viernes, 29 de julio de 2011

¡MANOS ARRIBA!


No sé si lo hace por chulería, si por ignorancia o, simplemente, porque, bendecida por sus votos para los próximos cuatro años, lo que le importan los madrileños a su presidenta es más bien poco. Lo cierto es que Esperanza Aguirre nos ha tomado la medida y juega con nosotros como algunos juegan con sus perros, tirándonos la pelota cada vez más lejos, por ver si volvemos a ponerla a sus pies llenos de mansedumbre y moviendo el rabo.
La presidenta de la Comunidad de Madrid se comporta, a partes iguales, como despótica y populista y hay que reconocerle que, como algunas "malas" del cine, es malvada, pero, además, muy lista. No hay más que ver la fecha y la hora escogida para convocar al consejo del Consorcio de Transportes de Madrid, el que entiende de todo lo que tiene que ver con los transportes públicos de la Comunidad y, naturalmente de sus tarifas. Es tan perversa y taimada que creo que, de no ser mujer, sería agencia de calificación de esas que nos amargan el día.
Ha convocado la reunión para hoy, día del gran éxodo vacacional para muchos, garantizándose que el que más y el que menos habrá cobrado su sueldo mensual y a una hora, después de las ocho de la tarde, en la que más de un consejero tendrá a la familia en el coche con el equipaje y las llaves puestas, para emprender sus vacaciones. Todo, para hacernos tragar una subida del billete sencillo de metro y autobús en un cincuenta por ciento.
Lo peor del asunto es que lo hace en un momento ene l que el Metro de Madrid vive una de sus peores crisis, con enfrentamientos entre la parte "gallardónica" y la "aguírrica" de su dirección y con un cierto olor a podrido dentro de la compañía al haberse puesto al descubierto que al menos cuatro de sus directivos -las informaciones les llaman una y otra vez "trabajadores", pero yo me niego a ello- se han estado llevando "una pasta" en comisiones a cuenta de adjudicar contratos de la compañía a empresas que no presentaban, precisamente, las mejores ofertas en calidad y precio. Y, al parecer, esto no ha hecho más que empezar, porque los ventiladores se han puesto en marcha en Cibeles y Sol y no van a parar de esparcir mierda del Ayuntamiento a la Comunidad y de la Comunidad al Ayuntamiento.
Subir el billete de metro de un euro a un euro y medio, en plena crisis económica y en una ciudad muy bonita y divertida, pero muy dura, que la mayoría de sus ciudadanos se ven obligados a cruzar de punta a punta para acudir al trabajo, a las clases o a su médico, con trayectos que no bajan de la media hora en metro o autobús, porque pensar en hacerlo a pie no es más que una utopía... subir un cincuenta por ciento el precio de cada trayecto sólo se cabe en un mundo idílico, tan desconectado de la realidad que el que fuera consejero de transportes, Ignacio Echeverría, hoy premiado con la presidencia de la Asamblea de Madrid, ignoraba que existía el metrobus, un billete de diez viajes que es el más utilizado por los viajeros y que el consorcio, en el que tiene representación, acababa de subir.
Por cierto, aquella subida no fue más que un "preoperatorio" para ésta, porque acercar el valor de un billete de diez viajes, con el riesgo de extravío que conlleva, al de diez billetes individuales sólo puede responder a la "estrategia de la goma", tan conocida entre los ciclistas, en la que uno de ellos avanza, escondiendo del aire a los demás, hasta que otro toma el relevo. Sólo así se explica lo que Doña Esperanza y los suyos pretenden hacer ahora.
Si esta señora se empeña en acercar el precio de los servicios públicos a lo que ella considera su precio real, olvidando el beneficio social que encierra su existencia, dentro de muy poco tendrá que encargar a sus amigos constructores que construyan y gestionen albergues para indigentes, en lugar de nuevas líneas de metro. Eso en una comunidad en la que los impuestos que más gravan el patrimonio de los ricos, sucesión, patrimonio, etc. prácticamente han dejado de existir.
Es lo que pasa por tener como presidenta a una condesa.

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