martes, 16 de agosto de 2011

LE PARECE MAL


Al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón "el derrochador", le parece mal que los madrileños que no estamos de acuerdo con el dispendio con que la ciudad recibe a los participantes en el campamento de verano católico y ramplón que tramposamente han dado en llamar JMJ, Jornadas Mundiales de la Juventud, pese a que en él no hay lugar para los ateos, agnósticos, cristianos de otras confesiones, musulmanes, sintoístas o budistas.
Le parece mal que ejerzamos nuestro derecho a expresar nuestro disgusto por el centro de Madrid al mismo tiempo que los participantes en el "invento" desfilan cantan o bailan por sus calles. Pero, listo como es, asegura que estamos en nuestro derecho de hacerlo, eso sí, en otro momento o en otro sitio.
Ya demostró su astucia forzando el desalojo de los resistentes del 15-M de la Puerta del Sol que se ha convertido estos días en el escenario de coreografías exorcizantes de los chicos de la JMC, privándonos de la oportunidad de comprobar si hubiesen congeniado unos y otros.
Le parece mal la marcha -antipapa, la llaman los obispos- de mañana miércoles, pero no le parece mal que el centro neurálgico del transporte de superficie de Madrid, la glorieta de Cibeles, punto de partida o de paso de más de 60 líneas de autobuses de la EMT, quede cerrado al tráfico durante todo un día -laborable por cierto- obligando a quienes los utilizan también en estas fechas, trabajadores muchos de ellos, a perder cerca de una hora intentando enlazar unas líneas con otras.
No me explico por qué él, tan listo como es, no ha escogido para la misa de esta tarde y otros actos cualquiera de las plazas que quedan entre la de Cibeles y la de Castilla, a lo largo del Paseo de la Castellana. Claro que, de haber sido así, se hubiese colapsado sólo el Madrid más rico y, cerrando Cibeles, se colapsa Madrid entero.
Espero que la marcha "antiderroche a cuento del papa" de mañana, a la que apenas se ha dado publicidad concreta -más bien ha sido escasa y negativa- esté concurrida y sea pacífica y respetuosa, para que, con ella, quede constancia de que una parte significativa de esta sociedad no estamos de acuerdo con que se nos arrastre en la marea de "lo tradicional y lo cultural", mientras unos cuantos ordeñan la teta de la religión en su propio provecho.
La pasada "Semana Santa" se prohibió la "procesión atea" que se quería celebrar en Lavapiés y la justicia poética o algún diosecillo juguetón arruinaron con la lluvia gran parte del programa de procesiones "tradicionales". Ojo al dato, porque las tormentas son frecuentes en las tardes del mes de agosto en Madrid.

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