No sé si fue el exceso de horas de secador o la tensión del
encuentro con el rey, ya que no hay excesiva simpatía entre ambos, pero lo
cierto es que la presidenta madrileña se mostró ayer, a la salida de Palacio
más atropellada y "alomejorista" que nunca.
Se le nota en exceso que está acostumbrada a hablar con
gente que tiene bajo su autoridad -consejeros, asesores, personal a su servicio
y todo tipo de pelotas y admiradores acríticos- y se le nota, porque coge el
carril, se crece y olvida que lo que dice delante de la prensa, a pesar del
control que ejerce sobre gran parte de ella, se va a mirar con lupa y va a
llegar a todos los rincones convenientemente corregido, aumentado y opinado.
Ayer volvió a hacerlo y en esta ocasión no puede esgrimir la
excusa de que sus palabras fueron "robadas" o sacadas de contexto.
Dijo lo que dijo y lo dijo delante de micrófonos y cámaras. Y, pese a que se
han cargado las tintas en educación, también "alomejorizó" sobre
sanidad y no con menores consecuencias, porque insinuó algo indeterminado y
sospechoso respecto a que la sanidad pública se haga cargo del cuarenta por
ciento del importe de los medicamentos. Concretamente dijo que "si cada
vez somos menos los que pagamos el cuarenta por ciento" a lo mejor... A lo
peor, me temo, que lo que quiso decir es que va a haber que dejar de
subvencionar los tratamientos.
A lo que dijo sobre la obligatoriedad y la gratuidad de la
educación se le ha dado mucha más difusión y, pese a que ha tratado de
maquillarlo desde su twiter aduciendo que se refería a los "másteres"
-qué feo "palabro", teniendo como tenemos "maestría" en el
diccionario de la RAE- como esos niños que dicen que el perro se ha comido los
deberes o, en mis tiempos, que se había ido, porque se iba con frecuencia, la
luz.
Esperanza Aguirre encarna a la perfección a todos esos
"borrokas" de la derecha -para serlo no hace falta ser joven ni de
más arriba de Pancorbo- que consideran que ellos, y sólo ellos, están pagando
los estudios de los hijos de los inmigrantes y las operaciones de quienes hacen
"turismo sanitario" y que, puesto que ellos pueden pagarse su Colegio
del Pilar y su Clínica Ruber, para qué van a pagar con sus impuestos la sanidad
y la enseñanza pública. Curioso, cuando se pasan la vida "escaqueándose",
con o sin asesores fiscales, de Hacienda.
Quizá lo que quiere Esperanza Aguirre es que volvamos a
aquellos años en que la gente se moría de un cólico miserere o una gripe mal
curada o perdía el trabajo por una enfermedad más o menos grave y prolongada.
Quizá quiere volver a los años en que los niños eran arrancados de la escuela
para entrar de aprendices o chicos de los recados en talleres y tiendas, salvo
que fuesen, como ella, hijos de buena familia o que un cura, con mejores o
peores ojos se hubiese fijado en ellos, para mandarles a estudiar al seminario.
Hoy hay convocada una jornada de huelga en la enseñanza
pública en Madrid y otras comunidades y quizá pronto tenga que haberlas en la
sanidad pública. Me gustaría creer que la defensa de la calidad de estos
servicios que hacen sus trabajadores fuese entendida y respaldada también por
el resto de los ciudadanos. Ya hubo una Tatcher en el Reino Unido y bastó su
paso por el gobierno para asolar uno de los más amplios sistemas de protección
pública. De paso, se deterioraron la enseñanza, la sanidad, los transportes y
la seguridad.
¿Es eso lo que queremos? ¿Dejar a los jóvenes sin trabajo y
sin escuela? Este verano hemos visto los resultados en Tottenham, hace no tanto
los vimos en Marsella y la banlieu de París. Si no le ponemos remedio, mañana
puede ser en Villaverde o Vallecas.
Insisto ¿Es eso lo que queremos?
2 comentarios:
Con el agravante de que miente otra vez más. Los "másteres" no son ni gratuitos ni obligatorios, así que no estaba hablando de ellos y otra cosa más, hablo del "44%" (vuelve a escucharlo, si puedes, Javier) de los medicamentos, señal de su desconocimiento.
Además, se "olvida" (voluntariamente claro) en que la gratuidad se basa en que ya lo pagamos entre todos. Lo que quiere es que paguemos dos veces.
Que respondan con su patrimonio ,la privatización es una estafa consentida, con un escenario como el actual ya se puede demostrar que son pagos de favores a la clase alta y la banca junto a esos amigotes que tan familiares nos parecen cuando salen los trapos sucios de los accionistas mayoritarios, no se reparte esa riqueza localmente sino en cuentas centralizadas en operadoras multisectoriales que siguen monopolizando todas estas operaciones de amiguismo consentido .
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