sábado, 25 de febrero de 2012

CUANDO ES NOTICIA LA NOTICIA

No. No me gusta nada. Más allá de mi opinión, que la tengo y la he expresado, y el bochorno que supone que alguien vestido, comido y mantenido con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, haya podido saltarse todas las normas que imponen la ley y la decencia, más allá de todo eso, la actitud de la prensa ante el caso Urdangarin, convirtiéndolo, aunque no siempre, en un episodio de cualquiera de esos programas que dan de comer a los famosos mientras anestesian el sentido común de quienes los ven, parece que esa actitud busca más el espectáculo y los picos de audiencia que el imprescindible servicio al ciudadano.
Quién no tiene a estas alturas la sensación de haber visto al duque de Lugo escondido en un coche blindado, bajo una lluvia de huevos y tomates, usurpando la igualdad que a todos los ciudadanos se nos debe reconocer ante la ley y abusando de la influencia de su suegro para entrar a los juzgados de Palma como un privilegiado cargado de fueros.
He de decir que, de haber sido cierta la "corrida" a tomatazos del duque, no hubiese sentido por él más pena de la que siento cada vez que a cualquier otro ciudadano, inocente o culpable, se les somete a la pena no recogida en nuestras leyes del escarnio público.
Hasta ahí, mi lastima -si es que así puede llamarse- por el duque. Desgraciadamente y a expensas de lo que decidan los tribunales, la actitud de la Casa Real y el propio Don Juan Carlos parecen dejarnos poco espacio para las dudas sobre lo irregular y muy probablemente ilegal de su conducta. Otra cosa es todo lo que se ha venido diciendo y escribiendo sobre todos los privilegios de que iba a gozar en cada momento procesal. Hoy, por propia iniciativa o por consejo de su mujer, he echado por tierra todas esas elucubraciones, con lo que "robar" una foto de un Iñaki Urdangarín huyendo acojonado de las iras del populacho ha dejado de ser el objetivo.
Creo que el hecho de que el dilema con que durante días nos han aturdido, del de la forma en que iba a entrar el duque a los juzgados es una buena noticia. Una buena noticia que echa por tierra esa mala costumbre de convertir la noticia y a quienes la persiguen en noticia. Es una buena noticia en un día en que el periodismo español y la pluralidad están de luto por la desaparición de otra cabecera, Público, de los cada vez más escasos kioscos de prensa de este país abotargado y perplejo.
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