sábado, 30 de julio de 2011

20-N


Cada día que pasa, estoy más convencido de que la prensa de este país es como la archifamosa gata Flora, de la que cuentan que -y perdón por la crudeza- "cuando se la meten chilla y cuando se la sacan llora". Lo digo, porque después de verter ríos de tinta y litros de saliva a propósito de la necesidad de dar una fecha para la convocatoria electoral, ahora que ya la tienen, no sólo critican de que el anuncio se haya hecho con tanto tiempo, cuatro meses, sino que han abierto un debate sobre la idoneidad de la fecha escogida.
Hay, incluso, quien plantea que la fecha escogida es un regalo envenenado de Zapatero al candidato Rubalcaba, porque la consideran cargada de connotaciones y toda una provocación que llenará las urnas de votos para el Partido Popular, ya que ese día se cumplirán treinta y seis años del anuncio de la muerte del dictador.
Creo que pensar eso es sacar las cosas de quicio. Más, si tenemos en cuenta, aún no sé si afortunada o desgraciadamente, cada vez son más los españoles que ignoran quién fue Francisco Franco y el dolor que extendió sobre nuestro país a lo largo de los cuarenta años que duraron su dictadura y la sangrienta guerra de la que se sirvió para instaurarla. A muchos de quienes se acerquen a votar ese día no les dirá nada el nombre de un dictador que cuando nacieron muchos de ellos ya había muerto.
Pero no sólo eso. Puestos a buscar connotaciones y contraindicaciones, las hay de todo tipo. También un 20-N, con cinco años de diferencia, fueron asesinados por los GAL y la ultraderecha y los parlamentarios de HB Santiago Brouard y Josu Muguruza.
También un 20-N fue fusilado en la prisión de Alicante José Antonio, fundador de Falange e hijo del dictador y antecedente del profascismo español, Miguel Primo de Rivera. El mismo día que, en que murió en un hospital madrileño, en plena Guerra Civil, el líder anarquista Buenaventura Durruti, después de haber sido alcanzado en la calle Isaac Peral, cerca de la Ciudad Universitaria, por una bala sobre cuyo origen incierto se adjudica a los fascistas, los comunistas, los trotskistas o, incluso, a sus propios compañeros anarquistas.
Y ya por rizar el rizo, fue un 20 de noviembre el día elegido por la señora D'Hondt hace ciento setenta años para dar a luz a su hijo Víctor, autor de la famosa regla que establece la asignación de escaños en el sistema electoral español.
¡Paparruchas! que diría el inefable Mr. Scrooge del "Cuento de Navidad" de Dickens. El calendario está lleno de días con contraindicaciones y tampoco son tantos los domingos electoralmente hábiles que tiene un año. Porque, si a los de las cincuenta y dos semanas que tiene cada uno, les restamos los que corresponden a los meses de julio, agosto, septiembre y diciembre, entre diecisiete y dieciocho, que, por ser vacacionales, son poco propicios para las citas electorales y sus campañas, nos quedarían apenas treinta y tantos, de los que alguno, sin duda, ya estaría copado por alguna de las innumerables citas que los españoles de una u otra autonomía tenemos con las urnas.
Personalmente, creo que no está de más "atreverse" a convocar elecciones en una fecha así. Ya va siendo hora de desacralizar los espacios y las fechas ocupadas por la dictadura y sus acólitos y, si es bueno descabalgar las estatuas de Franco de tantas plazas en las que estaba, tampoco sería malo comenzar a descabalgarlo del calendario.
En fin que este "son galgos o son podencos" no es más que un buen material para aportar algo nuevo a la información a propósito del anuncio de un acontecimiento sobre el que ya estaba todo escrito. Ya se sabe que el diablo sabe más por viejo que por diablo y, al fin y al cabo, los periodistas somos eso: unos pobres diablos condenados a escribir siempre sobre lo mismo.

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