lunes, 3 de octubre de 2011

LA MUNDIAL


No se echa en falta en el joven de la foto ninguno de los símbolos de lo que algunos conocíamos hace no tanto como "imperialismos yankee". Por no faltar, amén del dólar y la banderita de rigor, lo que sujeta sobre su boca el dólar que le amordaza son sendos trozos de "cinta americana".
La foto habla por sí sola de una juventud sometida y acallada por la fuerza del dios de papel y tinta verde que se ha hecho con el control del mundo. Lo curioso es que, por primera vez en mucho tiempo, quienes se levantan no lo hacen contra un país o contra un gobierno -lo que no quiere decir que los gobiernos sean inocentes o no se vean afectadas por las protestas- sino contra un sistema que ya ha pasado a ser "el sistema".
Las protestas de la Spanish Revolution, las de Grecia, Italia o Portugal no son muy distintas de las que ayer se vivieron en el puente de Brooklyn o, hace ya meses, en Túnez o Egipto. Tampoco son diferentes de de las que recibieron ayer en el Manchester de la Revolución Industrial al David Cameron y su partido. Es más, si me apuráis, tampoco son muy distintas de las del pasado agosto en Birmingham o las de hace años en la banlieu de París y otras capitales francesas.
Todas estas "revoluciones", incruentas o no, nacen como reacción a un sistema, el sistema, que aísla, enquista y se desprende de todo aquello que no le produce la rentabilidad requerida por su bulimia especuladora.
Es terrible pensar que ese sistema sea capaz de poner en duda la viabilidad de países consolidados, en tanto que, en las bolsas, circula una cantidad de dinero virtual que equivale a ocho veces el valor real de la riqueza de esos países ¿Qué ha pasado para que lleguemos a este estado de cosas?
Es difícil augurar mucho futuro a un sistema basado en valores ficticios y sobredimensionados que no sólo afecta a las viviendas hipotecadas de tantos ciudadanos, sino a muchas empresas que, con el cebo del crédito fácil, han entrado en subastas enloquecidas -PRISA es un ejemplo- que han acabado por dejar en el chasis empresas sólidas y solventes económica y profesionalmente.
Los excesos ludópatas en bolsa de algunos ejecutivos los está pagando la sociedad con el subempleo de jóvenes mejor formados de la Historia.
No me extrañaría y no me incomodaría mucho que todos ellos, hartos de no tener futuro, organizasen "la mundial".

No hay comentarios: