Ahora que se ha cumplido un año desde que el gran Berlanga
nos dejó, es una buena ocasión para recordar el momento de su "Patrimonio
Nacional" en que el genial marqués de Leguineche, Luis Escobar, dice a su
hijo, el barón, José Luis López Vázquez, al cruzarse en la calle Bailén con una
compañía de antidisturbios a caballo, esa frase genial que, envuelta, eso sí,
en las carcajadas de los espectadores, ha entrado en la historia de nuestro
cine: "Acojonan ¿eh?.
Pues sí, acojonan. Sin carcajadas y sin paliativos. Si las
encuestas no se equivocan, van ganar las elecciones, haciéndonos creer que su
garra enharinada en un programa ambiguo y sin compromisos y en el voluntarismo
y los deseos de felicidad de su candidato, es la patita de mamá cabra que nos
trae la comodidad y el bienestar. Acojonan y están acojonados.
Están acojonados, porque van a llegar al gobierno de España
en el peor momento de los posibles. Y no
porque la tan socorrida “herencia de Zapatero" haya dejado una situación
económica de muy difícil gestión, sino porque eso que se dice de que "lo
importante no es no tener la culpa, sino tener a quien echársela" ya no es
posible, porque, si ganan, después del 20-N, las soluciones tendrán que ser las
suyas y los errores y la culpa serán también suyos.
No es de extrañar que traten de esconder su garra por todos
los medios, porque lo que hasta ahora vamos sabiendo de sus intenciones es para
echarse a temblar. Ya sabemos, por ejemplo, que, de la ayuda a la discapacidad,
nada, que la ley antitabaco y la regulación del aborto van a ser retocadas.
Sobre la ley que regula el matrimonio entre ciudadanos del mismo sexo sólo
tenemos noticia de las ambigüedades del ambiguo Rajoy. Sobre los temidos
recortes, que, de ser cierto lo que dijo ayer Esperanza Aguirre, están pensando
en que los medicamentos de los pensionistas, los que más las necesitan, dejarán
de ser financiadas al 100% por el sistema. También, que lo que tiene pensado
hacer Rajoy va a provocar -Cospedal dixit- huelgas y manifestaciones.
A cambio, Rajoy goza ya de un prestigio perfectamente
descriptible en la prensa internacional, especialmente en la británica, que le
acusa de ambigüedad, The Guardian, y de asustar a los mercados y sembrar dudas
sobre la deuda española, como dice el conservador The Times y llevan meses
señalando Zapatero y Rubalcaba.
Tengo la impresión de que Rajoy, ojalá me equivoque, va a
ser como esos niños ansiosos que rompen la misma noche de Reyes el juguete tan
largamente esperado.
Pueden ganar las elecciones y, por tanto, tener el derecho a
hacer y deshacer, pero, como diría el marqués de Leguineche, acojonan ¿eh?
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