domingo, 6 de noviembre de 2011

RAGUIRRE Y AGUIJOY


No sé quien le escribe los "chascarrillos" y los ripios a la "chulendakaresa" madrileña, pero lo cierto es que a veces tienen su gracia. El de ayer, llamando a zapalcabas y rubalteros a los heraldos del PSOE, ha sido uno de ellos. Lo malo es que, cuando el coro anda susurrando una dulce melodía, como un bolero a lo"sabandeño", un discurso que invoca la felicidad que sólo alcanzaremos si unimos nuestras almas a la de Rajoy, las ansias del o la solista por triunfar en casa pueden dar al traste con la ensoñación. Y es que, por seguir entre boleros, no se puede tener dos programas a la vez "y no estar loco".
El candidato tiene que elegir entre ser el doctor Jeckyll o míster Hyde. No es posible prometer felicidad y elogiar, a un tiempo, las políticas sanitaria y educativa de Esperanza Aguirre, a no ser que nos quiera felices e ignorantes como dicen que pusieron a Adán y Eva en el Paraíso.
Es imposible defender un discurso invocando el consenso y la tolerancia, junto a quien lleva desde que arranco el curso enfrentada a toda la familia educativa en defensa de la única garantía, la enseñanza pública y gratuita, que tienen quienes no son ricos para alcanzar la igualdad y, con ella, la felicidad. Y no hablemos de lo que ocurre en la sanidad madrileña, que Aguirre y los suyos han diseñado como "una oportunidad de negocio", en la que la red hospitalaria está concebida como una gran franquicia a disposición de quienes ponen "el local".
No se puede, como hace Aguirre, hablar de tender la mano y acusar a los socialistas de dividir a la sociedad cuando, cada vez que abre esa boca tan arrabalera y poco apropiada en una aristócrata, salen de ella improperios cargados de inquina para quienes no pueden esperar de ella otra cosa que coces.
Por eso no hay que dejarse engañar. Rajoy, con diferencias más personales que ideológicos, nos es sino la matriz de Aguirre en la calle Génova y Aguirre ha sido, es y será la sucursal y el laboratorio en el que se está experimentando lo que el PP quiere hacer con nosotros.
Puede que en lo que queda de campaña tengamos que escuchar a los rubalteros y zapalcabas de los que habló ayer la condesa, pero también a la hidra de dos cabezas que forman Raguirre y Aguijoy.

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