viernes, 18 de noviembre de 2011

POR QUÉ VOTO Y NO MILITO



He venido votando siempre que he sido llamado a las urnas y eso, por desgracia, no siempre fue así, porque nací en una dictadura que apenas se sobreponía de una terrible posguerra, en la que era más fácil ir a la cárcel que a las urnas. Por eso, pese a todo, para mí, una jornada electoral es siempre un día de fiesta que celebro por mí y por todos aquellos que durante tantos años aquí no pudieron celebrarlo y en tantas partes aún no pueden hacerlo.
No sé por qué razón siempre me han tentado para militar en algo. Recuerdo con una sonrisa que, en mis primeros tiempos en la universidad, en apenas diez días, qué paradoja, trataron de captarme desde el Opus y desde el FRAP. Afortunadamente, al menos para mí, nunca estuvo ni estará entre mis planes el de militar en nada, tampoco cuando pude hacerlo con sueldo.
Amo demasiado la libertad y me conozco demasiado bien como para quedar bajo la disciplina de un pensamiento en el que demasiadas veces no iba a creer. Sin embargo, jamás escuchareis de mi boca críticas a "los políticos" y "los partidos", a pesar de que constantemente me oiréis despotricar contra algunos partidos y algunos políticos. Me gusta demasiado poder pregonar a los cuatro vientos las gilipolleces de unos y otros.
Creo que, como todos los que creen en la libertad de pensamiento, llevo en el fondo de mi alma la luz de la utopía ácrata, del mimo modo que, por haber estudiado el bachiller de Ciencias y dos años de Veterinaria, no creo en ningún dios y tampoco en ese hombre absolutamente perfecto y bondadoso que sería preciso para alcanzar el paraíso libertario.
Hablando de imperfecciones, el sistema de partidos es, no sólo imperfecto, sino muy imperfecto, pero es lo que tenemos y con lo que tenemos que lidiar. Demasiadas veces se nos dice y a veces con razón que no funciona, que en él se dan la corrupción, la incompetencia, la injusticia, el derroche y, sobre todo, el desapego hacia aquellos que les votan y tendrían derecho a exigirles respeto a las promesas por las que les votan.
Siempre que he votado lo he hecho a la izquierda, primero al PCE -llegué a votar a un hermano- y más tarde al PSOE. Como tantos ciudadanos me he sentido orgulloso y defraudado por hacerlo, pero jamás, jamás, me arrepentido de hacerlo. Creo que a este país le va mejor cuando está gobernado por la izquierda. Todos los avances sociales de que disfrutamos, sanidad, pensiones, enseñanza -ésta con reparos-, libertades, cultura, etc. se han consolidado con ellos. Únicamente me han fallado en algo que han podido hacer y no han hecho, como es convertir a España en el estado laico que merece ser y espero que, tras los fastos de las JMJc en agosto, hayan a aprendido la lección.
Por todo eso, porque amo la libertad, la mía y la de los demás, sobre todas las cosas, voto y no milito.



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo te han decepcionado por la tibieza con el laicismo, seguro?