A estas alturas ya no soy capaz de recordar si el gobierno
de Rajoy ha cumplido ya sus cien días de gracia. Supongo que no, porque nadie,
ni siquiera la acorazada mediática nos ha "atorrado" con sus logros
en ese tiempo. Sin embargo, os aseguro que tengo la sensación de que llevan
años en el poder.
Lo que si he notado es que todas sus acciones y
declaraciones responden a una estrategia perfectamente diseñada y que, en
contra, de lo que ha sido el comportamiento de otros gobiernos, no se conforman
con contar la verdad a los ciudadanos, sino que procuran exagerar siempre que
pueden los datos negativos como pretendiendo que cualquier modificación
posterior de los mismos suponga una mejora.
Es, de alguna manera, aquella vieja consigna de la izquierda
que, con su "cuanto peor, mejor" perseguía que el capitalismo se
cociese en su propio jugo, eso tan manido de "agudizar las contradicciones
del sistema" para acabar con él. Pues bien, ahora, la derecha, mucho más
lista y pensada de lo que cabría esperar de la zafiedad de algunos de sus
representantes, está conduciéndose con la misma consigna como guía. Sí. Cuanto
peor parezcan las cosas, mejor les van a parecer a los incautos ciudadanos
nuestras soluciones.
Si hay mucho paro, fundamentalmente entre los jóvenes,
proponen y consiguen aprobar, con el innecesario apoyo de otras derechas
presentes en el Parlamento, una reforma laboral que permite, con un coste
mínimo, quitar el trabajo a los padres de familia, para dárselo, más barato,
sin antigüedad y sin derechos a sus hijos.
Si la escuela pública sufre dificultades como la falta de
profesores de apoyo para ayudar a los alumnos con dificultades que, con el
mayor descaro, ha ido expulsando de sus aulas la privada concertada, reduzcamos
aún más las plantillas y aumentemos la ratio de alumnos por aula, para que
aquel que, con un poco de esfuerzo, pueda permitírselo acuda a esos colegios
religiosos ideologizados a los que destinamos gran parte del presupuesto en
subvenciones. Eso, por no hablar del abandono presupuestario que están
sufriendo las universidades públicas en beneficio de las muy ideologizadas
universidades públicas.
Todo está mal. Muy mal. Ese es el mensaje repetido una y mil
veces. El que paraliza el consumo y deprime a los ciudadanos acabando con su
legítima alegría de vivir. Lo malo es que les funciona. Y tengo razones para
pensarlo: hace apenas dos días, mis padres, pasionistas y no de lujo, que las
comodidades con que viven son el fruto de años de trabajo y ahorro se
planteaban si no sería bueno pagar por cada visita al médico o por cada receta.
No tuve más remedio que regañarles recordándoles que llevan años pagando con la
seguridad social y sus impuestos lo que el Estado les devuelve ahora.
También les hablé, claro, de las SICAP, de los grandes
patrimonios, de los paraísos fiscales y de los sueldos y los privilegios de
quienes, como el ultraliberal Pedro Schwartz, predican la austeridad y la buena
gestión, el recorte de salarios y derechos y, cuando Esperanza Aguirre le
coloca al frente del CES madrileño, algo así como poner a la zorra a cuidar de
las gallinas, se adjudica un coche oficial, no previsto para su cargo, con dos
conductores para servirle.
Que no cale el mensaje pesimista, por favor, y si cala
porque no queda otro remedio, haced lo posible para que la gente tenga claro a
quiénes les va cada vez mejor cuando a nosotros nos va peor.
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1 comentario:
Comparto tu artículo mil por mil.Has recogido a la perfección las respuestas a dar. Ahh!! y la sensación de que llevan años en el poder también la tengo. Me ha encantado !. Lo difundo
Salud y Calle calle calle
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