No sé quien le escribe los "chascarrillos" y los
ripios a la "chulendakaresa" madrileña, pero lo cierto es que a veces
tienen su gracia. El de ayer, llamando a zapalcabas y rubalteros a los heraldos
del PSOE, ha sido uno de ellos. Lo malo es que, cuando el coro anda susurrando
una dulce melodía, como un bolero a lo"sabandeño", un discurso que
invoca la felicidad que sólo alcanzaremos si unimos nuestras almas a la de
Rajoy, las ansias del o la solista por triunfar en casa pueden dar al traste
con la ensoñación. Y es que, por seguir entre boleros, no se puede tener dos
programas a la vez "y no estar loco".
El candidato tiene que elegir entre ser el doctor Jeckyll o
míster Hyde. No es posible prometer felicidad y elogiar, a un tiempo, las
políticas sanitaria y educativa de Esperanza Aguirre, a no ser que nos quiera
felices e ignorantes como dicen que pusieron a Adán y Eva en el Paraíso.
Es imposible defender un discurso invocando el consenso y la
tolerancia, junto a quien lleva desde que arranco el curso enfrentada a toda la
familia educativa en defensa de la única garantía, la enseñanza pública y
gratuita, que tienen quienes no son ricos para alcanzar la igualdad y, con
ella, la felicidad. Y no hablemos de lo que ocurre en la sanidad madrileña, que
Aguirre y los suyos han diseñado como "una oportunidad de negocio",
en la que la red hospitalaria está concebida como una gran franquicia a
disposición de quienes ponen "el local".
No se puede, como hace Aguirre, hablar de tender la mano y
acusar a los socialistas de dividir a la sociedad cuando, cada vez que abre esa
boca tan arrabalera y poco apropiada en una aristócrata, salen de ella
improperios cargados de inquina para quienes no pueden esperar de ella otra
cosa que coces.
Por eso no hay que dejarse engañar. Rajoy, con diferencias
más personales que ideológicos, nos es sino la matriz de Aguirre en la calle
Génova y Aguirre ha sido, es y será la sucursal y el laboratorio en el que se
está experimentando lo que el PP quiere hacer con nosotros.
Puede que en lo que queda de campaña tengamos que escuchar a
los rubalteros y zapalcabas de los que habló ayer la condesa, pero también a la
hidra de dos cabezas que forman Raguirre y Aguijoy.
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