban cuando afirma que los refugiados que apalea vienen como un ejército en el que no sólo hay refugiados, sino también inmigrantes económicos, a los que no se les puede dar el estilo de vida húngaro o austriaco, junto a los que, según el díscolo dirigente húngaro, hay también combatientes extranjeros.
Qué lejos queda ese lenguaje del acta fundacional europea o cualquiera de sus tratados. Cuánto se parece a las arengas de Múnich o Núremberg, con las que Adolf Hitler se hizo con la voluntad de un pueblo alemán castigado con las consecuencias de la guerra en la que, apenas hacía quince años, el káiser había embarcado a Europa.
Y en medio de todo ese lenguaje xenófobo, ultraliberal y a veces fascista, los cariños a "Mariano", ahora en horas bajas, pero el más servil de los ejecutores de la política austericida impuesta desde Bruselas y Berlín. Vivas a Mariano por su equívoco logro de haber creado un millón de puestos de trabajo ¿dónde y cómo? en un país, en el que los ciudadanos se sienten hoy más pobres, más tristes y con menos esperanzas que hace cuatro años. Y lo gritan quienes han guiado desde sus despachos la mano "firme" de su más seguro servidor, lo gritan quienes quieren enrocar a Rajoy en España, porque tienen miedo de que la izquierda se haga con los gobiernos del sur de Europa. Espero que lesos españoles, a la hora de votar, tengan muy presente quiénes y por qué han gritado ese ¡Viva Mariano!

jueves, 22 de octubre de 2015

CAZA MAYOR



Me ha costado decidir el título de esta entrada. Pensaba haberla titulado "La escopeta nacional", en honor del añorado Luis García Berlanga, pero, al final, he optado por parafrasear al  propio Artur Mas, para no herir susceptibilidades nacionalistas. He tenido dudas respecto al título, pero no en el homenaje a Berlanga, porque, en esta ocasión, la operación emprendida por la Guardia Civil bajo las órdenes del juez de El Vendrell ha llevado a los calabozos a once réplicas de  aquel Jaume Canivell, el inolvidable personaje encarnado por Saza, catalán como él y mitad víctima llena de ternura, mitad miserable que paga de su bolsillo una montería para tener a tiro y así poder acosar a ministros y otros personajes influyentes y así colocar los porteros automáticos que fabrica en urbanizaciones de nueva construcción.
La película, de 1978, pero situada seis años antes, tiene casi cuarenta años y, sin embargo, refleja a la perfección las corruptelas que, quieren hacernos creer que inevitablemente, se dan entre empresarios y administración. Bien es verdad que hoy no son necesarias las monterías ni el calvario por el que pasa el pobre Canivell. Hoy los modos son mucho menos sutiles pero, quién lo duda, más eficaces. Hoy hay establecida una excelente red de cobradores y unas tarifas fijas que facilitan el cálculo de los sobrecostes de las adjudicaciones. Bien es verdad que, entonces, al no existir los partidos políticos, el "unte" iba directamente a quien tomaba la decisión, todo lo más, algo se quedaba en los bolsillos de la familia del "caudillo". Hoy, parece que la generosidad empresarial es para los partidos políticos y que, a falta de yernos, hermanos y cuñados del sátrapa de El Pardo, algo se queda en los bolsillos y en las cuentas en paraísos fiscales de tesoreros y conseguidores de las tramas recaudadoras.
Dijo ayer el inefable Artur Mas, una especie de Juana de Arco, ni virgen ni santa, que él y su partido son objeto de caza, se supone que de eso que acostumbran llamar "Madrid" y se supone que por su patriotismo y por sus grandes avances en el proceso que lleva a la independencia de Cataluña. Nada que no hayamos visto antes, porque no fueron muy distintas las reacciones del "curita" Camps o la dirección nacional del PP a propósito de Bárcenas, antes de perderle la fe y el silencio. Cuando se pilla a un partido con las manos en la masa, todo se vuelve cacería o causa general. Y es así, porque, en el fondo, Más Rajoy, Cospedal o quien sea, están convencidos de que lo hecho, lo descubierto por los jueces, se ha hecho por el bien del país. Claro está que existe entre ellos una cierta tendencia a confundir los intereses del país con los propios y no es necesario decir que estos partidos necesitan de ese dinero sin olor ni color para marcar las diferencias, acrecentar la desigualdad, con otros partidos menos  elegantes, menos patriotas, con intereses más bajos que los suyos, dispuestos siempre a poner por delante, de la patria y su destino a la gente y sus problema
Habla Mas de caza y no hago sino pensar en todas esas comisiones que, como perdices abatidas y amontonadas, en esa gran cacería de mordidas en que algunos se empeñan en convertir lo público. Se siente víctima el president y, por el contrario, las víctimas son quienes cumplen religiosamente con sus obligaciones fiscales, sin saber que una parte de lo que paga va a parar a las arcas de un partido al que quizá nunca ha votado ni votará o a los bolsillos de algunos de sus dirigentes o sus familias.
No sé por qué Mas interpreta el papel de sorprendido o indignado, porque sabe bien que ese tres por ciento que parece perseguirle -precisamente un porcentaje es lo que le faltó para ganar su plebiscito- es el mismo que Maragall le escupió en la cara en el Parlament de Catalunya hace unos años. En aquella ocasión, CiU era necesaria para resolver la geometría variable que necesitaba Zapatero para sacar adelante su legislatura, Maragall fue obligado a rectificar y la recaudación siguió adelante. Ayer, gracias a la denuncia de una insobornable concejal de ERC de Torredembarra y a la tenacidad de un joven juez de El Vendrell, la necesaria cacería siguió adelante, cobrándose piezas tan señaladas como el presuntamente corrupto tesorero de Convergencia, el también presuntamente corrupto alto cargo de la Generalitat encargado de adjudicar la obra pública y, ya era hora, once empresarios presuntamente corruptores. Caza mayor.

miércoles, 21 de octubre de 2015

ADIÓS, SEÑOR RAJOY, ADIÓS



Adiós, señor Rajoy, adiós. Se nos va el peor presidente que ha tenido la democracia española, peor incluso que el ya casi olvidado Leopoldo Calvo Sotelo. Se va y, como nadie mejor que usted para saberlo, está ya, ahora mismo, de retirada, una retirada nada honrosa, para la que se reserva alguna que otra inauguración y algún que otro "honor"  internacional destinados, permítame decirle que sin éxito, a poner un broche sólo "dorado" así lo dijo ayer en un acto fallido su portavoz en el Congreso, Rafael Hernando a tan horrible legislatura.
Se va usted, señor Rajoy, y, conociéndole, me cuesta trabajo creer que entre en sus cálculos y en los de su partido presentarse de nuevo a las elecciones. Me cuesta creerlo, porque se le ve cansado, nunca ha sido usted muy trabajador, yo diría que hasta enfermo, desganado, desorientado, incapaz de  decir dos frases coherentes, como si compareciese atiborrado de pastillas, balbuceando tautologías que, por no tener, no tienen ni gracia, recordándonos, ayer mismo lo hizo, que el tiempo es pasado, presente y futuro y que en el futuro es donde vamos a pasar el resto de nuestras vidas.
No es usted serio, señor Rajoy, y no lo ha sido nunca. Lo demostró aquella funesta tarde en que, después de acceder al rescate de las cajas, pagado en un importante recorte de nuestro estado de bienestar y miles de despidos, se plantó en Polonia, para ver desde el palco de autoridades el debut, ni siquiera una final, de la selección española de fútbol en la pasada Eurocopa. Y ese fue sólo el amargo apetitivo de lo que iba a ser su mandato, porque lo que acababa de hacer y aún estamos pagando, fue saldar las cuentas de esa cueva de Alí Babá en que se habían convertido nuestras cajas, en mano de personajes sin vergüenza, o sea, sinvergüenzas, aunque con carné de su partido o los que hiciera falta.
Bastantes españoles, creo que unos once millones, tuvieron el poco tino de poner en manos de este tan nefasto personaje un poder tal, que no ha habido otro en España, y que espero que, con la lección aprendida, no vuelva a haberlo, porque, con su voto, muchas veces cargado de rabia, pusieron en manos del PP, el congreso y el gobierno de la nación, sino que, lo complementaron de sobra con el de ayuntamientos y comunidades autónomas, el caldo imprescindible para la sopa de corrupción en la que estamos viviendo desde hace años.
Rajoy se va, no tengáis duda, y se va porque no creo que su partido vuelva a confiar en quien, con tales mayorías está, en una sola legislatura y según las encuestas, al borde del peor resultado del PP en unas elecciones, por debajo ya del suelo del treinta por ciento. Un resultado que, ni en el peor de sus sueños, podrían contemplar quienes desde tras las bambalinas manejas éste, como cualquier otro partido.
La prueba de Rajoy se va está en que muchos de los suyos le están perdiendo el miedo y, sobre todo, el respeto. Sus ministros se permiten ya sacarse las uñas sin el menor recato, algunos diputados se van sin esperar siquiera si entran en alguno de los puestos de improbable salida en las listas del partido y, sobre todo, los correveidiles de la prensa que tan útiles y fieles le han sido se quitan ya, deprisa y corriendo, el uniforme al que han servido.
Todos saben que el tiempo de Rajoy es ya, como el mismo diría, pasado y todos, salvo el faltón de Rafael Hernando, corren a cambiar de posición. Él no. El, como otros que tienen demasiado pasado, y no siempre limpio, junto a Rajoy, se quedarán hasta el final para cerrar las escotillas del barco en medio del temporal y, si conviene, atar el timón con rumbo al desastre. Pero, como digo, no creo que Rajoy repita. Huele demasiado a cadáver, tiene demasiado pasado y lo tiene malo. El recambio podría ser su vicepresidenta, la más lista de la clase, que ya se pasea por los platós que dan votos y quitan pecados, pero nunca con esperanzas de gobernar, porque, aunque ganara las elecciones, cosa difícil ya, no podría formar gobierno, porque, ante un apestado como el PP, es más fácil que se unan sus adversarios, todos, que que alguien acceda a hacerse la foto con él. No tienen más que mirar a la vecina Portugal, tan lejos y tan cerca como siempre.
Hoy mismo, las cabeza de la derecha europea se han dado cita en Madrid para dar su apoyo a un personaje, Rajoy, cuya política se ha convertido en una de las más antisociales de la Unión Europea y que, en el tema de los refugiados se alinea, además, con la de los fascistoides países del Este. Algo que, en mi opinión, no le servirá de nada. Y es que el sur de Europa está girando a la izquierda y el prestigio que podía tener Merkel se está perdiendo entre el humo de los Volkswagen.
No lo dude, señor Rajoy. Su tiempo se ha acabado. Se va y ni siquiera se ira a un retiro glorioso, porque quién va a querer escuchar a alguien tan incoherente, vago y disperso como usted. Adiós, señor Rajoy, adiós, que le vaya bien, a nosotros, sin usted, seguro que, si no bien, sí nos irá mejor.


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martes, 20 de octubre de 2015

¿QUÉ HACEMOS CON LA IGLESIA?


La pregunta que me hago en el título de esta entrada es en sí una paradoja, porque, desde hace siglos, lo que ha importado e importa es lo que la iglesia (católica) he hecho y hace con nosotros. Y es que éste es un asunto que, a dos meses de las elecciones, como siempre, vuelve a asomar entre las propuestas, sólo algunas realmente novedosas, con las que los partidos nos piden su voto en las urnas.
Soy de los que piensan que la de resolver de una vez por todas la definición del Estado frente a la iglesia católica es, después de cuarenta años, la gran asignatura pendiente de la democracia española, porque lo de la aconfesionalidad del estado es una patraña tan patraña como la del apoliticismo que, digan lo que digan quienes a él se acogen, siempre es de derechas.
No puede ser que, en pleno siglo XXI, uno tenga que advertir a su familia que no quiere un funeral católico, porque lo del cura viene "por defecto" y porque todavía hay demasiada gente que cree que negarse a la misa o al responso es significarse. Y siempre que uno se significa, piensan las madres de una cierta edad, es para mal.
No puede ser que, cuando se produce una tragedia, cualquiera, que afecte a más de un ciudadano y requiera de un funeral de Estado, la opción por defecto sea otra vez el cura, incluso ahora que aparte de agnósticos y ateos, como yo, hay judíos, musulmanes y otros cristianos no católicos  entre los fallecidos. No puede ser que los curas que los ofician, crecidos ante la asistencia, consideren que todos los presentes somos sus hermanos y tan buenos cristianos como para dar por bueno todo lo que dicen ni, mucho menos, para que deduzcan que nos alegramos porque el finado está ya "con dio en el paraíso.
Soy de lo que, en las bodas, acompaño a los novios en la entrada a la iglesia y les recibo a la salida, pero, durante la ceremonia, prefiero un café, una caña o, simplemente, una conversación en un banco cercano, algo que no cabe en el funeral, porque el acompañamiento sólo es posible en el propio funeral. No hace mucho me sentí así, incluido por un cura "con oficio" y sin cintura alguna en un grupo al que no pertenezco y que, lo reconozco, rechazo. Pero, cuando me quejo, siempre me dicen que no hay mala intención y que, al fin y al cabo, es la tradición.
Eso es lo malo que se nos dice que España es un país tradicionalmente católico, en el que, hasta hace poco, bodas, bautizos y comuniones marcaban la vida social de los ciudadanos, en el que la religión y no la ética o la mejor manera de ser ciudadano, "formaban" a los niños para ser "buenos cristianos" y no "buenos ciudadanos", un país en el que la enseñanza previa a la universidad está mayoritariamente en manos de instituciones religiosas que gozan de subvenciones, cesiones de terrenos y cualquier otra facilidad por parte del Estado, gracias a lo cual, algunas de estas instituciones, por lo general órdenes religiosas, han construido verdaderos imperios económicos, desde los que, de paso, especulan con sus terrenos.
No puede ser que en pleno  siglo XXI la iglesia católica, no sólo esté operando su "negocio"" desde locales que no pagan el obligatorio IBI que pagamos cualquier "cristiano", no puede ser que, además, estén registrando a su nombre la propiedad de cualquier edificio, erigido con los fondos de cuantos ciudadanos que, voluntariamente o no, con conocimiento o no, han contribuido, en terrenos cedidos, por lo general, por los municipios.
No puede ser que la iglesia, sostenida con fondos públicos, se revuelva cuando le conviene contra la mano que le da el pan y se permita interferir en las leyes que los ciudadanos se dan a los ciudadanos. No puede ser que la iglesia se meta en las vidas de los ciudadanos, especialmente en sus camas, para decirles lo que deben y no deben hacer. No puede ser que, a la hora de perseguir la pederastia y otros delitos parecidos, la iglesia se convierta en un obstáculo, a veces insalvable.
No puede ser que todo eso ocurra en un país europeo en el año 2015. Por ello debe quedar muy claro, y hay que exigirles un compromiso sobre ello, lo que los partidos están dispuestos a hacer para alejar definitivamente la iglesia (católica) del Estado. Y que conste que, como en la vieja polémica de las corridas de toros, bastaría con dejar de subvencionarla para que alcanzase su verdadero tamaño e influencia, sostenida sólo por los fieles.
Por eso es importante que, a la hora de votar, sepamos que queremos hacer con la iglesia, que los partidos, y no sólo el PSOE que una vez más dice estar comprometido con el laicismo, no sólo contemplen esa necesaria ley de laicidad en sus programas, sino que, además, cumplan de una vez esas promesas. Ojalá esta vez sepamos, de una vez por todas, qué hacer con la iglesia.


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lunes, 19 de octubre de 2015

PARA QUÉ SIRVEN LOS PARTIDOS




Cuando hace cuarenta años, con el cuerpo del dictador aún caliente y como ciudadano de un país que despertaba, pensaba en partidos políticos, lo hacía lleno de ilusión y con la esperanza de que llegasen a ser el instrumento que transformase mi país para acercarlo a lo que, apenas dos años antes había podido sentir al otro lado de la frontera.
Los partidos, con todas las limitaciones y cautelas que el "viejo régimen" y los poderes fácticos les impusieron, fueron capaces de ilusionar a este país que arriesgó en la apuesta y se reveló mucho más abierto y progresista de lo que nos habían hecho creer la televisión, el NODO y la mayor parte de la prensa. Luego, sin saber por qué, como parece que ocurre siempre el roce del poder que elegimos con el poder de los de siempre nos llevó a la desilusión en la que vivimos.
Si me hubiesen dicho en aquel entonces que me vería como me veo, desconfiando como desconfío de casi todos los partidos, que vería a la mayor parte de sus líderes como los veo, tan lejanos de la gente a la que piden su voto, tan pendientes del IBEX y tan poco de los comedores sociales y los bancos de alimentos, lo más probable es que eme encarase con quien me lo decía y le tildase de reaccionario o derrotista. Y, si me hubiesen dicho que aquellos en quienes creía después de haber cumplido algunas de sus promesas, darían marcha atrás desmantelando lo logrado, por ejemplo, en derechos laborales o enseñanza, entonces me hubiese echado a llorar. Pues bien, querámoslo o no, es eso lo que tenemos y es ese el panorama con el que tendremos que enfrentaremos de aquí a nueve semanas.
Sería bueno que, el 20 de diciembre, cuando tengamos que elegir la papeleta que vamos a meter en la urna, repasemos lo que los partidos han hecho o piensan hacer por nosotros y lo que ya han hecho por ellos mismos. Si lo hacemos, si desfilan ante  nosotros todos esos culos, tan bien sentados y asentados en tantos y tan jugosos consejos de administración y lo hacen mientras vemos familias con niños que se quedan sin agua, luz o calefacción, porque no pueden pagarlo, si vemos lo bien que les va a los colegios concertados, mientras que los públicos, con presupuestos a la baja, se van llenando de niños con dificultades, si vemos lo bien que les va a las muchas veces innecesarias universidades privadas, mientras que las públicas, en las que, a trancas y barrancas, como ocurría en el franquismo, quienes no pueden pagar la matrícula en una privada aprueban las asignaturas pendientes de una beca que no llega a tiempo o trabajando en "lo que sale".
Los partidos, nuestros partidos, han consentido si no han diseñado, todo esto, traicionando, so sólo su programa, sino su propio ideario. Los partidos se han llenado de personajes  que están más pendientes de "lo suyo" que del bien común, se han llenado de garrapatas y sanguijuelas a las que lo único que les preocupa es cuánto y cómo pueden sacar para sus amigos, gente miserable que algunas veces dan con sus huesos en la cárcel, pero que, las más, salen indemnes, gente que, a cambio de un escaño o un trabajo, ven, oyen y callan. Gente, también, que avergonzaría a sus compañeros de entonces y de ahora si se supiese de qué van.
Los partidos, por desgracia, sirven o se pretende que sirvan, al menos, para ganar elecciones, para conquistar cuotas de poder que, las más de las veces, utilizan en beneficio propio. Los partidos, en la mayoría de los casos, se gestionan como empresas que reparten canonjías y beneficios a propios y extraños, siempre que reviertan parte de lo repartido. No hay más que ver la trayectoria del PP que, cada día y hoy no es una excepción, nos regala, al menos en Madrid, un nuevo pufo en el entorno de Esperanza Aguirre. Mal asunto para ellos, si el poder se aleja, porque, lo estamos, con el declive y la decadencia, vienen las deserciones y traiciones, porque muchos de los leales sólo lo han sido y lo son mientras quede algo que repartir 
Pero no sólo se gestionan como empresas, también se gestionan como productos, como un producto que nace para concurrir con él a las elecciones, adornándose con caras nuevas y atractivas en el envase, mintiendo sobre el contenido, que, una vez conocidos los resultados seguirá relegado al interior del paquete, como les ocurre a la mayoría de los militantes y a las esperanzas de sus votantes.
Ya sé que los partidos sirven para algo más y que no toso los partidos son así. Y es precisamente por eso por lo que yo y otros como yo seguimos confiando en que algún día llegue al poder alguno que sirva para algo más.



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viernes, 16 de octubre de 2015

EUTANASIA A LA JUSTICIA


Todos sabemos de la aversión que tiene el Partido Popular a la práctica de la eutanasia o el aborto. Para ellos, sea cual sea la razón que motive una u otra intervención sobre la vida, dejar que ésta se acabe, aunque, claro está, siempre están dispuestos a hacer las excepciones pertinentes si es que el resultado les conviene.
Esa que el PP  reconoce como una de sus características no es en absoluto la única. También lo es la de hacer gala de un egoísmo supino que les lleva a perjudicar a la mayoría de los ciudadanos, a la sociedad, si es que el resultado les beneficia, algo que hemos podido comprobar y sufrir en nuestras carnes cada vez que los populares han llegado al poder, especialmente en estos cuatro años con Rajoy en La Moncloa.
Pues bien, en el asunto del que hoy os hablo, ambas características la del egoísmo,  la de ese "ahí se pudran" la sociedad y el bien común, si con ello sacamos algo "nosotros o nuestros amigos" entraría en una aparente contradicción con su aversión a la eutanasia, porque, para su propio beneficio y el de sus amigos, el gobierno ha decidido aplicar, con su reforma de la ley de enjuiciamiento criminal,  el aborto y la eutanasia metafóricos a la mayoría de los casos que atascan los tribunales, estableciendo plazos imposibles de cumplir, para llevar los asuntos a juicio, aunque queden instruidos a medias o dejen a las acusaciones desnudas de pruebas ante el tribunal.
Lo que persiguen con esta reforma es la muerte por inanición de asuntos como el caso Bárcenas o la el de la trama Gürtel, tan complejos que de lo que más precisan es de tiempo para abrir y concluir las diligencias que jueces y fiscales estimen oportunas. Y lo hacen fijando, unos plazos inasumibles sin que, al menos, se dote a los juzgados del personal y los medios que serían precisos, no ya para asumir las nuevas exigencias, sino para cumplir con las vigentes antes de la aprobación de la ley.
Como señalaban esta mañana en la Cadena SER, nada sabríamos hoy de las cuentas de Bárcenas en Suiza  de los tejemanejes de Rato ni, mucho menos, de la financiación ilegal del PP mediante la red Gürtel o la mafia que operaba en torno a Francisco Granados. Nada se podría investigar a fondo, porque, como en el viejo concurso de televisión, sonaría la sirena antes de encontrar las respuestas acertadas a las preguntas que se van planteando en la instrucción de cualquier caso judicial,
Lo que en cierto modo pretende el PP es enterrar, entre centenares de casos inconclusos, los que le afectan directamente. Una estrategia parecida a la de  algunos asesinos que esconden su cromen rodeándolo de otros que nada tienen que ver con el que a él le interesa, para no parecer sospechoso de obstruir la justicia ante la sociedad.
Esta nueva estrategia, la de la reforma restrictiva de la Ley de Enjuiciamiento Criminal conducida por ese ministro con cara de empollón simpático que es Rafael Catalá, es continuación de otra anterior, la ya neutralizada por los jueces de actuar como topos, personándose en las causas para torpedearlas y maestralizarlas con el único fin de conseguir la prescripción de los delitos perseguidos en ellas.
Ahora el PP, que con tanto ahínco se ha opuesto y se opone al aborto y la eutanasia, parece empeñado en aplicarlos, aunque sea metafóricamente, en los juzgados, haciendo inviables o matando por inanición los casos en los que, de ningún modo, querría verse ante el juez.


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jueves, 15 de octubre de 2015

HORTERAS CON DINERO


No es que me disgusten los ridículos en que cae una y otra vez el PP, es más, me complacen. Sin embargo, a cada nueva patochada que les descubro, crece en mí el resquemor por el poco respeto que demuestran tenernos, si, como parece, pretenden engatusarnos con tan burdas y tan falsas obviedades.
Con lo de ayer, inefable por cierto, más de un ministro, diputado o, simplemente, militante que sólo horas antes se hubiese sentido incómodo o irritado por las palabras de Montoro, acusándoles en una entrevista en EL MUNDO de avergonzarse por pertenecer al partido, habrá tenido que reconocer que sí, que un poco de vergüenza sí da pertenecer a ese club de "señoritos, miopes y engreídos, a los que nada les importa ofender la inteligencia de aquellos a los que se supone deberían servir.
Cuando me enteré de la existencia del video y de su contenido, aún sin haberlo visto, me hacía cruces porque no era capaz de imaginar tamaña torpeza. Usar una metáfora tan burda, precisamente a costa de uno de los sectores, la Sanidad, que se han visto más castigados por el paso del Partido Popular por el poder. 
Hace falta tener descaro y poca o ninguna sensibilidad para con los ciudadanos, para basar tan burdo panfleto en una metáfora que no puede verse sino como un escarnio a costa de un sector  que, desde que gobierna el PP,  ha expulsado de su seno a decenas de miles de profesionales y beneficiarios. Y no sólo eso hay que ser torpe para, en tiempos de redes y YouTube, plagiar con tanto descaro un video usado en una campaña electoral de la República Dominicana hace  ocho años. Sólo espero que, a los autores del original les llegue el eco del plagio y planteen a los creadores del "nuestro" la demanda por plagio que se merecen.
Hace falta, también, tener descaro para presentar un acto partidista en el hall del Congreso, un acto, la presentación del video de marras, que, sin el menor rubor retransmitió en directo el canal 24 Horas, un canal de RTVE que pagamos todos. Un acto para el que la sede de la soberanía popular se vio convertido en algo así como los espacios comunitarios que, en los bloques de viviendas pijas, se usan para cumpleaños y guateques.
 Y qué decir del plano final del rostro de la presunta paciente ¿Hacía falta ser tan obvios? Está claro que en ese partido y con ese presidente no queda espacio para las sutilezas. Seguro que a más de uno de los genios que contrataron y crearon el spot les pareció que a quienes lo viesen se les iba a escapar que la paciente era España y, por eso, le pintarrajearon la cara a la pobre, dejándola como el ala de un avión de combate.
Está claro que, al menos en gustos y sutilezas, el PP sigue siendo el partido de Grabados, Camps y la Gürtel, el partido de caciques y tratantes de ganado, el partido que todo lo soluciona con dinero, con fajos de billetes mal contados dentro de un coche, dinero oscuro, negro, que pasa de mano en mano que se cobra por favores a terceros, dinero que las agencias de publicidad, los constructores de los escenarios, los contratistas de la música y el sonido recuperan en generosas contratas y exclusivos contratos lo que "pierden" haciendo "precio" al partido en sus asuntos de campaña, dejándolo muy por debajo de  las tarifas de mercado, para que la gallina de los huevos de oro pase los controles y no supere el tope de gastos que la ley exige, es un decir, en campaña.
El video de la pobre España moribunda o el botón en que han convertido el logo del partido es una prueba de lo que ha sido el PP durante tanto tiempo, un hortera con dinero, con mucho dinero. Y no hay nada más peligroso que un hortera con dinero, porque, la primera gilipollez que se los ocurre, van y la hacen.


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miércoles, 14 de octubre de 2015

DESCONFIAR DE LA JUSTICIA



Es lo que tiene la calle, una vez que sales del despacho, aunque sólo sea unos minutos, y bajas a ella y te sumas a la gente que tú mismo has convocado, para quejarte y reivindicar las injusticias que el Estado opresor al servicio del Borbón comete con tu gente, al verte allí , cantando con ellos, entre banderas, consignas y puños en alto, te sientes mucho más realizado, mucho más que todos aquellos pobres diablos, como tú pero todos los días, se quejan ante los juzgados porque les han quitado los ahorros de toda la vida, la vivienda o la salud o porque, por hacer algo parecido, aunque sin la cobertura que otorga ocupar un despacho en un gobierno les han impuesto multas y penas exageradas por manifestarse junto a la verja de un parlamento.
Salvando las distancias, deben sentirse como aquellos paniaguados, alcaldes y jefes locales de no sé qué movimiento que periódicamente se concentraban a toque de corneta en la Plaza de Oriente de Madrid para premiar con su apoyo y consuelo al dictador, abrumado por el repudio internacional a su crueldad. No es lo mismo, insisto, pero se parece, porque lo de ayer en Barcelona no deja de ser una sobreactuación ante algo que, lo saben bien, no pasará del mero trámite de la declaración ante el juez por unas diligencias que nunca debieron abrirse y que, con seguridad, se cerrarán después de que Mas pase por el juzgado.
Lo de ayer, convocado desde el gobierno catalán y sus entidades asociadas se parece también a aquel bloqueo de la entrada del Parque de la Ciudadela que, convocado por la gente del 15-M, obligó a más de un diputado a llegar en helicóptero al Parlamento. La diferencia es que por aquel entonces no hubo chaquetas ni corbatas y que los mossos estaban del otro lado y repartiendo estopa. Por lo demás, fue un baño de multitudes, una subidón de adrenalina a la hora de los cánticos y la consiguiente renta que, a la hora de los nacionalismos, produce siempre el martirio.
Todo lo anterior no demuestra más que la torpeza de un gobierno, el de la nación, que se empeña en combatir con autoritarismo los legítimos deseos de los catalanes de ser consultados sobre su futuro. Torpeza relativa, porque, insisto una vez más, lo que pretenden Rajoy y los suyos es rentabilizar en las urnas los pisotones que una y otra vez dan en el callo nacionalista como, no hace tanto, hacían hurgando en la herida del terrorismo, una mala práctica, porque, en este caso, el enconamiento contra Más y los suyos está insuflándole el aliento que pareció faltarle tras la noche electoral en su camino a la reelección.
Y no sólo eso. Además, el  gobierno de Rajoy está consiguiendo con aquella terca decisión de llevar a Mas a los tribunales, que el tedioso proceso y el desgaste que supone la negociación de la presidencia con las CUP quede en un segundo plano y mucho más inclinado a favor del actual president. Algo que el dimitido Torres Dulce debió ver claro, dada la poca consistencia de la pretendida acusación y que acabará en el archivo y, por qué no decirlo, en el ridículo de su sucesor, cuando los jueces se vean obligados a sobreseer la causa.
Al final, unos y otros habrán conseguido poner en evidencia lo único que nos queda, Montesquieu, porque, cuando se pone en cuestión la rectitud de la justicia una vez, se pone todas. Y lo ha hecho la Generalitat por pura estrategia, olvidando quizá todo el peso que siempre ha tenido el partido que la sustentaba, CiU, en el nombramiento de magistrados y miembros del Consejo General del Poder Judicial, una situación que lleva a la paradoja de que en el duro comunicado de protesta del Consejo por los acontecimientos de ayer, el mismo que se queja presión y falta de respeto a la independencia de los jueces no fue firmado por tres consejeros, entre ellos, Roser Bach, esposa del conseller de justicia catalán.
Visto así, quizá tengan razón quienes protestaban ayer para desconfiar de la Justicia.


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martes, 13 de octubre de 2015

PABLUFF IGLESIAS



Reconozco que soy de los que se lo encontraron ya de eurodiputado, cabalgando de tele en tele su triunfo en las europeas. Y reconozco que ese fue su gran mérito: haber sabido recoger el voto de una gran parte de los descontentos que se echaron a la calle aquel 15-M que parece ya tan lejano para, convertir unas elecciones tan poco atractivas como esas en su particular trampolín para asaltar, eso llegó a creer, los cielos de La Moncloa. No le conocía y no le voté entonces. Nunca le había visto en esas tertulias en las que todo parecía tan fácil, porque en el guirigay de grullas trajeadas y mentirosas, bastaba con tener un poco de temple, otro tanto de información y buenos modales para parecer mejor que ellas, las grullas, y quienes representaban.
He de reconocer que aquellos primeros pasos fueron deslumbrantes. Era tan distinto del resto, parecía tan distinto. Pero poco a poco, cuando tocó pasar del escaparate al armario, a la realidad del día, el gran líder, el político ilusionante comenzó a mostrar su lado oscuro y, con él, sus flancos más débiles, evidenciando, en un tiempo récord, su gusto por el poder y su afán por mantenerlo, construyendo un aparato en torno a él capaz de laminar , como el PSOE en sus "mejores" tiempos, cualquier asomo de crítica que amenazase el liderazgo de Iglesias y su núcleo duro.
Sin embargo y como dice el clásico, se puede engañar a unos pocos todo el tiempo o a todos durante algún tiempo, pero resulta imposible engañar a todos todo el tiempo, y eso es lo que le ha ocurrido a Iglesias que lleva ya demasiado tiempo confundiendo los platós y el tiempo de los telediarios y, por ello, organiza su vida y la de su partido pensando más en la repercusión mediática de sus acciones que en las propias acciones, como acaba de demostrar con el sainete montado en torno a su asistencia o no a la recepción de ayer, quejándose primero por no haber sido invitado, para una vez comprobada la inconsistencia de la queja, porque sí había sido invitado, pasó a salvar su protagonismo, al menos eso creía, rechazando la invitación en un ejercicio infantil, trufado de chistes de monitor de boy scout en un fuego de campamento, sobre la serie de televisión que hubiese regalado al rey, una torpeza por su parte, porque su presencia es más útil, contestaron a la casa real, en otras instituciones luchando por la justicia social y combatiendo la desigualdad, como si su presencia en el acto y en la pelea no fuesen compatibles.
De modo que su plantón, más que al rey al Estado, dejó todo la atención de los focos y los corrillos para un exultante Albert Rivera, a cuyo partido las encuestas colocan muy por encima de Podemos.
Una pataleta de niño caprichoso, este show de Iglesias, que no ha hecho sino correrle el maquillaje, dejando al descubierto su cada vez más evidente inconsistencia, con la frustración y decepción que acarrea en quienes un día creyeron en él. Y es que es muy triste que un partido y muy especialmente un líder que, hace menos de cuatro años, potencialmente reunían las esperanzas de tanta gente, haya dilapidado ese capital, yendo de exceso en exceso y concentrando yodo el protagonismo de la formación en un personaje tan engreído como su "líder supremo".
Lo de este fin de semana es la culminación de otros muchos gestos soberbios, empezando por aquel de "marcar" su primer encuentro con el rey en Bruselas, con algo tan tópico y previsible como el de regalarle la serie "Juego de tronos", seguido, por ejemplo, con el show que "montó" en el Senado, presuntamente para dar la bienvenida a Pilar Lima, la primera senadora sorda de nuestra historia, a la que robó todo el protagonismo haciendo el "numerito" de "decir" unas palabras mediante el lenguaje de gestos, con Pilar, la verdadera protagonista en segundo plano. Y qué decir, por Manitú, de la penosa campaña electoral en Cataluña, en la que tapó al cabeza de lista Lluis Rabel y a todos los candidatos con sus shows y su más que dudoso sentido del humor.
No hay que ser muy listo para comprobar que cuanto más protagonismo concentra Iglesias, más se cierra a las críticas y las alternativas -ahí está su repudio a cualquier alianza con Izquierda Unida, que, al menos en mi caso, priva a Podemos de un voto en la generales- menos convence a propios y extraños, especialmente a los electores que, no sólo en las encuestas, le van dando la espalda. Quizá a Iglesias le baste con subirse a partir de enero a la tribuna del Congreso, pero después de tanta purga con guante cibernético de seda, de tanto estalinismo blando, lo que está claro es que su popularidad y la de su partido está cayendo y que el que parecía un líder de futuro para este país tan falto de ellos se ha revelado como un penoso bluff.



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viernes, 9 de octubre de 2015

EL VOTO LOCO



Es muy probable que a estas alturas ya nadie se acuerde de la euforia de unos y otros tras conocerse el resultado de las pasadas elecciones. Es más, quizá más de uno se encuentre ridículo en las fotos de aquel día, como nos sentimos ridículos cuando contemplamos las fotos de momentos de euforia, con el pelo lleno de confeti, los ojos brillantes y los mofletes colorados por la mucha fiesta y la poca reflexión.
El único que aquella noche supo lo que se le venía encima fue el propio Artur Mas, al que aquella misma noche y pese al entusiasmo de los suyos se le heló la sonrisa y empezó a correrle sudor frío por esas espaldas tan hechas a todo y esa capacidad para improvisar papeles que nunca han sido los suyos. Y es que Mas, que, con sus socios, se lanzó a celebrar una victoria que aún no tenía sus manos, lo hizo para cubrir con esa primera reacción cualquier análisis más realista de los resultados.
Todo, porque los resultados no daban a Junts p'el sí la llave de la gobernabilidad de Cataluña y porque, para intentar formar gobierno y seguir adelante con "el proceso· le iba a ser imprescindible el consentimiento de las CUP, la lista resultado de la amalgama de radicalismos varios y contradictorios, que ante sus votantes se mostró en campaña como partidaria de la independencia, pero también como garante de que Mas, el mismo que hizo los recortes y ordenó su apaleamiento ante las verjas del Parc de la Ciutadella, no repetiría en la presidencia.
El caso es que a las CUP, que quizá hayan tenido sentido y eficacia en la política más próxima, la municipal, la ·nacional" parece venirles grande, porque, atrapados en sus contradicciones, parecen no aclararse en absoluto. Es lo que ocurre cuando el hermoso eslogan de mayo del 68, aquel "seamos realistas, pidamos lo imposible", se hace realidad, porque, cuando se alcanzan las utopías, cuando se alcanzan los objetivos, por imposibles que parecieran, toca remangarse y ponerse manos a la obra.
Ahora,  a las CUP es toca decidir. Ahora tienen que escoger entre echar abajo las expectativas del sueño independentista o cumplir con sus votantes, negando a Mas cualquier posibilidad de seguir al frente de la Generalitat. Lo malo es que tal dilema esta mortalmente envenenado, porque, si dejan paso a Mas, traicionarían la promesa más reconocible de su campaña y, si no, empujan a Cataluña a unas nuevas elecciones, en las que habrá que contar con el hastío de los ciudadanos y, también, con el desenmascaramiento de unos y otros con la paradoja de que se habrán despejado ya casi todas las incógnitas que dejaba abierta la anterior campaña.
En cualquier caso, el de las CUP, es un voto loco que las ha precipitado ante este gran dilema, del que  intentan salir haciendo política creativa, lo de las presidencias corales o rotatorias, y proclamando sus soflamas revolucionarias, procurando nadar y guardar la ropa, poniendo una vela a dios y otra al diablo, algo que, en política, resulta imposible salvo que te llames Artur y te apellides Mas.


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jueves, 8 de octubre de 2015

NO TODO ESTÁ PERDIDO


Acabo de escuchar el análisis que Pablo Simón, de Politikon, hace de las ventajas e inconvenientes que tendría en el complejo sistema electoral español la presentación de candidaturas independientes o una candidatura conjunta de Podemos e Izquierda Unida, una análisis en el que parece dar la razón a Pablo Iglesias, porque dado el número de escaños asignados a cada circunscripción, tal alianza no supondría tal ventaja. Y yo, que acepto ese cálculo, creo que no tiene en cuenta  un factor  importante y ese factor es el de la movilización del voto que conllevaría la lista conjunta o, por el contrario, la desmovilización en beneficio de la abstención a que conduciría el empeño en presentar una izquierda dividida.
Creo que los líderes de Podemos, especialmente Pablo Iglesias, piensan más en los acuerdos del día después de la votación y en la libertad que le daría, para  dar su apoyo o no a los socialistas de Pedro Sánchez, no tener que compartir el control que ahora tiene sobre su formación. Una hipótesis que, en mi opinión y por contrario, le restaría fuerza en esa negociación y que, muy  probablemente, echaría al PSOE en los brazos de Ciudadanos. Menos mal que parece que, al menos, la caída del PP parece incontestable, como parece incontestable su aislamiento y repudio por parte del resto de fuerzas políticas.
Es cierto que Izquierda Unida no ha estado en las mejores manos en momentos tan cruciales como los que hemos vivido estos últimos años, pero también es cierto que tiene un capital humano, el de militantes y votantes, al que quien se dice de izquierdas no debiera renunciar, a no ser que crea en esa imposible transversalidad que predica y que sólo fue un espejismo que quizá tuvo sentido mientras se consolidaba Ciudadanos y que, después de las elecciones catalanas, ha dejado de brillar.
Yo, que, pese a no haber militado nunca en partido alguno, me he considerado, siempre y desde que entré en la universidad allá por los últimos años del franquismo, políticamente activo y de izquierdas, no cero en el trasvase de votos entre la izquierda y la derecha ni, mucho menos, de la derecha a la izquierda. Por eso no creo que, descafeinando las esperanzas de la izquierda, Podemos vaya a crecer por la derecha como parece pretender.
Lo de ayer, la ruptura de las conversaciones entre Izquierda Unida y Podemos o entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón, como prefiráis, precisamente en el día en que el CIS certifica que, pasados ya cien días de la constitución de ayuntamientos y gobiernos autónomos, los españoles se sienten cómodos, más identificados y satisfechos con las listas y coaliciones amplias de izquierda que con cualquiera otra opción y que Manuela Carmena, Asa Colau o Joan Ribo son los líderes mejor considerados por los encuestados, curiosamente ninguno de ellos en Podemos, aunque sí apoyados por la formación.
Podemos e IU no han llegado a nada, pero no todo está perdido, porque, pese a lo que crea Iglesias, quedan aún muchas opciones, todas en la izquierda, para conformar una lista de izquierda capaz de recoger todo ese voto que, de otro modo se vería frustrado y condenado a la abstención, porque, pese a lo que diga "coleta morada" es mejor una sopa de siglas en una coalición que todas esas siglas desperdigadas y solas en la mesa de las papeletas. Así que pongámonos manos a la obra, porque no todo está perdido y porque quizá, después de la cura de humildad que necesita y que sólo está en nuestras manos, a Pablo Iglesias se le bajen los humos y acabe soltando el patrimonio de votos que, de momento, no quiere compartir.


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miércoles, 7 de octubre de 2015

PAGAR TRES VECES O MÁS


Era de esperar que, en tiempos de especulación, bonus y subvenciones, los magos de la ingeniería financiera, gente sin escrúpulos donde los haya, y otros delincuentes de guante blanco, las trampas en la industria no tardasen en aparecer. Y lo han hecho de la peor de las maneras posibles, demostrando  lo endebles  y manipulables que son los mecanismos que protegen a los ciudadanos.
No hace aún un mes que nos despertamos con la desagradable sorpresa de que esos coche, con cuyas virtudes nos bombardeaban y, curiosamente, siguen bombardeándonos en las televisiones, cada pocos minutos, son no solo sucios como cualquier otro, sino que, además, nos envenenan como ninguno. No hace ni un mes y ya los vemos de otra manera. No hace aún un mes y estoy seguro de que muchos de sus posibles compradores han optado por otra marca o, cuando menos, han retrasado su decisión.
Y es que a nadie le gusta tener entre sus manos el volante de un coche que va a ser objeto de mofa entre los amigos o que, en caso de avería o revisión, va a encontrarse con los talleres congestionados por las decenas de miles de revisiones y reparaciones a que tendrán que someterse los coches de los propietarios estafados con motores trucados.
De modo que, de golpe y porrazo, una marca que hasta ahora era sinónimo de fiabilidad y prestigio y un país que daba lecciones de rectitud y moralidad han dejado ver que, no sólo son como los demás, sino que tienen sobre ellos el estigma del engaño y el ventajismo. Además, de paso, este asunto nos ha permitido a los mortales saber cómo se cuecen las habas, que también se cuecen, en los despachos de la comisión, donde las presiones en favor de la industria alemana consiguen que los reglamentos que se aprueban le sienten como un guante a sus productos y que los tests para su homologación sean benevolentes con sus defectos.
Lo que parece haber estado haciendo la comisión con Volkswagen no es muy distinto de lo que haría un profesor que filtrase a sus alumnos favoritos el contenido del examen en el que se juegan el curso y que, con semejante ventaja les permite, no sólo superar la prueba, sino, también, dejar atrás a sus rivales, posiblemente más honrados y mejor preparados.
Ahora, gracias a las pruebas realizadas en Estados Unidos a los Volkswagen por un organismo tan estricto como competente, se ha podido comprobar lo que ecologistas y revistas especializadas ya venían denunciando: que los resultados ofrecidos en conducción real eran completamente distintos de los que arroja el test de homologación en el laboratorio, para el que los motores estaban, previamente y mediante trampa, preparados, con el resultado de un mayor consumo y el envenenamiento del aire que respiramos todos, los que conducen un Volkswagen y los que no.
Lo curioso es que, después de verse ante el mundo con el culo al aire, la marca se ha limitado a exigir la dimisión de su presidente, al que ha mandado a casa con la penosa tarea de gastarse o invertir la indemnización de 28 millones de euros que le ha concedido como premio. También, a señalar que el descomunal fraude que afecta a millones de vehículos de todas sus marcas en medio mundo es obra de unos pocos empleados a los que, de momento, tarda tanto en identificar como ha tardado en identificar los modelos afectados.
Y, en medio de tanta inmoralidad, de tanta trampa para vender más coches y justificar su elevado precio, los consumidores y el resto de ciudadanos que estamos pagando tres veces o más el fraude. Una, al adquirir un producto que, al ser devuelto a la legalidad, al hacerlo tan poco contaminante como dicen los catálogos, perderá gran parte de sus prestaciones: la segunda, como ciudadanos que respirarnos el aire parduzco, lleno de partículas de óxido de nitrógeno que dejan en él estos coches trampeados; ora más, como contribuyentes que hemos pagado con nuestros impuestos las ayudas y subvenciones con que se premia la eficiencia  y limpieza de esos motores; ya por último como trabajadores que ven peligrar su empleo ante la caída de ventas e inversiones que ha provocado el escándalo. Y, mientras, los verdaderos responsables, habrán cambiado el traje y la corbata por una camisa floreada en cualquier playa discreta.


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martes, 6 de octubre de 2015

DUERME TRANQUILA, ANDREA,



Quizá cuando leas estas líneas, Andrea, la niña que se moría poco a  poco y sin remedio, anclada a una cama del Hospital Clínico de Santiago de Compostela haya zarpado por fin a un estado mejor para vivir para siempre en el cariño y el recuerdo de sus padres, su hermana y quienes, durante los pocos años que ha vivido la han querido hasta el punto de pelear contra viento y marea, contra toda la burocracia y le hipocresía jutas, de una vez,  para poder cumplir su último acto de amor, permitir que se fuese poco a poco, como en un sueño, y sin dolor.
A las horas en que estéis leyendo estas líneas yo, como tantas veces, estaré cruzándome en las salas y pasillos de un hospital con los médicos, personal de enfermería, pacientes y familiares que día tras día comparten dolor, miedos y esperanzas en ese universo al que van a parar y en el que nacen tantos sueños. Hay que frecuentar un hospital para comprobar la grandeza t la miseria del ser humano, para comprobar como aflora y crece la dignidad del ser humano allá donde uno esperaría sólo resignación, porque unos y otros son capaces de darnos lecciones de dignidad y vida cada día.
A veces lo hacen con actos sencillos, cotidianos, con una caricia, una sonrisa o una palabra cariñosa, otras con una fuerza y una firmeza inimaginables. A veces, las decisiones más razonadas, no vienen de aquellos a los que se les suponen saber y prudencia. A veces, el cariño acaba por imponerse a los credos y los escrúpulos de quienes, demasiado acostumbrados al dolor ajeno, "vacunados" en cierto modo para poder sobreponerse a él y que son incapaces de entender que hay fronteras muy tenues, tan sutiles que es fácil sobrepasarlas sin querer.
Es lo que ha estado ocurriendo en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, en el que se ha estado manteniendo con vida, pero sin esperanzas, a una niña de doce años que, a causa de una rara enfermedad neurodegenerativa nunca pudo caminar ni hablar, aunque, quién puede dudarlo, siempre estuvo en contacto con sus padres que, a partir de un momento dado, después de haber hecho y sufrido lo imposible y tras una crisis que agudizó aún más el estado de  Andrea, la niña, pidieron a los médicos que acabasen con esa eterna agonía suspendida mediante la asistencia vital que se le proporcionaba en el centro.
Lo más absurdo de esta situación que obligo a  Estela y Antonio, los padres de Andrea, a ponerse bajo el foco de los medios de comunicación, para reclamar parea su hija algo tan sencillo, pero al parecer tan complicado, al menos en ese hospital, como una muerte digna o, como explicaba con sencillez Estela, dejarla irse sin dolor.
Fue necesario llevar el drama fuera de las paredes del hospital, incluso ponerlo en manos de la justicia, para que los médicos y la dirección del centro accedieran por fin ayer y, tras la intervención del juez a atender los deseos de los padres de Andrea. Dicen los médicos que, si finalmente tomaron la decisión de retirar la alimentación a la niña y sedarla fue porque ayer sufrió un empeoramiento de su estado, curiosamente horas después del cese dimisión de la consejera de Sanidad de la Xunta, a quien, pese a que, según la comisión de Érica del centro, se ajustaba a regulación de la muerte digna vigente en Galicia, no le dolieron prendas a la hora de calificar lo que pedían Antonio y Estela, después de doce años de lucha, como eutanasia activa.
Quizá no sepamos nunca si el agravamiento del estado de Andrea fue real o sólo fue una coartada para desandar el empecinamiento de un equipo médico incapaz al parecer de discernir entre vida y vida con esperanza, por pequeña que sea, o muerte y muerte digna. Quizá el cese-dimisión de Rocío Mosquera, la misma conselleira del desastre organizativo del Hospital de Vigo, haya liberado a los médicos de una carga ya insostenible. Tampoco lo sabremos. Lo cierto es que, en unas horas, la pequeña Andrea soltará las amarras que la atan a una vida que no lo es y dormirá ese sueño tranquilo por el que tanto han luchado sus padres. 
Duerme tranquila, Andrea. Tus padres velan tu sueño, como cuidaron de tu vida. Duerme tranquila, porque quizá otros niños como tú y otros padres como los tuyos ya no tendrán que pasar por lo que vosotros pasasteis.


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lunes, 5 de octubre de 2015

FRANCISCO; UN PAPA SIN IGLESIA



Tengo un amigo, un muy buen amigo, que siempre se define como "socialista sin  partido y cristiano sin iglesia". Lo que mi amigo quería decir es que quería, pese a sus creencias,se sentía y quería permanecer libre. Pues bien, tengo la impresión de que el papa Francisco es un poco como mi amigo, aunque haya cometido el grave error de enredarse, como se enreda en la sotana, en la fosilizada estructura de la Iglesia. Y, si he llegado a esa conclusión, es porque concedo a Bergoglio, Francisco para la Historia, el beneficio de la duda  porque me quiero creer el hombre que es, pero le creo incapaz  o, al menos, me veo incapaz de creer que consiga la transformación de la iglesia católica que persigue.
Desde que alcanzó el papado, Francisco ha llenado de buenas palabras y esperanzas a los católicos menos cínicos y más progresistas y, sin embargo, al final, las buenas palabras parecen quedar en eso, su cercanía a los fieles, con los que se cartea y a los que, en ocasiones, ha telefoneado y ha llenado de esas esperanza que, luego, en el día a día, la realidad de la estructura de la iglesia más tangible, la que trata con los fieles y decide por ellos, desde los párrocos a los obispos, se encarga de defraudarles tergiversando, cuando no desmintiendo las buenas palabras del papa.
La iglesia "de toda la vida" defiende su poder, se defiende, enredando los pies de este papa que, a sus ojos va demasiado lejos y demasiado deprisa. Y eso que Francisco parece no querer otra cosa que, con toda prudencia, normalizar en el seno de la iglesia lo que, desde hace ya décadas, es normal en la calle. Pero son demasiados los privilegios y las ventajas de esa iglesia siniestra que escucha en confesión a sus fieles, se mete en sus vidas y en sus camas, les castiga y les prohíbe. Es demasiado el poder cotidiano que ejerce sobre quienes se entregan a ella, esperando una orientación moral y, sobre todo, un perdón que siempre es más ventajoso para los poderosos, para quienes lo pueden comprar.
Dónde quedan las promesas hechas por Francisco de perseguir la pederastia y los abusos. dónde quedan si, al final, los obispos levantan muros y abren fosos para dificultar que los autores de tan terribles y crueles delitos sean juzgados por la justicia de los hombres pero que las más de las veces se limitan a esconderles o trasladarles.
A este papa hay que reconocerle valentía y sentido de la oportunidad a la hora de plantear algunos asuntos cruciales para la sociedad, como hizo ante el Congreso de los Estados Unidos con la pena de muerte o la inmigración, pero, siendo realistas, hay que señalar que estas llamadas de atención que, lo reconozco, otros papas han obviado, no son más que eso, peticiones, puesto que quedan fuera del alcance de su autoridad y que, en lo que realmente depende de ella no parece tener éxito alguno. Dicho esto, hay que recordar que su escala en Filadelfia estuvo motivada por uno de esos encuentros periódicos de afirmación doctrinal, en este caso "de las familia", equivalente al que Ratzinger tuvo en la Valencia de Camps y de la Gürtel.
Y, hablando de la familia, hoy comienza en El Vaticano el Sínodo sobre la Familia en el que deberían enfrentarse el concepto de la nueva familia, las que forman los divorciados, las parejas homosexuales y todas la nuevas formas de unión en torno al amor entre hombres y mujeres, con el anquilosado modelo de castidad, obediencia y sumisión de la esposa que defienden personales tan siniestros como nuestro cardenal Rouco que parece empeñado en convertirse en el nuevo Lefevre que lleve al cisma a esta iglesia que tanto parece resistírsele a Francisco. Y, por si fuera poco, sale a escena el obispo Charamsa, uno de los guardianes de la fe, miembro de lo que hoy sería el Santo Oficio, presentándose en público y "de uniforme" con su novio, "reventando" la apertura que hoy hará Francisco de la reunión. 
Está claro que la imagen de Francisco como hombre, apartado por humildad o por prudencia de las habitaciones en las que vivieron y murieron, salvo Ratzinger, sus antecesores, especialmente, Juan Pablo I, su renuncia a la propia pompa, no a la de la iglesia y su cercanía a los fieles, especialmente a los más débiles y humildes, refuerza su imagen como hombre. Aunque mucho me temo que cada vez se hace más evidente su debilidad como papa de una iglesia que no puede transformar por que no la controla, una iglesia que no tiene.


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