Vaya por delante que, como pensionista, he de quedarme al
margen de la huelga que ayer convocaron los sindicatos mayoritarios. Es por esa
razón que no me queda más remedio que limitarme a explicar por qué yo iría a la
huelga si pudiera.
Creo que la razón principal para hacerla es que tengo una
hija de 25 años que, con dos títulos y tres años de experiencia, uno de ellos
en el extranjero, debe conformarse con enlazar becas y prácticas, para no
pegarse un tiro y a cambio de poco más que unos euros para gastos. Una
situación que, si ha sido posible hasta ahora, creo que la reforma elaborada
por el Gobierno con nocturnidad y alevosía, no sólo va a seguir permitiéndola,
sino que la perpetuará.
Otra razón, a mi modo de ver incontestable, es la poda que
de los derechos de los trabajadores hace la ley. Derechos que hasta ahora nos
protegían de la voracidad de las empresas y sin los que seremos poco más que
baratos robots de usar y tirar.
Otra razón, y no la menos importante, es dar a los
sindicatos la oportunidad de regenerarse ante los ojos de los trabajadores,
demostrando su fuerza y, sobre todo, su utilidad en unos tiempos en que la
derecha pura y dura tiene mayoría absoluta en el parlamento, controla los
medios de comunicación y suma a su causa a la conferencia episcopal más
montaraz de las últimas décadas, incluidos los oscuros tiempos del nacional
catolicismo. En esas condiciones y con unos partidos políticos sin el más
mínimo prestigio y sin apenas capacidad de liderazgo, no nos queda otra que refugiarnos
tras el último cortafuego, los sindicatos, que nos deja la democracia.
Pero, y esa es quizá la razón principal que nos debe llevar
a la huelga, el Gobierno, la prensa que controla, la patronal y la legión de
sotanas no hacen otra cosa que desprestigiar a las organizaciones sindicales,
como esos vecinos que, para hacerse con el control de la comunidad, no hacen
otra cosa que sembrar la cizaña entre el resto.
No vale como excusa decir que el Gobierno ya tiene asumida y
descontada la huelga. Tampoco que es inútil luchar contra algo ya aprobado.
Mucho menos que el PP ha hecho de nuestras capas un sayo porque la mayoría
absoluta del 20-N le otorga el derecho a hacerlo, porque no es cierto. El PP
ganó esas elecciones con un programa en el que, no sólo ocultaba los recortes y
las reformas que, con tanto coste para los más débiles, ha aprobado, sino que
las negó explícitamente.
Creo que una huelga rotunda y civilizada sería el mejor
mensaje que este país podría mandar a los mercados y a quienes toman las decisiones
en Bruselas. Además, me temo que, si dejamos pasar esta oportunidad, no va a
haber otra.
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