Si no fuera porque la situación es para llorar, algunas
iniciativas darían para unas cuantas carcajadas. Va a resultar ahora que el
gobierno del mismo partido que colocó y elogió hasta el rubor la labor de un
chorizo como Jaume Matas o el que sustentó en la Generalitat Valenciana y
presentó a las últimas elecciones autonómicas, que por cierto, ganó, al
histriónico y delirante Francisco Camps, cuya gestión al frente de la comunidad
valenciana, a la que ha dejado al borde de la ruina, sigue estando, y no sólo
por los famosos trajes, en tela de juicio... va a resultar, decía, que ese
mismo partido es el que dicta las normas de transparencia y buen gobierno que
pretende poner de patritas en la calle y marcar como apestados a los
gobernantes y responsables de lo público que gasten lo que no tienen o falseen
cuantas, una ley que, de haber estado vigente ahora, habría acabado con la
carrera política de la mayoría de los presidentes autonómicos, incluida
Esperanza Aguirre, a la que acaban de perdérsele en el cajón mil millones de
déficit.
¿Qué pretende el Gobierno aprobando esta ley en el último
día de campaña de las autonómicas andaluzas y asturianas? ¿Quiere decirnos que rodos
los que han estado son unos chorizos y ellos los que van a limpiar armarios y
cajones?
Si es eso lo que pretendía, hubiese sido más decente abrir
la carpeta de los Presupuestos Generales para este año, que llevan escondidos demasiado
tiempo, para que asturianos y andaluces supieran qué y a quién van a votar
mañana.
España nunca se ha caracterizado por ser uno de los países
más transparentes, ni siquiera en su entorno. Nuestro país está y ha estado
hasta ahora entre los señalados por Transparencia Internacional, una organización
que pretende combatir la corrupción de las naciones.
Lo cierto es que, por más que queramos lavarnos la cara
deprisa y corriendo, la opacidad de Rajoy y su gobierno, válida quizá para
consumo interno, no convence a las autoridades europeas, que nos mandan ya a
sus sabuesos, ni para los temibles mercados que han vuelto a hacer presa, seis
meses después, en la endeble deuda española. Curiosamente, la prensa silba y mira para otro lado en lugar de señalar al verdadero culpable de la desconfianza de unos y otros que no es otro que nuestro Gobierno.
Bienvenida esta ley si es que sirve para desterrar los que han sido usos y costumbres de la política española en los últimos tiempos. Aunque mucho me temo que algún resqiuicio se dejarán los autores de la ley, porque me resulta difícil creer que, por propia iniciativa, acaben tejiendo la soga que les ate las manos que tan acostumbradas estaban a visitar las arcas de los público en beneficio, si no personal, sí partidista.
Quizás a partir de ahora la vajilla se nos sirva en una
vajilla transparente, pero me temo que el menú va a resultar tan incomestible
como siempre.
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1 comentario:
Totalmente de acuerdo. La frase mas recurrente será.. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
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