martes, 18 de octubre de 2011

LA CONCEJALA DEL HUMO


Cuando a Ruiz Gallardón le sacaron de la Comunidad de Madrid para dejar sitio a Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol, está claro que le lastraron con la pesada carga de Ana Botella en su candidatura. Era como esas bolas de hierro que arrastran los penados, al menso en las caricaturas. Aún así, poca carga era esa para quien se mueve arrastrado por la vela de su ambición.
No ocurre lo mismo con los madrileños que pasamos de un alcalde "liante" que, a base de obras dignas del faraón que se cree, ha conseguido multiplicar la deuda de la ciudad hasta límites inimaginables y que, ahora que la solvencia de Madrid está por los suelos y que refinanciar los fastos de soterramientos y palacios, se marcha coronado de laureles en la lista de Madrid al Congreso como primer paso, eso sí, hacia una cartera en el primer, y todavía hipotético, gobierno de Rajoy.
Hay que reconocer que nos la ha "colado" bien. Acostumbrado a las medias verdades o a las mentiras sin más. Llamó Calle 30 al que sin duda está entre los túneles urbanos más grandes del mundo y nos contó que no nos iba a costar un céntimo. Nos vendió esa autopista subterránea envuelta en la promesa de un parque junto al río, con una playa que no es otra cosa que un magnífico criadero de hongos, no de los que hacen nuestras delicias en otoños lluviosos, sino de los que atormentan los pies de quienes ni siquiera son atletas, y pese a que nos dejó creer que todo era el mismo regalo, entre la entrega de uno y otro dejó pasar cuatro años, justo los que hay entre dos convocatorias electorales. Y qué decir de la convocatoria de los ultra kikos, una película de serie B rodada por sorpresa en los mismos decorados que la JMJc del tal Benedicto, a despecho de la mayoría de los madrileños y sin siquiera habérnoslo contado antes.
Ahora nos deja otra sorpresa oculta. Si todo es como parece, de aquí a dos meses Madrid tendrá la primera alcaldesa de su historia y no por haber encabezado ninguna lista, sino porque accedió al ayuntamiento con el sobrado mérito de ser la esposa del primer inquilino que los votantes del Partido Popular llevaron a la Moncloa.
De su paso por el ayuntamiento nos han quedado exquisitas perlas. Perlas como la de su caótica explicación de por qué no se debían legalizar los matrimonios entre ciudadanos del mismo sexo, aquello de las peras y las manzanas, digno de quien lleva la misma sangre que uno de los decanos más "carcas" que ha dado el franquismo, obstetra por más señas, que ha dejado por escrito en sus manuales algunas de las más delirantes teorías sobre el uso del condón. También genialidad de llevar la sede de Asuntos Sociales del Ayuntamiento a la "súper pija" calle de Lista, en el corazón del Barrio de Salamanca, o sus peregrinas teorías sobre la contaminación de Madrid, que justifica con argumentos como el de que hay ciudades peores y las han gobernado los socialistas y que oculta llevándose los aparatos de medición a los parques. O, cómo no, las sublime tonterías dichas apropósito de las gaviotas reidoras.
En fin, sublime delegada de medio ambiente, la del humo, que, ayudada por el manirroto del alcalde, ha devuelto la suciedad de Madrid a niveles prodemocráticos y que a muchos madrileños nos tiene "acojonados" ante la perspectiva de tenerla como alcaldesa, con la única esperanza de que, como la mayoría de las botellas, sea retornable por los ciudadanos responsables.

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