Dicen los sesudos analistas que lo de esta noche en el
Palacio de Congresos de Madrid no será sino ristra de monólogos -dichos con más
o menos gracia y más o menos convicción, añado yo- que para más inri ni
siquiera contará con las carcajadas y los aplausos del público aunque fuesen
enlatadas.
Os habréis fijado que no lo he llamado debate y lo he hecho
porque eso no es un debate. De hecho los dos únicos candidatos que gozan del
privilegio de participar en el invento muy probablemente irán "a su
bola", para no enredarse en lo que la gente realmente querría ver que es
la confrontación de ideas y talantes. Lo organiza la Academia de la Televisión
y les ha salido, lógico, demasiado académico. Será, como decía peyorativamente
un maestro en esto de la comunicación, "de traje y corbata". Es
decir, demasiado estricto, demasiado formal y, lo que es peor, pensando más en
los candidatos que en los ciudadanos que, a la postre, son la coartada para el
"invento".
Del debate de hace cuatro años, fue "la niña de
Rajoy" lo único que quedó para la pequeña o gran Historia del engendro. No
sé que quedará de éste porque, si como dice un amigo "nunca debes repetir
un experimento que te haya salido bien" imaginaos lo que hay que hacer si
el experimento ha salido mal.
Habrá que esperar hasta mañana para sufrir de nuevo la frustración
de observar como los diferentes medios de comunicación, especialmente los
impresos y más especialmente aún los cavernícolas, se apresuran a puntuar, tan
sesgadamente como sólo ellos saben hacerlo, a cada uno de los adversarios.
Lo harán en cada una de las redacciones, mientras diez
millones de españoles, la mayoría sin voz, pero con voto se van a la cama con
la sensación de que se ha vuelto a perder una oportunidad para que les hablen
de manera que lo entiendan de aquello que les afecta y les interesa.
Habrá que resignarse, señores, porque no es más que otra
edición del "Club de la política", del restringido y autista
"club de la política". Otro gallo nos cantara si estos señores tan
serios y correctos se jugasen el sillón haciéndonos reír en un verdadero
monólogo del "Club de la Comedia". Al menos nos reiríamos un poco, que falta nos hace.
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