Que este es un país envejecido del que, por si fuera poco,
la crisis está expulsando a los jóvenes mejor preparados, lo sabe de sobra el
Gobierno, como sabe de sobra que los mayores, a los que toca sobrevivir de una
pensión generalmente escasa, se vuelven temerosos y conservadores. Pero como
también sabe el Gobierno, la pasividad, el silencio de los pensionistas,
que hasta ahora ha sido una de sus mayores bazas electoral, tienen un límite y
ese límite es el que marca el no poder llegar a final de mes con lo mínimo para
sobrevivir y ese, para muchos de nuestros jubilados, límite está cada vez
más cerca, si es que no se ha rebasado ya.
Rajoy se encamina ya al final de la legislatura y cada
vez son mensos los asuntos sobre las que puede seguir mintiendo a los
ciudadanos y, además, se le vienen encima los deberes que le imponen desde
Berlín y Bruselas. Uno de ellos, inexorable, el de reformar el sistema de
pensiones español, tarea para la que encargó un informe a un grupo de expertos,
casi todos implicados negativamente, a los ojos de los pensionistas o los
de quienes deberían defender sus intereses, en el sector financiero, interesado
en revitalizar los fondos de pensiones, como complemento a las raquíticas
pensiones que, al parecer, nos esperan.
Pues bien, a pesar de todas las críticas recibidas por dicho
estudio, parece que, como desvelaba ayer EL MUNDO, lo que prepara Rajoy
para presentar ante Berlín y Bruselas es aún más negro para los
pensionistas que ese informe tan unánimemente rechazado, aunque, según la
interpretación que hace el autor de la información, lleva el sello de
Rajoy, puesto que la terrible pérdida de poder adquisitivo para las pensiones
que acabará provocando la pospone hasta después de resolver las citas
electorales pendientes,
Queda claro en las simulaciones que maneja el ministerio de
Fátima Báñez y que provocaría, a partir de 2016 una terrible desviación entre
el incremento de las pensiones y la inflación prevista por el propio gobierno
para esos años y que augura una vertiginosa pérdida de poder adquisitivo
de las pensiones partiendo del dato de que el incremento de la
inflación será siete veces superior al del importe de las pensiones.
Dicho de otro modo, si se cumplen los planes del gobierno,
convenientemente ocultados a los interlocutores sociales representados en el
Pacto de Toledo, nuestros jubilados, nosotros mismos, nos veremos abocados a
una vejez miserable en la que ni siquiera podremos contar con el auxilio del
Estado de Bienestar que, para entonces, y, si lo seguimos consintiendo, será
apenas un recuerdo del pasado. Nos jugamos mucho y nos toca informar
responsablemente a nuestros mayores de lo que se juegan también ellos,
Debemos hacer lo posible para que esa mayoría silenciosa que ya se conforma con
poco -un poco de sol en el parque, un paseo, sus medicinas, comer más o menos
bien y unas horas de tele- tomen conciencia de lo que se juegan cada vez
que van a votar o dejan de hacerlo.
Rajoy y los suyos, viven de esas mayorías silenciosas que no
salen a la calle, que se resignan y callan. Lo repiten una y otra vez y están
convencidos de que ese silencio es u fuerza, de que toda esa gente que calla y
otorga, aturdida por las televisiones que controla o que le sirven, les da la
razón. Y ya va siendo hora de que tal cosa deje de ocurrir.
Los planes del gobierno del PP son los de cebarse ahora
-mejor dicho, dentro de dos o tres años- con los jubilados, cada vez más y
más costosos. Y sería bueno que esos pensionistas dejasen de ser silenciosos
para gritar con su voz o con su voto que basta ya de abusar de los más débiles.
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