No deja de tener gracia que Soraya Sáenz de Santamaría
la misma que ha contratado por cuarenta mil euros anuales con la empresa MD
Anderson un servicio de revisión ginecológica, para sí y para sus
colaboradoras, nos diga ahora que ha llegado la hora del sacrificio de los
políticos. Y tiene, no ya gracia, sino guasa que lo diga en nombre del gobierno
que representa al partido que ha estado gastándose millones de euros de
origen incierto para pagar suculentos sobresueldos a sus militantes más
distinguidos que eran y han sido demasiados.
Tan chusco, como que la secretaria general de ese partido, María Dolores de
Cospedal, la misma que en 2011 llegó a cobrar cerca de 160.000 euros a cuenta
de sus tres sueldos de procedencia pública, se propusiese y consiguiese eliminar
para la próxima legislatura el sueldo de los diputados autonómicos de Castilla
La Mancha Y, claro, uno se pregunta a qué viene ahora este repentino y
severo ataque de austeridad que le ha dado en sólo unas horas a la derecha de
este país, tan dada a vivir instalada en el poder y del poder.
La respuesta es muy sencilla y, para llegar a ella, no hay que olvidar que
estos señores tienen la buena costumbre de no dar puntada sin hilo, ni que, si
todo sigue como hasta ahora, van a darse en las urnas, si no el mayor, uno de
los mayores batacazos de su historia. Los ciudadanos, cansados de recortes y de
atracos a mano armada en el transporte, la cesta de la compra, la farmacia y la
enseñanza de sus hijos, van a dejar de votarles -a ellos y a los socialistas-
y, puede ocurrir que, por primera vez, uno y otro partido pierdan la hegemonía
en el Congreso. Por eso, a grandes males, a grandes remedios: dejamos en la
mitad el número de diputados y, así, impedimos que la izquierda y la otra
derecha saquen partido de la debacle, porque, optando a la mitad de
escaños, el voto de IU, por ejemplo, se encarecerá aún más de lo que está.
En cuanto al presunto ahorro ¿no sería mejor recortar en dietas, alquileres
y revendas o en despejar de asesores carromeros las administraciones? No sé por
qué España no tiene una escuela de administración como la
tienen Francia y otros países. Una escuela en la que se
forman los altos funcionarios que se encarguen de mantener en marcha
el país sean cuales sean los resultados electorales. Seguro que, con ello,
ahorraríamos tiempo, dinero y disgustos. Y seguro, también, que atajaríamos
gran parte de la corrupción que nos asola.
Está claro que a estos señores les gustan los atajos y que gobiernan, no
para la gente, sino para la gente que les ve en la tele. Por eso toman las
decisiones sobre el papel, sin salir de sus despachos, pensando más en el
titular que van a generar que en sus verdaderas consecuencias en la calle.
Buscan un golpe de efecto, pero les va a ser difícil conseguirlo, porque la
gente está muy sensibilizada y la gente, incluso la que va al Real o al
Auditorio Nacional, abuchea, incluso, a la reina que parecía por encima del
bien y del mal.
La gente se ha cansado de comulgar con ruedas de molino. Ha perdido la
paciencia en la misma proporción que, con la proliferación y el uso crítico de
las redes sociales, ellos han perdido el control de la información. Por
extraño que parezca, los socialistas se juegan en esto tanto o más que los
populares en este asunto. Si se pliegan a las pretensiones del
Gobierno, si acceden a recortar la representación de los ciudadanos sin
reformar la Ley Electoral, sin desterrar la maliciosa ley D'Hont, estarán
dejando claro que temen miedo y que el juego del PP también les conviene.
Señores, no es que haya llegado la hora de sacrificar a los políticos, de lo
que ha llegado la hora es de que los ciudadanos vuelvan a tomar las riendas de
la política y eso no se consigue recortando su representación. Ni mucho menos.
La calle ahora pesa mucho. No hay más que mirar a Brasil y Turquía y el regreso
de los dictadores no parece ya posible. Al menos en eso confío.
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