¡Qué mal! Pero qué mal. Qué poco ha tardado en descubrirse
el pastel de la falsa decencia de algunos de nuestros políticos. Ahora resulta
que quien se pasó la anterior legislatura cobrando tres sueldos, dos de ellos
de la administración y, pese a ello, se permite regañar al resto de los
mortales, conminándoles a trabajar más en un país con más de cinco millones y
medio de parados, había colocado a su marido en un consejo de administración
con un "sueldo" de 180.000 euros al año por asistir a doce reuniones
al año.
¿Qué pasa en este país? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar y
cuántas familias van a tener que verse en las tinieblas de la marginación y la miseria
para que alguien les cante las cuarenta a todos estos demagogos de tres al
cuarto que practican el nepotismo con la misma alegría e impudicia que lo
practicó la iglesia en sus primeros tiempos?
Por el contrario, se toman o se pretenden tomar medidas
ejemplares en contra de los funcionarios, a los que se ha escogido como chivo
expiatorio del mismo modo que se regaña y se grita a los niños cuando hay
problemas en la pareja. Lo ha hecho la Generalitat en Cataluña que, después de
clavar en la espalda de los enfermos lo que llaman "ticket moderador"
para recaudar un euro por receta dispensada, la ha emprendido con los funcionarios,
para 45.000 de los cuales pretende ahora una movilidad que, no lo dudéis pondrá
en dificultades la vida familiar de más de uno.
Y qué decir de esa medida que ahora se pretende adoptar
contra los maestros obligándoles a estar disponibles también el mes de julio,
para algo que, en nebulosa, denominan formación o clases de apoyo.
Aquí, en Madrid, lo que se suprime es una institución, la
del Defensor del Menor, que, con más o menos aciertos, ha cumplido una
interesante misión, poniendo a disposición de niños y adolescentes con
dificultades, principalmente maltrato, una infraestructura que les brindaba
orientación y apoyo.
La implacable presidenta ha decidido suprimirla y
"traspasar" su labor a la fiscalía del menor, con lo que eso supone
de alejamiento de los destinatarios de la misma. Quizá tenga que ver con que ya
ha colocado al "menor" de sus hijos como asesor del gabinete del
secretario de Estado de Comercio. ¿Para qué defender a los menores? que los
defiendan sus padres o los amigos de sus padres, como tradicionalmente han
hecho los condes.
Hay mucha demagogia y basta con raspar un poquito o levantar
algunas alfombras para ver que el amiguismo, la corrupción y el escándalo
anidan en cualquier parte, pero lo del Partido Popular es de récord mundial
¡Qué prisa se han dado!
Lo malo es que cuando llegamos a enterarnos es porque
alguien lo cuenta para minar el prestigio de sus adversarios en las luchas
intestinas que todo partido tiene y, al parecer, la impasible y demagoga número
dos del partido, la de la mantilla en el Corpus y la voz de tabernera, tiene ya
una importante lista de enemigos.
Mientras tanto, la consigna del párroco listillo y
vividor:"haced lo que os digo y no lo que hago".
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