Lo hablaba anoche con una amiga: el Partido Popular está
cumpliendo nuestras peores expectativas. Nada de lo que está haciendo puede
sorprender a nadie. Todas las reformas que está emprendiendo, si no en su
programa electoral, sí figuraban en el imaginario de lo posible en el caso de
una formación política en la que están, no sólo la derecha más rancia y el
liberalismo económico más frío, sino la ultraderecha más montaraz.
La iglesia católica no tendrá que esperar para cobrar su
factura por toda la labor de desgaste hecha contra los gobiernos de Zapatero a
lo largo de los últimos años. Esas manifestaciones celebradas en las plazas de
Colón o Cibeles fueron muy caras de organizar, pero van a resultar muy
rentables. Sin ir más lejos y a pesar de las buenas palabras, los primeros
pasos del ministro Wert van encaminados a reforzar el gran negocio de las
órdenes y sectas católicas en la enseñanza. Al menos eso es lo que se atisba
detrás del anuncio de acortamiento de la ESO, cambiando el último de sus cursos
por uno más de bachiller, aunque sólo para quienes puedan y quieran seguir ese
camino. El resto, a la Formación Profesional, ya con apenas quince años y en
las mismas empresas que se encargarán de su formación práctica y quién sabe si
su prematura explotación.
Con esta reforma, en la que la desaparición de Educación
para la Ciudadanía puede quedar en una simple anécdota, se está partiendo, como
apuntan los enseñantes laicos, se está quebrando la espalda del sistema
educativo y abriendo la puerta a que los colegios religiosos amplíen el negocio
de la enseñanza concertada también al bachillerato.
Los planes de Wert llevarán que a los españoles, o sus
padres, tengan que decidir a los quince años si quieren avanzar hacia una
carrera universitaria o encaminar su vida hacia un taller mecánico, una
residencia de ancianos o una peluquería. Sé que simplifico, pero muchas
familias se tendrán que plantear el esfuerzo que les supondrá costear un año
más de bachiller o las clases de refuerzo de sus hijos, para que no se
descuelguen de su proyecto universitario.
En cuanto a la otra gran concesión a la iglesia católica,
ayer mismo Gallardón enseño la garra que esconde bajo su piel de cordero, dando
a entender que suprimirá la ley de plazos que, con mayor o menor acierto, había
venido a dar seguridad jurídica a las mujeres que necesitan -o quieren- abortar
y a sus médicos. Según Gallardón, se volverá a la ley de los supuestos que pone
bajo sospecha y a merced de los antiabortistas el trabajo de los profesionales
y las clínicas que, a lo largo de todos estos años, han venido facilitando el
derecho de tantas mujeres a elegir.
Lo que probablemente ofrezcan a cambio será la legalización
de esas redes de robo de niños del franquismo y no tan franquismo que vinieron
a sustituir las tenebrosas inclusas.
En fin, esto es sólo una parte de las reformas sociales que
el gobierno Rajoy se apresura a emprender desde su mayoría absoluta. Todo un
viaje atrás en esa máquina del tiempo que los españoles por acción u omisión
hemos puesto en sus manos. Teníamos la llave en nuestras manos y preferimos
ponerla en la suyas. En el mejor de los casos, podríamos rectificar de aquí a
cuatro años, pero esos cuatro años van a ser muy duros.
1 comentario:
Solo necesitan un par de meses para acabar con la labor de ocho años.
En el caso de la EpC, con mentiras descaradas (bueno, también en otros casos). Wert ha utilizado esta mañana en la Cadena SER como prueba del «adoctrinamiento» los párrafos de un libro de Carlos Fernández Liria et alii que jamás fue texto homologado para la asignatura ni pretendía serlo. Mentira repetida sistemáticamente por los medios ultracentristas. Ahora la cuenta un ministro. O miente o es un ignorante. No sé qué me da más miedo.
Dices que podremos rectificar de aquí a cuatro años, pero se tardará mucho más en recuperar lo perdido, si llegamos a recuperarlo.
Publicar un comentario