Que la memoria es flaca es algo incontestable. Qué pocos son
ya los que se acuerdan de aquella macrociudad dormitorio que Francisco Hernando
"El pocero" quiso construir y construyó en medio de la nada de un
erial d Seseña. Quizá sólo la recuerdan quienes invirtieron sus ahorros en uno
de aquellos pisos y hoy se ven en medio de la estepa toledana sin colegios, sin
tiendas, sin autobuses y sin la mayoría de los servicios que se pueden esperar
de una zona residencial.
Para construir aquel sueño de muchos, hoy pesadilla de unos
pocos, El pocero pasó por encima de todo lo establecido y fue generoso con
quien hubo que serlo para dar una mínima apariencia de legalidad a lo que no
era más que un contra dios urbanístico cercano a la estafa.
Ahora que ya casi nos hemos olvidado del Pocero y sus
felonías, llega a España otro tipo que, a cambio de pasarse las leyes por su
"arco del triunfo" promete crear doscientos mil puestos de trabajo en
una nueva Sodoma repleta de camareros, putas y crupieres, convirtiendo una zona
de Madrid o Barcelona en una nueva y quizá más hortera Las Vegas para que la
disfruten los europeos que, puestos, pueden ser más horteras que el más hortera
de los granjeros de Kentucky.
El tipo en cuestión, el empresario del juego Sheldon
Adelson, una especie de pocero a la americana, conectado con la Mafia, enredado
en oscuras historias de sobornos y corrupción y benefactor de lo más
conservador del Partido Republicano de los Estados Unidos, anda engatusando a
las autoridades españolas, nacionales y autonómicas, para que le despejen un
territorio libre de las leyes que nos protegen de tiburones como él y que
tantos años de lucha nos han costado a los españoles.
En ese territorio, exento de seguridad social, con beneficios
fiscales y subvenciones se dejaría entrar a los menores en los casinos, se
ejercería la prostitución abiertamente y se podría fumar en los espacios
públicos para que los paletos pudiesen jugarse los ahorros, con su
"puraco" encendido, mientras abrazan a una de esas caras señoras que
no hay en su pueblo.
Nos dice Esperanza Aguirre que esa nueva Las Vegas atraería
a nuestro país, a Madrid en su caso, a millones de turistas como ocurre ahora
con Singapur y otros paraísos del juego desperdigados por el mundo.
Por qué, me pregunto, no autorizamos la prostitución
infantil, la ruleta rusa o los combates a muerte. Estoy seguro que arañaríamos
algunas decenas de miles de turistas más, quizá los más refinados.
De lo que no estoy tan seguro y me tranquilizaría mucho
estarlo es de que el ministro de Economía ponga freno a esta tropelía que
pretende hacer con nosotros este pocero del juego no porque nos tenga cariño,
sino porque nos ve hundidos y quiere pisotearnos para sacarnos el poco jugo que
nos quede.
1 comentario:
Parece que ahora para crear puestos de trabajo todo vale. Viene el salvador de España y hay que hacerle la ola y los pobres los primeros, porque somos los que vamos perdiéndolo todo por el camino, por qué no también la dignidad, para salvar Europa primero, después los bancos y, por último, y con suerte, nuestro cada vez más mísero plato de comida.
Un saludo,
Ana.
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