viernes, 1 de junio de 2018

MOCIÓN DE DOBLE USO


Antes de nada, es obligado dar las gracias a Albert Rivera por no haber defraudado mis expectativas y haberse mostrado en el debate de la moción de censura tal cual es, por haber dejado que, por una vez, sin la estudiada contención con que se muestra en escenarios más cómodos y amistosos, sin banderas, himnos ni martas sánchez, y así, enfrentado a la evidencia de su actitud maniobrera, a su desesperación por haber perdido en apenas dos días el prestigio demoscópico tan trabajosamente conseguido. sin toda esa protección que da poner siempre una vela a dios y otra al diablo, se vio traicionado por los nervios y cabreado y hasta lívido en ocasiones permitió que le viésemos el culo, un culo ultra y egoísta que, a mí al menos, no me gustó ni un pelo.
Suponiendo que, no sólo a mí, sino a más gente le sucediese lo mismo,  sólo por eso, habría que dar por buena la moción, porque quien avisa no es traidor y Rivera nos dejó avisados y bien avisados de lo que es capaz, tratando de agarrarse a la desesperada al único socio posible que le quedaba ayer en el Congreso, de una manera tan descarada, que fue desde los escaños populares desde donde más se le abroncó, como en estos momentos le está abroncando el portavoz popular, Rafael Hernando. Erró el tiro y debería pedir, como la iracunda Reina de Corazones de Alicia, que les corten la cabeza a esa legión de asesores que le rodean, por no haber sido capaces de anticipar que iba a pasar lo que está pasando.
Pedro Sánchez acertó presentando su moción, una moción que iba dirigida contra Mariano Rajoy, al que, a estas horas parece claro, acabará desalojando a Rajoy de la Moncloa, pero que, también, va a tener la virtud colateral de haber desenmascarado a Rivera y su Ciudadanos que, ahora, tendrán que dejar el cómodo parapeto en que, como le recordó ayer Sánchez, se había refugiado, promoviendo el enconamiento del debate nacionalista, ante la falta de iniciativa política de Mariano Rajoy, su partido y su gobierno.
Ayer, Albert Rivera dejó de ser el hombre tranquilo de los carteles y las vallas para deshacerse en gestos y palabras atropelladas, a veces desesperadas, mendigando al PP, su enemigo hasta ayer, el apoyo para impedir que las próximas elecciones que Ciudadanos quiere ya, las acabe convocando Pedro Sánchez, ya desde la Moncloa, cuando estime oportuno, agotando incluso la estéril legislatura inaugurada por Rajoy. Rivera pasará a la Historia, así al menos lo deseo, como una víctima colateral de la corrupta pachorra de Rajoy que, por no dejar, ni siquiera le deja ahora la púrpura del liderazgo de la oposición que, no se sabe muy bien por qué, se había arrogado.
Solo y aparentemente aislado Rivera, nos queda por saber el futuro de Mariano Rajoy y del Partido Popular, un Rajoy al que ayer, de golpe, le afloraron todos los esqueletos que tenía escondidos en el armario. entre ellos el de sus obstinados errores respecto a Cataluña, su política de palo sin zanahoria para con el nacionalismo catalán que ha propiciado que en los dos partidos nacionalistas catalanes y el vasco haya pesado más la aversión a Rajoy que las diferencias ideológicas con los socialistas o con Podemos. 
Ese y así lo dejó dicho el propio Sánchez ha sido el pegamento que ha hecho posible el triunfo de esta moción. Una moción absolutamente legítima y democrática, como acaba de señalar el propio Rajoy que ha dividido el parlamento en dos bloques, uno formado por el PP y Ciudadanos, espalda contra espalda y con las pistolas cargadas, dispuestas a disputarse el territorio de la derecha, porque el centro ni existe ni ha existido, y el otro bloque, mucho más dispar, con dos partidos progresistas al frente y una amalgama de ideologías e intereses cruzados, en la que el mayor peso estará en manos de los nacionalistas.
La moción que lleva a Pedro Sánchez a La Moncloa ha tenido muchas virtudes. La primordial, la de sacar a Rajoy de La Moncloa, pero también la de aclarar y dinamizar el panorama político de este país, corroído por la corrupción y narcotizado y paralizado ante la deriva impredecible del avispero catalán. Junto a esto y no es menos importante, está la posibilidad de desmantelar el andamiaje de bloqueo legislativo, las leyes coactivas, la sequía presupuestaria para políticas sociales y la odiosa manipulación informativa levantada por personajes como el tabernario José Antonio Sánchez, que han dejado a la fachada de democracia española prácticamente irreconocible.
Sin embargo, y lo tengo muy claro, la mayor virtud de esta moción ha sido la de dejar al descubierto las miserias del PP y la actitud tramposa e impaciente de Rivera. En definitiva, una bendita moción de doble uso.

No hay comentarios: