Supongo que quienes habéis venido asomándoos a este blog con
mayor o menor asiduidad conocéis de sobra cuál ha sido mi postura respecto a
Zapatero y sus gobiernos. Yo, como defensor de lo público que soy, he aplaudido
cuantas iniciativas se han tomado en ese sentido, del mismo modo que nunca he entendido
esos 2X1 que con tanta alegría ponía el gobierno en el escaparate cada vez que
había una convocatoria electoral y que ahora se vuelve contra él. Me refiero a
la rebaja de impuestos a ricos y a pobres, la supresión indiscriminada del de
sucesiones, la inoperancia del patrimonio, el cheque bebé para quien realmente
lo necesitaba, pero también para quien se lo gastaba en un televisor o en un
viaje. Eso por no hablar del escándalo que supuso sacar del control de la
Hacienda Pública de las tristemente famosas SICAP, para dejarlas en manos de la
Comisión del Mercado de Valores que es algo así como poner al gamberrete a
cuidar de la clase en ausencia del profesor.
Ninguna de esas cosas me gustó, porque nada de eso le gusta
a quien cree en la justicia social. Tampoco debieron gustarle a Pedro Solbes,
más que conocedor de las instituciones europeas, que tiró la toalla en las
segunda legislatura, cuando todos pensaban en la crisis como algo transitorio.
Parece que la Economía nunca ha sido el fuerte de Zapatero y
la Economía ha sido su verdugo. Casi todo lo que ha hecho en este terreno ha
sido coyuntural y dando unos bandazos difícilmente sostenibles, primando la
protección de los bancos e inyectando en el saco sin fondo de sus oscuras
bodegas unos fondos que, probablemente, hubiesen sido más útiles reflotando las
pequeñas y medianas empresas que son las que realmente generan riqueza y
puestos de trabajo.
Pero, si hay algo que no entiendo de las últimas semanas de
Zapatero, es su autismo. Tanto es así que he llegado a preguntarme cuánto
tiempo hace que no se topa con un ciudadano normal, No sé si también él ha sido
víctima del famosos "síndrome de la Moncloa", pero parece haber
olvidado qué y para qué le llevó por segunda vez a la Presidencia del Gobierno,
y ese qué no es otra cosa que millones de ciudadanos que, le guste o no, son
algo más que millones de votos.
Leyre Pajín habló en su día de una conjunción planetaria con
Zapatero al frente de la UE y Obama en la Casa Blanca. Qué magnífica
oportunidad tuvo para haberse callado.
Zapatero fue un suspiro que apenas dio para las fotos y sus
últimos pasos, siento decirlo, han sido lamentables y dados de espaldas a sus
votantes. Bastaría con recordar el trágala salvado ayer en el Congreso a base
de disciplina de voto, voto, vergonzante, por cierto, para la gran mayoría de
los diputados socialistas que ni siquiera fueron capaces de sumarse al aplauso
de los grandes beneficiados de la trampa, los de la bancada popular. O, por qué
no recordarlo, la no menos vergonzante sumisión a los intereses del PP y el
Vaticano que hicieron de la mal llamada JMJ toda una demostración de poderío
ultraconservador.
Mientras tanto, el otro sol de la conjunción de la hoy
ministra de Sanidad, el presidente Obama, se despide de la Casa Blanca con una
demanda del gobierno federal contra los bancos que por acción o por omisión
permitieron el desastre que dio origen a la crisis. Os aseguro que, ahora mismo,
me gustaría ser ciudadano de los Estados Unidos, porque tendría al menos una
razón para votar a Obama que ya no encuentro para votar al PSOE.
2 comentarios:
Javier, hacía demasiado tiempo que no me pasaba por ahí. Hoy lo hago y me encuentro con tus últimos comentarios y, siento decirlo, no tengo más remedio que decir que estoy al 100% de acuerdo con lo que dices. ¡Cuánto me gustaría que tu (y yo) estuviéses equivocado!
Por fin te caiste del caballo como Saulo Saludos.
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