El viejo gurú del nacionalismo vasco Xabier Arzallus dijo en
una entrevista publicada ayer por el diario Noticias de Guipúzcoa que, según le
han contado quienes están "en la pomada", el final de ETA llegará
antes de las elecciones del 20-N, con los socialistas aún en el Gobierno. Lo
dijo adornado con alguna de esas "perlas" de que tanto gustaba quien
en una ocasión dijo, a propósito de la violencia, aquello de que "alguien
tienen que mover el árbol para que otros recojan las nueces.
Creo que, después de leer lo anterior, nadie tendrá dudas
sobre mis simpatías hacia Arzallus ni sobre mi devoción hacia su
"santidad". Sin embargo, no me atrevería a echar en saco roto su
comentario ni a sus fuentes de la pomada, porque el mismo ha estado en ella y
no dudo que gente allegada a él sigue estándolo.
Acostumbrados como estamos a esa realidad virtual que
construyen minuto a minuto quienes dicen representarnos, llaman la atención la
crudeza con que algunos de nuestros viejos políticos -González, Ardanza, Roca o
el mismo Arzallus- abordan algunos asuntos. Es gente de otro tiempo político
que, no lo dudéis, fue mejor, porque lucha mejor contra los males que le
achacan quien los conoce en su justa medida y no se deja llevar por eso tan de
moda hoy de alegrarse del mal general cuando perjudica a los rivales, algo tan
absurdo como para llevar a los asistentes de la convención popular de Málaga a
romper en aplausos cuando escucharon a Aznar decir que el PSOE deja a Rajoy una
España en ruinas.
Estoy cansado de decir que en este país mentir es gratis y
que eso es terrible. También me he quejado y me quejo de la frivolidad con que
se habla y se escribe de asuntos que debieran tratarse con la discreción que
requieren los asuntos de Estado, incluso los que tienen que ver con sus
cloacas.
Hoy me he desayunado con la buena noticia de que Rajoy lleva
cerca de un año hablando con Íñigo Urkullu del próximo final de ETA. Esta
recuperada relación habla mucho de los ataques de realismo que provoca la
proximidad del poder y parece que sólo ha sido posible después de que en el PNV
perdiese peso la facción más absolutista en beneficio de un gestor con las miras
puestas en un futuro posible, mientras en el PP vasco se hundió definitivamente
el sector visionario de Mayor Oreja. Dicen que del roce nace el cariño y, al
menos en Euskadi, tal cosa parece confirmarse. Por otra parte, el sentido común
del TC ha permitido la presencia de Biddu en las urnas y en las instituciones
lo que, más allá de gestos y desplantes, lleva a aquello tan sensato de
convertir en políticamente normal lo que en la calle era normal que dijo y
sensatamente aplicó en su día Adolfo Suárez.
Tal parece que el final de ETA está ya decidido por la
banda. Ahora depende de la sensatez y la grandeza de quienes nos representas
que éste llegue antes o después. Ojalá que lo dicho por Arzallus sea verdad y
ese final llegue lo antes posible para que el árbol dé sus nueces en tiempo y
para todos, antes, eso sí, de que Aznar, Mayor Oreja y los suyes lo talen.
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