Cuando hace ya treinta años entré en la Redacción de
Informativos la SER, todavía había pesadas y ruidosas máquinas de escribir,
teletipos machacando papel y mesas de madera llenas de quemaduras de
cigarrillo, porque, entonces, se fumaba, y cómo. Había todo eso, pero no había
censura o, al menos, yo nunca la sentí.
El recuerdo de tal aberración sí estaba presente. De hecho,
nuestra secretaria de redacción, la querida Aurita, tierna e implacable a
voluntad, bromeaba atribuyendo lo peor de su carácter a que durante mucho
tiempo revisaba previamente todo lo que se decía ante el micrófono que,
"naturalmente", iba por escrito.
Yo, que viví mis primeros veinte años bajo el franquismo, me
sentía orgulloso de la que iba a ser mi profesión y, como casi todos mis
compañeros, quería cambiar el mundo. Luego, llegaron las pantallas y los textos
verde fosforito de los ordenadores y el temor al control que, si lo hubo,
tampoco lo noté. Con el tiempo, y ya desde afuera, comprendí que el control no
es hijo de la tecnología, sino de la voluntad de quien tiene poder para
hacerlo. Y, si os digo la verdad, echo de menos una Aurita culta que revisase
los textos que se han de poner en antena, no para ejercer la censura sobre su
contenido, sino para velar por el lenguaje, tan maltratado en los tiempos que
corren.
Y hasta aquí la nostalgia, porque el motivo de esta entrada
es la ignominiosa aberración aprobada ayer por el Consejo de Administración de
RTVE, porque tener acceso a la información que están elaborando los profesionales
de los telediarios en cualquier momento del proceso es un insulto a la
inteligencia de esos profesionales y de quienes seguimos su trabajo en los
telediarios.
Tamaño despropósito ha visto la luz con el voto a favor de
PP y CiU, la abstención, cogiéndosela con papel de fumar, de PSOE, ERC y CCOO, y el voto en contra de IU, UGT y
el Consejo de Informativos de "la casa" que quizá fuese el único con
derecho a opinar sobre el asunto. Lo más alucinante de todo es que tal medida
se aprueba cuando las cadenas públicas han alcanzado sus más altos niveles de
audiencia y de aceptación y sus telediarios son los más seguidos por los
telespectadores.
Cabe preguntarse qué pretende el PP con tamaña cacicada y,
así a bote pronto, se me ocurren dos razones. Por un lado, interferir y
emponzoñar todo lo relativo al proceso electoral que se avecina y afilar la
guadaña que, si actúan como lo han hecho hasta ahora, pasaran por la redacción
si ganan las elecciones para segar tanta mala hierba como, en su opinión, crece
en ella.
Sea como fuere, soportar una televisión intervenida cuyos
telediarios acaben pareciéndose a los de Telemadrid, hundida en los índices de
audiencia y dirigida desde la Puerta del Sol y no por el 15-M, o las portadas
de La Razón o El Mundo. Eso por no hablar de una Escuela Pública desmoronándose
por falta de recursos frente a la ideologizada la privada, cada vez más mimada
y subvencionada, o de una Sanidad Pública relegada al papel de beneficencia y
gestionada por las mismas empresas que controlan la exclusiva sanidad privada,
de modo que, a partir de ahora, la gravedad del diagnóstico dependerá del
estado de la cuenta corriente del paciente.
Es como un viaje al pasado, a las familias desahuciadas por
la enfermedad del que trae el pan, a los colegios para pobres y ricos y al
"parte" de las dos y de las nueve con su fanfarria y toso. Un viaje
al pasado a través de un túnel del tiempo del que nosotros, y sólo nosotros,
tenemos la llave. Si hasta ahora he tendió alguna duda sobre qué debo hacer el
próximo 20-N, hoy se perfectamente lo que debo hacer que no es otra cosa que
meter esa llave que tengo, mi voto, en las urnas correspondientes y dársela a
quien con más fuerza pueda oponerse a esta vuelta atrás en el tiempo.
1 comentario:
Abróchense los cinturones para subir en la montaña rusa más trepidante que hayan conocido. Será una experiencia única. Eso sí, los cinturones no son para su seguridad, sino para que no puedan escaparse de esta experiencia. No le contamos si el vehículo cabe por la entrada del túnel o se empotrará contra el muro, pero si les informamos que, en caso de salir vivos de esta, quedarán marcados para siempre.
Pues eso.
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