No seré yo quien ponga la más mínima traba a las creencias
de un ciudadano, siempre que éstas no interfieran en la vida del resto de
individuos que componen la sociedad, siempre que respeten su libertad y,
sobre todo, su derecho a la felicidad. Por eso, quienes traten de imponer sus
ideas o sus creencias a los demás, me tendrán siempre enfrente con todas mis
fuerzas.
Tener a dios, un dios cruel, justiciero y parcial, de
su lado lleva a algunos a ser injustos y crueles, hasta el punto de imponer la
infelicidad como castigo a quienes no comparten su credo, un credo que, para
algunos, lo impregna todo y tratan de "colarnos" en sus leyes,
más allá de la justicia y el sentido común. Tener a ese dios de
su parte y más si ese dios o, mejor dicho, quienes hicieron y
deshicieron en su nombre durante cuarenta años, conduce a la soberbia y a no
querer ver el mundo como es, sino como quieren verlo. Tener a dios en sus filas
les hace creerse invencibles e incontestables.
Pero el asunto no es tan sencillo. Porque, pese a las
imágenes de cristos torturados colgadas en los cabeceros de las camas de tantos
y tantos hogares, la felicidad o el deseo de alcanzarla acaban por imponerse y
acaba por reventar las costuras del más estrecho de los trajes que nos quieran
imponer. Y, para su desgracia, también la felicidad es contagiosa. Mucho más
que el miedo o la tristeza.
De un tiempo a esta parte, millares y millares de hombres y
mujeres han optado por aceptarse como son y por quererse a plena luz del
día, sin tapujos y sin miedo. Millares de esos hombres y mujeres han optado por
garantizar su amor ante los hombres gracias a una ley que se impuso a cirios y
sotanas, dándoles la oportunidad de acertar o equivocarse como al resto de
parejas,
Ahora, como cualquier otra, esas parejas quieren
culminar su derecho a la felicidad ejerciendo de pleno su derecho a ser una
familia y accediendo, para tener descendencia, como cualquier otro
ciudadano, a los mismos medios que, gracias a los avances de la ciencia,
conseguidos las más de las veces con la oposición del dios justiciero y quienes
le defienden, pone a su disposición el Estado.
Lo han intentado y se han encontrado con que quienes deciden
ahora sobre la disponibilidad de esos medios son los servidores de ese dios
frío y deshumanizado que ve pecado y perversión donde sólo hay amor, tan puro y
responsable como el de cualquier otra pareja. Y esos "administradores de
la vida y la felicidad" le han dicho que no, que no los tendrán a su
disposición, porque esas mujeres que quieren concebir con el semen de un
donante anónimo no están enfermas -pese a que, en su fuero interno, crean
que sí y que la homosexualidad es una aberración que habría que tratar- y, al
no estarlo, no deben ser asistidas en la sanidad pública.
Tienen, han tenido, además, el cinismo de negar
intención discriminatoria en sacar fuera del sistema a las mujeres sin pareja
masculina, pero, por ese saberse del lado correcto que acompaña a todo talibán
que se precie, lo dejaron por escrito en la primera redacción de la
modificación de la ley. También dicen, claro, que a todas estas mujeres no
se les prohíbe tratarse en clínicas privadas ¡faltaría más! pero, para ello,
deberán disponer de unos medios que no están al alcance de cualquiera.
A la ministra Mato no le importa que el niño nacido de una
lesbiana sea fruto de una violación, eso no, sería voluntad de dios, ni que se
conciba con el semen de un amigo que renuncie a reconocer al bebé o que el
embarazo se consiga pagando a un "donante", una especie de
semental de usar y tirar, con el trauma que puede suponer para quien ha hecho
de la homosexualidad su opción.
Todos sabemos que, para muchas mujeres de esta y de otras
generaciones, es acceso a la maternidad ha sido igual de penosos, incluso
con sus maridos, pero no por eso han de imponer sus reglas al resto de mujeres.
Han sido muchos años de tener a su dios metido en nuestras camas y creo que ya
va siendo hora de despejarlas para que sólo queden en ellas el amor o el placer
deseado y consentido.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
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