No sé si las inmoralidades redescubierta y puestas sobre la
mesa ayer por eldiario.es tienen o no calificación de delito, para eso están la
fiscalía y las acusaciones particulares que planteen sus demandas ante los
tribunales, pero yo, lego en estos asuntos, veo como mínimo delito fiscal por
todo el dinero recibido y no declarado y otro de falsedad y estafa al haber
"escondido" esos más de quince millones de euros en la contabilidad
de la caja como errores informáticos. Espero por tanto que la fiscalía que,
pese a que en uno de los correos de Blesa revelados -insisto- gracias al juez
Elpidio Silva se hablaba de las tarjetas black como una parte de las gratificaciones,
sólo quiso ver un delito contra la intimidad de Blesa y fue con el cuchillo
entre los dientes a por el juez que, de momento, ha perdido su carrera.
No era la primera vez que se hablaba en la prensa de tan
escandaloso asunto. Ya lo hizo EL PAÍS en los noventa gracias a una información
de Francisco Mercado que probablemente no hubiese visto la luz años más tarde
en un periódico acuciado por las deudas y los créditos de Prisa, que negociaba
a la desesperada la refinanciación de su faraónica deuda. Pero, por aquel
entonces a todos nos iba bien y nadie quiso profundizar en lo que a todas luces
era un saqueo de las cuentas de Caja Madrid que más tarde, reconvertida en
Bankia, nos ha costado a todos más de veintitrés mil millones de euros.
A nadie pereció interesarle el asunto, claro, porque
entonces, aunque aún no se hablaba de la casta, la había y muchos de los
miembros de esa casta, en partidos y sindicatos, llevaban una tarjeta black en
el bolsillo.
Ahora que todo o casi todo se sabe, cabe esperar que todos
estos estafadores paguen sus culpas con algo más que la vergüenza, que, como
todo el mundo sabe, en personas de moral tan distraída apenas dura lo que dura
un sonrojo. Yo me inclinaría por hacer público todo lo que compraron y pagaron
con nuestro dinero, sea lo que sea, y porque se obligue a todos estos inmorales
a devolver todo lo gastado y a pagar las multas que correspondan al delito
fiscal cometido al no haber declarado tan negros ingresos. Y no sólo eso. Ojalá
se pudiesen investigar una por una todas las decisiones e que participaron los
consejeros para hacerles responsables de todo el daño patrimonial producido en
la caja a causa de decisiones adoptadas con sus votos.
Sé que eso que digo es soñar despierto, porque, a estas
horas, sólo la responsables de la Fundación Caja Madrid, en el chasis después
de la crisis, con muchas de sus bibliotecas y centros para mayores cerrados, ha
dimitido por haber tenido una de esas tarjetas con la que realizo gastos por un
importe que probablemente hubiese salvado alguno de esos centros hoy
clausurados. También el gobierno de la Comunidad de Madrid ha cesado a su
insolente director de Economía, Pablo Abejas, que, como consejero de Caja
Madrid, disfrutó de las mieles dela tarjeta por un importe de doscientos cuarenta
y seis mil euros y ha tenido el descaro de decir ahora que todo el mundo lo
sabía, pero (nadie decía nada) porque "estamos en un teatro". Pues
bien, este señor ha tenido que ser cesado, porque parecía dispuesto a seguir
manejando los dineros de los madrileños, pese a haber sido pillado en un
asunto tan escandaloso.
Y hasta ahí llegan las consecuencias, porque el resto de
beneficiarios, en la izquierda y en la derecha siguen impertérritos en sus
cargos y callados como muertos, algo que no debe resultarles muy difícil
después de haber callado como callaron todo lo que vieron en los consejos de
administración a los que pertenecieron. Sólo el secretario general de UGT
Madrid, José Ricardo Martínez, se plantea dimitir de su cargo y se ha dado el
fin de semana para pensárselo, pero no por vergüenza o por arrepentimiento,
sino "porque hay una campaña contra el sindicato" y él no quiere
perjudicarle. Curioso planteamiento por parte de quien parece pensar más en él
y en su organización que en los cientos de miles de ciudadanos perjudicados por
la ruinosa gestión de la caja de la que fue copartícipe.
En fin que tanta desvergüenza, tanto descaro y tan poca
decencia no dicen mucho del sistema de representación en que hemos vivido hasta
ahora. Un sistema adecuado en origen que todos estos señores han viciado, hasta
el punto de hacerlo insoportable. Pero no por estos canallas tenemos que tirar
por la borda aquello por lo que tantos lucharon con tanta generosidad. Tenemos
que conjurarnos para limpiarle del moho y el óxido que lo recubre por culpa de
todos estos chorizos que se han servido de nuestro abandono para infectarlo. Y
tenemos que emplearnos a fondo para engrasar una máquina que pese a todo es lo
mejor que tenemos.
Minutos después de colgar esta entrada, me entero de que José Ricardo Martínez UGT y Ángel Gómez del Pulgar, de la ejecutiva del PSM, han dimitido. Pues bien, si os digo la verdad, ya han tardado, porque la culpa de hoy es la misma que la de ayer.
Minutos después de colgar esta entrada, me entero de que José Ricardo Martínez UGT y Ángel Gómez del Pulgar, de la ejecutiva del PSM, han dimitido. Pues bien, si os digo la verdad, ya han tardado, porque la culpa de hoy es la misma que la de ayer.
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