miércoles, 17 de agosto de 2011

UN VIAJE AL PASADO


Con la excepción de la figura del cardenal Tarancón, pieza fundamental de la transición, y algún que otro obispo nacionalista de Catalunya y Euskadi, la iglesia católica española siempre se ha situado en la derecha, por no decir en la derecha más rancia.
Por eso y porque su influencia siempre ha sido positiva para sus intereses, la derecha -y, por desgracia y por su cobardía, la izquierda en el gobierno- han hecho demasiadas concesiones a una organización demasiado poderosa y demasiado influyente aún en nuestro país.
Si la iglesia católica fue perseguida durante la II República Guerra Civil, las más de las veces injustamente, queda claro que a lo largo de los años de dictadura se resarció sobradamente, en especial en los años más duros de la inmediata posguerra. A cambio, esa iglesia devolvió con creces al franquismo los favores prestados. No hay que olvidar que el papa Pío XII, el mismo bajo cuyo papado se facilitó la huída a Sudamérica de destacados criminales de guerra nazis, designó a España, concretamente Barcelona, como sede del XXXV Congreso Eucarístico Internacional, el primero que se celebraba tras la II Guerra Mundial, permitiendo a la España de Franco dar los primeros pasos para salir del aislamiento a que estaba siendo sometida por su evidente alineamiento con Hitler y Mussolini.
Favor por favor, la iglesia contó en España con un concordato en el que, a cambio de dar a Franco el privilegio de elegir de entre una terna presentada por el Vaticano a cada uno de los obispos, se encargó del pastoreo moral de la sociedad española, convirtiendo a cada párroco en una autoridad, en ocasiones al servicio directo de la represión franquista.
Nada o casi nada dijo esa iglesia del estraperlo ni del tráfico de alimentos y antibióticos que permitió, durante la posguerra, el enriquecimiento de gran parte de los hombres del régimen. A ellos les bastaba con sus púlpitos y sus colegios y con oscuros privilegios que les permitía, por ejemplo, traficar con niños. En fin, que tiene fácil explicación esa mutua querencia que se da entre la iglesia y la derecha, la derecha y la izquierda.
Por eso, me gustaría que esta tarde fuésemos muchos los que nos manifestaremos en contra de la financiación pública de una parte el coste de esta demostración ideológica aparentemente mansa que reforzará el poder de esos mismos obispos que, conocedores de la infraestructura que manejan, volverán a llenar las plazas de Madrid en contra de cualquier avance en os derechos individuales de los hombres y mujeres de España.
NO me gusta que, con mis impuestos, el Gobierno esté ayudando a financiar lo que no es otra cosa que un viaje al pasado, disfrazado de "movida guay", pero viaje al pasado al fin y al cabo.

2 comentarios:

Axel dijo...

Desde Bilbao. No podré estar ahí físicamente. Pero si apoyando la causa.
Un saludo

isabel Troya dijo...

no puedo estar alli fisicamente, pero estoy de acuerdo con esta manifestación. No quiero más vueltas al pasado.