viernes, 21 de octubre de 2011

SE ACABÓ


Sí. Se acabó. Se lo he escuchado por tres veces al ministro del Interior del final del ETA "eso se acabó, eso se acabó, eso se acabó". Lo decía emocionado, confesando que esta noche ha dormido poco y ha llorado mucho, se refería a esos sobresaltos de las ocho de la mañana -ETA solía inaugurar los días con fuego y sangre-, a los funerales, a los puños apretados de rabia, a tanto dolor como se ha sufrido y se sufre en este país. El lunes escribía en estas mismas páginas que están aquí y están en tus manos, que, sin ETA, este país habría sido otro y espero que, ahora que tienen la mano en el picaporte para abrir la puerta y salir de nuestras vidas, este país sea otro.
Habrá quien piense que Euskadi seguirá sufriendo las bravuconadas de quienes se permitía amenazar porque las amenazas podían hacerse realidad. Pero ya nada será igual, porque detrás de las palabras ya no hay pistolas y porque, detrás de las pistolas, ya no quedan más que palabras huecas.
Hay en Euskadi demasiados niños, demasiados jóvenes, demasiados hombres ya que han crecido sin su padre, porque estaba muerto, porque estaba en la cárcel o porque estaba huido. Demasiadas vidas que han arrancado con un vacío que demasiadas veces se ha llenado con odio y demasiadas conciencias que han crecido ante barreras de rencor y señales de dirección prohibida que les impedían pensar otra cosa que lo que tocaba en su situación de víctima o verdugo.
Los verdaderos héroes de esta terrible lucha que ayer comenzó a ver su fin so todas esas viudas, todos esos huérfanos, todos esos amigos que ante el cadáver de un ser querido arrebatado por esta locura que ha durado demasiado, en lugar de revolcarse tenían derecho a ello- en el dolor y en el rencor, han apretado el puño y, entre lágrimas, optaron por trabajar para que "su muerto" fuera el último de los muertos. Ahora queda trabajar por una de las tierras más hermosas de España, una tierra y unas gentes que hay que conocer para amarlas como se merecen.
Mientras, aquí, en lo que algunos llaman "el resto del estado", algunos tendrán que inventarse un nuevo discurso, porque el del odio y la baba ya no les servirá como hasta ahora, aunque me temo que tardarán en hacerlo, porque aún se resisten -y se resistirán- a reconocer que lo que les ha dado tantos seguidores y tantos beneficios, también económicos, se acabó.
Bienvenida sea la Paz, así con mayúsculas, ocupémonos ahora de lo que realmente nos interesa y llamemos a las cosas por su nombre, porque esto se acabó. ETA dijo ayer vergonzántemente, con demasiadas justificaciones para tanto dolor, que cesa definitivamente su violencia, que ESTO SE ACABÓ.

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