Tengo dudas sobre lo que ha podido llevar a un político con la experiencia de Durán Lleida a meter la pata como la ha metido estos últimos días a propósito del subsidio agrario que cobran los jornaleros en Andalucía y Extremadura. Tengo dudas, pero tiendo a pensar que el error del demócrata cristiano catalán está en sus prisas por hacerse simpático a los ojos de quienes podrían ocupar la Moncloa a partir del 20-M.
Es tal el "merdé" que se ha montado en Cataluña, fundamentalmente con los recortes en Sanidad que la coalición gobernante allí no duda en pedir árnica a los que están a punto de llegar para que otorgue sus bendiciones al copago sanitario, lo que retraería injustamente, no lo olvidemos, la demanda de los servicios sanitarios, ajustándola a la escuálida oferta de camas y consultas a que la está reduciendo CiU.
Lo que ha hecho Durán ha sido "enseñar la pierna" al PP, apuntándose a uno de los elementos más rancios de su discurso, el de los jornaleros viendo pasar la vida y esperando la limosna del subsidio en casa o, como el mismo dijo, desde la taberna. Ese discurso que, con más o menos matices, hemos escuchado tantas veces de boca de los populares ya no es válido. Y no lo es, porque el PP puede pasar a ser gobierno no sólo en Moncloa, sino también en Andalucía, como ya lo es en Extremadura, y, cuando se es gobierno, la caricatura del jornalero subsidiado pasa a ser un problema multiplicado por cientos de miles que no va traer más que preocupaciones a quien se haga cargo de los gobiernos, se llame Rajoy o Arenas.
Durán que, probablemente, también trataba de conectar con ese xenófobo que todos llevamos dentro y nos lleva a rebelarnos ante la idea de que se mantenga con nuestros impuestos, por más ancestral que sea, la "vaguería" de los andaluces que llenan las tabernas, ha errado el cálculo. Y no sería raro que, en lugar del aplauso y el apoyo del PP se encuentre con su firma en la reprobación que se está gestando en el Parlamento Andaluz.
Es la vieja canción de siempre. Existen asuntos que deberían tratarse con realismo y, sobre todo, con decencia, que la demagogia y el "todo vale" de algunos llevan a la parodia y el chiste fácil. Pero son una tragedia histórica que, de no mediar eso que llaman "la limosna" del subsidio desembocarían en hambre y revueltas.
Dorán ha obrado con miopía o con prisas y, ante todo, le ha faltado ese sentido de Estado de que tanto presumen y que tan poco exhiben últimamente.
1 comentario:
Javier, permítame que difiera. No veo a Durán como un político miope y apresurado, más bien me parece un político pausado y reflexivo, de modo que cuando lanza alguna barbaridad como la escuchada, la contemplo como algo premeditado, alejado de la espontaneidad o de un calentón. En especial, si se suma a la emitida por Mas hace apenas 10 días. Para mí es una fórmula antigua, practicada de forma habitual y burda por los regímenes totalitarios, que busca una reacción externa de iguales características para a continuación envolverse en la bandera y la patria, señalar al enemigo externo y desviar la atención sobre la forma de gobernar de los que emiten la barbaridad inicial. Creo que no le ha salido bien, pero pienso que en pocos días viviremos otro episodio similar. Un abrazo y salud.
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