Han pasado ya 36 horas desde que la machacona propaganda con
que nos han venido atormentando a lo largo de los últimos meses, con la
complicidad del PSOE y la inmensa mayoría de los medios de comunicación, nada
inocente, si no culpable, todo hay que decirlo, ha pasado un día y medio, han
regresado todos, con las maletas llenas de vergüenza y de fracaso, y es hora de
hacer cuentas, de hacerlas y de exigirlas.
En primer lugar debería hacerlo, si es que no quiere que
UPyD se quede con todo ese electorado de centro, en nombre del que ha
descafeinado su perfil obrero y de izquierda. Debería exigir la justificación
de cada céntimo, de euro y de peseta, porque la cosa viene de lejos, que se ha
gastado en esta quimera inútil. Debería exigir esas cuentas y pedir perdón por
no haberse atrevido a plantear las cosas como eran, porque, lo he escrito
muchas veces, cuando alguien obra de acuerdo con sus principios y no buscando
obtener no sé qué beneficios o evitar no sé qué pérdidas, quizá pierda o gane,
pero nadie podrá reprochárselo.
Tienen que pedir explicaciones, porque, por descontado, lo
harán otros, por todo ese dinero gastado en instalaciones faraónicas
escasamente usadas o trágicamente mal utilizadas, como el Madrid-Arena,
mientras se ha abandonado miserablemente el deporte de base, dejando a los
barrios sin piscinas ni polideportivos. Tienen que pedir explicaciones por
todos esos viajes de promoción en business y a hoteles de cinco estrellas,
mientras hay niños madrileños que un año ´más comienzan el curso escolar en
barracones, sin libros ni derecho a comedor, y mal atendidos por profesores
estresados o recién desembarcados en el "oficio", porque la Comunidad
de Madrid, la de la enseñanza de excelencia y bilingüe, quizá para servir con
soltura en restaurantes y terrazas "a relaxin café con leche" a los
turistas, ha decidido prescindir de los que tienen experiencia y cobran más, no
sin antes mancillarlos, tildándolos de vagos e interesados.
Tenemos que saber cuánto ha cobrado el experto en
presentaciones que diseño la de la delegación española, escribió el
discurso de la alcaldesa y la entrenó para hacer el ridículo ante el
mundo, no por su mal acento inglés, sino por las gilipolleces que dijo. Tenemos
derecho a saber quién ha pagado y cuánto ha costado el viaje a Buenos
Aires de tantos periodistas, cámaras y técnicos españoles que, al final, han
visto más que limitadas sus posibilidades de informar, cuando apenas hace unos
meses se ha puesto en la calle a la mayor parte de la plantilla de
Telemadrid, una televisión pública hundida en audiencia por haberla convertido
en el departamento de agitación y propaganda de Esperanza Aguirre y sus
mariachis.
Tienen que pedir explicaciones al Houdini
español, Alberto Ruiz Gallardón, hábil escapista que fue quien nos embarcó
en esto, gastándose el dinero que no tenía, sacándolo de colegios y de
la ayuda que debemos a ancianos y discapacitados, para luego huir al Ministerio
de Justicia, para llenar de olor a cirio, agua bendita y
sotana rancia la vida sexual de las españolas. Tienen que exigirle
que explique qué pajarito olímpico le dijo que esta vez sí. Tienen que
obligarle con evidencias a confesar que lo suyo era sólo una cortina de humo,
una zanahoria con la que tirar del burro electoral para seguir gastando nuestro
dinero en edificios e instalaciones que se caerán de viejos antes de cumplir
con su presunto fin.
Pero también hay que pedir explicaciones, y eso es cosa
nuestra, a los medios de comunicación que han servido de comparsas a esta gran
estafa, Medios de comunicación que, al igual que el PSOE, no han ejercido su
principal cometido que es el de contar la verdad, criticando al poder si es
necesario, por miedo a hacerse antipáticos ante una mayoría social mal
informada -en parte por su culpa- que se creyó todas y cada una de las mentiras
de Gallardón y compañía.
Tenemos, por ejemplo, que exigir que la SER explique en que
basó su decisión de hacer el despliegue que hizo para la frustrada celebración
de la consecución de los juegos para Madrid, en comandita con el Ayuntamiento,
amén del inútil despliegue previsto para ayer domingo en la plaza del
Callao, mientras sigue despidiendo a sus trabajadores, apoyándose en esa Reforma
Laboral que tanto critica ante sus oyentes.
Ha llegado el momento de hacer las cuentas y de exigirlas.
Y, si alguien deja de hacerlo, dejará clara su complicidad en la estafa.
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