Se lo escuché ayer a José Ignacio Wert y me pareció un
análisis tan sencillo como brillante, el más sencillo y el más brillante,
"ahora de quien depende es de Rajoy". Es verdad. Rajoy ha llegado a
la Moncloa cabalgando sobre la ambigüedad, haciendo lo que hacen quienes no
quieren disgustar a nadie, retrasando la entrega de las notas en casa, como si
ese retraso fuese a cambiar la naturaleza de los suspensos. Espero que quien
ocupará la presidencia del gobierno de España en los próximos años aproveche
las semanas que restan hasta su toma de posesión para prepararse los deberes,
porque, si lo que sabe es lo que demostró en el debate televisivo, como decían
las abuelas, "que San Pedro nos coja confesados".
Tengo la impresión de que los españoles hemos votado
pensando más en el pasado que haciéndolo en el futuro. Creo que, más que buscar
a quién nos saque de la crisis, hemos castigado al partido al que, con menos
razón que más, se la hemos atribuido. Por decirlo de otro modo, los españoles
hemos dado una patada a Zapatero y los socialistas, pero se la hemos dado en
nuestro culo. Y, si las patadas en culo ajeno dan alguna satisfacción, las
patadas en el propio duelen dos veces, porque duelen cuando la recibes y duelen
cuando caes en la cuenta de que podrías habértela ahorrado.
Hasta ahora el PSOE y Zapatero han sido la gran coartada.
Esperanza Aguirre, por ejemplo, se ha especializado en culpar al gobierno de la
Nación de sus "debes" y a su gobierno de los "haberes". Ha llegado
a hacer creer a demasiada gente que, si la sanidad madrileña se está
deteriorando porque no le da dinero Zapatero. Ha insistido una y otra vez en
que, si no se ha hecho obra pública, ha sido por la falta de acuerdo con
Fomento. Y qué decir de la enseñanza, levantada en armas, verdes y pacíficas,
contra su gestión.
Ahora, ni Aguirre ni nadie van a tener excusas para lo que
hagan o dejen de hacer, porque la excusa de siempre es del su mismo color y,
detrás de Rajoy, con una mayoría más que absoluta, no va a haber nadie, porque
dios no existe -lo siento, soy de Ciencias- y ellos, a Zapatero, no le
aceptaron como excusa la de los mercados.
Lo dicho, una patada en nuestro propio culo. Ojalá todos
esos que han creído en los de hacer las cosas "como dios manda" y
están esperando la felicidad prometida no tengan de qué arrepentirse. En cuanto
a quienes han echado abajo lo poquito que había sin haber levantado nada en su
lugar, espero que la próxima vez sean más reflexivos.
Ahora todo depende de Rajoy, también las ayudas a los
dependientes. Y no parece muy dispuesto a dárselas.
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