jueves, 14 de julio de 2011

DE MADRID AL SUELO (CANDIDATURA OLÍMPICA OTRA VEZ NO ¡POR FAVOR!)


No es porque tenga las rodillas desolladas y doloridas a consecuencia del poco apropiado pavimento que escoge nuestro alcalde para las aceras, pensando más en la mecanización de la limpieza que en la integridad física de los ciudadanos, que también. Es que estoy empezando a cansarme de que, como en el guiñol, nos enseñen un muñeco con una mano, mientras que, con la otra, nos aplican el "garrotazo y tente tieso" y, todo ello, sin sacarnos la mano de la cartera.
Vayamos por partes. Lo de las rodillas es consecuencia de una caída que, como al menos otras seis personas, sufrí hace dos días al bajar por la calle Tetuán desde la plaza a la calle del Carmen, justo al lado de la Puerta del Sol, sin percatarme de que la acera de la sombra no se había secado tras haber sido regada, cerca de las doce del mediodía, en lugar de hacerlo de madrugada. Tuvo que acudir el SAMUR, para limpiar y desinfectar mis heridas, atender a un hombre de mediana edad que se dolía de su codo hinchado y a una mujer que cayó de culo, con el riesgo que, a determinadas edades, tiene ese tipo de caídas para las caderas y otros hueso, especialmente en las mujeres. Estoy seguro de que, con un pavimento más poroso y no con esa piedra artificial que a saber a quién está haciendo rico, y con los barrenderos de toda la vida que, no sólo disfrutaban de un puesto de trabajo y un sueldo que no se iba al bolsillo del contratista, sino que, además, mantenían limpias las calles pavimentadas a la antigua, con sus pendientes y sus cunetas -si es que se llaman así- para que corra el agua.
Pero todo eso se ha acabado y ahora las aceras de las ciudades se hacen y se reforman pensando en las máquinas que subirán a las aceras, olvidando que revientan baldosas y hunden las tapas de registro del alcantarillado y otros servicios, lo que unido a los bolardos traidores convierten el paseo en un deporte de riesgo.
Y hablando de deportes, mucho me temo que la decisión tomada también hace dos días, de ir por lana olímpica por tercera vez retrata a la perfección la condición de procrastinadores natos del alcalde Gallardón y su amigo Lissavetzky, que se ocupan en lo olímpico para no hacerlo en los asuntos que realmente importan a los ciudadanos. Pretender celebrar unos juegos olímpicos en una de las ciudades más contaminadas de Europa, Madrid, cuya responsable de Medio Ambiente, Ana Botella, no ve la “boina” parduzca que la sobrevuela y piensa, además, que no está comprobado que la polución sea tan mala como se dice –claro que duerme, o ha dormido, con Aznar y, se dice que quienes comparten colchón se vuelven de  la misma opinión- es pretender que la flauta de Atenas o México suene por tercera vez. Pero, además, llenar la ciudad de instalaciones deportivas de último y muchas veces errado diseño -ahí está la "caja tonta", perdón, "mágica"- mientras en los barrios faltan piscinas, canchas y pistas de atletismo, y, si las hay, están cerradas la mayor parte del tiempo por no estar dotadas del personal correspondiente, es pensar muy poco en los ciudadanos y mucho en la carrera política de cada uno.
Hoy que uno y otro se han paseado por los medios he tenido la sensación de haber entrado en un bucle temporal del que me lo sé todo, incluido el final.
Si el principal argumento de Gallardón para descolgarse en plena crisis económica con esta nueva y, al tiempo, vieja aventura es el de que "a la tercera va la vencida" y que "nos va a costar la mitad", vamos dados, porque las corazonadas son de ludópatas y el que menos gasta es el que gasta menos.
No hay más que ver para qué sirvió la "manita de colores" de la candidatura Madrid-2016 y dónde ha quedado. Otras manos más decentes y menos interesadas, las del 15-M, ocuparon con su revuelta pacífica más minutos de telediario en el mundo que el carísimo "invento" de nuestro "queridísimo" alcalde que se hartó de decirnos cosas parecidas a las que nos dice ahora y que se gastó lo que no está escrito en promocionar en España su "corazonada" -en realidad se promocionaba él- cuando la decsión la tenía el Comité Olímpico Internacional, tan arbitrario y sospechoso como lo son las agencias de comunicación.
Señores Gallardón y Lissavetzky: lo primero es lo primero, y, cuando esté hecho, ya tendremos tiempo de pensar en juegos olímpicos. Lo sento, señores, pero esta vez los madrileños están siendo más prudentes que ustedes y no parecen dispuestos a dejarse arrastrar por su corazonada.

1 comentario:

Rodolfo Serrano dijo...

Por fin. Ya podemos dejar comentarios...,