martes, 25 de octubre de 2011

SIMONCELLI


Como motero que he sido -cuando empecé éramos "motards"- he sentido como el que más la muerte de Simoncelli. Entre otras cosas, porque no hay nada más desasosegante que ver morir a un hombre y más si es joven y se va de este mundo así, ante los ojos de millones de espectadores. Aún así,  tuve la suerte de no verlo en directo. Creo que la del domingo ha sido la primera carrera de Moto GP que me he perdido esta temporada, andaba de "festejo" fuera de Madrid, y no sabéis cómo me alegro de habérmela perdido.
Suele decirse que la muerte sienta bien y creo que, en ocasiones, es así. Simoncelli quedará para la Historia como el joven piloto italiano, simpático y "valiente", que pudo haber heredado la gloria de Valentino Rossi. Sin embargo, mi opinión es que, si arriesgaba, lo hacía jugando con el miedo de los otros y que la licencia, al menos esta temporada le venía grande, como el casco que no pudo protegerle en ése último y fatídico golpe.
El accidente del domingo se pareció demasiado a otros accidentes que había provocado desde que llegó a la máxima categoría. Su técnica era la de abrirse y "meter la rueda" al contrario cruzando ante él la moto. Lo normal era que el rival, si tenía la suerte de verle, levantase la suya para no arrollarle, pero son muchos los que no pudieron hacerlo y acabaron en el asfalto, como el pequeño gran Dani Pedrosa que, si este año no lucha por el título es por las dos operaciones que hubo que hacerle para salir de las lesiones que le causó un encontronazo con el desaparecido Simoncelli.
Dicen que era un buen piloto y yo no lo creo. Era un loco que superaba con creces las carreras que ganaba con los accidentes que provocaba.
Se le "consintió" demasiado. Su mentor, Rossi, era otra cosa y por eso ha sido el más grande. Otros, como Lorenzo, arriesgan, pero arriesgan su propia piel, respetando al contrario, o son máquinas de correr, como Stoner. Otra cosa es mi dorado Pedrosa, frío y sufridor que, con su cuerpo pequeño y frágil, ha sido capaz de lo más grande en la categoría más grande y que, de no haberse cruzado con la rueda del pobre Simoncelli, estaría luchando por el campeonato en Valencia.
A Simoncelli se le consintió demasiado. Arruinar la temporada de Pedrosa o tirar a Lorenzo le costó apenas unos segundos de penalización. Si le hubiesen retirado temporalmente la licencia, muy probablemente estaría vivo. Y, si se le hubiese obligado, a usar un casco más ajustado o a cortarse su peculiar melena, quizá no lo hubiese perdido en el primer impacto.
Desgraciadamente, ha muerto un tipo joven y simpático. Ojalá saquemos conclusiones de su muerte.

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