Cuando ya parece estar claro que la decimonónica contrarreforma
laboral no satisface más que al Gobierno, aunque parece que no a todos sus
miembros, a los empresarios, especialmente a los más desalmados, y a los
organismos internacionales que no han sabido evitar la crisis ni dar con la
receta que nos permita salir de ella, aunque a las carroñeras agencias de
calificación siempre les parezca poco... cuando todos nos volvemos, y con
razón, contra este gobierno estafador, me ha dado por pensar y por escuchar con
atención. De esa escucha y de la posterior reflexión me ha surgido esta
pregunta ¿No habremos sido nosotros los que hemos traído esta reforma?
Lo digo porque ayer, y sólo es un ejemplo, escuché cómo, en
la programación local de la SER para Madrid, el conductor del programa ponía en
cuestión la actitud de los trabajadores de la contrata del servicio de limpieza
del ayuntamiento de Valdemoro que han iniciado una huelga indefinida porque la
empresa titular ha dejado de pagarles media mensualidad correspondiente al mes
de enero, sobre todo -dijo- cuando se han vivido situaciones peores. Quién es
él, con un puesto de trabajo estable, digno y bastante mejor remunerado que el
de los trabajadores que recogen la basura de Valdemoro, para decir a cuánto
debe ascender un impago de salarios para justificar una huelga.
Debería saber mi amigo que dejar de cobrar 500 o 600 euros,
para quien no gana más de mil, puede suponer una tragedia y que, para quien
gana 2.500 y tiene, además, otro sueldo en casa, dejar de percibir 1200 puede
resultar más leve.
Nos hemos vuelto locos. Vemos el mundo, no cómo es, sino
cómo somos y así no podemos llegar muy lejos. Nos hemos encerrado en nuestros
pequeños paraísos hipotecados, con nuestro coche a la puerta, con nuestras
copas, nuestros cines, nuestras series, nuestras escapadas y nuestras
vacaciones "para desconectar" y nos olvidamos de que, en la puerta de
al lado o a pocas manzanas de la nuestra, vive gente que las está pasando
"putas". Gente que, para hacer algunas gestiones, tiene que salir dos
horas antes de casa porque ya no tiene dinero para pagarse un billete de metro
o autobús.
No están tan lejos, ni nosotros estamos tan lejos de acabar
como ellos. Nos pasa demasiado a los periodistas o a quienes lo hemos sido. Nos
gusta pontificar y nos miramos tanto el ombligo que no somos capaces de saber
dónde estamos. Paradójicamente tuvo que ser ayer un señor de derechas -para mí
muy respetable- como Rodolfo Martín Villa, poco partidario de la reforma,
quién, a propósito de la respuesta de ciudadanos y sindicatos a la misma,
recordase a Gemma Nierga que, pese a la grave situación por la que atraviesa
"su empresa", los trabajadores no habían llevado su protesta a la
calle.
Eso es lo que nos pasa. Creemos que nunca nos va a tocar y,
cuando nos toca, ya es tarde.
Es por eso que insisto en que, con nuestra pasividad y con
esa actitud de mirar para otro lado y no empatizar con los que van cayendo por
el camino, hemos ayudado a traer estos grilletes que ahora tanto nos pesan.
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