Ya era hora de que alguien lo dijese así de claro. Es más,
creo que alguna de las muchas facultades de periodismo que tanto florecieron
por nuestra geografía cuando los de la prensa aún vivíamos, felices y confiados
debería ofrecer una plaza de profesor honorario para Mario Pascual Vives, el
abogado de Iñaki Urdangarín, o, al menos, incluir sus lecciones de periodismo
en la bibliografía de alguna de sus asignaturas. Y no sólo eso, el ayuntamiento
de Valencia debería tener alguna atención con él por haber sido tan oportuno
por la imagen literaria empleada en su cínico adiós a la prensa que, día tras
día, le esperaba pacientemente a las puertas de su despacho.
Mario Pascual Vives había descubierto lo útil que puede
resultar ser amable con la prensa, dejándoles cada día, o cuando convenga, unas
breves declaraciones adornadas con unas tomas, rodeado de micrófonos y caras
expectantes. Es como tratar con los gorriones de un parque. Poco a poco te
ganas su confianza y acaban comiendo en tu mano, lo que te permite ir
depositando en sus grabadoras el mensaje más conveniente para su cliente que,
inmediatamente, se verá multiplicado en telediarios, periódicos y radios.
El abogado había descubierto la pirotecnia informativa y su
utilidad para dispersar humo de bonitos colores sobre asuntos tan turbios como
lo son los que acucian a su ilustre cliente. Lo que ocurre es que, con el
tiempo, Pascua Vives también ha descubierto lo desagradable que puede llegar a
ser esa pirotecnia cuando la carga es excesiva.
Eso es lo que ha ocurrido en las últimas horas, cuando se
han conocido a través de una filtración, un nuevo género periodístico que
convendría enseñar en las facultades de Periodismo y Derecho, los cuatro graves
delitos por los que se puede acusar al duque. Lo primero fue hacerse el tonto o
lo que es lo mismo, no darse por enterado, pero, cuando esa actitud sostenida
hubiese pasado a ser un insulto a la inteligencia de los periodistas, por más
que la mayoría formasen parte de la infantería becaria, el hábil abogado ha
dejado caer sus cartas y, con la misma sonrisa irónica con que Camps daba las
gracias a quienes le cortaban el paso con micrófonos, ha destapado su
pirotecnia informativa, adornándola de preocupación por la salud de quienes le
esperaban ante la llegada de las lluvias.
Lo dicho. Una cátedra en Periodismo para don Mario Pascual
Vives. La asignatura, hasta ahora intuida, ya tiene un cuerpo teórico y nombre:
Pirotecnia Informativa.
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