En días como éste me viene insistentemente a la memoria una
frase, la gran coartada de quienes, se sentían cómodos con lo que había y
conjuraban cualquier cambio posible y está claro que lo eran, con ese
"todos son iguales" que desde el más canalla de los cinismos trata de
imponer la resignación a quienes viven la esperanza del cambio.
Si me viene a la memoria la maldita frase, es porque, ayer
mismo, horas después de que el fascista ministro del Interior italiano, Mateo
Salvini, negase el atraque en puerto italiano al Aquarius, con más de
seiscientos inmigrantes africanos a bordo, el gobierno español, la comunidad
valenciana y la ciudad de Valencia, lo mismo que Euskadi y varias ciudades de
toda España se ofrecieron a dar a los embarcados la tierra firme y el refugio
que necesitaban desesperadamente.
El gesto del nuevo gobierno contrasta con la vergonzosa y
peligrosa actitud del gobierno italiano y con la cínica apatía de la Unión
Europea, pero no sólo con ellas, también con el descaro con que los gobiernos
de Rajoy han incumplido sus compromisos con Bruselas para acoger a los
inmigrantes huidos de la martirizada Siria, anunciados a bombo y platillo y
siniestramente burlados,
Evidentemente no es lo mismo ese gesto, esos gestos, porque
han sido muchos, desde el lehendakari Urkullu a particulares de toda España,
que a tantos nos llena de orgullo, que la miserable mezquindad de García Albiol
que, al contrario que la mayoría, acusó de buenismo al gobierno socialista y volvió
a la coherencia del alcalde xenófobo de Badalona que fue, aquel que estigmatizó
a parte de sus vecinos, porque su raza, su lengua, su modo de vida o su pobreza
le era incómodos.
Quizá a Albiol le escocía la sentencia en que la Audiencia
Nacional acusaba ayer mismo a su partido de haberse financiado ilegalmente a
través de empresarios a los que luego, "en diferido", se premiaba con
adjudicaciones de obra pública y contratas, sentencia en la que se ponía al
descubierto la cueva de ladrones en que el PP había convertido la Comunidad de
Valencia.
No, evidentemente, no todos son iguales, no son la misma
cosa quienes se telefonean ofreciéndose los trozos de la tarta conseguida a
costa de menos o peores colegios, hospitales o residencias de ancianos que
quienes han conseguido que, en apenas unas horas, Valencia pase de
avergonzarnos y avergonzar a los valencianos, con su injusto significado de
corrupción y burla, a llenarnos de orgullo y esperanza solidaria.
Curiosa la actitud de Albiol, planteando pegas y recelos, si
no negando implícitamente la solidaridad y el apoyo a los seiscientos
rescatados del Aquarius, cuando él mismo es un náufrago más en el barco a la
deriva que es el PP, abandonado por el capitán frente los arrecifes tras el
temporal de una moción de censura que no supo o no quiso capear. Curioso el
náufrago que niega el auxilio al náufrago, quizá porque no quiere que
Ciudadanos y su "los españoles primero" le arrebate su título muy
bien ganado de xenófobo entre los xenófobos.
No. no es lo mismo votar a unos que votar a otros, por eso
es tan importante que, a la hora de votar, sepamos muy bien quién es quién y
sobre todo quiénes somos nosotros, para no equivocarnos otra vez.
1 comentario:
Ciertamente bien expuesto ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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