viernes, 15 de julio de 2011

STRESS TEST


Ante todo, vayan por delante mis disculpas por echarme a la corriente y dejarme arrastrar por el esnobismo de nombrar con palabras inglesas lo que se tiene nombre en español, porque un "stress test" no es ni más ni menos que una prueba de esfuerzo. Por cierto, me anticipo a un hipotético reproche, esnobismo es palabra española que desde hace tiempo figura en el diccionario de la RAE y tiene su origen en la anotación S Nob (del latín sine nobilitas) que, en los exclusivos colegios británicos, se hacía junto al nombre de los alumnos procedentes de familias con fortuna, pero sin título nobiliario.
Hecho el inciso pedantón, vamos con ese "stress test" al que se ha sometido a nuestros bancos y cajas, ya nos gustaría que así fuese, que nos tiene pendientes de los medios de comunicación, como si de la lotería de Navidad de tratase.
Resultaría casi cómico, si no fuese casi trágico, que se compruebe ahora qué pasaría con determinadas entidades financieras, si pasase lo que está pasando desde hace semanas con nuestra economía Y es que dicen quienes entienden de esto que el modelo que se ha aplicado en la simulación es bastante menos exigente que la situación actual.
Curiosa figura la del "stress test" que se viene aplicando en medicina, muchas veces por encargo de las aseguradoras, para conocer los riesgos que correría un individuo al someterse a determinados esfuerzos y los que correría la aseguradora al tomarlo como cliente. También se somete a los "stress test" -estamos cansados de verlo en los telediarios- a las estrellas del deporte antes de cerrar contratos con un nuevo equipo.
Luego, desgraciadamente, quien tiene que sufrir un infarto sobre el campo lo sufre y quien se tiene que morir de un "berrinche" se muere, pero las pruebas de esfuerzo dan un toque de solvencia a equipos y aseguradoras y además, en el caso del deporte, consiguen minutos de telediario y, con ello, una buena publicidad para los equipos y sus directivos. Lo malo es que si uno de estos bancos o cajas no supera el test se va a ver obligado a jugar en segunda división y los clientes van a huir de él como se huye de un edificio en llamas.
No sé qué va a pasar esta tarde cuando, al cierre de los mercados –otra vez los malditos mercados-, se haga público el test de esfuerzo. Mucho menos sabemos lo que ocurrirá el lunes cuando vuelvan a abrirse las bolsas. Sólo tengo clara una cosa y es que, pase lo que pase, el lunes, al final de la jornada unos pocos habrán llenado un poco más los bolsillos y la mayoría seremos un poco más pobres.
En fin, ahora mismo no sé si sería mejor para mí "palmarla" de un infarto sin previo aviso o vivir angustiado por la sospecha de que puedo llegar a sufrirlo.

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