O disimulaba muy bien o al ministro Wert le ha sentado muy
mal el cargo.
¿En qué cabeza cabe cambiar los temarios de las oposiciones
a profesor con nocturnidad, alevosía y mala leche?
Hay quien ya dice que, con tamaña burrada, más bien con el
ruido que está generando y generará, lo que pretende el ministro es apagar
otros incendios desatados en Melilla, donde achacó el fracaso escolar a la
presencia de población inmigrada de Marruecos; entre los colegios concertados,
sus aliados naturales, cargándose de un plumazo un curso de la ESO, o
"cepillándose" de otro la asignatura Educación para la Ciudadanía. Yo
creo que llegar a pensar que es por eso es conceder al ministro una
inteligencia de la que creo que carece.
Está claro o al menos parece que el ministro no ha tenido
cerca un opositor, gente que programa cada minuto de su vida y todos sus
gastos, gente que renuncia a "vivir" uno o dos años para conseguir un
puesto en la administración, a la que, caprichosamente, se les ha hecho perder
un año, el importe de los temarios y, a muchos, las mensualidades pagadas a las
academias donde muchos se preparan.
Tampoco hay que olvidar que la orden publicada por el BOE
devuelve a las oposiciones los temarios de 1993, como si el ministro
pretendiese sumarse a la fumigación d cada rincón de la Administración y de sus
leyes, para desinfectarlas de cualquier germen que los socialistas hubiesen
inoculado en ellas.
Lo de Wert, siendo muy grave, es sólo un ladrillo más para
el muro tras el que los chicos de Rajoy pretenden emparedar a los españoles,
aislándoles, no ya del futuro, sino del mismo presente. No hay más que hacer un
pequeño repaso para comprobarlo: volver a la ley de supuestos en el asunto
aborto, con lo que España se sumaría a los únicos cuatro países europeos que
carecen de una ley de plazos; burocratización del uso de la píldora del día
después; subida de impuestos a los de siempre; una reforma laboral que ni se
atreven a enseñar, una destitución salvaje de mandos policiales... y, así, todo
lo que queráis imaginar.
Parece como si el Gobierno creyese a pies juntillas lo del calendario
maya y estuviese aprovechando los días que le quedan al mundo para darse un
festín ultraliberal. Si no, lo que hacen no tiene sentido, porque, al menos eso
espero, estarían vacunando a muchos de quienes se abstuvieron el pasado 20-N
para que no vuelvan a hacerlo, porque estoy seguro de que, entre ellos, habrá
opositores, mujeres que se vean obligadas a abortar, jóvenes que verán
convertida en un calvario la obtención del la píldora del día después,
funcionarios y todo un largo etcétera de perjudicados que, sin mala intención,
quizá no pensaron en que quien se abstiene vota al que gana y, con su pecado de
omisión, le han dado demasiado poder al PP y lo está aprovechando para hacer el
burro a su antojo, como los hooligans ultra liberales en lo económico e hipócritas ultra conservadores en lo moral que realmente son.
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