martes, 5 de junio de 2018

OTRA VEZ MOHíNA


Qué lejos quedan ya las elaboradas imágenes con que, en cada crisis interna, el Partido Popular trata de mentir su unidad ¿De cuántas de estas fotos se han esfumado parte de los protagonistas? ¿cuántos han caído en desgracia o han tenido que desaparecer de la vida pública? Demasiados ¿Verdad? Pues si eso ha ocurrido con el PP en el Gobierno, imaginad lo que puede dar de sí el álbum familiar en la calle Génova, ahora que no hay cargos... ni sueldos que repartir.
Alguien se tomó la molestia de hacer la cuenta en las horas que siguieron al triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez y le salieron nada menos que mil trescientos cargos de designación y, por tanto, oros mil trescientos sueldos nada despreciables que dejarán de entrar en casa de los cesados, algo que resulta trágico en algún caso, como el del ministro de Economía, Román Escolano, que dejó la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones, para completar en el ministerio los dos años de legislatura que le restaban a Rajoy y que apenas va a estar tres meses en el cargo, sin retorno posible a su empleo anterior.
No es de extrañar, pues, que la ansiedad se haya apoderado de muchos dirigentes del partido, ya que pierden cargos y puestos dentro y fuera del partido, dada la tradición, en el PP y otras formaciones, de dar refugio dentro de la formación o en las administraciones autonómicas a quienes tienen que dejar el gobierno de la nación. Más, si se tiene en cuenta que se abre un nuevo tiempo en el que la travesía del desierto para el PP puede ser, con Ciudadanos en el panorama, mucho más larga, si no eterna, y que la pérdida del poder puede ser definitiva.
Lo que está claro es que el modo de entender la democracia interna que se estila en el PP no va a dar oportunidad a asistir a una lucha abierta por el poder, como la hemos podido ver recientemente en el PSOE o en Podemos. El dedo de Rajoy es mucho dedo y, ni siquiera la constatación de su estrepitoso fracaso, la evidencia de su escaso conocimiento de la realidad o todo el rencor acumulado frente al resto de formaciones políticas, van a propiciar el relevo a corto plazo que su partido necesitaría.
Por todo ello, el partido se va a convertir en las próximas semanas en la olla a presión que pueda dar un buen caldo a partir de los despojos que hay dentro, o puede reventar poniéndolo todo perdido de odios y reproches.
Dice un refrán castellano que "cuando falta la harina todo es mohína" y creo que al PP, el partido de la prepotencia y la soberbia, hayan vuelto los tiempos de la mohína, los tiempos de los reproches y las divisiones y quién sabe si de la revancha de un Aznar, demasiado pagado de sí mismo, incapaz de ver que es precisamente él quien está en el origen de la corrupción que ha tumbado a quien se creía eterno, porque las urnas iban a perdonarle los pecados que castigan y seguirán castigando los jueces.
Apenas queda ya nada que repartir, ni siquiera los aforamientos, y en la calle Génova ya se oye crecer la mohína.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy bien reflejado ...

Saludos
Mark de Zabaleta