Ayer, cuando leí en los digitales que los bancos españoles
habían superado el test de estrés al que les había sometido el Banco Central
Europeo, tuve la sensación de vivir eso que los cursis llaman "déjà
vu" y José Luis Cuerda "flash back" ¿No fue eso mismo lo que se
nos dijo, con el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández
Ordóñez, a la cabeza, cinco minutos antes de que todo se viniera abajo? Dicen
que el gato escaldado del agua fría huye y mucho me temo que, después de tantos
desengaños, ya no nos fiamos de casi nada, pese al callo que hemos desarrollado
en el lomo después de tantos palos, las fanfarrias y el volar de campanas de
ayer, perfectamente calculados para hacerse con las primeras y los telediarios
de hoy lunes, al común de los mortales, como a mí, le van a dejar cuando menos
indiferente.
Era sabido que, al menos en el juego, la banca siempre gana,
pero cada vez está más claro que ocurre otro tanto en la vida real, porque,
pese a que somos todos los españoles quienes estamos pagando la quiebra a plena
luz del día de las cajas y la quiebra con sordina de algunos bancos vividas
estos años, vamos a ser los últimos en percibir los beneficios de haberlas
superado, si es que realmente las han superado, porque desde que todo se vino
abajo y, pese a la enorme inyección de liquidez recibida de nuestros bolsillos,
siguen proporcionar el crédito necesario para engrasar la agarrotada maquinaria
de la economía española,
Se ayuda a la banca y se ayuda a la gran industria, casi
siempre multinacional, a base de sacarnos ese dinero en especies -camas
hospitalarias, aulas escolares, ayudas a la dependencia, etc.- dado que para
desgracia nos hemos comido o nos han quitado gran parte de nuestros ahorros.
Recuerdo, en otro de esos "flash-back" que se nos dijo que, antes que
rescatar a los ciudadanos y sus familias, antes que poner a salvo esas pequeñas
empresas que son las que realmente mantienen vivo a un país, había que rescatar
a la banca, porque era necesaria para eso que, harto de escucharlo, doy por bueno
y os acabo de decir: engrasar con su crédito la economía. Pues bien, ahora que,
después de muchos sacrificios por parte de la ciudadanía, hemos reconvertido
nuestro enfermizo y enclenque sistema de cajas en ese superhéroe capaz de
superar cuantas pruebas le echen encima, nos dicen, con el más descarado de los
cinismos, que no, que, para que fluya el anisado crédito es preciso que se
reactiven la economía y la creación de empleo.
Lo dicho la banca siempre gana. Y más, ahora que hemos
puesto nuestros ahorros, el pago de todos nuestros recibos y hasta la lista de
la compra mediante sus cómodas tarjetas que, en nuestro caso y para nuestra
desgracia, no van a ninguna cuenta de "fallidos" o de errores
informáticos, como las de Rato, Blesa y todos sus secuaces. Más, ahora que
saben de nosotros y nuestros pasos más de lo que sabemos nosotros mismos. Por
eso, de vez en cuando, después de haber recuperado de milagro lo que te
estafaron con el trile de las preferentes, te cabrean preguntándote cada cierto
tiempo si quieres mover ese dinero que tienes en tu cuenta u ofrecen a tus
padres un carísimo seguro para su entierro, precisamente con la aseguradora a
la que Blesa pretendió colgarle el muerto de su fianza.
En fin que la banca sigue viva y muy viva, en el peor de los
sentidos, el de la viveza y sigue superando el test de estrés que les impongan,
a medida, es verdad. Mientras nosotros, los ciudadanos, padecemos sin
test el estrés que nos causan.
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